Ámense unos a otros como yo los he amado.
El proyecto de Dios para la humanidad es un proyecto de amor y Jesús nos muestra cómo realizarlo. Al despedirse, le da a sus discípulos, la clave de cómo hacerlo: “Ámense unos a otros como yo los he amado”. Les deja la clave y la forma de amar como él ama: abierta, clara, sin doble lenguaje, sin silencios cómplices, sin miedo a que, los que se creen poderosos se disgusten, como una madre, contagiando bondad y ternura, sirviendo siempre.
Para amar como Jesús ama hay que observarlo en el Nuevo Testamento. Allí está escrito. Hay que leerlo y repensarlo. No amó lo mismo a sus discípulos, a los amigos de Betania, al Centurión, a la pecadora arrepentida, a Nicodemo, a los fariseos y a Herodes de quien siempre se mantuvo lejos y a quien en sus últimos momentos ni una palabra, ni siquiera una mirada dirigió…. Está claro que no son los ritos y los dogmas, ni las procesiones y celebraciones espectaculares, sino la sinceridad en la entrega y la actitud de servicio siempre abierta lo que hace del cristiano un verdadero testimonio de amor en la comunidad.
Sólo el amor verdadero y no de “momentos” es el que hace del cristiano un verdadero discípulo. Es ese el seguimiento que produce amor, alegría, comprensión. Lo antagónico sólo siembra tristezas, intrigas, incomodidad y el deseo de buscarlo en otras laderas donde sea posible descubrir, en medio de las tantas complicaciones del presente, por lo menos la paz y la esperanza que percibían sus amigos en aquellas paupérrimas aldeas de Galilea saqueadas y dominadas por la avaricia del poder político y religioso del momento.
“Como Yo los he amado” es el modelo. “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, ahora queda pequeño….
Julie Meucci