Cantaremos. XXXI Domingo del Tiempo Ordinario /C

La Liturgia nos invita a no tener miedo de ir a lo más interno de nosotros mismos para descubrir la necesidad de transformación que llevamos dentro.

Zaqueo es un hombre que sólo ha servido al Dios dinero. Por eso mismo es una persona insatisfecha. Su vida se ha quedado atrapada en la inhumanidad. El Evangelio lo describe como bajo de estatura. ¿Será que la estatura humana tiene el tamaño de la dignidad, libertad y generosidad que poseamos? Pero este hombre encontró en Jesús un nuevo motivo para vivir.

El encuentro con Jesús lo cambió por completo. Su estatura también cambió. De ahora en adelante su estatura será la alegría, la generosidad y la libertad. Y es que si permitimos la entrada de Dios en nuestra vida, a nuestra familia, a nuestro trabajo y a nuestra comunidad eclesial o religiosa, todo se transformará. La amistad con Dios sólo da lugar a la comunión, fraternidad y solidaridad.

Muchas veces nos dejamos atrapar por nuestras rutinas dañinas, aunque no las veamos, ni midamos el daño que producen. Con el paso del tiempo terminamos acostumbrándonos a lo que somos y hacemos. Incluso, llegamos a convencernos que es demasiado tarde para cambiar. Y por ello nos cerramos a la novedad de Dios y a la novedad de la vida. Que rompamos nuestros cercos para exponernos al fuego de la Palabra, para que nos convirtamos en auténticos hijos de Dios y hermanos de los demás.

P. Gustavo Albarrán, sj. (Pan Diario de la Palabra)

CANTAREMOS:

      • El Señor nos llama y nos reúne ………………………….     
        • Señor ten piedad – Gloria
        • Aleluya – Antífona
      • Este pan y vino ………………………………………………..    
        • Santo – Padre nuestro
        • La Paz – Cordero de Dios
      • Pescador ………………………………………………………..    
      • Señor tu eres nuestra luz …………………………………    
      • Alabaré …………………………………………………………