Mes: marzo 2016

Horrible y vil masacre en Pakistán: dolor y oración del Papa Francisco

El Papa Francisco ante la masacre en Pakistan

Oficina de prensa de la Santa Sede

(RV).- «La horrible masacre de decenas de inocentes, en el parque de Lahore, proyecta una sombra de tristeza y de angustia sobre la fiesta de Pascua», declaró el Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Padre Federico Lombardi, haciendo hincapié en que «una vez más, el odio homicida se ensaña vilmente con las personas más indefensas».

Mientras, un triste balance provisional señala más de 70 muertos y más de 350 heridos, por un atentado suicida, junto a una zona de juego infantil, contra cristianos que celebraban la Pascua, reivindicado por un grupo talibán.

«Junto con el Papa – que fue informado – rezamos por las víctimas, estamos cerca de los heridos, de las familias golpeadas, de su inmenso dolor, de los miembros de las minorías cristianas, golpeadas una vez más por la violencia fanática, en el pueblo paquistaní herido», señaló asimismo el P. Lombardi. Y añadió: «como el Papa afirmó el Domingo de Pascua, a pesar de que permanezcan estas manifestaciones horribles de odio, el Señor crucificado por nosotros y resucitado, siga dándonos el necesario coraje y esperanza, para construir caminos de compasión, de solidaridad con los que sufren, de diálogo, de justicia, de reconciliación y de paz».

Radio Vaticana.

Mensaje Urbi et Orbi del Papa Francisco en la Pascua 2016

Texto y audio completo del Mensaje Urbi et Orbi del Papa Francisco en la Pascua 2016:

http://media02.radiovaticana.va/audio/audio2/mp3/00523438.mp3

(RV) «Jesucristo, encarnación de la misericordia de Dios, ha muerto en cruz por amor, y por amor ha resucitado. Por eso hoy proclamamos: ¡Jesús es el Señor!». Resuenan fuertes las palabras del Sucesor de Pedro pronunciadas desde el balcón central de la Basílica Vaticana, dirigidas a la Ciudad de Roma y al Mundo, en este 2016, Año de la Misericordia.

Después de presidir la Santa Misa de Pascua, en una plaza de San Pedro repleta de peregrinos y fieles provenientes de diversas partes del mundo, decorada con flores para la ocasión, y de prodigar saludos y bendiciones a los fieles presentes en un breve recorrido con el Papamóvil, el Pontífice subió al balcón central de la Basílica para dar su mensaje pascual e impartir su Bendición Urbi et Orbi, en el año Jubilar de la Misericordia.

Afirmando que “la resurrección de nuestro Señor Jesucristo cumple la profecía del Salmo «La misericordia de Dios es eterna», el padre y Pastor de la Iglesia Universal reiteró que “el amor de Jesús es para siempre, nunca muere”, y, constatando las realidades de un mundo “lleno de personas que sufren en el cuerpo y en el espíritu”, con “crónicas diarias repletas de informes sobre delitos brutales”, y de “conflictos armados a gran escala”, proclamó, una vez más, la esperanza que nos llega de Jesús Resucitado.

El primer pensamiento del Papa fue a la querida Siria, “país desgarrado por un largo conflicto, con su triste rastro de destrucción, muerte, desprecio por el derecho humanitario y la desintegración de la convivencia civil”. El pontífice encomendó al poder del Señor las conversaciones en curso para que se puedan recoger los frutos de paz y emprender la construcción de una sociedad fraterna. Leer más

27 de Marzo. Domingo de Resurrección, S

Evangelio según san Juan (Jn 20,1-9)

El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”.
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.
En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.

En la Cruz vemos el amor divino y la injusticia humana, el sacrificio por amor y el egoísmo extremo por necedad, dijo el Papa

El clásico Vía Crucis de la religiosidad y piedad popular, en el Coliseo romano, se realizó el viernes santo de 2016, con la presencia del obispo de Roma. Miles de personas participaron de una sentida conmemoración de la pasión del Señor, en un lugar que recuerda a tantos mártires de la Antigua Roma.

Este año las meditaciones fueron elaboradas por el Cardenal Gualtiero Bassetti, Arzobispo de Perugia (Italia), bajo el lema “Dios es misericordia”. El Papa Francisco concluyó el Vía Crucis con una oración que habla del amor divino y de la injusticia humana que se ven en la cruz, icono del supremo sacrificio por amor y del extremo egoísmo por necedad, instrumento de muerte y vía de resurrección, signo de la obediencia y emblema de la traición, patíbulo de la persecución y estandarte de la victoria.

