EL ALMA DE GREGORIO RIVERA
Es costumbre piadosa en Venezuela encargar Misas en sufragio por el alma de Gregorio Rivera para que aparezcan las cosas perdidas… ¿Cómo se originó esta costumbre? ¿Quién fue Gregorio Rivera? Se le debe a Don Tulio Febres Cordero —célebre escritor venezolano de finales del Siglo XIX y principios del Siglo XX— el relato titulado “El alma de Gregorio Rivera, que se desarrolla en la ciudad de Mérida, en el Siglo XVIII: Trata de Don Gregorio Rivera y Sologuren, quien, inflamado por sus celos, daba mala vida a su esposa Doña Josefa Ramírez de la Parra… Un día, ésta, después de verse amenazada de muerte por su esposo, se refugió en el Convento de Monjas Clarisas, donde tenía una tía y una hermana… La Madre Abadesa informó al Señor Vicario y Capellán del Convento, Pbro. Dr. Francisco de la Peña y Bohórquez, quien dio permiso a las Monjas de dar asilo a la señora… Pasaban los días, y Don Gregorio persistía con tenacidad en que debían entregarle a su esposa… Un día, el 5 de mayo de 1739, se encaminó al Convento de las Monjas Clarisas: “A los recios golpes que daba, contesta la Monja portera tras el torno. Don Gregorio le dice de mal talante que deseaba hablar personalmente con la Madre Abadesa. La portera, con el sobresalto del caso, pasa el recado, en momentos en que la Superiora se hallaba en la piadosa labor de vestir una imagen del Niño Jesús. Llena de angustia, dirígese a la portería, pero se devuelve del camino, sobrecogida por súbito presentimiento. En viendo Don Gregorio que la Abadesa excusaba presentarse, sale de la portería ciego de ira, lanzando terribles amenazas. Las Monjas hacen cerrar tras él las puertas, y se entregan a la oración. (…) Los pasos precipitados de Don Gregorio se oyeron resonar por algunos instantes en la solitaria calle, simultáneamente con el crujir de las cerraduras del Monasterio. Y sobrevino el silencio, ¡el silencio precursor del desastre!”. Se escuchó una detonación de arma de fuego… ¡Don Gregorio había asesinado al Vicario, Pbro. Dr. Francisco de la Peña y Bohórquez! Don Gregorio se dio a la fuga, pero transcurridas unas horas se entregó a la justicia…
Llevado a cabo el proceso, “breve y sumariamente, pues se trataba de un hecho cometido a plena luz del día, en el centro de la ciudad, confesado también por el mismo criminal”, “Don Gregorio fue conducido a caballo al lugar del suplicio, en la Plaza Mayor de Mérida, siendo allí fusilado y no ahorcado”.
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