Mes: julio 2020

Comentario Bíblico. Evangelio: Mateo (11,25-30): El Dios de Jesús, un “padre” entrañable

III.1. El evangelio de este domingo es uno de los textos más hermosos del evangelio de Mateo, que no se prodiga precisamente en el misterio de la gratuidad de Dios. Lucas 10,21, para introducir estas mismas expresiones, (quiere ello decir que ambos evangelistas tienen una fuente común, la conocida como documento o evangelio Q), ha recurrido a uno de sus elementos teológicos más notorios en su obra: estas palabras las pronuncia Jesús lleno del Espíritu Santo. De esta manera, pues, se asumiría en la liturgia de hoy la fuerza y radicalidad del texto de la carta a los Romanos. Por otra parte, también se ha visto en este texto evangélico el cumplimiento del oráculo de Zacarías 9,9-10.

III.2. Se ha escrito y se ha hablado mucho del Dios de Jesús y cada generación ha de interrogarse sobre ello, porque ese Dios hay que descubrirlo en el evangelio. En este caso podríamos aplicar ese famoso “criterio de disimilitud” con el que los especialistas han tratado de fijar las palabras auténticas de la predicación de Jesús. Es verdad que sobre este criterio se ha encarecido mucho y a veces las discusiones se extreman: lo que no es del judaísmo, o por el contrario, de la comunidad primitiva, es de Jesús. Este texto de Q, sin duda, es de esos textos absolutos. Ni en el judaísmo oficial se pensaba así de Dios, ni entre los primeros cristianos se lo hubieran imaginado tal como hoy aparece en este texto de alabanza y acción de gracias de Jesús. Por tanto, tampoco se hubieran atrevido a poner en boca de Jesús palabras como estas, tan audaces y determinantes. Con los retoques pertinentes que la tradición siempre articula (aquí se usa páter, en griego, y no Abbâ, aunque se reconoce que los vv. 25-26 están recargados de sustratos arameos), nos acercamos mucho a la experiencia más determinante que Jesús tenía de su Dios. Estamos hablando de la experiencia humana de Jesús, del profeta, no debemos entenderlas, ni interpretarlas todavía, en clave trinitaria.

III.3. Jesús, pues, rompiendo con toda clase de preconcepciones sobre Dios, sobre la religión, sobre la cercanía del amor divino y de la gracia, reta a sus oyentes -aunque estas palabras las dirige a sus discípulos-, para que definitivamente se echen en las manos de Dios. ¿Por qué? porque se trata de un Dios distinto de como se le había concebido hasta ahora y, consiguientemente, de unas relaciones distintas con Él. No son los sabios, los poderosos, o los que más saben, los que lo tienen más fácil para entender al Dios de Jesús. Esa es la primera lección, lo más importante, aunque tampoco es una condena de la teología, de los teólogos o de los místicos. Pero es verdad que Jesús quiere abrir el misterio de Dios a toda la gente y, especialmente, a los más alejados, incluso a los menos “espiritualistas”.

III.4. Es posible que esto le haya valido en la historia la acusación de que su Dios es un Dios de ignorantes y de desgraciados de este mundo, como si Jesús lo hubiera creado desde un cierto resentimiento contra la sociedad de su tiempo. Y la verdad es que tomando expresiones del filósofo Nietzsche, el que había predicho la muerte de Dios, este Dios de Jesús es tan humano, que no lo soportan los espíritus soberbios, los que se creen con espíritu prometéico. El instinto de Jesús para descubrir a Dios nos ofrece a todos la posibilidad de un Dios maravilloso, humano y entrañable.

Fray Miguel de Burgos Núñez

5 de julio. XIV Domingo del tiempo ordinario

Evangelio según san Mateo (Mt 11, 25-30)

En aquel tiempo, Jesús exclamó: “¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.

El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre; nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera’’.

