Día: 5 de enero de 2019

La Natividad del Señor

Introducción

La Natividad del Señor está precedida por el tiempo de Adviento, tiempo de preparación para la gran celebración de la presencia de Dios entre nosotros. La Navidad tiene su prolongación en la solemnidad de la Epifanía, que nos invita a salir de nosotros mismos y a hacer pública la experiencia del encuentro personal con el Niño Dios. Esta consideración es lo que fundamenta la verdadera alegría de la Navidad: la presencia de Dios en nuestra vida, en nuestro mundo, en nuestro corazón. Quiera Dios orientar nuestros ojos hacia la verdadera Luz, mover nuestro corazón ante tanto Amor. La Navidad nos invita a todos a la esperanza, a la confianza del triunfo del bien sobre el mal, de la luz sobre la oscuridad.

La historia no se repite, es siempre nueva. Cada año es diferente, cada día es una sorpresa, una nueva gracia de Dios. ¿Quién puede acostumbrarse a la alegría? La alegría es siempre nueva. Así es como se puede deducir del texto evangélico referido a los Magos de Oriente, los que habían visto brillar una estrella juguetona, que parece tener ganas de divertirse con los Magos, pues un poco la ven y después ya no la ven, y de pronto vuelve a lucir para orientarlos hacia donde está el Misterio del Amor de Dios: un Niño, con María, su madre.

Tomemos en serio lo que celebramos: el Amor de Dios, manifestado en la ternura de un recién nacido y ofrecido a nuestra contemplación y adoración en los brazos de una madre, una mujer singular, como lo son todas las mujeres, todas las madres.

Fr. José Mª Viejo Viejo O.P.Fr. José Mª Viejo Viejo O.P.
Convento de La Virgen del Camino (León)

Comentario Bíblico–La Epifanía del Señor.

III.3. Desde el significado de la fiesta de hoy es mucho más iluminador leer el texto sin buscar exageradamente coincidencias históricas. Por eso interesa resalta su tejido midráshico (actualización y adaptación de textos bíblicos). Así podemos ver que nuestro relato ha podido confeccionarse teniendo en cuenta al profeta Balaam (Num24,17), un extranjero llamado por Balaq para maldecir a Israel; pero sucede lo contrario: lo bendice preanunciando la estrella de Jacob, el padre de las tribus. De la misma manera, el texto de Is 60,6 (nuestra primera lectura) con los camellos y dromedarios cargados de dones que vienen a Jerusalén y, no menos, el sentido del Sal 72,10.15 sobre los reyes de tierras lejanas que traen regalos al rey del futuro. La fe de los primeros cristianos tuvo que formularse de esta forma y de esta manera, expresarse simbólicamente. La verdad es que los cristianos aceptaron a Jesús como el Mesías verdadero, el que traería la salvación a todos. No había más remedio que rebuscar en la Escritura para dar sentido a todo ello.

Fray Miguel de Burgos NúñezFray Miguel de Burgos Núñez
Maestro y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura

6 de Enero – Homilía Epifanía del Señor /C

Evangelio según san Mateo (Mt 2,1-12)

Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes. Unos magos de oriente llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: "¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo".

Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: "En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades ilustres de Judá, pues de ti saldrá un jefe, que será el pastor de mi pueblo, Israel".

Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: "Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño y, cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo".

Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron. Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.