ESPECIAL
Que entre encíclicas te veas…
ALEJANDRO OROPEZA G.
El que no es chavista no es venezolano” HC “La espada puede imponer condiciones de paz, pero no puede crear la paz” Pio XII
N o se persigue insistir y seguir gastando tinta sobre la ya eterna polémica del papel jugado por la Santa Sede durante el periodo de existencia del III Reich alemán y, en general, las posiciones asumidas en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, es conveniente traer y recordar algunos hechos puntuales referido a dicho periodo, poniendo atención sobre un personaje por demás interesante de la historia: Pio XII, elegido Papa el 2 de marzo de 1939, a seis meses del inicio de la conflagración mundial y a seis años de ejercicio del poder por Adolf Hitler. Este Papa cuyo nombre era Eugenio Pacelli, nacido en Roma en 1876, le tocará ejercer su pontificado en uno de los periodos más terribles de la historia de la humanidad, no sólo por la guerra, sino que tendrá que dirigir la diplomacia del Vaticano ante realidades complejas, confusas y enfrentadas: el ya señalado III Reich, la Italia de Mussolini, la España del triunfo de Franco, la Rusia de Stalin, es decir las tipologías típicas de los regímenes totalitarios del Siglo XX, además de la persecución contra los judíos, los cristianos y como corolario el Holocausto. Es, Pio XII, una de las personalidades más enigmáticas y polémicas del periodo, comenzando por decir que conocía de cerca a la sociedad alemana y los vericuetos del poder en ese país, ello por cuanto fue Nuncio en Múnich en 1917, luego en Berlín entre 1920 y 1929.
Pero, no se pretende hacer una ficha histórica del personaje, sino apreciar de cerca el primer documento emitido por el Pontífice, su primera encíclica Summi Pontificatus, publicada el 20 de octubre de 1939 ya en plena guerra europea. Un documento que hoy día, en la realidad de Venezuela y de América Latina, adquiere significación sorprendente. Y ello, porque muchos de nuestros pretendidos líderes subcontinentales desearían escapar de la identificación posible que se pueda hacer de sus ejercicios de poder con las aseveraciones, advertencias y opiniones que recoge este documento papal. En definitiva, la encíclica fija posición muy clara en el plano de la política exterior de la Santa Sede, evidenciándose que está dirigida contra la Alemania nazi, tanto en lo que respecta a la caracterización y la práctica del régimen político instaurado por Hitler, como en lo que respecta al conflicto germano-polaco.