Estamos llamados a vivir. Creados a imagen y semejanza de Dios, estamos destinados a la vida eterna. Dios nos quiere junto a si. Esta es la divina voluntad que choca constantemente con la condición ineludible de habernos creado libres.
Dios pone todo de su parte, hasta su propio Hijo, para que alcancemos el amor y la felicidad en plenitud. Son nuestras decisiones las que nos apartan o nos unen a Dios.
Para que haya libre decisión tienen que haber distintas opciones. Una de ellas no viene de Dios y, aparentemente, ofrece salud cuando, en verdad, genera enfermedad y muerte.
Todos hemos experimentado, a uno u otro nivel, las consecuencias de nuestras decisiones, pero ¡he aquí el Evangelio!: nadie está perdido, aún enfermo o muerto en vida, si confía en el Señor y,“levantándose”, comparte su gozo con los hermanos.
D. Amadeo Romá Bo O.P.
Fraternidad Sacerdotal de Santo Domingo