Mes: mayo 2023

21 de Mayo. VII Domingo de Pascua ,Solemnidad de la Ascensión del Señor.

Evangelio según san Mateo (Mt 28,16-20)

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
«Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».

Comentario Bíblico. Evangelio (Mt 28,16-20): Yo estaré con vosotros siempre.

III.1. El evangelio de este día es el final del evangelio de Mateo y se quiere poner de manifiesto lo que Lucas ya nos ha expresado con la presentación de la «Ascensión»: es el momento de los discípulos, de sus seguidores, que tienen que llevar el evangelio allí donde Jesús no pudo ir: a todo el mundo. Desde lo alto de un monte, con todo el simbolismo que esto tiene en la Biblia, Jesús les otorga a los suyos un poder comunicador de salvación y de gracia.

III.2. El bautismo en su nombre, será por otra parte, el sacramento de iniciación de los que quieran llevar una vida nueva en este mundo. Mateo ya había elegido un monte para la enseñanza de Jesús que ha pasado a la historia como el «sermón de la montaña» (Mt 5-7). Con ello se quería ir más allá del monte Sinaí y de la ley del Antiguo Testamento, la ley del la Alianza. Para culminar la teología de una Alianza nueva dada en una enseñanza nueva, ahora Mateo, en Galilea, nos presenta al Resucitado corroborando, con un nuevo poder, lo que ya les había trasmitido en el sermón de la montaña.

III.3. Mas no podemos menos de resaltar que a la promesa de hacer discípulos en todo el mundo (aquí el evangelio de Mateo se hace absolutamente universalista), corresponde la promesa del mismo Jesús de estar con los suyos siempre. Muchos autores resaltan con razón que aquí se retoma el significado de “Emmanuel” (Dios con nosotros) como cumplimiento de la profecía de Is 7 y del anuncio a José (Mt. 1,23). Como el nombre que recibió fue Jesús, no concretamente “Emmanuel”, y Jesús significa “Dios salva”, quiere decir que la promesa se cumple porque la salvación de Dios con la humanidad no tendrá límites. Y esto, prometido al final, como Señor resucitado que tiene todo el poder, en el “monte”, es de una importancia teológica irrepetible.

Fray Miguel de Burgos Núñez – (1944-2019)

 

14 de Mayo. Comentario Bíblico. Evangelio de Juan (14,15-21): El Espíritu, nuestro “Defensor”

III.1. El evangelio de Juan prosigue con su discurso de revelación de la última cena. Se hace una conexión entre amor y mandamientos. Si amamos a Jesús estamos llamados a amarnos los unos a los otros, porque en la teología de Juan ese es el mandamiento nuevo y único que nos ha dejado para que tengamos nuestra identidad en el mundo. ¿Era eso nuevo? Era nuevo en la forma en que lo entendió Jesús: incluso hay que amar a los que nos odian; así seremos sus discípulos.

III.2. Para llevar adelante este mandamiento Jesús pedirá un «defensor», un ayudador: el Espíritu. Se nos vuelve a poner en línea abierta con la fiesta de Pentecostés que celebraremos tras dos domingos. El Espíritu de la verdad, no de una verdad abstracta, sino de la verdad más grande, de una verdad que el «mundo» odia, porque el mundo en San Juan es el misterio de la mentira, del odio, de las tinieblas. Probablemente se detecta aquí un dualismo un poco exagerado, pero es verdad que el mundo de la mentira existe y nos rodea frecuentemente.

III.3. Jesús promete no dejarnos huérfanos: El Espíritu es más fuerte que el mundo, como el amor y la verdad son más fuertes que el mundo, aunque nos parezca lo contrario. Si queremos vivir otra vida verdadera debemos fiarnos de Jesús que, desde el regazo de Dios como Padre, no se ha instalado allí, sino que enviándonos un Defensor nos conduce al mundo de la verdad, de la luz, del amor que reina en el seno de Dios.

III.4. El evangelio nos habla del “Paráclito” que Jesús promete a los suyos. El término griego parákletos (que significa “llamado”, del verbo griego kaleo, “llamar, interceder por”) tiene su origen en el mundo jurídico y designa a alguien que es llamado como defensor en un tribunal, un abogado en definitiva. Se sabe que los discípulos han de afrontar en el mundo una lucha. El autor del evangelio ya lo está viendo con sus ojos y por eso construye este discurso sobre el “Paráclito” que “estará con vosotros para siempre” (Jn 14,16). Es el Espíritu de la “Verdad”, que es una de las formas en que Jesús se ha presentado en este evangelio (14,6), un tema dominante de la catequesis joánica. Por lo mismo, el Espíritu vendrá a hacer lo que hacía Jesús mientras estaba con ellos.

III.5. ¿Qué sentido tiene todo este discurso? Pues que aunque falte Jesús, no nos faltará su Espíritu. Es una presencia nueva de Jesús, una presencia que viene después de la Resurrección y que no podemos dudar que existe y existirá. Y aunque no esté definida esa personalidad del Espíritu, como habrá de hacerse en la teología posterior, debemos estar abiertos a esta promesa de comunión y de vida. En este mundo nuestro de disputas interminables y de intereses muy humanos, tener un abogado “defensor” es como una necesidad para no estar desamparados. Los cristianos, por lo mismo, tienen el suyo y pueden apoyarse en él, porque es un “abogado de la verdad que libera” nuestras conciencias.

