Paola Bergamini – 6/6/2017 – http://revistahuellas.org/default.asp?id=423
Plaza del Santo Oficio en Roma, 6.45h del 2 de junio. La voz de Giovanni irrumpe con fuerza: «Chicos, juntaos, tomad vuestros instrumentos, entramos dentro de poco y empezamos a ensayar». Treinta jóvenes músicos de entre once y catorce años se agrupan en torno al director de la Mauro Moruzzi Juniorband. Vienen desde Cremona, han viajado durante la noche en autobús. Y estos ensayos no son para un concierto “normal”. En el aula Pablo VI acompañarán los cantos de los más de cinco mil Cavalieri (nombre con el que se conoce a los grupos de jóvenes de enseñanza media) que, como ellos, vienen desde toda Italia y de otros países para participar en la audiencia con el Papa Francisco. Ellos no son los únicos que han viajado durante la noche, y tampoco son los únicos que están allí tan temprano.
A las ocho se abren las puertas. Vera, con su camiseta verde fluorescente, agita en alto las manos para indicar a los jóvenes que muestren la pulsera de goma que dice “Cavalieri 2017”: es la tarjeta de acceso para los controles policiales. Ese será el único momento en que estos chavales se muevan con lentitud.
Luego empieza la carrera hacia el aula. Parada en el patio para recoger las bufandas amarillas y blancas donde puede leerse “I Cavalieri incontrano il Papa”. Algunos se la atan en la cabeza y luego siguen corriendo.
En el escenario la orquesta afina los instrumentos. A la banda de Cremona se han unido chavales de otras ciudades. En total son cincuenta, incluidos los cuatro colegas de Giovanni, que han ido hasta allí movidos por la curiosidad de ver qué eran esos Cavalieri de los que tanto hablan sus alumnos. Es la primera vez que tocarán todos juntos. Marcello Brambilla, el responsable de los Cavalieri, se acerca a ellos: «Chavales, vosotros hoy seréis un signo para todos si sois conscientes de que Jesús está con vosotros. Lo digo para vosotros y también para mí. Podemos tener la tentación de sentirnos mejores por estar aquí arriba, pero en realidad estáis haciendo un servicio a todos los demás. Estad unidos y seguid las indicaciones. Si os equivocáis, lo haréis delante de Jesús, que estará sonriendo, os lo aseguro, así que no hay problema». «Esto es otra cosa», suspira aliviado un chaval.