Parroquia San Andres Apostol

12 de Mayo. Evangelio según San Marcos

Evangelio según San Marcos 16, 15-20

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los once y les dijo:
«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado.
A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».
Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
Ellos se fueron a predicar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.

21/04/2024. Comentario Bíblico

Comentario Bíblico.

Los capítulos 9 y 10 tienen un tema central importante: Jesús es la luz del mundo. En el capítulo 10 Jesús se revela como el Buen Pastor que acoge, cuida, conduce a la vida a sus discípulos y les entrega su misma vida. Pero en ese ciego de nacimiento curado estamos representados todos los creyentes. Por eso Juan quiere que el lector y oyente de todos los tiempos se sienta identificado con el ciego y entre en la acción que le presenta en su relato. Y, por tanto, vivan en la seguridad de que tienen un Buen Pastor que expone la propia vida por los suyos. Así es Jesús, Luz del mundo.

21 de abril 2024. Homilía IV Domingo de Pascua

Evangelio según San Juan 10, 11-18

En aquel tiempo, dijo Jesús:

«Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.

Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.

Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.

Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre».

Evangelio: Juan (3,14-21): De la noche a la luz, con Cristo. Comentario Bíblico.

III.1. El evangelio, sobre el diálogo con Nicodemo, el judío que vino de noche (desde su noche de un judaísmo que está vacío, como se había visto en el relato de las bodas de Caná), para encontrar en Jesús, en su palabra, en su revelación, una vida nueva y una luz nueva, es una de las escenas más brillantes y teológicas de la teología joánica. Es importante tener en cuenta que Nicodemo es un alto personaje del judaísmo, aunque todo eso no esté en el texto de hoy que se ha centrado en el discurso de Jesús y en sus grandes afirmaciones teológicas, probablemente de las más importantes de este evangelio. Es necesario leer todo el relato de Jn 3,1-21, pues de lo contrario se perdería una buena perspectiva hermenéutica. Digamos que este relato del c.3 de Juan seguramente fue compuesto en el mo­men­to en que personas, como Nicodemo, habían pedido a la comunidad cristiana participar en ella. De ahí ha surgido esta «homilía sobre el bautismo» entre los recuerdos de Juan de un acontecimiento parecido al que se nos relata y una reflexiones personales sobre lo que sig­nifica el bautismo cristiano. En los versículos 1 al 15 (vv. 1-15) tenemos el hecho de lo que podía suceder más o menos y palabras de Jesús que Juan ha podido conservar o aprender por la tradición. Desde los vv. 16-21 se nos ofrecen unas reflexiones personales del teólogo (es realmente un monólogo, no un diálogo en este caso), el que ha hecho la homilía de Juan, sobre la esencia de la vida cristiana en la que se entra por el bautismo.

III.2. Los vv. 16-21 aportan, pues, una reflexión del evangelista y no palabras de Jesús propiamente hablando. Esto puede causar sorpresa, pero es una de las ideas más felices de la teología cristiana. Dios ha entregado a su Hijo al mundo. En esto ha mostrado lo que le ama. Además, Dios lo ha enviado, no para juzgar o condenar, sino salvar lo que estaba perdido. Si existe alguna doctrina más consoladora que esta en el mundo podemos arrepentirnos de ser cristianos. Pero creo que no existe. El v.18 es una fuente de reflexión. La condena de los hombres, el juicio, no lo hace Dios. Lo ha dejado en nuestras manos. La cuestión está en creer o no creer en Jesús. El juicio cristiano no es un episodio último al que nos presentamos delante de un tribunal para que le diga si somos buenos o malos. ¡No! sería una equivocación ver las cosas así, como muchos las ven apoyado en Mt 25. Los cristianos experimentamos el juicio en la medida en que respondemos a lo que Señor ha hecho por nosotros. El juicio no se deja para el final, sino que se va haciendo en la medida en que vivimos la vida nueva, la nueva creación a la que hemos sido convocados. Estas imágenes de la luz y las tinieblas son muy judías, del Qumrán, pero a Juan le valen para expresar la categoría del juicio.

