Mes: septiembre 2019

Evangelio: Lucas (16,1-13) ¡Con el dinero no se juega!: Otra lectura del dicho

III.1. El evangelio de hoy es uno de los momentos más sociales de la obra de Lucas, en consonancia con el mensaje del profeta Amós. Corresponde este texto a la primera parte de Lc 16, y quiere mostrar el planteamiento nuevo de cómo los discípulos tienen que comportarse en este mundo, en el que uno de los valores más deseados por todos es la riqueza (lo que es lo más estimable para los hombres). El ejemplo del administrador sagaz, listo, inteligente, que no injusto propiamente hablando, es el punto de partida de toda la enseñanza de los vv. 9-13 (que es lo que se propone propiamente para el evangelio de hoy, en que se puede omitir la lectura de la parábola, aunque es ésta la que debía explicarse en profundidad); aquí se desestabiliza prácticamente la tradición representada por los fariseos, justificada desde hacía tiempo por la tesis de que la riqueza era considerada como una bendición de Dios (Cf Prov 3,16; 8,18; 10,22; 11,16; 21, 17; 22,4), olvidando la crítica profética contra los que amontonan poder y riquezas.

III.2. Al final de la parábola del administrador sagaz, el v.8 plantea el interrogante de cómo ha podido ser alabado un hombre que ha actuado de forma y manera que la fortuna del “hombre rico” va a quedar reducida, ya que los dos casos que se nos presentan solamente sirven de modelo paradigmático de todos los deudores – “y llamando a cada uno de los deudores de su señor” v.5, es decir a “todos”. La parábola, muy probablemente, ha sido transformada desde una historia singular de un administrador de un hombre rico, a una narración en la que indirectamente está presente Dios como “señor”, quien ha puesto las riquezas de la creación al servicio de los hombres, y nosotros solamente somos administradores que un día debemos dar cuentas de nuestra actuación. Todo lo que sea acumular riquezas es una injusticia, una falsedad. Esa es la razón por la cual es alabado el ad¬ministrador tras haber sido informado “el señor” de su proceder. Porque este Señor de la parábola no es un vulgar terrateniente, que acumula riquezas injustamente, sino el dueño del mundo. La acusación o difamación que se había hecho de este ecónomo, se va a volver en contra de los mismos difamadores. Este hombre es el que ha entendido de verdad la forma en que deben tratarse y usarse las riquezas en este mundo: con equidad. Por eso, el hombre rico de esta parábola ha pasado a ser el Señor, el juez de todos los hombres ricos de este mundo, que en vez de ser administradores “que actúan sagazmente”, se han quedado en ser ricos, acumulando riquezas, endeudando a los pobres cada vez más y exigiéndoles más de lo que pueden dar.

III.3. El administrador, por el contrario, es un ejemplo. Él ha podido enriquecerse sin medida y, sin embargo, a la hora de entregar las cuentas de su administración, se encuentra con las manos vacías. En lo único en que puede confiar es en haber actuado con prudencia, con sagacidad, con sabiduría y equidad con los deudores. La aplicación del v.9 : “y yo os digo: haceos amigos con el Mammona (dinero) de la injusticia, para que cuando venga a faltar os reciban en las moradas eternas”, es lo mismo que ha hecho el administrador de la parábola, según la reflexión que él mismo se hace en el v. 4. El v. 9, siempre ha planteado problemas de traducción: pero lo que llanamente se quiere decir es que en vez de hacerse con las riquezas, que son engañosas, lo que debemos es preocuparnos de hacer amigos, es decir, hacer el bien con ellas, cuando se poseen o se administran. Con las riquezas, lo que uno debe pretender es hacerse amigos, haciendo el bien, en vez de acumular poder. Esto es, en verdad lo más práctico (phrónimos), lo más justo y lo más positivo que los cristianos deben hacer con los bienes que Dios nos ha encomendado en este mundo. No se puede hacer amigos, si no es compartiendo con ellos los bienes; es la mejor manera de usar las riquezas. Lo contrario, además de ser un escándalo en la perspectiva del Reino, nos cierra el futuro que está en las manos de Dios.

