Categoría: Comunidad

Comunidades activas en la Parroquia

Comentario Biblico. XXIII Domingo del Tiempo Ordinario.

Evangelio: Marcos (7,31-37): El Effatá del Reino

III.1. El evangelio de Marcos (7,31-37) nos narra la curación de un sordomudo en territorio de la Decápolis (grupo de diez ciudades al oriente del Jordán, en la actual Jordania), después de haber actuado itinerantemente en la Fenicia. Se trata de poner de manifiesto la ruptura de las prevenciones que el judaísmo oficial tenía contra todo territorio pagano y sus gentes, lo que sería una fuente de impureza. Para ese judaísmo, el mundo pagano está perdido para Dios. Pero Jesús no puede aceptar esos principios; por lo mismo, la actuación con este sordomudo es un símbolo por el que se va a llegar hasta los extremos más inauditos: Va a tocar al sordomudo. No se trata simplemente de una visita y de un paso por el territorio, sino que la pretensión es que veamos a Jesús meterse hasta el fondo de las miserias de los paganos.

III.2. Vemos a Jesús actuando como un verdadero curandero; incluso le cuesta trabajo, aunque hay un aspecto mucho más importante en el v. 34, cuando el Maestro “elevó sus ojos al cielo”. Es un signo de oración, de pedir algo a Dios, ya que mirar al cielo, como trono de Dios, es hablar con Dios. Y entonces su palabra Effatá, no es la palabra mágica simplemente de un secreto de curandero, sino del poder divino que puede curarnos para que se “abran” (eso significa Effatá) los oídos, se suelte la lengua y se ilumine el corazón y la mente. Y vemos que el relato quiere ser también una lección de discreción: no quiere ser reconocido por este acto taumatúrgico de curación de un sordomudo, sino por algo que lleva en su palabra de anunciador del Reino. Dios actúa por él, curando enfermedades, porque el Reino también significa vencer el poder del mal. Los enfermos en aquella sociedad religiosa, eran considerados esclavos de “Satanás” o algo así.

III.3. Su «tocar» es como la mano de Dios que llega para liberar los oídos y dar rienda suelta a la lengua. La significación, pues, por encima de asombrarnos de los poderes taumatúrgicos, es poner de manifiesto que con los oídos abiertos aquél hombre podrá oír el mensaje del evangelio; y soltando su lengua para hablar, advierte que, desde ahora, un pagano podrá también proclamar el mensaje que ha recibido de Jesús al escucharlo en la novedad de su vida. Esta es una lección que hoy debemos asumir como realidad, cuando en nuestro mundo se exige la solidaridad con las miserias de los pueblos que viven al borde de la muerte.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

5 de septiembre. Introducción XXIII Domingo del Tiempo Ordinario : “Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos ”

Cada vez que nos reunimos para la celebración de nuedtra fe en el día del Señor lo hacemos con el convencimiento de que Él se hace presente en medio de nostros ofreciéndonos el alimento eucarístico de su misma presencia sacramental, y el poder y la fuerza de su Palabra que viene a germinar en cada uno de nosotros para transformar nuestras vidas.

La Palabra que hoy nos ofrece la Liturgia Eucarística de este XXIII Domingo del Tiempo Ordinario nos invita a la esperanza, a no dejarnos vencer por el miedo, a mirar y a acoger con predilección a los más humildes y sencillos, a admirarnos y asombrarnos con la bondad que el Señor Jesucristo muestra hacia cuantos padecen enfermedad o sufrimiento.

Acojamos con gratitud este hermoso mensaje, dejemos que fructifique en nosotos y cambie nuestra vida, para que, encendidos en fe y en esperanza, atento a aliviar de su dolor a los que sufren, seamos en y con el Señor Jesucristo motivo de gozo para otros muchos. Así contribuiremos, de forma callada y eficaz, a que el mañana de nuestra historia sea un poco mejor, quizás, para todos.

Fr. César Valero Bajo O.P.
Convento de Santa Sabina (Roma)

Comentario Bíblico. Evangelio: Juan (6,60-69): Eucaristía y vida

III.1. El evangelio del día es la última parte del capítulo sobre el pan de vida y la eucaristía. Como momento culminante, y ante las afirmaciones tan rotundas de la teología joánica sobre Jesús y la eucaristía, la polémica está servida ante los oyentes que no aceptan que Jesús pueda dar la vida eterna. Se habla, incluso, de discípulos que, escandalizados, abandonan a Jesús. Deberíamos entender, a su vez, que abandonan la comunidad que defendía esa forma de comunicación tan íntima de la vida del Señor resucitado. Pero la eucaristía es solamente un anticipo, no es toda la realidad de lo que nos espera en la comunión con la vida de Cristo. Por ello se recurre al símil del Hijo del hombre que ha de ser glorificado, como nosotros hemos de ser resucitados.

