Mes: noviembre 2023

19/11/2023. Reflexiones sobre el Evangelio.

1ª) ¡El tiempo de la espera es el tiempo de la respuesta del hombre!

A cada uno según su capacidad. Los elementos narrativos nos permiten comprender la situación en la que está pensando Jesús y el evangelista. La descripción del tiempo de la espera, como el tiempo que lleva un largo viaje, manifiesta los dos estadios que la Iglesia ha de recorrer: el ya de la salvación y el todavía no de su manifestación acabada y definitiva. Jesús volverá de nuevo en su gloria y esa venida será definitiva. Esta es la convicción de la Iglesia en su tarea recibida de Jesús. Y esa es la realidad del mensaje de Jesús. Pero la vuelta gloriosa no tiene fecha prefijada y manifestada a los hombres; es un viaje al extranjero (para ser coronado rey y regresar después ya como rey, según la versión de Lucas). En el entretanto quiere que sus bienes fructifiquen. No es necesario entretenerse en la forma distinta de presentar el relato Mateo y Lucas: Mateo habla de tres siervos que reciben cantidades muy grandes y desiguales; Lucas habla de diez empleados que reciben una cantidad de menor valor y todos la misma. Estos son adornos embellecedores que nada cambian el mensaje. El entretanto es el tiempo de poner manos a la obra por parte del hombre. Y ha quedado para siempre un interrogante: ¿cuándo sucederá la vuelta de Señor? Sucederá con toda seguridad, pero más tarde. Mientras tanto es tiempo para la esperanza apoyada por la paciencia, la perseverancia y la constancia. El resto ya no está en nuestras manos. La humanidad no está abandonada. Alguien tiene un admirable proyecto para ella y vela por ella. El final del camino del hombre es el encuentro con el Rey glorioso que ha compartido con nosotros todo menos el pecado. Es necesario que los discípulos de Jesús seamos hoy testigos de esperanza, testigos de una gran esperanza que colma todos los anhelos del hombre cuando busca el sentido de su existir, la necesidad de felicidad y la plenitud de vida. El Evangelio es para nosotros y ahora. El día señalado por el Señor para su vuelta definitiva no puede ser encadenado en nuestra técnica, en nuestros cálculos ni en nuestras previsiones. Un camino abierto iluminado por la confianza plena en Aquel que no nos defrauda nunca.

2ª) ¡Fidelidad y respuesta coherente para alcanzar lo prometido!

Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo podo te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor. La hacendosidad apareció ya en la primera lectura proclamada hoy cuando se hace el elogio de la mujer prudente y dirigida por la sabiduría. Allí tenía un sentido sapiencial, es decir, cómo conseguir un comportamiento correcto en esta vida con coherencia y con sentido. Ahora Jesús abre otra perspectiva. La fidelidad y la hacendosidad son para poder entrar en el banquete, en la fiesta definitiva. Jesús inyectó en el corazón de los hombres una nueva y ambiciosa perspectiva. No se trata sólo de llevar una vida correcta en este momento de la historia, sino de relacionar esta conducta con una gran esperanza. Obsérvese que las palabras que dirige el rey a sus empleados con coincidentes y las mismas para el que recibió cinco talentos y para el que recibió dos. Porque el mensaje de la parábola no es ofrecer cantidades, sino advertir de la necesidad de ponerse a trabajar con los dones de Dios con la mirada puesta en la meta final de la esperanza, o mejor, hacer de la esperanza del final un acicate, un aliciente y un compromiso para el presente: fidelidad y realización de la propia tarea. El resto está en manos del Señor que dirige la historia con sabiduría, ponderación y amor generoso. Hoy como ayer es necesario que los discípulos de Jesús ofrezcan al mundo signos de su auténtica esperanza que alcanza al hombre en su realidad humana mostrando los signos creíbles de una tarea exigente a fin de comenzar a establecer el reino en el tiempo, como primicias de la plenitud final, pero primicias convincentes. La esperanza del fin tiene fuerza suficiente para transformar el mundo. Pero es necesario que hoy se siga ofreciendo en fidelidad y autenticidad. Compartir con los hombres sus alegrías y sus esperanzas, así como sus fracasos, sufrimientos y desconciertos, es una forma excelente de hacer creíble la esperanza cristiana a los hombres de nuestro tiempo. El compromiso por la paz, la dignidad, la solidaridad y la comunión de todos los hombres en todos los bienes de la tierra (espirituales, culturales y materiales) es una forma tangible y visible para hacer presente, de alguna manera, lo que será el reino en su etapa final.

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
(1937-2019) Dominicos.

19 Noviembre 2023. XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario.

Evangelio según san Mateo (MT 25 , 14-15. 19-21)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos se parece también a un hombre que iba a salir de viaje a tierras lejanas; llamó a sus servidores de confianza y les encargó sus bienes. A uno le dio cinco talentos; a otro, dos; y a un tercero, uno, según la capacidad de cada uno, y luego se fue.

