Iglesia 17 de febrero 2016 – 02:18 pm
SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS (ACI).- La localidad mexicana de San Cristóbal de las Casas, en el estado de Chiapas, vivió este lunes una jornada histórica que le será muy difícil de olvidar.
El Papa Francisco visitó la localidad para celebrar la Santa Misa en el Centro Deportivo municipal con las comunidades indígenas y en su homilía alertó contra la cultura del descarte que ha despojado al mundo de sus riquezas. En la Misa se emplearon cinco idiomas nativos: Tseltal, Ch´ol, Tojolabal, Zoque y Tsotsil, ésta última es la lengua nativa más hablada en Chiapas y la que usó el Papa al inicio de su homilía. Estas lenguas son habladas cada una por poco más de un millón de personas, según el último censo de México. La primera lectura fue leída en Ch´ol, el salmo en Tsotsil y castellano, el Evangelio en Tseltal y el Padre Nuestro fue cantado en Tsotsil. Además Al final de la Santa Misa, el Papa Francisco entregó el decreto de autorización del uso de lenguas indígenas en la liturgia. Según datos oficiales, para la celebración se repartieron 100 mil boletos totalmente gratuitos, de los cuales 10.000 fueron a parar a las comunidades indígenas locales y 7.600 para etnias de todo el país. La Misa contó con un coro de 350 niños tsotsil de la comunidad de Acteal y unos 200 mariachis tsotsiles, así como dos bandas de niños de la comunidad mixe de Oaxaca. Junto a todos ellos, un conocido cantante de México, Reyli Barba, interpretó “Qué bueno que llegaste” en tsotsil, dedicada al Papa y preparada en el Encuentro Nacional con Indígenas de octubre de 2015. Parte de la música fue interpretada por tres grandes marimbas tocadas por cuatro mujeres y cuatro hombres cada una. El altar dispuesto para la ocasión es una reproducción de la catedral de San Cristóbal y en él se han podido comprobar la belleza de los ornamentos litúrgicos preparados por los indígenas con sus típicas decoraciones geométricas de pirámides, flores, animales, etc. El Pontífice utilizó una Mitra, casulla y el báculo con motivos indígenas y en lugar de usar el incensario común empleó un sahumerio de barro.
La homilía
En la homilía, el Pontífice recordó lo que decía el salmo responsorial que se proclamó en la celebración, “la ley del Señor es perfecta”. “Esa es la ley que el Pueblo de Israel había recibido de mano de Moisés, una ley que ayudaría al Pueblo de Dios a vivir en la libertad a la que habían sido llamados”, indicó. “El alba sobrevino para los pueblos que una y otra vez han caminado en las distintas tinieblas de la historia”, añadió Francisco. “En esta expresión, hay un anhelo de vivir en libertad, hay un anhelo que tiene sabor a tierra prometida donde la opresión, el maltrato y la degradación no sean la moneda corriente. Además, “en el corazón del hombre y en la memoria de muchos de nuestros pueblos está inscrito el anhelo de una tierra, de un tiempo donde la desvalorización sea superada por la fraternidad, la injusticia sea vencida por la solidaridad y la violencia sea callada por la paz”. El Papa explicó que esto se cumple en Jesucristo porque “en Él vemos cómo esa ley perfecta toma carne, toma rostro, toma la historia para acompañar y sostener a su Pueblo; se hace Camino, se hace Verdad, se hace Vida, para que las tinieblas no tengan la última palabra y el alba no deje de venir sobre la vida de sus hijos”. También habló de la creación como casa común de todos los hombres y denunció que “hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla”. “La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes”. “Ya no podemos hacernos los sordos frente a una de las mayores crisis ambientales de la historia”, pidió a los miles de fieles que le escucharon. Francisco alabó a la relación que los pueblos indígenas tienen con la naturaleza y recordó que muchas veces no han sido comprendidos por la sociedad. “Algunos han considerado inferiores sus valores, su cultura y sus tradiciones. Otros, mareados por el poder, el dinero y las leyes del mercado, los han despojado de sus tierras o han realizado acciones que las contaminaban. ¡Qué tristeza! Qué bien nos haría a todos hacer un examen de conciencia y aprender a decir: ¡Perdón! El mundo de hoy, despojado por la cultura del descarte, los necesita”.
Al concluir, el Santo Padre destacó que “celebramos que Jesucristo sigue muriendo y resucitando en cada gesto que tengamos con el más pequeño de sus hermanos”. Antes de concluir la Eucaristía se realizó una alegre danza ritual que fue acompañada por todos los asistentes con alegría y sobriedad.
Después de la Misa y antes de abandonar el lugar, algunos representantes de las comunidades indígenas agradecieron a Francisco su cariño y atención. “Gracias por la confianza de estar con nosotros, por aumentar nuestra fe en Dios, por la forma en que nos enseñas. Aunque muchas personas nos desprecian, tú has querido visitarnos y nos has tomado en cuenta, como la Virgen de Guadalupe a San Juan Dieguito”, dijeron. Como regalo le dieron la Biblia traducida al tseltal y tsotsil. Antes de despedirse, el Santo Padre pidió, como suele hacer: “por favor les pido no se olviden de rezar por mí”