Con Jesús Señor de la Historia. Nº 4 (12 de julio de 2020)

CON JESÚS SEÑOR DE LA HISTORIA – Nº 4 (12 de julio de 2020)

LA CONSAGRACIÓN DE VENEZUELA AL SANTÍSIMO SACRAMENTO

En América Latina, algunas Naciones fueron consagradas al Sagrado Corazón de Jesús: el Ecuador, en 1874; Colombia, en 1902; México, en 1914; el Brasil, en 1931; la Argentina, en 1945; Costa Rica, en 1953… Venezuela fue consagrada al Santísimo Sacramento, en 1899… Por una disposición antigua del Episcopado Venezolano, la Consagración de Venezuela al Santísimo Sacramento, se renueva todos los años, el segundo domingo de julio: este año 2020, el domingo 12 de julio.

En realidad, la Consagración de la República de Venezuela al Santísimo Sacramento fue una variante… porque no cabe duda alguna, que las devociones al Sagrado Corazón de Jesús y al Santísimo Sacramento están relacionadas. El Evangelio según San Juan —la pasión en este Evangelio— relata, que estando Jesucristo crucificado, quisieron comprobar si había muerto… Entonces, “uno de los soldados le abrió el costado de una lanzada y al instante salió sangre y agua” (Jn 19, 34), que representan los sacramentos llamados “mayores” de la Iglesia… el agua, que representa el sacramento del bautismo; la sangre, que representa el Sacramento de la Eucaristía. La Eucaristía es un Sacramento salido del costado de Cristo, salido del Corazón de Cristo… Es decir, que incluso bíblicamente, ambas devociones —al Sagrado Corazón de Jesús y al Santísimo Sacramento— están relacionadas…

En el año 1899 promovió el Pbro. Dr. Juan Bautista Castro los actos de la Consagración de Venezuela al Santísimo Sacramento… Una Junta Nacional, presidida por el Dr. Francisco Izquierdo Martí, propuso “a los Reverendísimos Prelados de la República la Consagración de ésta al Santísimo Sacramento, como parte de las ofrendas que han de hacerse al Divino Salvador para terminar el Siglo presente y empezar el venidero. La piadosa proposición fue aceptada por los dignos Pontífices, y se procedió a organizar la solemnidad”. En Carta Pastoral del 6 de julio de 1899, el Arzobispo anunciaba a los fieles la celebración de los actos: “Todos nos sentimos como envueltos y penetrados por la irradiación de la Divina Hostia y la piedad eucarística se propaga como sagrado incendio que va conmoviendo, unos después de otros, todos los corazones. La vida católica en Venezuela está adquiriendo como una forma y un sello singulares que le viene de la Sagrada Eucaristía de modo que pareciera que algo faltase en toda práctica solemne y pública de Religión cuando no aparece en ella el Dios del Tabernáculo”.

Los actos comenzaron el sábado 1º de julio, al mediodía, cuando la ciudad de Caracas —según relata la crónica del Diario “La Religión”— “se estremeció de júbilo con el repique general de las campanas de sus templos. (…) Desde esa hora todas las ventanas y balcones sacaron a relucir sus banderas, decorándose, además, muchas casas, con cuadros religiosos, imágenes, inscripciones, adornos simbólicos, coronas de flores. Resaltaban entre todas las banderas blancas con franjas rojas, que llevaban grabada una Custodia y esta inscripción: ‘Nuestro refugio está en el Santísimo Sacramento’. (…) Llegó la noche y apareció iluminada toda la ciudad, con las fachadas de los templos y la torre de la Santa Iglesia Me¬tropolitana. Del centro hasta los barrios más apartados se extendía la más variada iluminación, desde la luz humilde del pobre hasta los focos eléctricos que hacían resplandecer el frente de algunas casas e institutos”.

