Los fariseos y doctores de la Ley sentían que la actitud espiritual de Jesús no coincidía con su legalismo religioso. En cambio la disponibilidad auténtica y la buena voluntad de este escriba suponen ya la fe, de la misma manera que la insinceridad, por el contrario, sólo hace que el hombre se adhiera a una religiosidad que no está enraizada en su corazón. Meditando en el diálogo que nos ofrece el Evangelio de este domingo, hemos de concluir, que las palabras de Jesús conmovían profundamente, y que no podían ser escuchadas con pasividad. El relato concluye diciendo que “Nadie se atrevió a hacerle más preguntas”.
Escuchar a Jesús es abrirnos al misterio de la vida, que no es otro que el misterio del Amor. Sin amor a Dios, a su creación y a sus criaturas, nuestra vida está condenada a la resequedad del corazón y la esterilidad en las obras. Ante el llamado de Dios no hay intermediarios, ni teólogos, ni moralistas que valgan: es necesario que aprendamos a escuchar la voz silenciosa de Dios que habla en la profundidad de nuestro corazón. No confundamos el amor a Dios con los ritos: ¡no hay amor verdadero sin obras!
CANTAREMOS:
- ENTRADA:
- El Señor es mi fuerza……………………..80
- Señor ten piedad-Gloria-Aleluya
- Antífona
- OFERTORIO:
- Este es el momento………………………73
- Santo-Padre nuestro-La Paz
- Cordero de Dios
- COMUNIÓN:
- Vaso nuevo……………………………….221
- El pueblo de Dios………………………….87
- DESPEDIDA:
- Viva Cristo………………………………..218