Roma, Son las 4:06 de la mañana del día de mañana. Probablemente ya está despertando o ya despertó Jorge Mario Bergoglio un día más, y a cargar con la pesada cruz que tiene a sus espaldas. ¿Cómo habrá pasado la noche? ¿Habrá podido dormir? Lo más probable es que le habrá hecho ruido la cita bíblica con la que termina el Evangelio de hoy:
«Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá».
Imagínate, querido lector, lectora por una noche ponerte estar en los zapatos del Papa Francisco, y con todos los problemas del mundo, preocupado por los disturbios en Chile, la persecución de los cristianos en China, el aumento de mortandad a causa de la pandemia, los ataques al Interno de los ultra católicos que lo desprecian, la incomprensión también de los progresistas y liberales que lo manipulan y malinterpretan a su antojo y para colmo las peticiones de un líder bananero que le exige disculpas de lo acontecido hace 500 años, por menos que eso… cualquiera de nosotros nos habríamos vuelto locos de tanto estrés y presión.
Y sin embargo, ahorita ya 4:15 de la mañana, hora de Roma, del jueves 22 ya ha de estar en oración, por el mundo, por la Iglesia y por si mismo para que la luz del Espíritu Santo lo ilumine y sus palabras sean luz y guía para el mundo que ahora cree todo menos la Verdad.
El presente escrito no busca ser una apología y defensa exhaustiva del Papa Francisco, hay personas mucho más capacitadas para defenderlo, y hay más aún para juzgarlo, tanto ultraconservadores como progresistas lo han juzgado y condenado o manipulado a su conveniencia.
Más bien la intención de estas breves palabras amigo, amiga lector, es invitarte a tener un poco de Empatía, por este líder espiritual cuyo único delito es cargar la Cruz, siguiendo los pasos de Cristo el eterno incomprendido,
Ese Jesús que amargamente se quejaba un día diciendo:
¿A qué compararé la gente de este tiempo? Se parece a los niños que se sientan a jugar en las plazas y gritan a sus compañeros:
Tocamos la flauta, pero ustedes no bailaron; cantamos canciones tristes, pero ustedes no lloraron.”
Porque vino el Papa Benedicto que era austero, sabio y ordenado y dijeron este es un nazi, inquisidor y hierático. Un insensible y arrogante alemán.
Y vino Francisco y dijeron que predica de misericordia y comprensión, y dicen este es un hereje, amigo de publicanos, homosexuales y gente de mal vivir.
En realidad amigo lector puede ser que estés tu enojado, o contento con lo que se dice del Papa, y hayas ya hecho un juicio a favor o en contra, lo que si te diré es qué en cuanto sus declaraciones él no ha tergiversado la enseñanza moral católica, solamente pide que a las personas que se consideran homosexuales no se les discrimine o aparte de la familia, sino que se les trate como personas.
Pero vivimos tiempos relativistas, donde cada quien buscaremos entender lo que queramos, y algunos juzgaremos u otros malinterpretáremos con tal de obtener algún beneficio o alguna ganancia.
De cualquier forma, creo que aún cuando lo ataquemos o alabemos, Francisco ahorita estará orando por nosotros, por si mismo y por la Iglesia, y aunque muchos lo descalifiquen o quieran ver su ruina o manipularlo a su antojo, lamentó informar que no van a poder. Porque Francisco sabe que su fuerza no está en la sabiduría de sus propias palabras, su fuerza le viene del Espíritu Santo.
“Al que mucho se le da mucho se le exige… y al que mucho se le confíe se le pedirá mucho más” Francisco es consciente de ello, y se encuentra como oveja en medio de lobos que lo quieren despedazar. Pero es valiente, porque pese a ello, no dejará de cargar la Cruz de la incomprensión al interno y fuera de la Iglesia. Sabe que sus palabras son medidas, pesadas e Interpretadas para bien o para mal, ¿cómo sabremos si ha sido sensato o no? “Por sus obras, los conocerán”
Mientras tanto, de corazón yo deseo que el Papa Francisco haya pasado una buena noche, haciendo lo que hizo San Juan XXIII cuando no podía dormir:
“Francisco, ¿quién gobierna la Iglesia, tu o el Espíritu Santo? El Espíritu Santo obvio, entonces Duerme Francisco, duerme…”
Escrito por Pbro. Alex Vacio