Tema general de este Domingo: dificultades con que se encuentran los mensajeros de Dios, incluso entre los más cercanos.
Marco: es el final de la segunda sección de la primera parte. Toda la primera parte (Mc 1,1-8,27ss) se centra en la actividad de Jesús, el Mesías, por Galilea; la primera sección se terminaba con estas incomprensibles y desconcertantes palabras: “los fariseos y los del partido de Herodes, se reunieron para estudiar el modo de matar a Jesús” (Mc 3,6); Jesús decide retirarse hacia su patria y esta segunda sección termina con el fragmento que proclamamos hoy: “Jesús estaba sorprendido de la falta de fe de aquella gente” (Mc 6,6). Marcos narra con un estilo muy directo y característico, indicando descarnadamente las actitudes de los que le rodean con lo que quedan al descubierto con toda su crudeza. Léase el paralelo de Lc 4,16-30 y Mt 13,53-58 para saborear las coincidencias y diferencias narrativas de un mismo acontecimiento.
1ª: ¡Asombro de sus paisanos por el contenido y estilo de su enseñanza!
¡El sábado empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: ¿De dónde saca todo esto? Estos interrogantes podrían parecernos inverosímiles. ¿No había pasado 30 años en Nazaret? ¿No había participado con sus paisanos en el culto sinagogal, en el trabajo, en los encuentros frecuentes de buen vecindario? ¿Y no captaron ni intuyeron quién podría ser Jesús? Esta escena, como otras muchas que aparecen en el relato evangélico en general, y en el de Marcos en particular, muestra que no es fácil llegar a comprender a Jesús. Su personalidad humana intachable y cercana escondía otra realidad profunda que era necesario descubrir. ¿Entendían los nazaretanos que Jesús era un profeta? En todo caso la actuación del Maestro desbordaba la visión y comprensión que de él se habían formado. Uno de los hilos más firmes del tejido narrativo y teológico de Mc es la insistente pregunta ¿tú, quién eres? Y Marcos trata de ofrecer a sus lectores la respuesta adecuada. Jesús siempre es cercano y desconcertante a la vez, porque no podía ser de otra manera. Entonces y ahora, sigue siendo un interrogante para el hombre actual. ¿Qué significa Jesús para el hombre moderno? ¿qué significa la singularidad y la universidad de Jesús? ¿es verdad que Jesús es a la vez único y universal? Marcos, en su catequesis evangélica, trata de responder a estas preguntas urgentes. Y lo mismo intentaron hacer los otros evangelistas.
2ª: ¡Del asombro al desprecio y a la incredulidad!
No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa… Y se extrañó de su falta de fe. Este dicho de Jesús, cuya autenticidad está fuera de toda duda, es sorprendente y tajante. Ha llamado siempre la atención de los lectores y predicadores así como de los comentaristas. ¿No son los profetas los enviados especiales del Dios Salvador? ¿No son los profetas los intérpretes auténticos y autorizados de la voluntad de Dios para ser aplicada en el desarrollo concreto de la historia? Ciertamente a partir de este encuentro con sus paisanos, Jesús se retira hacia el norte, si nos atenemos al relato de Marcos que es el cañamazo para Mateo y Lucas, acompañado de sus discípulos a quienes sigue instruyendo. Este itinerario, que parece una retirada, culminará con la solemne confesión de Cesarea de Filipo. En el proyecto del evangelio de Marcos este encuentro de Nazaret es esencial y fundamental. Revela dos niveles de acercamiento a Jesús: el natural y movido por intereses humanos y el de su misión movido por otras motivaciones más profundas y universales. Jesús no ha venido al mundo entretenerse en la solución de los problemas de sus paisanos, sino para llevar adelante un plan de salvación para todos los hombres. Ayer como hoy, los verdaderos profetas no son bien acogidos entre los más cercanos. Ayer como hoy, los mensajeros del Evangelio han de estar impulsados por la apertura a todos los hombres de toda raza, condición social o cultura. El Evangelio es para todos los hombres encuentren donde se encuentren. Y es necesario reflejarlo en la misión tanto en el plano de la proclamación como en el del compromiso real y el testimonio vivo en todos los estamentos de la sociedad.
Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
(1937-2019)