Mes: diciembre 2016

El Señor nos conceda la Paz

La mujer, lo mismo que ocupa un lugar central y único en la historia humana (madre, esposa, hija, hermana, novia, compañera) así está en la historia de la salvación. Una acción que a nadie se le hubiera podido imaginar, en cuanto que ha sido en la historia de la Sagrada Familia, absolutamente personal y exclusiva: Esta mujer es María.

Su presencia reposa sobre un acto de fe, de confianza, de intrepidez inigualable: No es intervención tan solo biológica, ni se reduce a la gestación; integró simultáneamente un realismo metafísico al ofrecer naturaleza humana al mismo Dios, y una maternidad espiritual mantenida a lo largo de los siglos de manera activa y sobrenatural a la humanidad entera.

Celebramos en este día la solemnidad de Santa María Madre de Dios. Es la primera fiesta mariana que podemos constatar en la Iglesia occidental. La última reforma del calendario trasladó al 1 de enero la fiesta de la maternidad divina, que desde 1931 se celebraba el 11 de octubre en memoria del Concilio de Éfeso (431) donde se proclama a María “Theotocos”, la que dio a luz al Salvador, el Hijo de Dios.

Celebramos también La Jornada Mundial de la Paz, cuyo  mensaje no puede ser ignorado por los cristianos que deben trabajar denodadamente por la paz, amenazada en el mundo cada día con formas y lugares novedosos y más sorprendentes.

Fray Manuel González de la Fuente
Valladolid

1º de Enero – Solemnidad de María Santísima, Madre de Dios.

Evangelio según San Lucas (Lc 2,16-21)

En aquel tiempo, los pastores fueron a toda prisa hacia Belén y encontraron a María, a José y al niño, recostado en el pesebre. Después de verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño, y cuantos los oían quedaban maravillados. María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón.

Los pastores se volvieron a sus campos, alabando y glorificando a Dios por todo cuanto habían visto y oído, según lo que se les había anunciado.

Cumplidos los ocho días, circuncidaron al niño y le pusieron el nombre de Jesús, aquel mismo que había dicho el ángel, antes de que el niño fuera concebido.

25 de Diciembre – Domingo, Natividad del Señor

Evangelio según San Juan (Jn 1,1-18)

En el principio ya existía aquel que es la Palabra,
y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios.
Ya en el principio él estaba con Dios.
Todas las cosas vinieron a la existencia por él
y sin él nada empezó de cuanto existe.
Él era la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas
y las tinieblas no la recibieron.

Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz,
para que todos creyeran por medio de él.
Él no era la luz, sino testigo de la luz.

Aquel que es la Palabra era la luz verdadera,
que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.
En el mundo estaba;
el mundo había sido hecho por él
y, sin embargo, el mundo no lo conoció.

Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron;
pero a todos los que lo recibieron
les concedió poder llegar a ser hijos de Dios,
a los que creen en su nombre,
los cuales no nacieron de la sangre,
ni del deseo de la carne, ni por voluntad del hombre,
sino que nacieron de Dios.

Y aquel que es la Palabra se hizo hombre
y habitó entre nosotros.
Hemos visto su gloria,
gloria que le corresponde como a unigénito del Padre,
lleno de gracia y de verdad.

Juan el Bautista dio testimonio de él, clamando:
“A éste me refería cuando dije:
‘El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí,
porque ya existía antes que yo’ “.

De su plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracia.
Porque la ley fue dada por medio de Moisés,
mientras que la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás.
El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre,
es quien lo ha revelado.

Cantaremos – 24 de Diciembre, Feria, IV Semana de Adviento

image_pesebreIsaías dice: “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz, sobre los que vivían en tierra de sombras, una luz resplandeció” (Is 9, 1-3)  Sin duda alguna, el momento estelar en la Historia de la Humanidad, es el Nacimiento de Aquél que S. Lucas presenta como “Mesías, Salvador y Señor”. Su llegada a la tierra, está cuajada de dificultades e incomodidades. Soledad y la pobreza son la acogida de este mundo… Sin embargo, el recibimiento es luminoso por parte de Dios: una estrella muy luminosa apareció en el cielo; un Ángel se aparece a los pastores y les dice: “les anuncio una gran alegría para todo el pueblo.Hoy les ha nacido en la ciudad de David, el Salvador, el Mesías y Señor”. Y añade lucas que los Ángeles cantaban: Gloria a Dios en lo alto y en la tierra paz a los hombres amados por Él”


San Juan, por su parte nos dice que  “la luz brilló en las tinieblas, pero las tinieblas no la recibieron”. Y es que son incompatibles como lo son el amor y el odio, el bien el mal, la vida y la muerte. Ya desde el pesebre, Jesús es portador de la luz y desde allí nos llama a la fraternidad, a la compasión por el hermano necesitado. El misterio de esta noche santa nos pide que nos convertirnos en portadores de luz, en estrellas de esperanza… Las tinieblas, a diferencia de la luz, son portadoras de ambiciones, se absurdos sueños de poder, de engaños y violencia que conducen irremediablemente a la lógica de la maldad, de la injusticia y de la muerte. No es más que el mandato del “desamor” como norma de vida, en contra del Mandamiento del Amor. (los anti Valores del Decálogo  y del Mandamiento del Señor).

