Día: 17 de junio de 2016

Cantaremos–XII Domingo del Tiempo Ordinario /C

Sin lugar a dudas, la vida, las palabras y las obras del Señor debieron sorprender y sacudir la fe y la religiosidad de sus paisanos. En toda la región se hablaba del Profeta de Nazaret y su  fama se extendía por todas partes. Pero a él no le interesaba la fama…quería saber qué había comprendido la gente de su mensaje, si entendían los signos que realizaba. Pero sobre todo, a Jesús le interesaba qué pensaban sus discípulos. “¿Quién dice la gente que soy yo?…¿Que dicen ustedes”… Pedro de inmediato responde por todos: “Tú eres el Cristo, el Mesías de Dios”.

Llevamos más de 20 siglos de historia de Jesús y del cristianismo y con frecuencia el mundo no valora el misterio escondido tras la personalidad divino-humana del Señor, así como ignora la infinitas dimensiones de su Obra redentora.

También a nosotros nos interpela hoy el Evangelio con la misma llamada a la Conversión y al seguimiento del Señor. El verdadero discípulo tiene que asumir como propio el proyecto del Maestro: Negarse a sí mismo, dejando de lado los propios intereses y deseos. ¡Es un camino en ocasiones muy difícil, que sólo es posible realizar dentro de los límites insospechados del Amor y de la gracia de Dios.

CANTAREMOS:

      • Reunidos en el nombre del Señor ………………………………. 159
        • Señor ten piedad – Gloria
        • Aleluya – Antífona
      • Te ofrecemos Señor ………………………………………………… 186
        • Santo – Padre nuestro
        • La Paz – Cordero de Dios
      • Señor Dios nuestro ………………………………………………….. 169
      • Quién es  ese ………………………………………………………….. 165
        • Nadie hay tan grande como Tú

19 de Junio – XII Domingo del Tiempo Ordinario /C

Evangelio según san Lucas (Lc  9,18-24)

Un día en que Jesús, acompañado de sus discípulos, había ido a un lugar solitario para orar, les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy yo?” Ellos contestaron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías, y otros, que alguno de los antiguos profetas que ha resucitado”.

Él les dijo: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Respondió Pedro: “El Mesías de Dios”. Él les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie.

Después les dijo: “Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día”.

Luego, dirigiéndose a la multitud, les dijo: “Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga. Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, ése la encontrará”.