Autor: Pbro. Ramon Vinke

30 de agosto. XXII Domingo del Tiempo Ordinario. Evangelio.

Evangelio según san Mateo ( Mt 16,21-27)

En aquel tiempo, comenzó Jesús a anunciar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén para padecer allí mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que tenía que ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.

Pedro se lo llevó aparte y trató de disuadirlo, diciéndole: “No lo permita Dios, Señor; eso no te puede suceder a ti”. Pero Jesús se volvió a Pedro y le dijo: “¡Apártate de mí, Satanás, y no intentes hacerme tropezar en mi camino, porque tu modo de pensar no es el de Dios, sino el de los hombres!”

Luego Jesús dijo a sus discípulos: “El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar uno a cambio para recobrarla?

Porque el Hijo del hombre ha de venir rodeado de la gloria de su Padre, en compañía de sus ángeles, y entonces le dará a cada uno lo que merecen sus obras’’.

Pbro. Ramón Vinke – ¿Que dijo la Conferencia Episcopal Venezolana?

¿Qué dijo la Conferencia Episcopal Venezolana?
Por Ofelia Avella -Agosto 23, 2020.
He leído y releído lo que escribió la CEV y me parece que los obispos fueron muy claros. José Ignacio Hernández hizo un buen resumen en un tweet: “El comunicado de la presidencia de la Conferencia Episcopal Venezolana tiene dos conclusiones muy sólidas: (i) las elecciones parlamentarias convocadas son ilegítimas y (ii) frente a ello, no puede asumirse una posición meramente pasiva. La mera abstención no es estrategia”.

Si los obispos no hablaron de las “condiciones” que hay que poner al régimen ante un eventual proceso electoral no es porque no sepan que estas condiciones son necesarias. Pienso que solo hicieron un llamado a la unidad de la oposición, pues ¿de qué condiciones van a hablar si nosotros estamos divididos? ¿Cómo puede hablarse de exigencias al régimen si entre nosotros hay muchos que no creen en un proceso electoral, otros que sí consideran que esa es la vía, otros que están esperando la intervención extranjera, otros un golpe militar y muchos en el medio que no tienen ni idea de qué hacer? Mis hijos me preguntan qué hacer; mis alumnos también. Todos parecemos náufragos perdidos en un mar de confusión sin saber hacia dónde mirar.

Los obispos han dicho lo que había que decir: no hemos logrado ponernos de acuerdo sobre lo que hay que hacer y ante esta gran encrucijada, ¿qué otra cosa pueden decir sino lo que dijeron? Si las ovejas están todas desperdigadas, como Quijotes con sus planes individuales luchando en principio por lo mismo, ¿cómo no va a ser más fácil que el lobo se coma a una mientras el resto se dispersa sin darse siquiera cuenta de a cuáles se va comiendo en el caos?

Lo primero que dijeron es que han hecho varios llamados ante los sufrimientos del pueblo. Dijeron también que la abstención no basta, pues se trata de ser activos. El llamado a la conciencia de los políticos provocó fuertes reacciones, pero si son mínimamente humildes, tendrían que reconocer que el comunicado pone de relieve la gran verdad de la dispersión y del caos que vivimos: no estamos unidos en torno a ningún plan y el tiempo apremia.

Del comunicado no se desprende una subestimación de los años de cárcel de muchos, ni de las injusticias sufridas, ni del exilio de otros. La Iglesia conoce de cerca el sufrimiento de todos y como pastores de su grey cargan con sus necesidades y escuchan sus confesiones. La verdad es que conocen bien lo que los hombres llevamos dentro. Lo único que han dicho es que el pueblo entero sufre. Venezuela entera está fragmentada (como podría decir Tomás Straka). Parece un país archipiélago (como podría decir Elías Pino). Y refleja bien a un Cristo doliente, con los huesos dislocados, las heridas abiertas, un rostro cubierto de escupitazos y blasfemias, burlas e ironías, insultos y mentiras, que asume todas nuestras miserias y mezquindades (como veía Juan Pablo II a su Polonia sufriente).

