La transfiguración del Señor puede catalogarse como una “teofanía” o revelación de Dios, que llega a su punto máximo cuando los discípulos despiertan completamente y escuchan una voz solemne que dice: “Este es mi Hijo, el escogido. Escúchenle”. Cuando se ven envueltos en una nube, en aquél ambiente que les es desconocido, quedan asombrados. No entienden nada, pero “Pedro se siente muy bien en aquel lugar”…por eso sugiere al Señor “permanecer allí y construir tres tiendas”.
Tal vez los cristianos, los discípulos de Cristo Jesús, pudiéramos lograr mayor claridad y certeza en la Fe, si lográramos dar a nuestra vida un mayor sentido de oración. Sólo desde el silencio y la meditación es posible vislumbrar un poco más de la verdadera identidad del Señor. Para interiorizar el Evangelio no basta escucharlo distraida y rutinariamente, ni siquiera con la atención que sólo intenta entender. Necesitamos de momentos de silencio y aislamiento para escuchar al Dios vivo que habita en nosotros, permitiendo que sus palabras toquen nuestro corazón y transformen nuestra vida. La Transfiguración es el relampagueo luminoso de la resurrección del Señor y la garantía de nuestra propia resurrección.
CANTAREMOS:
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Al reunirnos…………………………………………………….6
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Señor ten piedad-Gloria y honor a Ti
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Antífona
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Señor del Universo………………………………………..170
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Santo-Padre nuestro-La Paz
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Cordero de Dios
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Por Tí Señor………………………………………………….134
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Señor, Tú eres nuestra luz………………………………171
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Viva Cristo……………………………………………………218