III.4. Podemos entender ahora que “el señor” –que claramente en la parábola no puede ser más que Dios-, haya felicitado al gerente, porque ha sabido actuar de manera que las riquezas no vengan a ser injustas o engañosas. Casi todos consideran las riquezas en este mundo como el futuro más seguro, y debe ser verdad, si no fuera porque un día debemos enfrentarnos con la realidad de que tenemos que desprendernos de todo y dar cuentas al Señor. Se hace mención de Mammona, que es un juego de palabras; en su raíz aramea expresa esa seguridad, y de ahí su injusticia, porque ellas roban toda la armonía, la equidad y la sabiduría humana. Un día hay que dejarlo todo; por eso, lo verdaderamente inteligente es hacer lo que hizo el administrador, quien, al contrario de los criterios de los que sirven a dos señores, a Dios y a la seguridad del dinero, ha preferido servir a su señor, usando las riquezas que se le han encomendado para hacerse amigo de los hombres, en vez de contribuir a acumular riquezas engañosas para él o para el señor.

III.5. Se dice que la imagen de la comunidad lucana es un reflejo del objetivo social concreto que afecta a toda su obra: el equilibrio económico intracomunitario. Ello no significa, sin embargo, que tuviera “in mente” un programa de tipo socio-político para toda la sociedad. Los intereses profundos que mueven a Lucas se reducen a planteamientos de una ética que se implica en el seguimiento, en el discipulado cristiano; tratando, por otra parte, de dar respuesta a problemas concretos de las relaciones entre ricos y pobres, y de las opciones que debía tomar su comunidad respecto de las riquezas para vivir de acuerdo con los criterios del Reino de Dios. Lucas lo tiene claro: no se puede servir a Dios y al dinero.

Fray Miguel de Burgos Núñez
Maestro y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura

22 de septiembre – XXV Domingo del Tiempo Ordinario /C

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Había una vez un hombre rico que tenía un administrador, el cual fue acusado ante él de haberle malgastado sus bienes. Lo llamó y le dijo: ‘¿Es cierto lo que me han dicho de ti? Dame cuenta de tu trabajo, porque en adelante ya no serás administrador’.

Entonces el administrador se puso a pensar: ‘¿Que voy a hacer ahora que me quitan el trabajo? No tengo fuerzas para trabajar la tierra y me da vergüenza pedir limosna. Ya sé lo que voy a hacer, para tener a alguien que me reciba en su casa, cuando me despidan’.

Entonces fue llamando uno por uno a los deudores de su amo. Al primero le preguntó: ‘¿Cuánto le debes a mi amo?’ El hombre respondió: ‘Cien barriles de aceite’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo, date prisa y haz otro por cincuenta’. Luego preguntó al siguiente: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’ Éste respondió: ‘Cien sacos de trigo’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo y haz otro por ochenta’.

El amo tuvo que reconocer que su mal administrador había procedido con habilidad. Pues los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios, que los que pertenecen a la luz.

Y yo les digo: Con el dinero, tan lleno de injusticias, gánense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciban en el cielo.

El que es fiel en las cosas pequeñas, también es fiel en las grandes; y el que es infiel en las cosas pequeñas, también es infiel en las grandes. Si ustedes no son fieles administradores del dinero, tan lleno de injusticias, ¿quién les confiará los bienes verdaderos? Y si no han sido fieles en lo que no es de ustedes, ¿quién les confiará lo que sí es de ustedes?

No hay criado que pueda servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o se apegará al primero y despreciará al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero’’.

Lucas (15): Jesús habla de Dios

III.1. El evangelio del día nos lleva a lo que se ha llamado, con razón, el corazón del evangelio de Lucas (c. 15). Tres parábolas componen este capítulo. Hoy, a elección, se puede o no leer la última también, sin duda la más famosa y admirada, la parábola conocida como la del “hijo pródigo”. Pero en realidad esa parábola se lee mejor en el tiempo de Cuaresma como preparación a la Pascua. En todo caso queda de manifiesto que Lucas 15 es un capítulo clave en la narración de este evangelista. Como corazón, es el que impulsa la vida, el ardor, la fuerza del evangelio o de la predicación de Jesús. Es un capítulo que se confecciona para responder a las acusaciones críticas de los que escuchan y ven a Jesús actuar de una forma que pone en evidencia su concepción de Dios y de la religión.