ViaCrucisRomaTexto y audio completo de la oración del Papa:  Palabras del Papa Francisco

Oh Cruz de Cristo, símbolo del amor divino y de la injusticia humana, icono del supremo sacrificio por amor y del extremo egoísmo por necedad, instrumento de muerte y vía de resurrección, signo de la obediencia y emblema de la traición, patíbulo de la persecución y estandarte de la victoria.

Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo alzada en nuestras hermanas y hermanos asesinados, quemados vivos, degollados y decapitados por las bárbaras espadas y el silencio infame.

Oh Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los rostros de los niños, de las mujeres y de las personas extenuadas y amedrentadas que huyen de las guerras y de la violencia, y que con frecuencia sólo encuentran la muerte y a tantos Pilatos que se lavan las manos.

…………. Sigue.

Sábado Santo. Solemne Vigilia Pascual.

Con la bendición del fuego, el pregón pascual, la bendición del agua y la renovación de las promesas bautismales.

Evangelio según san Lucas (Lc 24,1-12)

El primer día después del sábado, muy de mañana, llegaron las mujeres al sepulcro, llevando los perfumes que habían preparado. Encontraron que la piedra ya había sido retirada del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.
Estando ellas todas desconcertadas por esto, se les presentaron dos varones con vestidos resplandecientes. Como ellas se llenaron de miedo e inclinaron el rostro a tierra, los varones les dijeron: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí; ha resucitado. Recuerden que cuando estaba todavía en Galilea les dijo: ‘Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado y al tercer día resucite’ ”. Y ellas recordaron sus palabras.
Cuando regresaron del sepulcro, las mujeres anunciaron todas estas cosas a los Once y a todos los demás. Las que decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana, María (la madre de Santiago) y las demás que estaban con ellas. Pero todas estas palabras les parecían desvaríos y no les creían.
Pedro se levantó y corrió al sepulcro. Se asomó, pero sólo vio los lienzos y se regresó a su casa, asombrado por lo sucedido.

Cantaremos. Vigilia Pascual.

Luz de Cristo ” a lo que nosotros respondemos : ” Demos gracias a Dios ”

II Parte:  Liturgia de la Palabra : 

Tres Lecturas ,cada una con su Salmo responsorial.  Al terminar la última lectura y correspondiente oración se encienden los cirios del Altar, se encienden las luces, suenan las campanas y de canta solemnemente el  Gloria (Se tocan las campanas)

  • Antes del Evangelio:
    (ALELUYA…… con la antífona) Gloria a Ti Señor Jesús

III PARTE: La liturgia del bautismo: 

Letanías de los Santos. El sacerdote bendecirá el agua bautismal y procederá a la bendición del Cirio Pascual. Seguidamente realizaremos la renovación de las promesas  bautismales. Nos ponemos de pie.

  • Bautismo………………………………………………………………………………………..…………..69

LITURGIA EUCARÍSTICA:

  • Beberemos la copa de Cristo ……………………………..………………………………………..  32
  • Santo, Padre nuestro, Tu que estás …………………………………………………………….. 138
  • La Paz del Señor contigo esté, y con los que amas esté, la paz del Señor.
  • Cordero de Dios

COMUNIÓN

      • Resucitó, Aleluya …………………………………………………………. 184
      • El Señor resucito,Aleluya ……………………………………………… 286

SAC;

      • Pueden ir en paz . aleluya, aleluya : Demos gracias a Dios, Aleluya

El Papa Francisco renovó el gesto de Jesús: paz y hermandad, contra traficantes de armas, guerras y terror

En la Misa de la Cena del Señor, dando comienzo al Triduo Pascual del Jubileo de la Misericordia, el Papa destacó dos gestos: Jesús lava los pies y Judas vende a Jesús por dinero

Palabras del Papa Francisco en el lavatorio de pies

(RV).- Con el mismo gesto de Jesús, que lavó los pies, el Papa Francisco recordó que «todos somos hermanos» y «ello tiene un nombre: paz y amor». Y refiriéndose al «gesto de guerra y destrucción», perpetrado en Bruselas, por quienes no quieren la paz, puso en guardia con firmeza contra los fabricantes y traficantes de armas.

En su homilía, el Sucesor de Pedro destacó que los gestos hablan más que las imágenes y las palabras. E hizo hincapié en la contraposición entre el gesto de amor de Jesús y el de Judas que traiciona al Señor, detrás del cual había otros que no querían la paz.

La celebración tuvo lugar en el Centro de acogida para solicitantes de asilo, CARA, por su sigla en italiano, en Castelnuovo di Porto, a uno 30 kilómetros al norte de Roma.