El día propio del homenaje, el domingo 2 de julio, por la mañana, los templos capitalinos “se llenaron con un concurso extraordinario, hombres y mujeres, para recibir la Santa Comunión. Ese espectáculo era sobremanera conmovedor; la distribución del Divino Pan se prolongó en las Iglesias por largas horas, superando estas Comuniones, en mucho, a las del Jueves Santo, que es el día en que se acerca mayor número de fieles a la mesa eucarística. Estas Comuniones fueron como el mello de la solemnidad, la consagración efectiva, íntima, perfecta, de las almas y de los corazones, en el misterioso banquete, (…) A las 9:00 fue la gran fiesta en la Catedral: En ella dejó oír palabra piadosa y elocuente, el Señor Magistral, [Pbro.] Doctor Francisco J. Delgado, mostrando las grandezas de la Divina Eucaristía, y el valor infinito de esta Limosna hecha por la magnificencia de Dios a la pobreza del hombre. La Divina Hostia apareció radiante a la vista del pueblo cristiano en medio de flores y de luces artísticamente dispuestas; una escogida orquesta, dirigida por el hábil Profesor George León, llenaba el sagrado recinto con las armonías religiosas, y el pueblo fiel, en apiñada multitud, asistía reverente al Sacrosanto Sacrificio. A la 1:00 comenzó la Consagración de la ciudad por el orden de sus Parroquias. Los Venerables Párrocos conducían a los fieles y leían con ellos y en nombre de ellos el Acto de la Consagración. La Santa Iglesia Metropolitana resonó durante todo el día con la voz de la súplica y de la alabanza, con hermosas composiciones ejecutadas por la orquesta, con el canto y la plegaria de los sacerdotes y con el regocijo místico que todo esto llevaba al espíritu, y hacía que se exhalara ante el Señor en inmensa gratitud. A las 5:00 de la tarde fue la procesión. Antes de ella, el Ilustrísimo Señor Arzobispo, revestido con los sagrados ornamentos, el Venerable Cabildo Metropolitano, y todo el Clero de la ciudad, se arrodillaron en el presbiterio ante la Sagrada Hostia, y nuestro dignísimo Prelado leyó por sí y en nombre de todos el Acto de la Consagración. En seguida salió la procesión. Se cantó el Te-Deum de acción de gracias, y se dio la bendición, con que quedaron sellados los actos para siempre memorables de tan dichoso día. En la noche, la iluminación fue aún mayor que la precedente, y las calles de la ciudad eran paseadas por numerosas familias, que se gozaban con inocente alegría en las variedades que aquélla ofrecía en todas las avenidas de la capital. El Señor Presidente de la República[, Gral. Ignacio Andrade], consecuente con su fe católica, manifestó sus simpatías por la festividad, haciendo iluminar y adornar la Plaza Bolívar y los balcones de la Casa Amarilla, y disponiendo una retreta la víspera en la misma Plaza”.

Pbro. Ramón Vinke

Con Jesús Señor de la Historia. Nº 3 (5 de julio de 2020)

CON JESÚS SEÑOR DE LA HISTORIA – Nº 3 (5 de julio de 2020)

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DÍA DE LA INDEPENDENCIA DE VENEZUELA

A partir del año 1807 se produjeron unos acontecimientos en España, que suscitaron gran preocupación en los territorios de dominación española en América… Napoleón, Emperador de Francia, engañó al gobierno de España proponiéndole la conquista del territorio portugués con el propósito de repartirlo —entre España y Francia—, suscribiéndose el Tratado de Fontainebleau… Entraron las tropas francesas a España, y entonces salieron a relucir las verdaderas intenciones de Napoleón: de apoderarse de Portugal, ¡pero de España también!

