Desde Bagdad, el Papa ha viajado a primera hora de la mañana en avión hasta Nayaf. Al-Sistani es uno de los clérigos chiíes más influyentes, con millones de seguidores en todo el mundo.
El Papa ha arremetido en Irak contra la “proliferación de armas“ y las “turbias maniobras” del dinero al tiempo que ha pedido a los fieles de todas las religiones “transformar” el odio en “instrumentos de paz”. “Hostilidad, extremismo y violencia no nacen de un espíritu religioso; son traiciones a la religión. Y nosotros creyentes no podemos callar cuando el terrorismo abusa de la religión”, ha exclamado Francisco en su tercer discurso en el país.
El Pontífice ha viajado a primera hora de la mañana a Nayaf, donde le ha recibido el gran ayatolá Al Sistani, una autoridad religiosa muy respetada entre los chiíes, que contribuyó a la caída del Estado Islámico al invitar a los iraquíes a luchar en su contra en el 2014.
El encuentro de casi una hora ha sido privado y sin presencia de periodistas, pero el Vaticano ha informado de que el Papa ha agradecido a Al Sistani su apoyo y defensa a los más débiles y perseguidos en los difíciles años de guerra y terror. Después, el Papa se ha desplazado en helicóptero hasta Ur, una de las más antiguas e importantes ciudades sumerias, el lugar donde la Biblia explica que nació Abraham, patriarca que une a las tres religiones monoteístas: judíos, cristianos y musulmanes.
El Papa, que ha dedicado al diálogo interreligioso su segunda jornada en Irak, ha dejado claro que la “ofensa más blasfema es profanar su nombre odiando al hermano”.
Y ante líderes de varias confesiones ha señalado: “Nos toca a nosotros exhortar con fuerza a los responsables de las naciones para que la creciente proliferación de armas ceda el paso a la distribución de alimentos para todos. Nos corresponde a nosotros acallar los reproches mutuos para dar voz al grito de los oprimidos y de los descartados del planeta; demasiados carecen de pan, medicinas, educación, derechos y dignidad”.
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