III.3. El evangelio de Juan es muy sintomático al respecto, ya que usa muchas figuras y símbolos (el agua, el Espíritu, la carne, la luz, el nacer de nuevo, las tinieblas) para poner de manifiesto la acción salvadora de Jesús. El diálogo es de gran altura, pero en él prevalece la afirmación de que el amor de Dios está por encima de todo. Aquí se nos ofrece una razón profunda de por qué Dios se ha encarnado: porque ama este mundo, nos ama a nosotros que somos los que hacemos el mundo malo o bueno. Dios no pretende condenarnos, sino salvarnos. Esta es una de las afirmaciones más importantes de la teología del NT, como lo había sido de la teología profética del AT. Dios no lleva al destierro, Dios no condena, Dios, por medio de su Hijo que los hombres hemos “elevado” (para usar la terminología teológica joánica del texto) a la cruz, nos salva y seguirá salvando siempre. Incluso el juicio de la historia, como el juicio que todo el mundo espera, lo establece esta teología joánica  en aceptar este mensaje de gracia y de amor. El juicio no está en que al final se nos declare buenos o perversos, sino en aceptar la vida y la luz donde está: en Jesús.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

10 de marzo. Evangelio según san Juan.

Jn 3, 14-21

En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: “Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna.

Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él. El que cree en él no será condenado; pero el que no cree ya está condenado, por no haber creído en el Hijo único de Dios.

La causa de la condenación es ésta: habiendo venido la luz al mundo, los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo aquel que hace el mal, aborrece la luz y no se acerca a ella, para que sus obras no se descubran. En cambio, el que obra el bien conforme a la verdad, se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios’’.

19/11/2023. Reflexiones sobre el Evangelio.

1ª) ¡El tiempo de la espera es el tiempo de la respuesta del hombre!

A cada uno según su capacidad. Los elementos narrativos nos permiten comprender la situación en la que está pensando Jesús y el evangelista. La descripción del tiempo de la espera, como el tiempo que lleva un largo viaje, manifiesta los dos estadios que la Iglesia ha de recorrer: el ya de la salvación y el todavía no de su manifestación acabada y definitiva. Jesús volverá de nuevo en su gloria y esa venida será definitiva. Esta es la convicción de la Iglesia en su tarea recibida de Jesús. Y esa es la realidad del mensaje de Jesús. Pero la vuelta gloriosa no tiene fecha prefijada y manifestada a los hombres; es un viaje al extranjero (para ser coronado rey y regresar después ya como rey, según la versión de Lucas). En el entretanto quiere que sus bienes fructifiquen. No es necesario entretenerse en la forma distinta de presentar el relato Mateo y Lucas: Mateo habla de tres siervos que reciben cantidades muy grandes y desiguales; Lucas habla de diez empleados que reciben una cantidad de menor valor y todos la misma. Estos son adornos embellecedores que nada cambian el mensaje. El entretanto es el tiempo de poner manos a la obra por parte del hombre. Y ha quedado para siempre un interrogante: ¿cuándo sucederá la vuelta de Señor? Sucederá con toda seguridad, pero más tarde. Mientras tanto es tiempo para la esperanza apoyada por la paciencia, la perseverancia y la constancia. El resto ya no está en nuestras manos. La humanidad no está abandonada. Alguien tiene un admirable proyecto para ella y vela por ella. El final del camino del hombre es el encuentro con el Rey glorioso que ha compartido con nosotros todo menos el pecado. Es necesario que los discípulos de Jesús seamos hoy testigos de esperanza, testigos de una gran esperanza que colma todos los anhelos del hombre cuando busca el sentido de su existir, la necesidad de felicidad y la plenitud de vida. El Evangelio es para nosotros y ahora. El día señalado por el Señor para su vuelta definitiva no puede ser encadenado en nuestra técnica, en nuestros cálculos ni en nuestras previsiones. Un camino abierto iluminado por la confianza plena en Aquel que no nos defrauda nunca.