Los americanos —particularmente los de la alta clase social— temían la posibilidad, que los territorios de dominación española en América pasaran a Francia… Temían, que se produjeran en América horrores semejantes a los de la Revolución Francesa. La prisión de Fernando VII, Rey de España, fue entonces el pretexto para sucesivas revoluciones en América: la revolución del 25 de mayo de 1809, en Chuquisaca —Alto Perú, hoy Bolivia—; la revolución del 16 de julio de 1809, en La Paz; la revolución del 10 de agosto de 1809, en Quito; la revolución del 19 de abril de 1810, en Caracas; la revolución del 18 de mayo de 1810, en Buenos Aires; la revolución del 20 de julio de 1810, en Bogotá… Estas revoluciones fueron civiles: los Ayuntamientos, que ejercían localmente la autoridad civil, fueron asumiendo el gobierno de las Provincias… La Independencia de América fue, para comenzar, un proceso civil… que luego irremisiblemente se convirtió en guerra atroz…

De los territorios de dominación española en América, Venezuela, que era una Capitanía General —que era territorio de segunda, pues nunca llegó a ser Virreinato— fue el primero en declarar la Independencia absoluta de España, el 5 de julio de 1811.

En el Acta de Independencia de Venezuela, se hace profesión expresa de la Religión Católica: “Nosotros los Representantes de las Provincias Unidas de Venezuela, poniendo por testigo al Ser Supremo de la justicia de nuestro proceder, y de la rectitud de nuestras intenciones, implorando sus divinos y celestiales auxilios; y ratificándole en el momento en que nacemos a la dignidad que su providencia nos restituye, el deseo de vivir y morir libres, creyendo y defendiendo la Santa, Católica y Apostólica Religión de Jesucristo, como el primero de nuestros deberes. Nosotros, pues, a nombre y con la voluntad y autoridad que tenemos del virtuoso pueblo de Venezuela, declaramos solemnemente al mundo, que sus Provincias Unidas son y deben ser desde hoy, mas de hecho y de derecho, Estados libres, soberanos e independientes; (…)”.

Declarada la Independencia, el 5 de julio de 1811 —leída y aprobada el Acta—, se dio un plazo de unos días para la firma de la misma… Y, el 15 de julio, la Independencia fue solemnemente jurada por Francisco de Miranda, Simón Bolívar y todas las demás autoridades civiles, militares y eclesiásticas —incluyendo al Arzobispo de Caracas, Iltmo. Sr. Dr. Narciso Coll y Prat—, con la siguiente fórmula: “¿Juráis (…) defender con vuestras personas y con todas vuestras fuerzas los Estados de la Confederación Venezolana, y conservar y mantener pura e ilesa la Santa Religión Católica, Apostólica, Romana, (…), y defender el Misterio de la Concepción Inmaculada de la Virgen María nuestra Señora?”.

¿Por qué juraron los Padres de la Patria por el Misterio de la Concepción Inmaculada de la Virgen María? Caracas, ciertamente, era conocida como la ciudad mariana… En Caracas había una particular devoción a la Inmaculada Concepción: en Caracas existía desde principios del Siglo XVII el Monasterio de las Concepciones —Orden de espiritualidad franciscana, fundada en España por Santa Beatriz da Silva—; el escudo de la ciudad llevaba una orla con la inscripción: “Ave María Santísima sin pecado original concebida desde el primer instante de su ser natural”; la Universidad se preciaba de venerar como Patrona a María en el Misterio de su Concepción Inmaculada… El Gral. José Félix Ribas había atribuido su triunfo en la Batalla de La Victoria del 12 de febrero de 1814 a la protección visible de María Santísima en el Misterio de su Concepción Inmaculada: “La sangre de los ilustres caraqueños derramada en La Victoria y la protección visible de María Santísima de Concepción fueron los que salvaron la Patria en aquel memorable día”.

El Misterio de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María era —y sigue siendo— uno de los emblemas de la Religión Católica, que todo católico consideraba cuestión de honor defender… Con haber jurado los Padres de la Patria la Independencia de Venezuela por el Misterio de la Concepción Inmaculada de la Virgen María, ratificaron su fe católica, su adhesión a la Religión Católica, conscientes de que solo un orden social basado en el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo hace posible “la mayor suma de felicidad posible” —que era lo quería lograr el Libertador Simón Bolívar, según dijo en el discurso de Angostura… Jesucristo nos marca el camino para lograrlo: “Felices serán los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen” (Lc 11, 28).

