“ Dadles vosotros de comer ”
Las lecturas de este día giran en torno a la compasión. El Dios revelado en la Biblia es un Dios apasionado y compasivo. Dios se “compadece” con la persona humana porque la ama, “padece con” el ser humano, roto, desahuciado, humillado, sin esperanza y necesitado.
La lectura de Isaías (Is. 55,1-3), forma parte del denominado “Libro de la consolación”, en este poema el profeta intenta levantar los ánimos de los desterrados con la esperanza de la inminente vuelta a su tierra. La compasión se muestra con una sencilla imagen: Un vendedor ambulante que ofrece su mercancía, trigo, agua, vino y leche, a hombres hambrientos y sedientos. Esos productos son para todos, son gratuitos; el único requisito exigido es tener necesidad de comer y beber.
Pablo en la carta a los Romanos (Rom. 8,35.37-39) nos invita a la confianza inquebrantable en el amor de Dios, que es el fundamento de nuestra seguridad. Dios compadeciéndose nos sostiene y fortalece frente a las vicisitudes de la vida.
La compasión es presentada en el Evangelio (Mt. 14,13-21) como signo de que el Reino de Dios ya ha llegado. La compasión es parte fundamental del Reino al dar gratuitamente lo que uno tiene. Así el milagro de la multiplicación de los panes es una “señal” de la vida que ha venido a traer Jesús al mundo. Una vida abundante. El número doce seguramente se relaciona con los discípulos que no son los dueños, sino los distribuidores del pan.
En este día, 2 de agosto, los dominicos recordamos la figura de Juana de Aza, madre de Santo Domingo. La gente recuerda de ella su compasión, misericordia y generosidad con los más necesitados. Las puertas de su casa siempre estaban abiertas. La sensibilidad, la ternura y la compasión vividas por su madre serán luego las características de la personalidad de Domingo.
Fray Edgardo César Quintana O.P.
Casa Ntra. Sra. del Rosario (Montevideo)