III.2. Las dos parábolas “gemelas” (de la oveja y la dracma perdidas, respectivamente), que preceden a la del hijo pródigo (que debería llamarse del padre misericordioso), vienen a introducir el tema de la generosidad y misericordia de Dios con los pecadores y abandonados. En los dos narraciones, la del pastor que busca a su oveja perdida (una frente a noventa y nueva) y la de la mujer que por una moneda perdida (que no vale casi nada), pone patas arriba toda la casa hasta encontrarla, se pone de manifiesto una cosa: la alegría por el encuentro. Estas parábolas, junto a la gran parábola del padre y sus dos hijos, intentan contradecir muchos comportamientos que parecen legales o religiosos, e incluso lógicos, pero que ni siquiera son humanos. El Reino de Dios llega por Jesús a todos, pero muy especialmente a los que no tienen oportunidad de ser algo. Jesús, con su comportamiento, y con este tipo de predicación profética en parábolas, trasmite los criterios de Dios. Los que se escandalizan, pues, no entienden de generosidad y misericordia.

III.3. Comienza todo con esa afirmación: “se acercaba a él todos los publicanos y pecadores”. Es muy propio de Lucas subrayar el “todos”, como en 14,33 cuando decía que quien no se distancia (apotássomai) de todos los bienes… Y también merece la pena tener en cuenta para qué: “para escucharle”. Escuchar a Jesús, para aquellos que todo lo tienen perdido, debe ser una delicia. También se acercaban, como es lógico, los escribas de los fariseos, pero para “espiar”. Serían éstos, según las palabras de Is 6,9-10, los que escuchaban pero no podían entender, porque su corazón estaba cerrado al nuevo acontecimiento del Reino que Jesús anunciaba en nombre de su Dios, el Dios de Israel. Con esas palabras se despide Pablo del judaísmo oficial romano de la sinagoga en Hch 28. No debemos olvidar que en las tres parábolas de Lc 15 se quiere hablar expresamente del Dios de Jesús. Por tanto, no solamente en la parábola del padre de los dos hijos (entre ellos el pródigo), sino también en la del pastor y en la de la pobre mujer que pierde su dracma.

III.4. Así, pues, se acercaban a él, para escucharlo, los publicanos y pecadores, porque Jesús les presentaba a un Dios del que no les hablaban los escribas y doctores de la ley. Un Dios que siente una inmensa alegría cuando recupera a los perdidos es un Dios del que pueden fiarse todos los hombres. Un Dios que se preocupa personalmente de cada uno (como es una oveja o una dracma) es un Dios que merece confianza. El Dios de la religión oficial siempre ha sido un Dios sin corazón, sin entrañas, sin misericordia, sin poder entender las razones por las cuales alguien se ha perdido o se ha desviado. Es curioso que eso lo tengan que hacer ahora las terapias psicológicas y no esté presente en la experiencia religiosa oficial. No se trata de decir que Dios ama más a los malos que a los buenos. Eso sería una infamia del un fundamentalismo religioso irracional. Lo que Dios hace, según Jesús, según el evangelista Lucas, es comprender por qué. La terapia del reino debería ser la clave del cristianismo. Y la mejor manera para abandonar la vida sin sentido no es hablar de un Dios inmisericorde, sino del Dios real de Jesús que espera siempre sentir alegría por la vuelta, por la recomposición de la existencia y de la dignidad personal.

Fray Miguel de Burgos NúñezFray Miguel de Burgos Nuñes.

Maestro y Doctor en Teología.Licenciado en Sagrada Escritura

15 de Septiembre – XXIV Domingo del Tiempo Ordinario /C

Evangelio según san Lucas (Lc 15,1-10)

En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharlo; por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: “Éste recibe a los pecadores y come con ellos”.

Jesús les dijo entonces esta parábola: “¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y se le pierde una, no deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la que se le perdió hasta encontrarla? Y una vez que la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría y al llegar a su casa, reúne a los amigos y vecinos y les dice: ‘Alégrense conmigo, porque ya encontré la oveja que se me había perdido’. Yo les aseguro que también en el cielo habrá más alegría por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentirse.

¿Y qué mujer hay, que si tiene diez monedas de plata y pierde una, no enciende luego una lámpara y barre la casa y la busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas y les dice: ‘Alégrense conmigo, porque ya encontré la moneda que se me había perdido’. Yo les aseguro que así también se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se arrepiente”.

