Mes: marzo 2018

Cantaremos . III Domingo de Cuaresma /B

Los mercaderes en el templo son más numerosos de lo que ordinariamente se piensa. Es preciso decirlo bien claro: en la iglesia no se permite hacer ningún comercio, ni siquiera el comercio o negocio de la salvación .  Son muchos los motivos por los que la gente va a la iglesia….. Podríamos pensar que algunos ponen en práctica otras formas de mercado. Recurrir al Señor con la oración, por ejemplo,  sólo cuando estamos con el agua al cuello y nos urge su intervención para sacarnos del apuro, es uno de esos negocios. En una palabra, ponemos a Dios a nuestra disposición y no nosotros a disposición de Dios.  Jesús ha querido limpiar el templo, como lo hizo en el templo de Jerusalén, en el patio de los gentiles.  Cristo ha considerado a los amigos del templo precisamente como a los más peligrosos enemigos del templo….  Podemos aprender en cabeza ajena: los peores enemigos del cristianismo no han de buscarse fuera, sino dentro de su recinto sagrado.  El peligro para la Iglesia no viene de fuera; viene de dentro, viene de los mismos cristianos, de los que se dicen cristianos cuando en realidad tienen muy poco o nulo interés en conocerlo, en conocer su mensaje y mucho menos en vivirlo.

CANTAREMOS:

      • Reunidos en el nombre del Señor ………………………….…………. 119
        • Señor ten piedad
        • Gloria a Ti Señor Jesús, Antífona
      • Este es el momento ………………………………………………………….  73
      • Como el siervo al agua va …………………………………………………   54
      • A comer tu pan ………………………………………………………….……   18
      • Alabaré ……………………………………………………………………….….   17

4 de Marzo . III Domingo de Cuaresma / B

Evangelio según san Juan (Jn 4:5-15,19b-26,39a,40-42)

En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria, llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José. Ahí estaba el pozo de Jacob. Jesús, que venía cansado del camino, se sentó sin más en el brocal del pozo. Era cerca del mediodía.

Entonces llegó una mujer de Samaria a sacar agua y Jesús le dijo: “Dame de beber”. (Sus discípulos habían ido al pueblo a comprar comida). La samaritana le contestó: “¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?” (Porque los judíos no tratan a los samaritanos). Jesús le dijo: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, tú le pedirías a él, y él te daría agua viva”.

La mujer le respondió: “Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo, ¿cómo vas a darme agua viva? ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del que bebieron él, sus hijos y sus ganados?” Jesús le contestó: “El que bebe de esta agua vuelve a tener sed. Pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un manantial capaz de dar la vida eterna”.

La mujer le dijo: “Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni tenga que venir hasta aquí a sacarla. Ya veo que eres profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte y ustedes dicen que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén”.

Jesús le dijo: “Créeme, mujer, que se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos. Porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, y ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así es como el Padre quiere que se le dé culto. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad”.

La mujer le dijo: “Ya sé que va a venir el Mesías (es decir, Cristo). Cuando venga, él nos dará razón de todo”. Jesús le dijo: “Soy yo, el que habla contigo”.

Muchos samaritanos de aquel poblado creyeron en Jesús por el testimonio de la mujer: ‘Me dijo todo lo que he hecho’. Cuando los samaritanos llegaron a donde él estaba, le rogaban que se quedara con ellos, y se quedó allí dos días. Muchos más creyeron en él al oír su palabra. Y decían a la mujer: “Ya no creemos por lo que tú nos has contado, pues nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es, de veras, el Salvador del mundo”.