Autor: alberto

Año Litúrgico

El año litúrgico está formado por seis estaciones o tiempos:

  • Adviento – las cuatro semanas de preparación al nacimiento de Jesús
  • Navidad – recordar el nacimiento (la Natividad) de nuestro Señor Jesucristo y su manifestación a todos los pueblos de la tierra
  • Cuaresma – un período de seis semanas de penitencia antes de la Pascua
  • Sagrado Triduo Pascual – los tres días más sagrados del año de la Iglesia, en el que el pueblo cristiano recuerda la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo
  • Tiempo Pascual – 50 días de celebración gozosa por la resurrección del Señor de entre los muertos y su envío del Espíritu Santo
  • Tiempo Ordinario – dividido en dos secciones (una parte de 4 a 8 semanas después de la Navidad y otra que dura cerca de seis meses después del Tiempo Pascual), durante este tiempo los fieles consideran todas las enseñazas y obras de Jesús con el pueblo

El misterio de Cristo, desarrollado a través del ciclo anual, nos llama a vivir su misterio en nuestras propias vidas. Este llamado se ilustra mejor en las vidas de María y los Santos, celebrados por la Iglesia a través del año. No hay ningún conflicto entre el misterio de Cristo y la celebración de los santos, sino más bien contienen una maravillosa harmonía. La Santísima Virgen María está unida por un vínculo inseparable a la obra salvífica de su Hijo, y las fiestas de los Santos proclaman la maravillosa obra de Cristo en sus siervos y ofrecen a los fieles apropiados ejemplos a imitar. En estas fiestas de los Santos el Misterio Pascual de Jesucristo se proclama y se renueva.

http://www.usccb.org/prayer-and-worship/ano-liturgico/index.cfm

26 de Enero. Comentario Bíblico. “ Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres ”

III.6.El acierto de la escuela cristiana de Mateo fue precisamente leer las Escrituras, Is. 8,23ss precisamente, a la luz de la vida de Jesús. Ahora se están cumpliendo esas palabras de Isaías, cuando el profeta de Galilea anuncia el evangelio del Reino. Siendo esto así, no se podría entender que el cristianismo no sea siempre una religión que aporte al mundo “buenas noticias” de salvación. Siendo esto así, la Iglesia no puede cerrarse en un mensaje contra-evangélico, porque sería repetir, por agotamiento, la experiencia caduca del judaísmo oficial del tiempo de Jesús. Este es el gran reto, pues, para todos los cristianos. Porque Dios quiere “reinar” salvando, haciendo posible la paz y la concordia. De ahí que el reino de Dios, tal como Jesús lo exterioriza, representa la transformación más radical de valores que jamás se haya podido anunciar. Porque es la negación y el cambio, desde sus cimientos, del sistema social establecido. Este sistema, como sabemos bien, se asienta en la competitividad, la lucha del más fuerte contra el más débil y la dominación del poderoso sobre el que no tiene poder. Y esto no se reduce simplemente a una visión social, sino que es también, y más si cabe, religiosa, porque Jesús proclama que Dios es padre de todos por igual. Y si es padre, eso quiere decir obviamente que todos somos hermanos. Y si hermanos, por consiguiente iguales y solidarios los unos de los otros. Además, en toda familia bien nacida, si a alguien se privilegia, es precisamente al menos favorecido, al despreciado y al indefenso. He ahí el ideal de lo que representa el reinado de Dios en la predicación de Jesús; estas son las buenas noticias que le dan identidad al cristianismo.

Fray Miguel de Burgos Núñez

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

“ Este es mi Hijo amado, en quien me complazco ”

Dejado ya el tiempo de Navidad,  por la liturgia de éste domingo  todo nuestro ser  es conducido a revivir los orígenes de nuestra esencia cristiana.

La experiencia de fe vivida  y compartida en comunidad llena  toda la  fraternidad de los que nos reunimos en el nombre del Señor.