«Musulmanes, hindúes, católicos, coptos, evangélicos» «todos somos hermanos, de diferentes culturas y religiones y queremos vivir en paz», recemos al Señor «para que esta hermandad se contagie en todo el mundo», reiteró el Santo Padre, que lavó los pies a doce personas, 11 acogidas en el mismo centro y una trabajadora social, de distintas nacionalidades y religiones.

Viernes Santo de la Pasión del Señor

9:00 a.m. Adoración del Santísimo Sacramento reservado en el Monumento

4:00 p.m. Liturgia del Viernes Santo con la adoración de la Santa Cruz

5:00 p.m. VIA-CRUCIS

Evangelio según san Juan (Jn 18, 1–19, 42)

En aquel tiempo, Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos.

Entonces Judas tomó un batallón de soldados y guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos y entró en el huerto con linternas, antorchas y armas.

Jesús, sabiendo todo lo que iba a suceder, se adelantó y les dijo: “¿A quién buscan?” Le contestaron: “A Jesús, el nazareno”. Les dijo Jesús: “Yo soy”. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles ‘Yo soy’, retrocedieron y cayeron a tierra. Jesús les volvió a preguntar: “¿A quién buscan?” Ellos dijeron: “A Jesús, el nazareno”. Jesús contestó: “Les he dicho que soy yo. Si me buscan a mí, dejen que éstos se vayan”. Así se cumplió lo que Jesús había dicho: ‘No he perdido a ninguno de los que me diste’.

Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió a un criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro: “Mete la espada en la vaina. ¿No voy a beber el cáliz que me ha dado mi Padre?”

El batallón, su comandante y los criados de los judíos apresaron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año. Caifás era el que había dado a los judíos este consejo: ‘Conviene que muera un solo hombre por el pueblo’.

Simón Pedro y otro discípulo iban siguiendo a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedaba fuera, junto a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló con la portera e hizo entrar a Pedro. La portera dijo entonces a Pedro: “¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?” Él dijo: “No lo soy”. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose.

El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina. Jesús le contestó: “Yo he hablado abiertamente al mundo y he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, sobre lo que les he hablado. Ellos saben lo que he dicho”.

Apenas dijo esto, uno de los guardias le dio una bofetada a Jesús, diciéndole: “¿Así contestas al sumo sacerdote?” Jesús le respondió: “Si he faltado al hablar, demuestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?” Entonces Anás lo envió atado a Caifás, el sumo sacerdote.

Simón Pedro estaba de pie, calentándose, y le dijeron: “¿No eres tú también uno de sus discípulos?” Él lo negó diciendo: “No lo soy”. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le había cortado la oreja, le dijo: “¿Qué no te vi yo con él en el huerto?” Pedro volvió a negarlo y enseguida cantó un gallo.

Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era muy de mañana y ellos no entraron en el palacio para no incurrir en impureza y poder así comer la cena de Pascua.

Salió entonces Pilato a donde estaban ellos y les dijo: “¿De qué acusan a este hombre?” Le contestaron: “Si éste no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos traído”. Pilato les dijo: “Pues llévenselo y júzguenlo según su ley”. Los judíos le respondieron: “No estamos autorizados para dar muerte a nadie”. Así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir.

Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo: “¿Eres tú el rey de los judíos?” Jesús le contestó: “¿Eso lo preguntas por tu cuenta o te lo han dicho otros?” Pilato le respondió: “¿Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué es lo que has hecho?” Jesús le contestó: “Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores habrían luchado para que no cayera yo en manos de los judíos. Pero mi Reino no es de aquí”. Pilato le dijo: “¿Conque tú eres rey?” Jesús le contestó: “Tú lo has dicho. Soy rey. Yo nací y vine al mundo para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”. Pilato le dijo: “¿Y qué es la verdad?”

Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos y les dijo: “No encuentro en él ninguna culpa. Entre ustedes es costumbre que por Pascua ponga en libertad a un preso. ¿Quieren que les suelte al rey de los judíos?” Pero todos ellos gritaron: “¡No, a ése no! ¡A Barrabás!” (El tal Barrabás era un bandido).

Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza, le echaron encima un manto color púrpura, y acercándose a él, le decían: “¡Viva el rey de los judíos!”, y le daban de bofetadas.

Pilato salió otra vez afuera y les dijo: “Aquí lo traigo para que sepan que no encuentro en él ninguna culpa”. Salió, pues, Jesús, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo: “Aquí está el hombre”. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y sus servidores, gritaron: “¡Crucifícalo, crucifícalo!” Pilato les dijo: “Llévenselo ustedes y crucifíquenlo, porque yo no encuentro culpa en él”. Los judíos le contestaron: “Nosotros tenemos una ley y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios”.

Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más, y entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús: “¿De dónde eres tú?” Pero Jesús no le respondió. Pilato le dijo entonces: “¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?” Jesús le contestó: “No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor”.

Desde ese momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban: “¡Si sueltas a ése, no eres amigo del César!; porque todo el que pretende ser rey, es enemigo del César”. Al oír estas palabras, Pilato sacó a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman “el Enlosado” (en hebreo Gábbata). Era el día de la preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos: “Aquí tienen a su rey”. Ellos gritaron: “¡Fuera, fuera! ¡Crucifícalo!” Pilato les dijo: “¿A su rey voy a crucificar?” Contestaron los sumos sacerdotes: “No tenemos más rey que el César”. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.

Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz se dirigió hacia el sitio llamado “la Calavera” (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron, y con él a otros dos, uno de cada lado, y en medio Jesús. Pilato mandó escribir un letrero y ponerlo encima de la cruz; en él estaba escrito: ‘Jesús el nazareno, el rey de los judíos’. Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos le dijeron a Pilato: “No escribas: ‘El rey de los judíos’, sino: ‘Éste ha dicho: Soy rey de los judíos’ ”. Pilato les contestó: “Lo escrito, escrito está”.

Cuando crucificaron a Jesús, los soldados cogieron su ropa e hicieron cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba a abajo. Por eso se dijeron: “No la rasguemos, sino echemos suertes para ver a quién le toca”. Así se cumplió lo que dice la Escritura: Se repartieron mi ropa y echaron a suerte mi túnica. Y eso hicieron los soldados.

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre: “Mujer, ahí está tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Ahí está tu madre”. Y desde aquella hora el discípulo se la llevó a vivir con él.

Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo: “Tengo sed”. Había allí un jarro lleno de vinagre. Los soldados sujetaron una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a la boca. Jesús probó el vinagre y dijo: “Todo está cumplido”, e inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

Aquí se arrodillan todos y se hace una breve pausa.

Entonces, los judíos, como era el día de la preparación de la Pascua, para que los cuerpos de los ajusticiados no se quedaran en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día muy solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y los quitaran de la cruz. Fueron los soldados, le quebraron las piernas a uno y luego al otro de los que habían sido crucificados con él. Pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza e inmediatamente salió sangre y agua.

El que vio da testimonio de esto y su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera lo que dice la Escritura: No le quebrarán ningún hueso; y en otro lugar la Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.

Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que lo dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo.

Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mezcla de mirra y áloe.

Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con esos aromas, según se acostumbra enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo, donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la preparación de la Pascua y el sepulcro estaba cerca, allí pusieron a Jesús.

El Papa en la Misa Crismal: Jesús nos convierte de pobres y ciegos a ministros de misericordia y consolación

 

(RV).- La Misericordia de Dios estuvo en el centro de la homilía del Papa Francisco durante la Santa Misa Crismal del Jueves Santo, y lo hizo incidiendo en dos ámbitos en los cuales el Señor excede en su Misericordia: “el del encuentro y el de su perdón que nos hace avergonzarnos y nos da la dignidad”.

Hablando del perdón excesivo del Señor, el Papa Francisco aseguró que tendríamos que mantenernos siempre en esa tensión sana entre una digna vergüenza y una avergonzada dignidad: “actitud de quien por sí mismo busca humillarse y abajarse, pero es capaz de aceptar que el Señor lo ensalce en bien de la misión, sin creérselo”.

El Obispo de Roma recordó que en el Año Jubilar recibimos con avergonzada dignidad  la Misericordia en la carne herida de nuestro Señor Jesucristo y le pedimos que nos lave de todo pecado y nos libre de todo mal; y con la gracia del Espíritu Santo nos comprometemos a comunicar la Misericordia de Dios a todos los hombres, practicando las obras que el Espíritu suscita en cada uno para el bien común de todo el pueblo fiel de Dios.

(MZ-RV)

Audio de la homilía del Papa Francisco: Palabras del Papa Francisco

«En el relato del Evangelio de San Juan, que hemos escuchado, Jesús, el Maestro, el Señor; lava los pies a sus discípulos, y les manda que hagan esto mismo entre ellos. Jesús enseña a sus discípulos que el servicio es el camino que deben recorrer si quieren vivir su fe en él y dar testimonio del amor. El lavatorio de los pies nos muestra el modo de actuar de Dios para con el hombre, no con palabras, sino con obras y en verdad. El amor se concreta en el servicio humilde, hecho en el silencio y en lo escondido. Este se manifiesta también cuando ponemos a disposición de la comunidad los dones recibidos del Espíritu Santo, y cuando compartimos los bienes materiales para que nadie carezca de lo necesario».