Jesús emprende su viaje a Jerusalén y ya el el camino recibe un mensaje de sus amigos de Betania: “Tu amigo, nuestro hermano Lázaro, está enfermo”. Jesús lo comunica a sus discípulo, pero no van de inmediato. Poco después se encaminan a la pequeña aldea. Cuando llegan, Lázaro ya había muerto. Al Verlo llegar, María, la hermana más joven se echa a llorar inconsolable! Jesús se conmueve profundamente…nunca disimuló el gran cariño y aprecio que siente por los tres hermanos donde posiblemente se alojaba cuando iba de paso a Jerusalén.
Jesús no sólo llora la muerte de un amigo muy querido, sino que siente la impotencia de todos delante de la muerte. El deseo de vivir es innato en el hombre y la pregunta está ahí: “¿por qué tenemos que morir, por qué la vida no es más larga, más dichosa y más segura?…. Cada ser humano lleva clavada la inquietante pregunta en el fondo de su ser: ¿Qué va a ser de cada uno de nosotros?……
Los cristianos no sabemos de la otra vida más que los demás. También nosotros tenemos que acercarnos con humildad al silencio oscuro de nuestra muerte. Pero hay una diferencia: la confianza que nos inspira la fe en la infinita bondad del Dios Padre amoroso, manifestado en Cristo Jesús. Este es el meollo de nuestra fe. Nos apoyamos en ese Jesús que vivió como verdadero hombre entre los hombres y que aceptando, como hombre el punto final de sus días terrenos, pudo decir: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en Mi, aunque haya muerto vivirá”.
CANTAREMOS:
- Al reunirnos ……………………………………………….. 6
- Te vengo a ofrecer
- Si yo no tengo amor …………………………………… 178
- Vaso nuevo ………………………………………………… 221
- Ya no temo …………………………………………………. 223