Pbro. Ramón Vinke

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Con Jesús Señor de la Historia. Nº 2

CON JESÚS SEÑOR DE LA HISTORIA – Nº 2 (24 de junio de 2020)

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BATALLA DE CARABOBO

El 24 de junio se celebra un aniversario más de la Batalla de Carabobo, que le dio la Independencia definitiva a Venezuela… Antes de la Batalla, Simón Bolívar se encomendó a la Virgen de Coromoto y José Antonio Páez hizo promesa de dotar a la Villa de Achaguas de una imagen del Nazareno…

Por la correspondencia se sabe, que Bolívar estuvo en Guanare entre el 24 y 25 de mayo de 1821. En Guanare ejercía para entonces el ministerio sacerdotal el Pbro. Juan Vicente de Unda, quien, como Diputado por Guanare, había firmado el Acta de Independencia de Venezuela del 5 de julio de 1811, y conocía a Bolívar, así como Bolívar lo conocía a él. Eran amigos; y, puede tenerse por seguro, que el Pbro. Dr. José Vicente de Unda lo llevó a la Iglesia a orar… Tal era el protocolo para el recibimiento de los grandes personajes en la época: el sacerdote salía a recibir al personaje en las afueras de la población, lo conducía a la Iglesia, para que allí orase un tiempo, antes de que le fuera señalado su alojamiento. Si el Pbro. Dr. José Vicente de Unda llevó a Bolívar a la Iglesia a orar, seguramente también le mostró a la reliquia de la Virgen de Coromoto, encontrándose, como se encontraba, la devoción a la Virgen de Coromoto en pleno apogeo…

Un viajero francés llamado Francisco Depons —el nombre completo es François Raymond Joseph Depons—, que recorrió Venezuela entre 1801 y 1804 —unos veinte años antes de la Batalla de Carabobo—, da testimonio de la intensa devoción a la Virgen de Coromoto en Guanare por esos años: “(…) la Iglesia parroquial es grande, bella y ricamente ornamentada. Una buena parte de su esplendor se debe, a que allí se venera la imagen de Nuestra Señora de Coromoto, cuyas virtudes y milagros me obligan a dar algunos detalles sobre su aparición y sobre la inmensa multitud, que atraída por su devoción viene de las Provincias vecinas a Guanare. Sólo la tradición local había conservado memoria de las circunstancias relativas a la aparición de Nuestra Señora de Coromoto, hasta el 3 de febrero de 1746, fecha en que hallándose en Guanare en calidad de Visitador, el Doctor Don Carlos Herrera, Cura Rector de la Catedral de Caracas, abrió una indagación pública, con propósito de dejar asentados positiva e indiscutiblemente los hechos, de modo que la tradición no olvidara algunos o alterara su memoria. (…) El 8 de septiembre de 1652, dice la investigación llevada a cabo por el Doctor Herrera, se trató de obligar al Cacique a asistir a los oficios divinos. Él se negó a ello, y se retiró a su morada, distante dos leguas de allí. Apenas había llegado, se le apareció la Virgen, con tanto esplendor, que en medio de la noche daba tanta luz como el sol al mediodía. El Cacique, al verla, dijo: ‘¡Oh, Señora!, hasta cuándo me has de perseguir. Bien puedes volverte; no te he de obedecer. Por ti estoy pasando trabajos. Quiero regresar a mis bosques, ahora que me arrepiento de haberlos abandonado’. La mujer del indio le dijo a su marido: ‘No insultes a la Señora; no tengas tan mal corazón’. El indio entonces echó mano a sus flechas, tratando de herir a la Virgen, pero ésta se le aproximó tanto, que no pudo ejecutar sus designios. Él quiso echársele encima, pero ella entonces desapareció, y de nuevo reinó la oscuridad. Al mismo tiempo, el Cacique sintió algo entre sus manos, hizo luz, y vio una imagen de la Virgen; la escondió entre la paja del techo de su choza, y salió al bosque, donde murió, mordido de serpiente. Un niño de doce años encontró la pequeña imagen, y la colgó en su escapulario. Pero en cuanto se supo la cosa, vinieron a buscar la imagen con toda la solemnidad del caso. La transportaron a la Iglesia, la cual muy pronto se transformó en templo digno de la reliquia. A ella acuden de continuo los fieles a tributarle homenajes con profunda veneración. Sólo le ha faltado a la Virgen de Coromoto, para igualarla a Nuestra Señora de Loreto, los tesoros de la Virgen italiana, pues al par de ella, se la considera todopoderosa”. El viajero francés compara a la Virgen de Coromoto con la Virgen de Loreto, la del Santuario mariano más importante de Europa en esa época, donde, por cierto, se originó la Letanía lauretana, que es la que todavía hoy se reza al final del Santo Rosario… Santuario, que, después de los Santuarios de Lourdes y Fátima sigue siendo el Santuario mariano más importante de Europa…