Fray Miguel de Burgos Núñez – (1944-2019)

14 de Mayo. VI Domingo de Pascua. Evangelio

Evangelio según san Juan (Jn 14. 15-21)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Si me aman, cumplirán mis mandamientos; yo le rogaré al Padre y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; ustedes, en cambio, sí lo conocen, porque habita entre ustedes y estará en ustedes.

No los dejaré desamparados, sino que volveré a ustedes. Dentro de poco, el mundo no me verá más, pero ustedes sí me verán, porque yo permanezco vivo y ustedes también vivirán. En aquel día entenderán que yo estoy en mi Padre, ustedes en mí y yo en ustedes.

El que acepta mis mandamientos y los cumple, ése me ama. Al que me ama a mí, lo amará mi Padre, yo también lo amaré y me manifestaré a él”.

7 de Mayo. Comentario Bíblico.Evangelio (Juan 14,1-12): El camino de la verdad y de la vida

III.1. El evangelio de hoy de Juan, es uno de los discursos de revelación más densos de su obra. Está inserto en el testamento de Jesús a los discípulos en la última cena, que es un relato muy particular de este evangelista. Es un discurso de despedida. Aquella noche, entiende Juan, Jesús comunicó a los suyos las verdades más profundas de su vida, de su existencia y de su proexistencia (existir para otro). Jesús se propone, se auto-revela, como el camino que lleva a Dios; se presenta igual a Dios, igual a Dios que es Padre. El centro del mismo es la afirmación de Jesús como «camino, verdad y vida».

III.2. Ya sabemos que el camino es para andar y llegar a una meta; la vida es para vivirla, gustarla y disfrutarla; la verdad es para experimentarla como bondad frente a la mentira, que engendra desazón e infelicidad. En el mundo bíblico la verdad (emet) no es una idea, sino una realidad que se hace, se realiza, se lleva a la práctica. En el mundo de la filosofía helenista puede que la verdad sea algo más ideológico. Camino, verdad y vida, pues, son cosas concretas que se viven, que se hacen, que se experimentan. Estas son cosas que todos buscamos en nuestra historia: queremos caminos que nos lleven a la felicidad; amamos la verdad, porque la mentira es la negación del ser y de los bueno; queremos vivir, no morir, vivir siempre, eternamente.

III.3. Nadie puede llegar al Padre sino por Jesús (“por mi”). Los hombres buscan a Dios, necesitan a Dios; pero no a cualquier Dios, sino el Padre. Jesús lo ha revelado de esa forma y en ello ha empeñado su palabra y su vida: ésta es su verdad. San Juan, pues, está afirmando que no es posible experimentar a Dios sino por medio de Jesús. Muchos ha hablado del absolutismo joánico, lo que llama la atención desde le punto de vista cristológico, ya que el Jesús de los evangelios sinópticos no se expresaba así. Estamos de acuerdo que esta manera de hablar depende de los catequistas y teólogos de la comunidad joánica, no de palabras o “logia” reales de Jesús de Nazaret. Este absolutismo joánico se explica porque en este momento de la cena, de la despedida, del testamento o última voluntad, Jesús está revelando todo en beneficio nuestro, en beneficio de los que “son de la verdad” (Jn 18,37), como dirá a Pilato en el momento de ser juzgado. Escuchar su voz, es confiar en su palabra de vida .

III.4. A Jesús, lo propone San Juan, con estos conceptos tan consistentes como el que puede liberarnos en nuestra existencia agobiada y, a veces, no menos esquizofrénica. Podemos decir que esta alta teología joánica sobre quién es Jesús para la comunidad cristiana, es una propuesta de fe; pero no una propuesta de experiencias abstractas, sino de las realidades que buscamos siempre y en todas partes. El es el camino que nos lleva a Dios como Padre, porque de otro forma hubiera seguido siendo un Dios “desconocido” para nosotros. No basta con decir Dios, sino que esa intimidad con el Padre lo hace accesible para siempre. La cristología de Juan, pues, se “abaja” en el misterio de la paternidad de Dios para que no estemos desamparados y sin confianza. Un Dios, padre, que también es madre, hace la teología más humana y, desde luego, la fe más terapéutica y espiritual. Jesús se atrevió más que nadie, y precisamente por ello es la verdad de nuestra existencia cristiana y la vida de nuestra experiencia de fe.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

7 de Mayo. V Domingo de Pascua.

Evangelio según san Juan (Jn 14, 1-12)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No pierdan la paz. Si creen en Dios, crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. Si no fuera así, yo se lo habría dicho a ustedes, porque ahora voy a prepararles un lugar. Cuando me haya ido y les haya preparado un lugar, volveré y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. Y ya saben el camino para llegar al lugar a donde voy”.

Entonces Tomás le dijo: “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?” Jesús le respondió: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mí. Si ustedes me conocen a mí, conocen también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto”.

Le dijo Felipe: “Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta”. Jesús le replicó: “Felipe, tanto tiempo hace que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces? Quien me ve a mí, ve al Padre. ¿Entonces por qué dices: ‘Muéstranos al Padre’? ¿O no crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que yo les digo, no las digo por mi propia cuenta. Es el Padre, que permanece en mí, quien hace las obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Si no me dan fe a mí, créanlo por las obras. Yo les aseguro: el que crea en mí, hará las obras que hago yo y las hará aun mayores, porque yo me voy al Padre”.