¿Qué actitud debemos tener ante el Hijo del Hombre que viene sobre todo en los más desfavorecidos?
Estar alerta, en vela, preparados, vivir despiertos y vigilantes, muy atentos al Hijo del hombre que se manifiesta en los signos de nuestra época. ¿Por qué esta advertencia a la alerta? Seguramente porque en la comunidad a la que va dirigido el evangelio de Mateo los seguidores de Jesús no estaban vigilantes y preparados con una vida de discipulado fiel y activo. Eso nos puede pasar a nosotros. Uno se hace fácilmente el olvidadizo de las miserias que hay en el mundo y en nuestro entorno y miramos para otro lado o pasamos de largo. Los gemidos de los que sufren se nos hacen cada día más lejanos e imperceptibles. A los cristianos se nos apaga el fuego inicial de nuestra fe y fácilmente nos dormimos en la despreocupación. Por otra parte, hay que estar muy atentos a esta sociedad de consumo y al tipo de ser humano que reina en ella. No es fácil ver su enormes injusticias, porque todo lo que ella realiza se nos va haciendo “natural”, normal, con lo que se adormece nuestra capacidad crítica y rebelde contra las grandes y crueles inhumanidades que ella genera.
¿Por qué esperar al Hijo del hombre?
Porque, si queremos que las cosas marchen de otra manera en nuestra tierra, el modelo de ser hombre que Jesús inauguró es la solución que el Dios padre, justo y salvador nos da gratuitamente. Ya se ha demostrado que las soluciones que nos ofrecen los ricos y poderosos a través de nuestro modelo humano, basado en valores económicos y biopsíquicos, es cruel con muchas personas de nuestro mundo, porque las deja sumidas en el dolor, la pobreza y toda clase de sufrimientos. El Hijo del hombre se presenta como el modelo alternativo de ser humano. Las espadas y las lanzas –que eran hechas por la tecnología que había en tiempos de Isaías– estaban llamadas por el profeta a convertirse en arados y podaderas para la producción de alimentos. La poderosísima tecnología actual también está llamada por el Hijo del hombre a paliar el sufrimiento de los millones de seres humanos que ahora lo padecen, y no al enriquecimiento desorbitado de unos pocos, o a provocar guerras crueles en zonas ricas e indefensas del planeta.
Baldomero López Carrera
Laico Dominico