Eritrea: nacionalizaciones de escuelas y hospitales católicos

Roberta Gisotti – Ciudad del Vaticano


Los obispos del país africano protestan contra la nacionalización de las escuelas católicas, que sigue a la de las estructuras sanitarias: medidas unilaterales totalmente arbitrarias. En una carta denuncian una estrategia persecutoria del gobierno de Asmara con respecto a la Iglesia

Cierres, requisiciones y finalmente estatalización de clínicas, hospitales, escuelas e institutos de formación. Un camino de persecución contra las obras de la Iglesia Católica – denuncian los obispos eritreos – iniciado por el gobierno de Asmara hace casi dos años con la orden de cerrar la escuela secundaria del Santísimo Sacramento del Seminario de la capital. Una institución histórica, que en el transcurso de más de un siglo ha desempeñado un importante papel cultural y espiritual, al servicio de la Iglesia y del país. A esto siguió después la requisa de ocho centros de salud y la nacionalización de otras veintiún clínicas, y finalmente, el pasado 3 de septiembre, la nacionalización de tres importantes escuelas infantiles, primarias y secundarias, dirigidas por los Hermanos Lasallanos de Cheren y por los Hermanos Capuchinos en Addi-Ugri y en Massawa.

La preciosa contribución de las escuelas católicas

En cuanto a la nacionalización de las escuelas, los obispos subrayan que “ningún otro fin” es propuesto por la Iglesia en la gestión de sus instituciones educativas, sino “la contribución honesta, correcta y apasionada a la promoción integral del hombre, hoy como ayer”. Pueden dar testimonio de ello – añaden – sin ser desmentidos, cuantos, hombres y mujeres de cualquier religión y curso de vida, han pasado por nuestras aulas, han saboreado las enseñanzas de vida, y hoy están dispersos por todo el mundo”.

Las instituciones religiosas en la historia de Eritrea

Además, los prelados recuerdan el papel histórico desempeñado por las instituciones religiosas, no sólo católicas, sino también ortodoxas, islámicas y judías, que han contribuido a la “formación, constitución y definición de la identidad y la cultura”. “Los sistemas administrativos modernos, la evolución de la conciencia política y de la cultura literaria, el progreso de las lenguas, han encontrado sus mejores cultores en los eritreos que han salido de las escuelas dirigidas por la Iglesia Católica y por otras confesiones religiosas”. No hay que olvidar que “sus contribuciones en los procesos políticos y en la lucha por la independencia – señalan los obispos –  ocupan un lugar eminente en la historia” de Eritrea. Leer más

8 de Septiembre. IIª Lectura: Filemón (vv. 9-10.12-17): La libertad de ser cristiano

II.1. La segunda lectura es de la carta a Filemón, un escrito muy breve de Pablo mientras estaba en prisión, probablemente en Éfeso, hacia el año 55. Parece un escrito privado, sin relevancia doctrinal, pero que, no obstante, revela un temática enteramente cristiana. Mientras Pablo estaba prisionero, llega un esclavo, Onésimo, que había huido de la casa de su patrón, Filemón. El esclavo se convierte y Pablo entiende que ha adquirido con la libertad de los hijos de Dios, como se expresa en Gal 4,19, su libertad social. Si vuelve a su amo, según el sistema de entonces, debería sufrir un gran castigo. Pablo, sintiéndose responsable de su libertad humana, pide la misma libertad social que ha adquirido el esclavo con su conversión.

II.2. Este pequeño escrito puede ser considerado como el manifiesto cristiano contra la esclavitud. Al cristianismo se le ha acusado siempre de que no había hecho nada por abolir la esclavitud, pero en cierta forma es injusto. Pablo, en pocas líneas, pide al “dueño” de un esclavo que lo tenga como hermano. Es verdad que no hay una propuesta “jurídica” para aquellos momentos ante el terrible problema de la esclavitud. Pero aquí Pablo envía a Onésimo a su dueño Filemón, no para que se someta al rigor jurídico de la esclavitud, sino al calor humano y teológico de ser libre, por ser persona, por ser cristiano como Filemón y porque es hijo de Dios con todas las consecuencias. Es verdad que se debería haber hecho más a través de la historia del cristianismo contra esta lacra. Pero en la entraña misma del evangelio la esclavitud está condenada.

Evangelio: Lucas (14,25-33): ¡Radicalidad del Reino!

