Día: 7 de marzo de 2013

Cantaremos. 10 de Marzo. IV Domingo de Cuaresma /C

Según Jesús, el Reino de Dios, es una oportunidad para todos. Así lo expone en muchas de sus parábolas, sobre todo en la más cautivadora de todas, que bien se podría llamar “La Parábola del Padre bueno”. La parábola está dirigida a personas que piensan mediante imágenes y no transmite una enseñanza simplemente conceptual, sino en sentido complejo, como lo es la vida misma.

En tiempos de Jesús la familia lo era todo: hogar, trabajo, supervivencia, protección y seguridad. Por eso todo el mundo se sintió interesado cuando Jesús comenzó su relato. ¡Cómo iba un padre a repartir su herencia estando en vida? ¡Lo que el hijo menor le pide es una locura! Se entregará a una vida desquiciada que lo conducirá a la autodestrucción. Sólo entonces recordará que tiene un padre y decidirá volver, aunque entonces le reciba sólo como un empleado. Quedará sorprendido ente la entrañable agogida del padre, el abrazo y los besos que son como los de una madre.

El hijo harapiento ya no es más el mendigo depravado; es “el hijo que había muerto y ha vuelto a la vida”. El arrepentimiento quiebra las normas de la mera justicia. Esta conversión tiene un punto de partida creador que viene de Dios, ya que el pecado produce ceguera y la ceguera espiritual hunde al hombre en las tinieblas. El que se convierte logra salir de la oscuridad y esta luz sólo es obra de la Gracia. ¿Será esta la mejor metáfora de Dios?…. ¿Vale tanto nuestra conversión?………….

CANTAREMOS:

  • Vienen con alegría…………………………………………………219
    • Señor ten piedad-Tu palabra me da vida
    • Antífona
  • Este Pan y Vino Señor………………………………………………91
    • Santo-Padre nuestro-La Paz
    • Cordero de Dios
  • Tan cerca de mi…………………………………………………….193
  • Por Tí Señor………………………………………………………….134
  • Ya no temo……………………………………………………………223

10 de Marzo. IV Domingo de Cuaresma /C

Evangelio según San Lucas (Lc 15,1-3.11-32)

En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los letrados murmuraban entre ellos:
–Este acoge a los pecadores y come con ellos.
Jesús les dijo entonces esta parábola:
Un hombre tenía dos hijos: el menor de ellos dijo a su padre:
–Padre, dame la parte de la herencia que me toca .
El padre entonces les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo de una manera disoluta.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él empezó a pasar necesidad.
Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país, que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las bellotas que comían los cerdos, pero no lo dejaban que se las comiera.
Se puso entonces a reflexionar y se dijo:
–Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Recibeme como a uno de tus trabajadores.»
Se puso en camino adonde estaba su padre: cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se enterneció profundamente; y echando a correr se le echó al cuello y lo cubrió de besos.
Su hijo le dijo:
–Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo.
Pero el padre dijo a sus criados:
–¡Pronto!,traigan la túnica más rica, y vístansela; póngale un anillo en la mano y sandalias en los pies; traigan el becerro cebado y mátenlo. Comamos y hagamos una fiesta; porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y lo hemos encontrado.
Y empezó el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba.
Este le contestó:
–Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el becerro cebado, porque lo ha recobrado sano y salvo.
El se indignó y se negaba a entrar pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Y él replicó a su padre:
–Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado.
El padre le dijo:
–Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido, y lo hemos encontrado.