Navidad no es otra cosa que la cercanía de Dios. Desde el pesebre, nos llama a un nuevo Nacimiento.  Su Hijo, su Verbo encarnado vino a vivir entre nosotros y recorrió nuestro mismo destino para enseñarnos el camino… Su palabra es clave para el tiempo que nos toca vivir…Desde su humilde nacimiento comenzó a experimentar “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres y mujeres de todos los tiempos” (Gaudium et Spes 2). ¡Miremos su estrella, avivemos el fuego en nuestro corazón y salgamos de esta Eucaristía, a continuar la marcha como portadores de su luz!

 

CANTAREMOS:

      • Hoy en la tierra ……………………………………………….. 426
        • Señor ten piedad
      • GLORIA ALELUYA, ha nacido el Salvador ……………… 229
      • NANA …………………………………………………………….. 254
        • Santo – Padre nuestro
          • “Nació el Redentor, nació, nació
          • para dar al mundo LA PAZ, la paz
          • Paz y ventura, ventura y PAZ”
        • Cordero de Dios
      • EN UN PORTAL ………………………………………………… 238
        • LA BUENA NUEVA
      • NO SE NIÑO HERMOSO …………………………………….. 278

24 de Diciembre – Sábado, Feria IV Semana de Adviento

Evangelio según san Lucas (Lc 1,67-79)

En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo:

“Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
y ha hecho surgir en favor nuestro
un poderoso salvador en la casa de David, su siervo.
Así lo había anunciado desde antiguo,
por boca de sus santos profetas:
que nos salvaría de nuestros enemigos
y de las manos de todos los que nos odian,
para mostrar su misericordia a nuestros padres,
acordándose de su santa alianza.

El Señor juró a nuestro padre Abraham
concedernos que, libres ya de nuestros enemigos,
lo sirvamos sin temor, en santidad y justicia
delante de él, todos los días de nuestra vida.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor a preparar sus caminos
y a anunciar a su pueblo la salvación,
mediante el perdón de los pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto
para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz”.

Cantaremos – IV Domingo de Adviento /A

Dios está con nosotros, en Jesús

II.1. El evangelio del evangelista que mejor ha tratado las profecías del Antiguo Testamento, aunque, por razones propias de la mentalidad judeo-cristiana, aparezca la figura de José como introductora de cumplimiento. En el sueño, José -una forma bíblica de hablar de experiencias religiosas-, tiene encomendado dar un nombre al hijo que dará a luz su prometida María; le pondrá por nombre Jesús. En Is 7 el nombre era Enmanuel: ¿Acaso no es lo mismo? Semánticamente no, pero teológicamente sí. Su nombre simbólico será una realidad eterna: Enmanuel, Dios con nosotros. El nombre de Jesús significa: Dios salva. Es posible que este relato de Mateo no alcance las cimas del relato de la anunciación de Lucas (1,26-38), entre otras cosas porque se ha debido atener a su mentalidad más judía, acorde con su comunidad y sus búsquedas. No deja de ser, no obstante, un relato prodigioso como el de Lucas

III.2. Dicen los especialistas, con razón, que estos relatos han sido escritos en una forma muy peculiar. Le llaman midrash , en este caso haggada , porque es narrativo, ya que intenta actualizar un texto del AT y aplicarlo a una situación nueva. Esto es verdad y muy significativo. No estaban “relatando” en el sentido más estricto, sino actualizando. No podemos tomar al pie de la letra lo del sueño, pero sí debemos tomar en consideración su mensaje. José no está herido de infamia por haber sido engañado por su prometida. Lo importante para Mateo es que él debe desempeñar una misión, la de ponerle el nombre, ya que el nombre tiene una importancia decisiva en el lenguaje bíblico. Y el nombre, en este caso, no es el nombre histórico con el que Jesús ha saltado a la fama. Es el oráculo de Is 7 el que se quiere actualizar y por ello se le pondrá – ¡que extraño! – Jesús, cuando en el oráculo era Enmanuel (Dios con nosotros), aunque también en las palabras de Isaías no hay relación directa entre Enmanuel y el hijo de Ajaz, Ezequías. El hecho real es que José puso nombre a “su” hijo: Jesús. Con ese nombre, según el relato midrashico , se estaba cumpliendo la profecía del Enmanuel.