Nos resituamos ante las palabras evangélicas para escuchar, contemplar, celebrar  y vivir la experiencia del Espíritu de Jesús en nosotros,  compartiendo con Él y los hermanos el gozo de la salvación.

Lo que vivieron junto al Jordán  el Profeta del desierto y Jesús, volvemos a experimentarlo cuando habiendo escuchado  sus palabras decidimos encarnarlas.

El bautismo de Jesús transforma toda relación con nuestro Padre Dios.

D. Carmelo Lara Ginés O.P.
Parroquias de Abengibre y Casas Ibáñez (Albacete)

Comentario Bíblico. Juan (1,1-13): Dios acampó en nuestra historia

Este segundo domingo de Navidad, después de la fiesta de María Madre de Dios con que abrimos el año nuevo, es una profundización en los valores más vivos de lo que significa la encarnación del Hijo de Dios.

(Podemos volver a leer el texto comentado el día de Navidad)

III.1. Esta es una de las páginas más gloriosas, profundas y teológicas que se hayan escrito para decir algo de lo que es Dios, de lo que es Jesucristo, y de lo que es el hecho de la encarnación, en esa expresión tan inaudita: el “Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. La encarnación se expresa mediante lo más profundo que Dios tiene: su Palabra; con ella crea todas las cosas, como se pone de manifiesto en el relato de la creación de Génesis 1; con ella llama, como su le sucede a Abrahán, el padre de los creyentes; con ella libera al pueblo de la esclavitud de Egipto; con ella anuncia los tiempos nuevos, como ocurre en las palabras de los profetas auténticos de Israel; con ella salva, como acontece con Jesucristo que nos revela el amor de este Dios. El evangelio de Juan, pues, no dispone de una tradición como la de Lucas para hablarnos de la anunciación y del nacimiento de Jesús, pero ha podido introducirse teológicamente en esos misterios mediante su teología de la Palabra. También, en nosotros, es muy importante la palabra, como en Dios. Con ella podemos crear situaciones nuevas de fraternidad; con nuestra palabra podemos dar vida a quien esté en la muerte del abandono y la ignominia, o muerte a quien esté buscando algo nuevo mediante compromisos de amor y justicia. Jesús, pues, también se ha encarnado para hacer nuestra palabra (que expresa nuestros sentimientos y pensamientos, nuestro yo más profundo, lo que sale del corazón) una palabra de luz y de misericordia; de perdón y de acogida. El ha puesto su tienda entre nosotros… para ser nuestro confidente de Dios.

Fray Miguel de Burgos Nuñez.

Comentario – “ La vida era la luz de los hombres ”

El tiempo de Navidad nos remite a una amalgama de sentimientos y tradiciones. El encuentro familiar y el ambiente festivo, como lo expresan las comidas, los regalos, los adornos y todo lo que marca la agitación de estos días que hemos vividos, nos muestran nuestra realidad. Pero en esta vorágine, podemos perder de vista, lo qué estamos celebrando. La liturgia del tiempo navideño viene en nuestra ayuda para poder vivir el sentido profundo de la Navidad. El misterio de Dios que se encarna en nuestra historia, es testigo de ello y el cumplimiento del anhelo profundo, del corazón humano. Como nos recuerda el Papa Francisco: “el pesebre, mientras nos muestra a Dios tal y como ha venido al mundo, nos invita a pensar en nuestra vida injertada en la de Dios; nos invita a ser discípulos suyos si queremos alcanzar el sentido último de la vida.” (Admirabile signum 8).

El ciclo navideño es una paulatina manifestación del Misterio de la Encarnación, que comienza la noche de Navidad en donde el Niño es presentado a los pobres, de ayer y hoy, y culmina con la fiesta del Bautismo del Señor en donde el Dios, comunidad de amor Trinitario, revela la misión de Jesús.

En ese contexto el segundo domingo de Navidad nos nuestra la identidad profunda de Jesús, poéticamente expresado por el Prólogo del Evangelio de Juan. Pero al mismo tiempo nos ayuda a captar como la acción de Dios se expresa en su sabiduría tal como lo expresa el fragmento del libro del Eclesiástico que leemos en  esta celebración. Por último, el himno de la carta a los Efesios es el corolario adecuado de este día.

