Mes: diciembre 2021

Comentario Bíblico. III Domingo de Adviento.Evangelio. Lucas (3,10-18): La alegría del compartir.

III.1. El evangelio es la continuación del mensaje personal del Bautista que ha recogido la tradición sinóptica y se plasma con matices diferentes entre Mateo y Lucas. Nuestro evangelio de hoy prescinde de la parte más determinante del mensaje del Bautista histórico (3,7-9), en coincidencia con Mateo, y se centra en el mensaje más humano de lo que hay que hacer. Con toda razón, el texto de los vv. 10-18 no aparece en la fuente Q de la que se han podido servir Mateo y Lucas. Se considera tradición particular de Lucas con la que enriquece constantemente su evangelio. No quiere decir que Lucas se lo haya inventado todo, pero en gran parte responde, como en este caso, a su visión particular del Jesús de Nazaret y de su cristología.

III.2. Por tanto, podemos adelantar que Lucas quiere humanizar, con razón, el mensaje apocalíptico del Bautista para vivirlo más cristianamente. En realidad es el modo práctico de la vivencia del seguimiento que Lucas propone a los suyos. Acuden al Bautista la multitud y nos pone el ejemplo, paradigmático, de los publicanos y los soldados. Unos y otros, absolutamente al margen de los esquemas religiosos del judaísmo. Lucas no ha podido entender a Juan el Bautista fuera de este mensaje de la verdadera salvación de Dios. Este cristianismo práctico, de desprendimiento, es una constate en su obra.

III.3. Nos encontramos con la llamada a la alegría de Juan el Bautista; es una llamada diferente, extraña, pero no menos verídica: es el gozo o la alegría del cambio. El mensaje del Bautista, la figura despertadora del Adviento, es bien concreto: el que tiene algo, que lo comparta con el que no tiene; el que se dedica a los negocios, que no robe, sino que ofrezca la posibilidad de que todos los que trabajan puedan tener lo necesario para vivir en dignidad; el soldado, que no sea violento, ni reprima a los demás. Estos ejemplos pueden multiplicarse y actualizarse a cada situación, profesión o modo de vivir en la sociedad. Juan pide que se cambie el rumbo de nuestra existencia en cosas bien determinantes, como pedimos y exigimos nosotros a los responsables el bienestar de la sociedad. No es solamente un mensaje moralizante y de honradez, que lo es; es, asimismo, una posibilidad de contribuir a la verdadera paz, que trae la alegría.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

12 de Diciembre. III Domingo de Adviento.

En aquel tiempo, la gente le preguntaba a Juan el Bautista: “¿Qué debemos hacer?” Él contestó: “Quien tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene ninguna, y quien tenga comida, que haga lo mismo”.

También acudían a él los publicanos para que los bautizara, y le preguntaban: “Maestro, ¿qué tenemos que hacer nosotros?” Él les decía: “No cobren más de lo establecido”. Unos soldados le preguntaron: “Y nosotros, ¿qué tenemos que hacer?” Él les dijo: “No extorsionen a nadie, ni denuncien a nadie falsamente, sino conténtense con su salario”.

Como el pueblo estaba en expectación y todos pensaban que quizá Juan era el Mesías, Juan los sacó de dudas, diciéndoles: “Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Él tiene el bieldo en la mano para separar el trigo de la paja; guardará el trigo en su granero y quemará la paja en un fuego que no se extingue”.

Con éstas y otras muchas exhortaciones anunciaba al pueblo la buena nueva.

Evangelio según san Lucas (Lc 3. 10-18)

Comentario Bíblico. “Una voz grita en el Desierto”, 5 de Diciembre. II Domingo de Adviento.

Introducción

El tiempo de Adviento es una introducción a todo el Año litúrgico y, en él, al conjunto de la vida cristiana ¿Cómo cumple este cometido? Estableciendo el marco temporal en el que acontece la celebración del misterio de la fe, que es en el que camina la Iglesia. Este marco es la convergencia en Jesucristo del pasado, del presente y del futuro; dimensiones que se entrecruzan en la vida creyente de manera enigmática pero real.

El Adviento, por tanto, no es solo un tiempo de preparación para la Navidad. Este es solo un aspecto. El Adviento prepara a la Iglesia y a los creyentes para que sepan vivir la fe en las condiciones históricas en las que se encuentran; es decir, que aprendan a vivir en el presente la actualidad y vigencia del ayer y que, simultáneamente, detecten la presencia del futuro definitivo en lo que acontece hoy.

En el horizonte del Adviento, la memoria se hace profecía y la profecía toma como fundamento la memoria. Estamos en la dinámica del binomio “promesa/cumplimiento”. Lo que sucedió ayer, y se ha cumplido, es la garantía de lo que sucederá. El que, tras ser anunciado, se hizo presente en la historia y en la carne (Jesucristo), es el mismo que, tal y como dijo, volverá rodeado de gloria. En esta lógica, la primera venida del Señor (Navidad), recordada y actualizada, es el raíz de la esperanza de su regreso definitivo (Parusía).

Ante esta situación histórico-salvífica planteada por el Adviento, las actitudes cristianas que se han de practicar responsablemente (y que ya no hay que dejar de lado a lo largo de todo el Año litúrgico) son dos: la conversión y la esperanza. Ambas muestran el dinamismo abierto y confiado de la vida creyente, que no cesará nunca mientras estemos en este mundo.

Fr. Vicente Botella Cubells O.P.
Convento de San Vicente Ferrer (Valencia)

5 de Diciembre. II Domingo de Adviento.

Evangelio según san Lucas (Lc 3,1-6)

En el año décimo quinto del reinado del César Tiberio, siendo Poncio Pilato procurador de Judea; Herodes, tetrarca de Galilea; su hermano Filipo, tetrarca de las regiones de Iturea y Traconítide; y Lisanias, tetrarca de Abilene; bajo el pontificado de los sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino la palabra de Dios en el desierto sobre Juan, hijo de Zacarías.

Entonces comenzó a recorrer toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de penitencia para el perdón de los pecados, como está escrito en el libro de las predicciones del profeta Isaías:

Ha resonado una voz en el desierto:
Preparen el camino del Señor,
hagan rectos sus senderos.
Todo valle será rellenado,
toda montaña y colina, rebajada;
lo tortuoso se hará derecho,
los caminos ásperos serán allanados
y todos los hombres verán la salvación de Dios.