Después de mucho tiempo regresó aquel hombre y llamó a cuentas a sus servidores. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: ‘Señor, cinco talentos me dejaste; aquí tienes otros cinco, que con ellos he ganado’. Su señor le dijo: ‘Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor’.

XXXII Domingo del Tiempo Ordinario. Comentario Bíblico.

Evangelio (Mateo 25,1-13): La actitud frente a la felicidad eterna

El evangelio, texto exclusivo de Mateo, nos propone la parábola de las vírgenes necias y las prudentes . No siempre hemos logrado penetrar adecuadamente en su sentido, ya que la narración está recargada de significados específicos diversos. Se habla de “diez’, quizás porque era el número exigido para la calidez de la plegaria en la sinagoga o fuera de ella. Por lo mismo se apunta, o precisa el autor del evangelio de Mateo, que es una parábola de sesgo comunitario a todos los efectos. Incluso la boda, con toda su significación bíblico-mesiánica, es útil para enmarcar el punto final: la llegada o venida del esposo. Sin esposo no hay boda ni nada lamento de sus amigas, en este caso vírgenes, lo que quiere decir simplemente “no casadas” y que también un día serán desposadas. Entre tanto, acompañan a su amiga a lo más importante de su vida pero, sin el esposo, nada tiene sentido. Algunos autores han apuntado a las interpretaciones rabínicas del Cantar de los Cantares que ven en el coro de las “hijas de Jerusalén” el grupo de los discípulos que llevan en sus manos la luz de la “Thora” y vigilan la llegada del Mesías. El aceite era en el judaísmo, además, el signo de las buenas obras, así como de la alegría de la acogida (Sal 23,5; 104,15; 133,2) e incluso de la unción mesiánica (Sal 45,8; 89,21).

Jesús, en ella, se vale del marco de una fiesta de bodas para hablar de algo trascendental: la espera y la esperanza, como cuando la novia está ardiendo de amor por la llegada de su amado, de su esposo. Pero los protagonistas no son ni el novio (lo será al final de todo), ni la novia, en este caso, sino las doncellas que acompañaban a la novia para este momento. Eso quiere decir que ellas se gozaban en gran manera con este acontecimiento, como si ellas mismas estuvieran implicadas, tanto como la novia, y sin duda la narración da a entender que debían estarlo; pero para este acontecimiento de amor y de gracia hay que estar preparados, o lo que es lo mismo, deben abrirse a la sabiduría; el júbilo que se respiraba en una boda como la que Jesús describe es lo propio de algo que alcanza su cenit en la venida del esposo.

La iglesia primitiva ha alegorizado, sin duda, la propuesta de Jesús en razón precisamente de la “parusía” que no llegaba, pero que podía llegar en cualquier momento. Este es un problema muy discutido. La frustración en la primera o segunda generación cristiana, sobre la llegada de la “parusía” o el fin del mundo, es decir, la plenitud del Reino de Dios, no se ha resuelto adecuadamente (solamente en Lucas tenemos una enseñanza más acorde con el retraso de la parusía). Por ello, la diez vírgenes son representación de una comunidad, de la comunidad cristiana. ¿Habría aceite en las lámparas para ese momento? En definitiva ¿habría sabiduría) Así es como se enlaza con el sentido de la primera lectura, que como dijimos, marca la pauta de la liturgia de hoy. Sabernos que esta es una parábola de “crisis”, no para atemorizar; sino para mantener abierta la esperanza a esa dimensión tan importante de la vida.

Entonces, ¿qué es la parusía? ¿qué significa el fin del mundo) (lo veremos mejor cl próximo domingo). Lo importante es estar preparados para la venida del esposo, el personaje que se hace esperar. Se habla de una “presencia” (que eso significa “parusía) ante los que esperan. Por tanto, no es cuestión de entender el terna en términos cósmico-físicos, sino de cómo nos enfrentamos a lo más importante de nuestra vida: la muerte y la eternidad: ¿con sabiduría? ¿con alegría? ¿con aceite, con luz? ¿con esperanza? Este mundo puede ser “casi” eterno, pero nosotros aquí no lo seremos. Estamos llamados a una “presencia de Dios” (parusía) y eso es como unas bodas: debemos anhelar amorosamente ese momento o de lo contrario seremos unos necios y no podremos entender unos desposorios de amor eterno, de felicidad sin límites.

Fray Miguel de Burgos Núñez . (1944-2019)

12 de Noviembre. XXXII Domingo del Tiempo Ordinario. Evangelio.

Evangelio según san Mateo (Mt 25, 1-13)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos es semejante a diez jóvenes, que tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco, previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron cada una un frasco de aceite junto con su lámpara. Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.

A medianoche se oyó un grito: ‘¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!’ Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras: ‘Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando’. Las previsoras les contestaron: ‘No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras. Vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo’.

Mientras aquéllas iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor, señor, ábrenos’. Pero él les respondió: ‘Yo les aseguro que no las conozco’.

Estén pues, preparados, porque no saben ni el día ni la hora”.