Día: 4 de junio de 2016

Catequesis del Papa Francisco el primer miércoles de Junio.

No basta preguntarnos cuánto rezamos, sino cómo está nuestro corazón. Catequesis del Papa

El Papa con los participantes en la Asamblea de las Obras Misionales PontificiasLa parábola del fariseo y el publicano que suben al templo a orar, fue el punto de partida del Papa Francisco para seguir explicando, en la catequesis del primer miércoles de junio, cómo Jesús ha llevado la misericordia hasta su pleno cumplimiento. Después de haberse referido, en la catequesis precedente, a la parábola del juez y de la viuda, que habla de la necesidad de rezar con perseverancia, el Obispo de Roma habló sobre la justa actitud, enseñada por Jesús, para rezar e invocar la misericordia del Padre.  “¿Se puede rezar con arrogancia?” Preguntó Francisco a los fieles presentes en la plaza de san Pedro. “¿Se puede rezar con hipocresía?” “¡No!” Porque “la soberbia compromete cada buena acción, vacía la oración y aleja de Dios y de los demás”. 

Así resumió en nuestro idioma: “Queridos hermanos y hermanas: En la parábola del fariseo y el publicano, que suben al templo para orar, Jesús nos enseña la actitud correcta para invocar la misericordia del Padre. El fariseo hace una oración de agradecimiento en la que se complace de sí mismo por el cumplimiento de la ley, se siente irreprensible y desprecia a los demás. Su soberbia compromete toda obra buena, vacía la oración, y lo aleja de Dios y del prójimo. Nosotros hoy, más que preguntarnos cuánto rezamos, podemos preguntarnos cómo lo hacemos, o mejor cómo es nuestro corazón para valorar los pensamientos y sentimientos, y eliminar toda arrogancia. El publicano ora con humildad, arrepentido de sus pecados, mendiga la misericordia de Dios. Nos recuerda la condición necesaria para recibir el perdón del Señor y se convierte en imagen del verdadero creyente. La oración del soberbio no alcanza el corazón de Dios, la oración humilde obtiene su misericordia”.

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Cantaremos – X Domingo del Tiempo Ordinario /C

Danos vida Señor según tus promesas

Al llegar a Naín, Jesús se encuentra con una escena terriblemente dolorosa. De la pequeña aldea salía un cortejo fúnebre en el que una madre viuda iba a enterrar a su único hijo. A aquella pobre mujer sólo le quedaba su hijo y lo acababa de perder. Caminaba desconsolada sin decir nada, presa de su dolor. ¡El encuentro es inesperado!…Jesús venía a anunciar su Buena Noticia del reino de Dios. Según el relato evangélico, Jesús la miró, se conmovió profundamente y le dijo: “No llores”. ¿De qué manera describir mejor la infinita compasión de Dios?…. ¡Jesús captó la inmensa soledad de su dolor y su reacción fue inmediata! No conoce a la mujer, pero se acercó enseguida  para sanar su dolor. Detiene el cortejo. se acerca al muchacho  y le dice:  “¡Joven, yo te lo mando, levántate!  Inmediatamente el que había muerto se levantó y comenzó a hablar.  Jesús se lo entregó a su madre”.

La narración no nos transmite simplemente un hecho prodigioso, sino que nos invita a contemplar en Jesús el misterio de la revelación de un Dios en extremo compasivo, capaz de acercarse al dolor humano e intervenir a favor de la vida salvando inclusive de la muerte. Aquella madre ya no estará sola… Jesús, la manifestación viva del Dios oculto, a su paso, hace florecer la vida.

Hoy caminamos en medio del sufrimiento. Se nos hace visible en todos los lugares de nuestra aldea…Está presente en las calles, va de compras y hace interminables colas con la esperanza de lograr la arepa de cada día para sus hijos. Lo intuimos en los jóvenes que estiran su dinero para calmar el hambre… La angustia hace cola también en las farmacias y nuestra Iglesia debe luchar hoy por lograr la ayuda humanitaria para un pueblo en necesidad extrema. El sufrimiento y la necesidad de un pueblo oprimido debe ser tomado en serio. Venezuela es hoy aquella viuda, y al Señor no le gusta verla llorando.

CANTAREMOS:

      • Al reunirnos en nombre del Señor ………………………………………..   6
        • Señor ten piedad – Gloria
        • Aleluya – Antífona
      • Este es el momento ……………………………………………………………  73
        • Santo – Padre nuestro
        • La Paz – Cordero de Dios
      • Con nosotros está ……………………………………………………………..  45
      • Si me falta el amor ………………………………………………………….. 178
      • Ya no temo …………………………………………………………………….. 223

5 de Junio – X Domingo del Tiempo Ordinario /C

Evangelio según san Lucas (Lc 7,11-17)

En aquel tiempo, se dirigía Jesús a una población llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de mucha gente. Al llegar a la entrada de la población, se encontró con que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de una viuda, a la que acompañaba una gran muchedumbre.

Cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo: “No llores”. Acercándose al ataúd, lo tocó, y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces Jesús dijo: “Joven, yo te lo mando: levántate”. Inmediatamente el que había muerto se levantó y comenzó a hablar. Jesús se lo entregó a su madre.

Al ver esto, todos se llenaron de temor y comenzaron a glorificar a Dios, diciendo: “Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo”.
La noticia de este hecho se divulgó por toda Judea y por las regiones circunvecinas.