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18 de Diciembre – IV Domingo de Adviento /A

Evangelio según san Mateo (Mt 1,18-24)

Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto.

Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: “José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.

Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros.

Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió a su esposa.

Cantaremos – III Domingo de Adviento /A

El Bautista, hombre de Antiguo Testamento, está desconcertado porque tenía puestas sus esperanzas en Jesús, pero parece como si las cosas no fueran lo deprisa que los apocalípticos desean. Jesús le dice que está llevando a cabo lo que se anuncia en Is 35, y asimismo en Is 61,1ss. Jesús está movilizando esa caravana por el desierto de la vida para llegar a la ciudad de Sión; está haciendo todo lo posible para que los ciegos de todas las cegueras vean; que todos los enfermos de todas las enfermedades contagiosas del cuerpo y el alma queden limpios y no destruidos y abandonados a su suerte. El reino que anuncia, y al que dedica su vida, tiene unas connotaciones muy particulares, algunas de las cuales van más allá de lo que los profetas pidieron y anunciaron.

Finalmente añade una cosa decisiva: ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí! (v.6). Esta expresión ha sido muy discutida, pero gran mayoría de intérpretes opina que se refiere concretamente al Bautista. Ésa es la diferencia con Juan, por muy extraña que nos parezca; porque entre Jesús y Juan se dan diferencias radicales, a pesar del elogio tan manifiesto de nuestro texto (vv.9-10): uno anuncia el juicio que destruye el mal (como los buenos apocalípticos) y el otro (como buen profeta) propone soluciones. Ésa es la verdad de la vida religiosa: los apocalípticos tiene un sentido especial para detectar la crisis de valores, pero no saben proponer soluciones. Los profetas verdaderos, y Jesús es el modelo, no solamente detectan los males, sino que ofrecen remedios: curan, sanan, ayudan a los desgraciados (culpables o no), dan oportunidades de salvación. Nosotros hemos tenido la suerte de nacer después de Juan y haber escuchado las palabras liberadoras del profeta Jesús.

Fray Miguel de Burgos Núñez
Lector y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura

Hoy, cuando campea la mentira y se impone la injusticia, es a los seguidores del Señor, a quienes le toca desenmascarar la mentira, erradicar el odio y la exclusión, luchar contra la pobreza y la carencia de los elementales derechos humanos. Hay entre nosotros muchos atrapados por ideologías que en realidad no tienen nada que ver con la doctrina del reino de Dios enseñada por Jesús. Ciertamente no será “una caña agitada por el viento” la que se atreva a denunciar engaños y opresiones, a pedir la libertad de los cautivos y exigir el respeto a la dignidad de todo hombre, hechura de Dios.

Julie Meucci

CANTAREMOS:

      • Ven Salvador ……………………………………….. 215
        • Señor ten piedad
      • Adviento, Ven Salvador …………………………. 227
        • Santo – Padre nuestro
        • La Paz – Cordero de Dios
      • Oh Emmanuel del mundo ………………………. 266
      • Ven a nuestro mundo ……………………………. 271
      • Corre caballito ……………………………………… 232

11 de Diciembre – III Domingo de Adviento /A

Evangelio según san Mateo (Mt 11,2-11)

En aquel tiempo, Juan se encontraba en la cárcel, y habiendo oído hablar de las obras de Cristo, le mandó preguntar por medio de dos discípulos: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?

“Jesús les respondió: “Vayan a contar a Juan lo que están viendo y oyendo: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios de la lepra, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Dichoso aquel que no se sienta defraudado por mí”.

Cuando se fueron los discípulos, Jesús se puso a hablar a la gente acerca de Juan: “¿Qué fueron ustedes a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? No. Pues entonces, ¿qué fueron a ver? ¿A un hombre lujosamente vestido? No, ya que los que visten con lujo habitan en los palacios. ¿A qué fueron, pues? ¿A ver a un profeta? Sí, yo se lo aseguro; y a uno que es todavía más que profeta. Porque de él está escrito: He aquí que yo envío a mi mensajero para que vaya delante de ti y te prepare el camino.

Yo les aseguro que no ha surgido entre los hijos de una mujer ninguno más grande que Juan el Bautista. Sin embargo, el más pequeño en el Reino de los cielos, es todavía más grande que él”.