Dejémonos iluminar por la profundidad de este misterio para que nos impulse a afrontar los desafíos del tiempo que nos toca vivir. Con la certeza que en Jesús está la vida, y la vida es la luz de los hombres (Cf Jn 1,4).

Fray Edgardo César Quintana O.P.
Fray Edgardo César Quintana O.P.
Casa Ntra. Sra. del Rosario (Montevideo)

Feliz Año 2020

Envió Dios a su hijo, nacido de mujer

Feliz Año Nuevo de la Mano de la Sma. Virgen María, Madre de Dios y de la humanidad. La solemnidad que celebramos hoy lleva por título Santa María, Madre de Dios.

El Papa Francisco ha titulado su Mensaje para esta Jornada Mundial por la Paz, en su 53 edición, de la siguiente manera: La paz como camino de esperanza: diálogo, reconciliación y conversión ecológica. El Papa desarrolla su Mensaje presentando la paz como “camino de esperanza”, “camino de escucha”, “camino de reconciliación” y “camino de conversión ecológica”, concluyendo que “la paz se alcanza tanto cuanto se espera”.

A propósito de la esperanza y refiriéndose a Abrahán, afirma san Pablo que Abrahán “apoyado en la esperanza, creyó contra toda esperanza que llegaría a ser padre de muchos pueblos, de acuerdo con lo que se le había dicho: Así será tu descendencia (Rm 4,19). Abrahán ha pasado a la historia como “padre de los creyentes” (Rm 4,11).

El paralelismo de Abrahán con la Sma. Virgen María, Madre de los creyentes, pone de relieve la actitud excelente de la Madre de Dios, porque ella sí que creyó en la palabra de Dios, por más inverosímil que pueda parecer a la persona que se detiene a contemplar este misterio. Así fue como la Sma. Virgen María se convierte en “Madre de los creyentes” en la etapa definitiva de la salvación, en “la plenitud del tiempo”, dejando constancia del camino de fe y de esperanza, acogiendo plenamente la Palabra de Dios y dejándose guiar por ella en todo momento, en medio de las pruebas y de las dificultades.

Aquí radica la actitud definitiva de la persona creyente en Jesucristo. La Sma. Virgen María, gracias a su fe y a su esperanza, se convirtió en la Madre de Dios, realidad que a la lógica humana resulta del todo inverosímil, y gracias a su “sí” a la Palabra de Dios, acogió en su seno y dio a luz al Señor de la gloria, a Jesús, el Salvador del mundo.

Recordar el camino recorrido por la Sma. Virgen María no es simple cuestión de historia, sino que nos permite disponer del mejor de los testimonios a nuestro alcance para entrar en la órbita del Dios de la paz y de la misericordia, el Dios del amor y de la acogida, a quien invocamos con las palabras del libro de los Números (6,24-26): El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz.

Fr. José Mª Viejo Viejo O.P.
Convento de La Virgen del Camino (León)

29 Diciembre- “ Ser y hacer familia: un reto de nuestro tiempo ”

Ser y Hacer familia es mucho más que formalizar una relación con nuestra pareja, mucho más que dar el apellido a nuestros hijos, mucho más que conseguir un hogar donde las necesidades estén cubiertas.Familia es aprender a ser verdaderas escuelas de amor donde, a pesar de nuestras diferencias, nos sentimos queridos y apoyados.

Familia es estar abiertos a los demás y también a Dios. Pensar nuestras vidas desde esta perspectiva de unión y realización, es un reto que debe durar todo nuestro ciclo vital. A ello nos invitan las lecturas de esta festividad de la Sagrada Familia.