III.1. El evangelio de Lucas de hoy está formado por otro de los conjuntos fuertes de su narración del viaje del profeta hacia Jerusalén, como propuesta del verdadero discipulado y el seguimiento de Jesús. No se nos oculta la dificultad que supone centrar todo el significado de lo que se quiere decir y poner de manifiesto en este conjunto de dichos y parábolas. La ruptura con la ideología familiar, que no con los sentimientos y lazos familiares, (cf Lc 18,20), en principio no tiene nada que ver con la parábola del que quiere construir una torre o con la del rey que debe ir a la guerra. Estos textos están aquí reunidos por Lucas, aunque Jesús los pronunciara en ocasiones bien distintas. Por lo mismo, Lucas pretende que una cosa se entienda por la otra. Ha escogido dichos del famoso Evangelio Q (vv. 26-27; en Mt 10,37-38 están más suavizados al cambiar “odiar” por “amar… más que”) sobre el odio familiar y la cruz. Finalmente ha rematado todo con el v. 33 sobre “renunciar a todos los bienes”, que es algo exclusivo de Lucas, aunque redactado con el mismo tenor de los vv. 26-27 (tipo condicional de prótesis: “si alguien viene a mí”… y apódosis: “no puede ser mi discípulo”). Las dos parábolas de los vv. 28-32 ilustran un poco el empeño que hay que poner en estas propuestas radicales. Lucas, pues, ha confeccionado un catecismo del seguimiento y la identidad cristiana en este mundo que no deja lugar a dudas: quiere impresionar y ser claro.

III.2. Quizás fueran necesarias algunas explicaciones exegéticas para poder medir el alcance de este evangelio de hoy. El hecho de que Mateo haya preferido “amar… más que a mí” (filéô… hyper eme) al término “odiar” (miséô) que tenemos en Lc, denota que ha habido una corrección. La mayoría de autores piensa que el tenor original, más semítico si cabe, propio de los predicadores itinerantes que pusieron muy en práctica la vida de Jesús, se ha mantenido en Lucas (también se usa “odiar” en el Evangelio de Tomas 55 y 101). E incluso la mayoría piensa que Jesús nunca pudo demandar a sus seguidores que odiaran a su padre, a su madre o a sus hermanos. Algunos profetas itinerantes llevaron hasta el extremo la renuncia al estatus familiar y hablaron de odiar, con todo el semitismo que ello comporta. Pero Jesús no pudo pedir “odiar”, cuando había exigido amar incluso a los enemigos (cf Lc 6,27; Mt 5,44). Esto está hoy bastante bien asumido, sin que ello denote “edulcorar” la radicalidad del Reino y del seguimiento de Jesús.

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8 de Septiembre – Evangelio ,XXIII Domingo del Tiempo Ordinario /C

Evangelio según san Lucas (Lc 14,25-33)

En aquel tiempo, caminaba con Jesús una gran muchedumbre y él, volviéndose a sus discípulos, les dijo: "Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.

Porque, ¿quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se pone primero a calcular el costo, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que, después de haber echado los cimientos, no pueda acabarla y todos los que se enteren comiencen a burlarse de él, diciendo: ‘Este hombre comenzó a construir y no pudo terminar’.

¿O qué rey que va a combatir a otro rey, no se pone primero a considerar si será capaz de salir con diez mil soldados al encuentro del que viene contra él con veinte mil? Porque si no, cuando el otro esté aún lejos, le enviará una embajada para proponerle las condiciones de paz.

Así pues, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo”.

La verdadera humildad como generosidad y condescendencia

Iª Lectura: Eclesiástico (3,19-21.31.33): La humildad para dejar vivir a los otros

I.1. Este último domingo se nos presenta enmarcado en planteamientos muy humanos de la vida; se propone a la comunidad la praxis de la humildad, una de las virtudes que menos estima recibe en este mundo de competencias infernales, de luchas a muerte por los primeros puestos, por las grandes producciones, por los estilos arrogantes de comportamiento. Quien carezca de este estilo, hoy, parece que no tiene futuro.

I.2. La primera lectura , del Sirácida, es una colección de dichos y refranes de sabiduría, como casi todo el libro, en que se hace el elogio de la humildad, la reflexión y la limosna. Si tienes conciencia de ser grande, de valer algo, procura manifestarte ante los otros con humildad. Es una virtud ésta, no para aparentar lo que no se es, sino para no apabullar a los otros.