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Con Jesús Señor de la Historia – Nº 1

CON JESÚS SEÑOR DE LA HISTORIA – Nº 1 (11 de junio de 2020)

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CORPUS CHRISTI

La Solemnidad del “Corpus Christi” se celebra el segundo jueves después de Pentecostés, aunque en algunos lugares la celebración se traslada al segundo domingo después de Pentecostés… En realidad, son dos las Solemnidades eucarísticas a lo largo del Año Litúrgico: el Jueves Santo, en que se conmemora la institución de la Eucaristía: la Última Cena, que Jesucristo celebró con sus discípulos, la noche antes de ser entregado; y el “Corpus Christi”, la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, en que el énfasis está más bien en la presencia verdadera, real y substancial de Cristo en el Santísimo Sacramento del Altar, como lo formularía el Concilio de Trento…

La piedad eucarística de Santa Juliana del Monte Cornillón dio lugar a la Solemnidad del Corpus Christi… En ese Monte, cercano a la ciudad de Lieja —actualmente en Bélgica—, estaban establecidas cuatro comunidades de espiritualidad agustiniana, dos de las cuales eran también leprocomios: una comunidad de hombres sanos y otra de hombres enfermos —todos célibes, regidos todos por un mismo Prior—; una comunidad de mujeres sanas y otra de mujeres enfermas —todas célibes, regidas todas por una misma Priora. A la comunidad de mujeres sanas ingresó Santa Juliana, muy joven, a finales del Siglo XII y principios del Siglo XIII, y, con el tiempo, se hizo Priora… De una gran devoción al Santísimo Sacramento, logró, que el Obispo de Lieja, Roberto de Thourotte, sacara en procesión el Santísimo Sacramento por las calles de la ciudad… Como todos los Santos, Santa Juliana tuvo que soportar algunas contradicciones, teniendo que abandonar en el año 1248 la comunidad de Monte Cornillón para refugiarse en Monasterios cistercienses femeninos… En una celda de uno de esos Monasterios falleció en el año 1258, estando el Santísimo Sacramento expuesto…

En Lieja había conocido a Santa Juliana el Canónigo Santiago Pantaleón de Court-Palais, quien, con todo y su origen humilde, llegó a ser Obispo de Verdún, luego Patriarca de Jerusalén —eran los tiempos de las cruzadas— y Papa, con el nombre de Urbano IV.  Durante su corto pontificado, instituyó para toda la Iglesia la Solemnidad del “Corpus Christi” en 1264, apenas seis años después de la muerte de Santa Juliana…

Desde sus inicios, la celebración de la Solemnidad del “Corpus Christi” revistió gran majestuosidad en toda Europa, especialmente también en los pueblos y ciudades de España… No solo los grandes señores, sino también los gremios de comerciantes y artesanos aportaban elementos de carácter popular, como danzas, autos sacramentales, comparsas de gigantes y cabezudos… De España, vino la celebración a América… también a Venezuela…

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