Pienso que no es momento de buscar culpables, ni de medir quién ha sufrido más que quién, porque todos hemos sufrido de diversos modos. Algunos dolores son físicos y tangibles, como el hambre, las torturas de los presos políticos, la muerte de tantos en las protestas y el agotamiento de todos y cada uno. Otros sufrimientos son invisibles y serán conocidos por pocos o incluso solo por Dios. El político es, además, un servidor del pueblo. Al menos eso espera la gente. Esa es la expectativa de todos. Y un servidor sufre de buena gana por la gente por la que trabaja y si el fin es Venezuela, si de verdad ese es el objetivo de todos nuestros esfuerzos, ¿por qué medir ahora quién ha sufrido más que otros?

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23 de agosto. Palabras del Pbro. Ramón Vinke.

“ESTARÁN DOS MUJERES MOLIENDO EN UN MISMO LUGAR: UNA SERÁ TOMADA, Y LA OTRA SERÁ DEJADA” (Lc 17, 35). Ahora sí… ahora sí sabemos de casos de afectados por el coronavirus en el entorno inmediato: en la familia, entre los amigos, entre los vecinos, entre los compañeros de trabajo… Nadie sabe cuantos son los infectados, porque muchos infectados permanecen asintomáticos… En cambio, son notorios los casos de afectados, los que llegan a presentar los síntomas… y, entre los que presentan los síntomas, hay algunos terminan por morir… ¿De qué depende eso de que unos llegan a presentar los síntomas otros no? Más aún… ¿De qué depende eso de que unos mueren y otros no? Por supuesto, hay muchas explicaciones… Unos tienen el sistema inmunológico más fuerte que otros… Sin embargo, no está demás recordar, que el Señor es el que da la muerte y la vida (cf. 1 Sam 2, 6). Él tiene la ultima palabra… En su infinito amor, Él puede en determinados casos detener la muerte… Él tiene el poder para hacerlo… De modo, que, de dos mujeres que están moliendo en un mismo lugar, una será tomada, y la otra dejada (cf. Lc 17, 35). De dos hombres que están trabajando en el campo, uno será tomado, y el otro dejado… Con nuestras buenas obras, hagámonos dignos del infinito amor de Dios, para que seamos dejados por algún tiempo más en este mundo… para disfrutar de esta vida, que es bella… y para luego llegar a disfrutar de la otra vida… Amén. Pbro. RAMÓN VINKE.- 23 de agosto de 2020, XXI Domingo del Tiempo Ordinario.

23 de Agosto. XXI Domingo del Tiempo Ordinario

Evangelio según san Mateo (Mt 16, 13-20)

En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?” Ellos le respondieron: “Unos dicen que eres Juan, el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas”.

Luego les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.

Jesús le dijo entonces: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”.

Y les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.

COMUNICADO SOBRE LA SALUD DE MONS. JUAN DE DIOS,por parte del Pbro. Henry Obando, Gobernador Eclesiastico de la Diocesis – San Carlos del Zulia.

Hermanos he recibido información sobre la salud de Monseñor y los médicos dicen que está mejorando. Su estado de respiración ha mejorado mucho de un 100% Ya alcanza el 80% es en lo que los médicos también se enfocan. Monseñor tiene un grado de recuperación estable… Se están buscando algunos medicamentos directamente en Mérida. Desde ya agradecimiento muy especial al Cardenal (Emmo Mons. Baltazar Porras, Arzobispo Metropolitano de Mérida y Administrador Apostólico de la Arquidiocesis de Caracas) que ha estado muy pendiente, a Monseñor Luis Enrique Rojas (Obispo auxiliar de Mérida) y a los hermanos sacerdotes de la Arquidiócesis que estiman y también están muy preocupado por la salud de Monseñor. Qué difícil se nos hace trasladarnos hasta Mérida, sabemos las circunstancias. Y que bueno que están apoyando a nuestro Pastor. Hermanos sigamos Unidos en la Oración.
Pbro. Ramón Vinke

16 de agosto. XX Domingo del Tiempo Ordinario

Evangelio según san Mateo (Mt 15, 21-28)

En aquel tiempo, Jesús se retiró a la comarca de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea le salió al encuentro y se puso a gritar: “Señor, hijo de David, ten compasión de mí. Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio”. Jesús no le contestó una sola palabra; pero los discípulos se acercaron y le rogaban: “Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros”. Él les contestó: “Yo no he sido enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel”.

Ella se acercó entonces a Jesús y postrada ante él, le dijo: “¡Señor, ayúdame!” Él le respondió: “No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos”. Pero ella replicó: “Es cierto, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos”. Entonces Jesús le respondió: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas”. Y en aquel mismo instante quedó curada su hija.

