Día: 31 de diciembre de 2016

El Señor nos conceda la Paz

La mujer, lo mismo que ocupa un lugar central y único en la historia humana (madre, esposa, hija, hermana, novia, compañera) así está en la historia de la salvación. Una acción que a nadie se le hubiera podido imaginar, en cuanto que ha sido en la historia de la Sagrada Familia, absolutamente personal y exclusiva: Esta mujer es María.

Su presencia reposa sobre un acto de fe, de confianza, de intrepidez inigualable: No es intervención tan solo biológica, ni se reduce a la gestación; integró simultáneamente un realismo metafísico al ofrecer naturaleza humana al mismo Dios, y una maternidad espiritual mantenida a lo largo de los siglos de manera activa y sobrenatural a la humanidad entera.

Celebramos en este día la solemnidad de Santa María Madre de Dios. Es la primera fiesta mariana que podemos constatar en la Iglesia occidental. La última reforma del calendario trasladó al 1 de enero la fiesta de la maternidad divina, que desde 1931 se celebraba el 11 de octubre en memoria del Concilio de Éfeso (431) donde se proclama a María “Theotocos”, la que dio a luz al Salvador, el Hijo de Dios.

Celebramos también La Jornada Mundial de la Paz, cuyo  mensaje no puede ser ignorado por los cristianos que deben trabajar denodadamente por la paz, amenazada en el mundo cada día con formas y lugares novedosos y más sorprendentes.

Fray Manuel González de la Fuente
Valladolid

1º de Enero – Solemnidad de María Santísima, Madre de Dios.

Evangelio según San Lucas (Lc 2,16-21)

En aquel tiempo, los pastores fueron a toda prisa hacia Belén y encontraron a María, a José y al niño, recostado en el pesebre. Después de verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño, y cuantos los oían quedaban maravillados. María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón.

Los pastores se volvieron a sus campos, alabando y glorificando a Dios por todo cuanto habían visto y oído, según lo que se les había anunciado.

Cumplidos los ocho días, circuncidaron al niño y le pusieron el nombre de Jesús, aquel mismo que había dicho el ángel, antes de que el niño fuera concebido.