Glorioso sábado

Glorioso sábado

Julio César Arreaza B

La Gran Vigilia Pascual que celebraremos esta noche santa conduce a la fiesta mayor de la Iglesia: la Pascua de Resurrección, el día que El Señor venció a la muerte, tiempo sin igual, de gracia fortalecedora y renovadora de nuestra fe en El Redentor y en nuestra Salvación. Jesús al resucitar hace posible la resurrección de todos nosotros que éramos cuerpos mortales.

La Resurrección marca el momento más trascendente de la Historia: el tiempo se dividirá en antes y después de la Resurrección del Señor. Reflexionemos en esta noche de gracia sobre el trascendente significado de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Morimos con Él al pecado y resucitaremos con Él a la vida. Ya no somos seres para- la- muerte sino para- la- vida.

Este sábado glorioso triunfa el Señor sobre el pecado y la muerte, con su triunfante Resurrección.

La Vigilia Pascual nos introduce en el domingo más importante de la historia: el Domingo de la Pascua de Cristo. El paso de la vida a la muerte. De la esplendorosa noche de pascua nacen la alegría, la luz y la paz de Cristo que se extienden a toda la comunidad cristiana y llegan a todos los intersticios del espacio y del tiempo.

La Resurrección de Cristo abre el Cielo para nosotros, nos da una nueva vida, las posibilidades de encarnar, si así lo decidimos, el auténtico hombre nuevo y nos da razones para vivir y esperar. Él es el camino, la verdad y la vida.

Meditemos en esta noche santa sobre el inmenso amor de Dios hacia nosotros, preguntémonos y respondámonos qué hacemos aquí, para qué nacimos y qué misión venimos a cumplir.

Concédenos Señor el espíritu para recibir siempre con gozo lo bueno y soportar con paciencia lo malo. Enséñanos a privarnos de lo superfluo y a compartir lo nuestro con todos los demás.

Qué noche tan dichosa la de esta noche en la que se une el cielo con la tierra, lo humano y lo divino. Esta noche santa de gracia es clara como el día, ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la salud a los enfermos, la alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la concordia y doblega a los poderosos. Qué la luz de Cristo, resucitado y glorioso, disipe las tinieblas que inundan nuestro corazón y nuestro espíritu.

Le pedimos a Cristo que aumente nuestra fe para que nunca dudemos de su misericordia. En su resurrección la noche ha brillado como el día, la noche es más clara que el mediodía, más luminosa que el sol, más blanca que la nieve, más brillante que las antorchas y más dulce que el paraíso. Esta noche que no conoce tiniebla, se nos aleja el sueño y velamos junto a los ángeles de Dios, noche pascual que espanta a los demonios, esperada durante un año.

@JulioCArreaza