Día: 13 de octubre de 2012

Cantaremos.14 de Octubre XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario /B

La sabiduría y el seguimiento de Jesús son valores que superan todos los demás. La posesión de la sabiduría y el seguimiento de Jesús relativizan y proporciona la clave para el discernimiento de los otros valores humanos o materiales. Los bienes materiales son valores y tienen su sentido, pero no son absolutos. El hombre no puede poner en ellos su esperanza definitiva. Son valores para ser utilizados y contribuyen al desarrollo temporal de los hombres, pero no son la esperanza auténtica de los hombres.

La verdadera sabiduría es gratuita. Por su origen y por su eficacia es muy superior a todos los valores y riquezas humanos. Así se comprende que en el fragmento que proclamamos hoy se elogie y pondere tanto el valor de la sabiduría. En una época que nos encontramos invadidos por la practicidad y la eficacia como fuentes de bienestar y riqueza a la vez que como criterio referencial, es necesario volver la mirada a la verdadera sabiduría para que el hombre encuentre el sentido de su vida sobre la tierra en sus múltiples actividades y el sentido de su trascendencia. Hoy como ayer y, acaso más que ayer, el hombre necesita la luz de la verdadera sabiduría para sopesar los bienes temporales sin perder la esperanza de los venideros que le ayudarán a realizarse plenamente.

Los discípulos de Jesús no se pueden desentender de las realidades terrenas, cierto. No solamente no deben desentenderse, sino que han de asumir su propio compromiso temporal en medio del mundo. Pero están en medio de él como una instancia crítica que ha de hacerse visible y creíble. Este equilibrio entre compromiso y esperanza superior y trascendente es una de las grandes tareas de la comunidad cristiana en medio del mundo. Y también este aspecto sigue siendo una urgencia en nuestro mundo actual. Al final hay un consuelo y una recompensa: para Dios nada hay imposible y quien sabe situar y explotar los bienes en su plano y utilizarlos en la medida adecuada se abren a la vida eterna como recompensa final. Y esta recompensa hemos de conseguirla todos juntos.

CANTAREMOS:

  • El Señor nos llama …………………………272
    • Señor ten piedad-Gloria-Aleluya
    • Antífona
  • En la patena………………………………….68
    • Santo-Padre nuestro-La Paz
    • Cordero de Dios
  • Pescador……………………………………..127
  • El pueblo de Dios…………………………….67
  • Sólo el amor…………………………………166

14 de Octubre. XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario /B

Evangelio según San Marcos (Mc 10,17-30)

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó corriendo un hombre, se arrodilló ante él y le preguntó:
–Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?
Jesús le contestó:
–¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios.
Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honrarás a tu padre y a tu madre.
Entonces él le contestó:
–Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.
Jesús se le quedó mirando con amor y le dijo:
–Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres así tendrás un tesoro en el cielo–, y luego sígueme.
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico.
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos:
–¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!
Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió:
–Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el Reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios.
Ellos se espantaron y comentaban:
–Entonces, ¿quién puede salvarse?
Jesús se les quedó mirando y les dijo:
–Es imposible para los hombres, mas no para Dios. Para Dios todo es posible.
Entonces Pedro le dijo a Jesús:
–Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.
–Jesús le respondió :Yo les aseguro, que quien haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más –casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, junto con persecuciones–, y en el otro mundo , la vida eterna.