Día: 13 de octubre de 2018

Cantaremos – 14 de Octubre. XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario

Hablamos del dinero como de un obstáculo para seguir a JESUCRISTO , sin embargo, parece que un análisis objetivo del Evangelio lo presenta como la gran dificultad.   Jesús dice: qué difícil le va a ser a los ricos entrar en el Reino”. Este gran obstáculo- de la riqueza-  es algo que afecta no sólo a los multimillonarios (escasos entre nosotros)… Jesús habla para todos (así lo entienden los apóstoles que no eran ciertamente ricos). Porque el poner la confianza y la máxima aspiración  en el dinero”, el querer tener cada vez más haciendo la vista gorda sobre el hambre y la desnutrición escandalosa de muchos, el dejarse aprisionar por la espiral del consumo -afecta a también a los que están lejos de ser millonarios…. y  esclaviza también. El tema del dinero es un tema complejo  No es lícito reducir el problema a una cuestión personal, olvidando que básicamente es un problema de mala organización social y económica que divide a la sociedad en clases con intereses opuestos, una sociedad en la que el “dios” es el dinero aún viviendo un cristianismo aparente……… Cada uno de nosotros, somos candidatos a dejarnos esclavizar por el dinero.  Hay que reconocer, que la Iglesia no ha dado un gran testimonio de libertad respecto al dinero. La Iglesia no ha denunciado con suficiente credibilidad una sociedad construida -y esclava- sobre y bajo el poder y el escándalo del dinero.  Entonces estamos frente a un testimonio pobre y poco creíble.

CANTAREMOS.

      • Reunidos en el nombre del Señor ………………………………….. 159
      • Te vengo a ofrecer
      • Con nosotros está ……………………………………………………….    45
      • Tan cerca de mí …………………………………………………….…….. 193

Comentario Bíblico. Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario

Marcos (10,17-30): El seguimiento, sabiduría frente a las riquezas

III.2. Entre las muchas lecturas que se pueden hacer, señalemos que no podemos olvidar como decisivo para entender este pasaje la llamada al “seguimiento” y tener un tesoro en el cielo. Se ha comentado en alguna parte que este joven está buscando la sabiduría. Jesús le propone otro camino distinto, un camino de radicalidad, que implica sin duda renunciar a sus riquezas, que están sustentadas, incluso, en la praxis y en la forma de entender los mandamientos que siempre ha cumplido. Es una llamada a hacerlo todo de otra manera, con sabiduría. No es una llamada a una vida de pobreza absoluta entendida materialmente, sino de pobreza que no se apoye en la seguridad del cumplimiento formal de la ley. De hecho, la escena nos muestra que si el joven cumplía los mandamientos y además era rico, no debería haberse preocupado de nada más. Pero no las tiene todas consigo. Por ello pregunta a Jesús… y encontrará un camino nuevo.

III.3. Las riquezas, poseerlas, amarlas, buscarlas es un modo de vida que define una actitud contraria a la praxis del Reino de Dios y a la vida eterna: es poder, seguridad, placer… todo eso no es la felicidad. La alternativa, en este caso, es seguir a Jesús en vez de los preceptos de la ley, que le han permitido ser un hombre rico. En la mentalidad judía, ser un hombre de riquezas y ser justo iban muy unidos. Es eso, por lo mismo, lo que desbarata Jesús para este joven con su planteamiento del seguimiento como radicalidad. Pensar que el seguimiento de Jesús es una opción de miseria sería una forma equivocada de entender lo que nos propone este historia evangélica. Este joven es rico en bienes materiales, pero también morales, porque cumple los mandamientos. ¿Es eso inmoral? ¡No! Pero esa riqueza moral no le permite ver que sus riquezas le están robando la verdadera sabiduría y el corazón. No tiene la sabiduría que busca, porque debe estar todavía muy pendiente de “sus riquezas”. Siguiendo a Jesús aprenderá otra manera de ver la vida, de vez las riquezas y de ver la misma religión.

III.4. Por eso tiene sentido lo que después le preguntarán los discípulos cuando Jesús hable de que es muy difícil que los ricos entre en el Reino de los Cielos; porque no son capaces de descodificarse de su seguridad personal, de su justicia, de su concepción de Dios y de los hombres. No es solamente por sus riquezas materiales (que siguen siendo un peligro para el seguimiento), sino por todo su mundo de poder y de seguridad. Y reciben la aclaración, por otra parte definitiva, de que “lo que es imposible para el hombre, en cambio es posible para Dios” (v. 27). Por consiguiente, la respuesta de Jesús al joven rico es una llamada a este hombre concreto a que le siga de una manera especial; pero, a su vez, un criterio para todos desde la radicalidad y la sabiduría del seguimiento.

Fray Miguel de Burgos NúñezFray Miguel de Burgos Núñez
Maestro y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura

14 de Octubre–XVIII Domingo del Tiempo Ordinario /B

Evangelio según san Marcos (Mc 10,17-30)

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó corriendo un hombre, se arrodilló ante él y le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?” Jesús le contestó: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, no cometerás fraudes, honrarás a tu padre y a tu madre”.

Entonces él le contestó: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde muy joven”. Jesús lo miró con amor y le dijo: “Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme”. Pero al oír estas palabras, el hombre se entristeció y se fue apesadumbrado, porque tenía muchos bienes.

Jesús, mirando a su alrededor, dijo entonces a sus discípulos: “¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!” Los discípulos quedaron sorprendidos ante estas palabras; pero Jesús insistió: “Hijitos, ¡qué difícil es para los que confían en las riquezas, entrar en el Reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios”.

Ellos se asombraron todavía más y comentaban entre sí: “Entonces, ¿quién puede salvarse?” Jesús, mirándolos fijamente, les dijo: “Es imposible para los hombres, mas no para Dios. Para Dios todo es posible”.

Entonces Pedro le dijo a Jesús: “Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte”.

Jesús le respondió: “Yo les aseguro: Nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, dejará de recibir, en esta vida, el ciento por uno en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, junto con persecuciones, y en el otro mundo, la vida eterna”.