Día: 10 de diciembre de 2022

11 de Diciembre. Comentario Bíblico. III Domingo de Adviento.

Introducción

Seguimos en Adviento, que es la alegre espera del nacimiento de Jesús. Cuanto más cerca de nosotros está el Señor, mayor es la alegría. Pero con la Palabra que nos trae hoy su presencia, viene también la inquietud de buscarlo, esperarlo, y hacerlo presente. Este es nuestro reto en Adviento.

Por eso, esta Palabra, que es Jesús, nos interpela hoy. ¿Qué contempláis en Adviento? ¿A quién  esperamos  y  hacemos presente? ¿Cómo puede  evangelizar  la alegría?

  • He aquí vuestro Dios. Viene en persona y os salvará. Decid a los inquietos: Sed fuertes, no temáis. Los dominan el gozo y la alegría. Quedan atrás la pena y la aflicción(Is 35,4.10)
  • Esperad con paciencia y fortaleced vuestros corazones, porque la venida del Señor está cerca.(St 5,7)
  • Id a anunciar lo que estáis viendo y oyendo: Los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y los pobres son evangelizados. ¡Dichoso quien no se escandalice de mí! (Mt 11,4-6)

¿Tienes tú y tiene el mundo actual,  necesidad de Jesús, el Salvador?

El Mesías que viene es el que evangeliza a los pobres, liberándolos y, devolviendo al ser humano la capacidad de ver, oír, conocer y amar la salvación. La paciencia y fortaleza, el gozo y la alegría, la liberación de los pobres, es posible, porque el Señor viene en persona,

Este domingo quiere despertar  en nosotros los sentimientos de alegría que produce saber que Cristo está cerca, y libera a los pobres de sus males.  Lo llamamos “Gaudete”, porque en él todo nos invita a regocijarnos, pero teniendo en cuenta, quien es la causa, especialmente para los más pequeños, débiles y sencillos.

Fray José Antonio Segovia O.P.
Real Convento de Santo Domingo de Scala Coeli

11 de Diciembre. III Domingo de Adviento.

Evangelio según san Mateo (Mt, 11,11,2-11)

En aquel tiempo, Juan se encontraba en la cárcel, y habiendo oído hablar de las obras de Cristo, le mandó preguntar por medio de dos discípulos: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”

Jesús les respondió: “Vayan a contar a Juan lo que están viendo y oyendo: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios de la lepra, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Dichoso aquel que no se sienta defraudado por mí”.

Cuando se fueron los discípulos, Jesús se puso a hablar a la gente acerca de Juan: “¿Qué fueron ustedes a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? No. Pues entonces, ¿qué fueron a ver? ¿A un hombre lujosamente vestido? No, ya que los que visten con lujo habitan en los palacios. ¿A qué fueron, pues? ¿A ver a un profeta? Sí, yo se lo aseguro; y a uno que es todavía más que profeta. Porque de él está escrito: He aquí que yo envío a mi mensajero para que vaya delante de ti y te prepare el camino. Yo les aseguro que no ha surgido entre los hijos de una mujer ninguno más grande que Juan el Bautista. Sin embargo, el más pequeño en el Reino de los cielos, es todavía más grande que él”.