III.1. El evangelio de Marcos nos presenta la primera actuación de Jesús después de haber llamado a los discípulos. Entran en Cafarnaún y después en la sinagoga. Este es un relato que forma parte de un conjunto teológico, formal y literario, que se conoce como la “jornada de Cafarnaún (1,21-3,6)”. El evangelio de hoy es digno de consideración y de reflexión porque casi siempre se ha leído de una forma neutral o insustancial. Pero esta escena tiene mucho de programa en el evangelio de Marcos. Cuando en Mc 1,14-15 se anunciaba el tiempo nuevo, es ahora cuando se va a describir por qué es verdaderamente nuevo y cuál es su alcance. Los personajes son la “gente” y un “endemoniado”, es decir, los sencillos y los oprimidos. No tendría sentido que tratemos de identificar la “patología” de este enfermo, porque yo considero que la “patología”, además de psicológica, viene a ser espiritual y teológica y, por lo mismo, no menos humana.
III. 2. Comienza en el día del sábado, dedicado al descanso para escuchar la palabra de Dios. Varias cosas debemos retener de esta narración: Jesús es invitado a comentar las Escrituras, y desde el comienzo, su enseñanza provoca la admiración, con toda seguridad por lo que dice. La gente le reconoce «autoridad» (exousía), cuando sabemos que Jesús no se había formado a los pies de un rabino, sino que todo lo sacaba de sí mismo, desde su experiencia interior. Ello pone de manifiesto que está en sintonía profética con Dios, y, por lo mismo, que se está cumpliendo lo previsto en el texto de Dt 18. Debemos entender que aquí la autoridad tiene ese sentido de fuerza profética que no se puede aprender en escuela alguna ni con ningún maestro de la ley. Al principio y al final del relato el coro de la gente se hace testigo de algo nuevo e inaudito. El “exorcismo”, como centro del relato, es la excusa “histórica” para que la gente respire con la llegada de este profeta a la sinagoga.
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