Dña. Marisa Llaguno O.P. y D. Óscar Salazar O.P.
Fraternidad de Laicos Dominicos de San Martín de Porres (Madrid)

29 de Diciembre. Comentario Bíblico. Mateo (2,13-15,19-23): La escuela familiar de Nazaret

III.4.La tradición litúrgica reserva este primer domingo después de Navidad a la Sagrada Familia de Nazaret. El tiempo de Nazaret es un tiempo de silencio, oculto, que deja en lo recóndito de esa ciudad de Galilea, desconocida hasta que ese nombre aparece por primera vez en el relato de la Anunciación de Lucas y en el evangelio de hoy, con una carga muy peculiar de intimidades profundas. Es ahí donde Jesús se hace hombre también, donde su personalidad psicológica se cincela en las tradiciones de su pueblo, y donde madura un proyecto que un día debe llevar a cabo. Sabemos que históricamente quedan muchas cosas por explicar; es un secreto que guarda Nazaret como los vigilantes (Nazaret viene del verbo nasar, que significa vigilar o florecer; el nombre de Nazaret sería flor o vigilante). En todo caso, Nazaret, hoy y siempre, es una sorpresa, porque es una llamada eterna a escuchar la voz de Dios y a responder como lo hicieron José y María, y así se lo enseñaron a Jesús. Ellos le hablaron de Dios y le enseñaron a ir a la sinagoga, a leer la Escritura, los profetas especialmente por los que quedaría fascinado… El profeta de nuestra salvación tuvo, pues, en Nazaret, una familia como nosotros.

Fray Miguel de Burgos Núñez
Maestro y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura

Comentario Bíblico. Evangelio Juan 1,1-18

Evangelio: Juan (1,1-18): La Palabra humana de Dios

III.1. El evangelio es el prólogo del evangelio de Juan (1,1-18), una de las páginas más gloriosas, profundas y teológicas que se hayan escrito para decir algo de lo que es Dios, de lo que es Jesucristo, y de lo que es el hecho de la encarnación, en esa expresión inaudita de el “Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. La encarnación se expresa mediante lo más profundo que Dios tiene: su Palabra; con ella crea todas las cosas, como se pone de manifiesto en el relato de la creación de Génesis 1; con ella llama, como le sucede a Abrahán, el padre de los creyentes; con ella libera al pueblo de la esclavitud de Egipto; con ella anuncia los tiempos nuevos, como ocurre en las palabras de los profetas auténticos de Israel; con ella salva, como acontece con Jesucristo que nos revela el amor de este Dios. El evangelio de Juan, pues, no dispone de una tradición como la de Lucas para hablarnos de la anunciación y del nacimiento de Jesús, pero ha podido introducirse teológicamente en esos misterios mediante su teología de la Palabra. También, en nosotros, es muy importante la palabra, como en Dios. Con ella podemos crear situaciones nuevas de fraternidad; con nuestra palabra podemos dar vida a quien esté en la muerte del abandono y la ignominia, o muerte a quien esté buscando algo nuevo mediante compromisos de amor y justicia. Jesús, pues, también se ha encarnado para hacer nuestra palabra (que expresa nuestros sentimientos y pensamientos, nuestro yo más profundo, lo que sale del corazón) una palabra de luz y de misericordia; de perdón y de acogida. El ha puesto su tienda entre nosotros… para ser nuestro confidente de Dios.

SOBRE LA FE: (vv. 12.13.16.17): Todo esto que hemos expuesto no puede ser entendido sino por la fe. Deberíamos dejar el prólogo para el final del año litúrgico, porque después de conocer a Jesús y haber escuchado su palabra, nosotros nos decidimos por Él y creemos en Dios. Pero se ha de asumir el riesgo de la fe y aceptar así a Jesús y a Dios, de primeras. También porque, a pesar de todo, la fe es un don de Dios y debemos pedirle a Él que nos la dé y nos la fortalezca. Pero la fe en estos versos no se nos presenta en forma de creencia en verdades, sino en forma de vida: porque nos hace hijos de Dios. Es un tema que recorre todo el Evangelio de Juan.

Fray Miguel de Burgos Núñez
Maestro y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura