Este es mi Hijo amado, escuchadlo.

Este es mi Hijo amado, escuchadlo

Celebramos hoy la fiesta del bautismo de Jesús, para iniciar su vida pública, anunciado la Buena Noticia del Reino de Dios. Contemplaremos cómo el Espíritu desciende sobre Jesús, y el Padre lo proclama como su Hijo amado, preferido, a quien hemos de escuchar para participar del Reino de Dios.

A nosotros el bautismo nos ha convertido en criaturas nuevas, hijos adoptivos de Dios; recibimos también una doctrina que profesar y una forma concreta de vivir. Tratemos pues, de renovar nuestra fe y descubrir por la fuerza del Espíritu el auténtico camino liberador del pecado, pasando por la vida haciendo el bien, una vez descubierto que el Reino de Dios está dentro de nosotros.

Fray Manuel González de la Fuente

Lectura del libro de Isaías 42, 1-4. 6-7

Así dice el Señor:
«Mirad a mi siervo, a quien sostengo;
mi elegido, a quien prefiero.
Sobre él he puesto mi espíritu,
para que traiga el derecho a las naciones.
No gritará, no clamará,
no voceara por las calles.
La caña cascada no la quebrará,
el pábilo vacilante no lo apagará.
Promoverá fielmente el derecho,
no vacilará ni se quebrará,
hasta implantar el derecho en la tierra,
y sus leyes que esperan las islas.
Yo, el Señor, te he llamado con justicia,
te he cogido de la mano,
te he formado, y te he hecho
alianza de un pueblo, luz de las naciones.
Para que abras los ojos de los ciegos,
saques a los cautivos de la prisión,
y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas.»

Con la fiesta del Bautismo del Señor que celebramos en el segundo domingo de Enero se cierra el tiempo de Navidad para introducirnos en la liturgia del tiempo ordinario. En la Navidad y Epifanía hemos celebrado el acontecimiento más determinante de la historia del mundo religioso: Dios ha hecho una opción por nuestra humanidad, por cada uno de nosotros, y se ha revelado como Aquél que nunca nos abandonará a un destino ciego y a la impiedad del mundo. Esa es la fuerza del misterio de la encarnación: la humanidad de nuestro Dios que nos quiere comunicar su divinidad a todos por su Hijo Jesucristo.