9 de Agosto. XIX Domingo del Tiempo Ordinario. Evangelio

Evangelio según san Mateo(Mt 14,22-33)

En aquel tiempo, inmediatamente después de la multiplicación de los panes, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca y se dirigieran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Después de despedirla, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba él solo allí.

Entretanto, la barca iba ya muy lejos de la costa, y las olas la sacudían, porque el viento era contrario. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el agua. Los discípulos, al verlo andar sobre el agua, se espantaron, y decían: “¡Es un fantasma!” Y daban gritos de terror. Pero Jesús les dijo enseguida: “Tranquilícense y no teman. Soy yo”.

Entonces le dijo Pedro: “Señor, si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua”. Jesús le contestó: “Ven”. Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua hacia Jesús; pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, comenzó a hundirse y gritó: “¡Sálvame, Señor!” Inmediatamente Jesús le tendió la mano, lo sostuvo y le dijo: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”

En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en la barca se postraron ante Jesús diciendo: “Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios”.

El Santo Cristo de la Grita

EL SANTO CRISTO DE LA GRITA

El 6 de agosto, día en que la Iglesia celebra la Fiesta de la Transfiguración del Señor, el pueblo del Edo. Táchira —en realidad, el pueblo de Venezuela y parte de Colombia— celebra al Santo Cristo de La Grita…Narra Fray Pedro Simón en sus “Noticias historiales de las conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales”, que en el año 1573 el conquistador Francisco de Cáceres, después de intentar poblar una ciudad denominada del Espíritu Santo en las espaldas de la cordillera de Guatavita —en la actual Colombia—, “pasando adelante con su gente, halló por todas partes tan malos países, tierra tan despoblada y toda de tan ruin gente, que, cargándose a la del Norte, prosiguiendo lo conquistado, se vio necesitado de volver sobre la mano izquierda, y entrarse en el valle de La Grita, que está en la mitad del camino, poco más o menos, de la villa de San Cristóbal y la ciudad de Mérida, tierra que era ya bien conocida de muchos. Donde, a persuasión de algunos de sus Capitanes y soldados, en especial del Capitán Pedro de Zapata y Alejandro de Carrillo, aunque caía aquéllo fuera de su demarcación, pobló una ciudad, que le llamó del mismo nombre que la primera, (…), ya entrando el año de 1576, (…)”. El mismo conquistador Francisco de Cáceres, estando en España, solicitó de la Orden Franciscana en el año 1579 “Religiosos para fundar Conventos y una Provincia en aquélla que él había conquistado y los demás que en sus contornos pretendía conquistar”; y, ese mismo año el Padre Fray Juan de Maqueda —con ocho Religiosos— “llegó al puerto y ciudad de Cartagena, desde donde subió a la de La Grita con ellos. Y a los fines del dicho año y dando luego principio a la fundación de un Convento en la ciudad del Espíritu Santo de La Grita, quedando en él algunos Religiosos, pasó el resto de los demás a fundar otro a otra población que había más adelante, a la parte del Este, inclinada al Norte de ésta, llamada la villa de Barinas”.

El terremoto de San Blas del 3 de febrero de 1610 —los terremotos eran apodados de acuerdo al día del Santo en que ocurrían— destruyó el Convento de los Franciscanos de La Grita… y, según la tradición —recogida por Cristo Antonio González—, la imagen del Santo Cristo fue hecha poco después del terremoto: “Los Frailes tenían en el vecino campo de Tadea una finca con casa, de donde posiblemente surtían al Convento de productos agrícolas necesarios para su subsistencia; esa casa quedó en pie y allá fueron todos, temerosos y abatidos a cobijarse. Entre los Frailes había uno, Fray Francisco, que tenía cierta habilidad para la escultura y quiso hacer algunas imágenes para la nueva Iglesia que se construiría. Pensó hacer primero un Santo Cristo; una figura doliente y sufrida daría aliento y ánimo al pueblo atemorizado por el terremoto y lo enseñaría a soportar con valentía los contratiempos de la vida. Puso manos a la obra, poco a poco fue perfilándose la figura de Cristo: el busto, las piernas, las manos. Dejó para último el rostro.

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6 de Agosto. La transfiguración del Señor. Evangelio.

Evangelio según san Mateo (Mt 17,1-9)

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto.
Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.
De repente se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús:
«Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía:
«Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo».
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo:
«Levantaos, no temáis».
Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban del monte, Jesús les mandó:
«No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».