2ª) ¡Fidelidad y respuesta coherente para alcanzar lo prometido!

Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo podo te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor. La hacendosidad apareció ya en la primera lectura proclamada hoy cuando se hace el elogio de la mujer prudente y dirigida por la sabiduría. Allí tenía un sentido sapiencial, es decir, cómo conseguir un comportamiento correcto en esta vida con coherencia y con sentido. Ahora Jesús abre otra perspectiva. La fidelidad y la hacendosidad son para poder entrar en el banquete, en la fiesta definitiva. Jesús inyectó en el corazón de los hombres una nueva y ambiciosa perspectiva. No se trata sólo de llevar una vida correcta en este momento de la historia, sino de relacionar esta conducta con una gran esperanza. Obsérvese que las palabras que dirige el rey a sus empleados con coincidentes y las mismas para el que recibió cinco talentos y para el que recibió dos. Porque el mensaje de la parábola no es ofrecer cantidades, sino advertir de la necesidad de ponerse a trabajar con los dones de Dios con la mirada puesta en la meta final de la esperanza, o mejor, hacer de la esperanza del final un acicate, un aliciente y un compromiso para el presente: fidelidad y realización de la propia tarea. El resto está en manos del Señor que dirige la historia con sabiduría, ponderación y amor generoso. Hoy como ayer es necesario que los discípulos de Jesús ofrezcan al mundo signos de su auténtica esperanza que alcanza al hombre en su realidad humana mostrando los signos creíbles de una tarea exigente a fin de comenzar a establecer el reino en el tiempo, como primicias de la plenitud final, pero primicias convincentes. La esperanza del fin tiene fuerza suficiente para transformar el mundo. Pero es necesario que hoy se siga ofreciendo en fidelidad y autenticidad. Compartir con los hombres sus alegrías y sus esperanzas, así como sus fracasos, sufrimientos y desconciertos, es una forma excelente de hacer creíble la esperanza cristiana a los hombres de nuestro tiempo. El compromiso por la paz, la dignidad, la solidaridad y la comunión de todos los hombres en todos los bienes de la tierra (espirituales, culturales y materiales) es una forma tangible y visible para hacer presente, de alguna manera, lo que será el reino en su etapa final.

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
(1937-2019) Dominicos.

19 Noviembre 2023. XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario.

Evangelio según san Mateo (MT 25 , 14-15. 19-21)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos se parece también a un hombre que iba a salir de viaje a tierras lejanas; llamó a sus servidores de confianza y les encargó sus bienes. A uno le dio cinco talentos; a otro, dos; y a un tercero, uno, según la capacidad de cada uno, y luego se fue.

Después de mucho tiempo regresó aquel hombre y llamó a cuentas a sus servidores. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: ‘Señor, cinco talentos me dejaste; aquí tienes otros cinco, que con ellos he ganado’. Su señor le dijo: ‘Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor’.

XXXII Domingo del Tiempo Ordinario. Comentario Bíblico.

Evangelio (Mateo 25,1-13): La actitud frente a la felicidad eterna

El evangelio, texto exclusivo de Mateo, nos propone la parábola de las vírgenes necias y las prudentes . No siempre hemos logrado penetrar adecuadamente en su sentido, ya que la narración está recargada de significados específicos diversos. Se habla de “diez’, quizás porque era el número exigido para la calidez de la plegaria en la sinagoga o fuera de ella. Por lo mismo se apunta, o precisa el autor del evangelio de Mateo, que es una parábola de sesgo comunitario a todos los efectos. Incluso la boda, con toda su significación bíblico-mesiánica, es útil para enmarcar el punto final: la llegada o venida del esposo. Sin esposo no hay boda ni nada lamento de sus amigas, en este caso vírgenes, lo que quiere decir simplemente “no casadas” y que también un día serán desposadas. Entre tanto, acompañan a su amiga a lo más importante de su vida pero, sin el esposo, nada tiene sentido. Algunos autores han apuntado a las interpretaciones rabínicas del Cantar de los Cantares que ven en el coro de las “hijas de Jerusalén” el grupo de los discípulos que llevan en sus manos la luz de la “Thora” y vigilan la llegada del Mesías. El aceite era en el judaísmo, además, el signo de las buenas obras, así como de la alegría de la acogida (Sal 23,5; 104,15; 133,2) e incluso de la unción mesiánica (Sal 45,8; 89,21).

Jesús, en ella, se vale del marco de una fiesta de bodas para hablar de algo trascendental: la espera y la esperanza, como cuando la novia está ardiendo de amor por la llegada de su amado, de su esposo. Pero los protagonistas no son ni el novio (lo será al final de todo), ni la novia, en este caso, sino las doncellas que acompañaban a la novia para este momento. Eso quiere decir que ellas se gozaban en gran manera con este acontecimiento, como si ellas mismas estuvieran implicadas, tanto como la novia, y sin duda la narración da a entender que debían estarlo; pero para este acontecimiento de amor y de gracia hay que estar preparados, o lo que es lo mismo, deben abrirse a la sabiduría; el júbilo que se respiraba en una boda como la que Jesús describe es lo propio de algo que alcanza su cenit en la venida del esposo.

La iglesia primitiva ha alegorizado, sin duda, la propuesta de Jesús en razón precisamente de la “parusía” que no llegaba, pero que podía llegar en cualquier momento. Este es un problema muy discutido. La frustración en la primera o segunda generación cristiana, sobre la llegada de la “parusía” o el fin del mundo, es decir, la plenitud del Reino de Dios, no se ha resuelto adecuadamente (solamente en Lucas tenemos una enseñanza más acorde con el retraso de la parusía). Por ello, la diez vírgenes son representación de una comunidad, de la comunidad cristiana. ¿Habría aceite en las lámparas para ese momento? En definitiva ¿habría sabiduría) Así es como se enlaza con el sentido de la primera lectura, que como dijimos, marca la pauta de la liturgia de hoy. Sabernos que esta es una parábola de “crisis”, no para atemorizar; sino para mantener abierta la esperanza a esa dimensión tan importante de la vida.

Entonces, ¿qué es la parusía? ¿qué significa el fin del mundo) (lo veremos mejor cl próximo domingo). Lo importante es estar preparados para la venida del esposo, el personaje que se hace esperar. Se habla de una “presencia” (que eso significa “parusía) ante los que esperan. Por tanto, no es cuestión de entender el terna en términos cósmico-físicos, sino de cómo nos enfrentamos a lo más importante de nuestra vida: la muerte y la eternidad: ¿con sabiduría? ¿con alegría? ¿con aceite, con luz? ¿con esperanza? Este mundo puede ser “casi” eterno, pero nosotros aquí no lo seremos. Estamos llamados a una “presencia de Dios” (parusía) y eso es como unas bodas: debemos anhelar amorosamente ese momento o de lo contrario seremos unos necios y no podremos entender unos desposorios de amor eterno, de felicidad sin límites.

Fray Miguel de Burgos Núñez . (1944-2019)

12 de Noviembre. XXXII Domingo del Tiempo Ordinario. Evangelio.

Evangelio según san Mateo (Mt 25, 1-13)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos es semejante a diez jóvenes, que tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco, previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron cada una un frasco de aceite junto con su lámpara. Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.

A medianoche se oyó un grito: ‘¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!’ Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras: ‘Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando’. Las previsoras les contestaron: ‘No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras. Vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo’.

Mientras aquéllas iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor, señor, ábrenos’. Pero él les respondió: ‘Yo les aseguro que no las conozco’.

Estén pues, preparados, porque no saben ni el día ni la hora”.