III.2. Ahora, el autor o los autores, se permite una contradicción con las afirmaciones anteriores de la “carne”: “el Espíritu es el que da vida, la carne no sirve para nada”. Nunca se han podido explicar bien estas palabras en todo el contexto del discurso de pan de vida, donde la identidad “carne” es el equivalente a la vida concreta que vivimos en este mundo. Es la historia del Hijo del hombre, de Jesús, en este mundo. ¿Por qué ahora se descarta en el texto? Porque en este final del discurso se carga el horizonte de acentos escatológicos, de aquello que apunta a la vida después de la muerte, a la resurrección y la vida eterna. Y la vida eterna, la de la resurrección, no es como vivir en este mundo y en esta historia. Tiene que ser algo nuevo y “recreado”. Es una afirmación muy en la línea de 1Cor 15,50: “la carne y la sangre no pueden heredar el Reino de los cielos”.

III.3. Este es uno de los grandes valores de la eucaristía cristiana y en este caso de la teología joánica. La Eucaristía no se celebra desde la memoria del pasado solamente: la muerte de Jesús en la cruz. Es también un sacramento escatológico que adelanta la vida que no espera tras la muerte. Esto es lo admirable de la eucaristía. Jesús, pues, les pide a sus discípulos, a los que le quedan, si están dispuestos a llegar hasta el final, a estar con El siempre, más allá de esta vida. E incluso les da la oportunidad de poderse marchar libremente. Las palabras de Pedro, que son una confesión de fe en toda regla, descubren la verdadera respuesta cristiana: ¿A dónde iremos? ¡Tú tienes palabras de vida eterna! Todo esto acontece en la eucaristía cuando se celebra como mímesis real y verdadera de lo que Jesús quiere entregar a los suyos, por ello es un pacto de vida eterna.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

15 de agosto, Comentario Bíblico – Evangelio según san Lucas 1, 39-56: Un canto de “enamorada” de Dios

III.1. La visitación da paso a un desahogo espiritual de María por lo que ha vivido en Nazaret ¡había sido demasiado!. El Magnificat es un canto sobre Dios y a Dios. No sería adecuado ahora desentrañar la originalidad literaria del mismo, ni lo que pudiera ser un “problema” de copistas que ha llevado a algunos intérpretes a opinar que, en realidad, es un canto de Isabel, tomado del de Ana, la madre de Samuel (1Sam2,1-10) casi por los mismos beneficios de un hijo que llena la esterilidad materna. En realidad existen indicios de que podía ser así, pero la mayoría piensa que Lucas se lo atribuye a María a causa de la bendición como respuesta a las palabras de Isabel. Así quedará para siempre, sin que ello signifique que es un canto propio de María en aquel momento y para esa ocasión que hoy se nos relata.

III.2. Se dice que el canto puede leerse en cuatro estrofas con unos temas muy ideales, tanto desde el punto de vista teológico como espiritual; con gran sabor bíblico, que se actualiza en la nueva intervención de Dios en la historia de la humanidad, por medio de María, quien acepta, con fe, el proyecto salvífico de Dios. Ella le presta a Dios su seno, su maternidad, su amor, su persona. No se trata de una madre de “alquilér”, sino plenamente entregada a la causa de Dios. Deberíamos tener muy presente, se mire desde donde se mire, que Lucas ha querido mostrarnos con este canto (no sabemos si antes lo copistas lo habían transmitido de otra forma o de otra manera) a una joven que, después de lo que “ha pasado” en la Anunciación, es una joven “enamorada de Dios”. Esa es su fuerza.

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Comentario Bíblico. “Vosotros sois la sal de la tierra y la luz del mundo”

Es la confesión que hace el Evangelio de Mateo. Decía Unamuno que «nos morimos de frío, no de oscuridad,ya que. La noche no mata, mata el frío». No deben ‘matarnos’ los problemas, las dificultades. Hemos de ser ‘luz’. Mata la falta de calor, de fraternidad, de amistad entre los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Esta carencia nos anula como personas. El diálogo de la amistad ha de volcarse en fraternidad si no queremos que nuestras palabras sean estériles. Sin calor no hay luz. Y para que haya calor cristiano y dominicano será preciso lograr entre todos una vida más fraterna. Santo Domingo da mucha importancia al valor de la familia y de la comunidad. En la familia y en la comunidad nos percibimos como necesitados y dependientes los unos de los otros. Este gesto de humildad y de sana y equilibrada dependencia nos hace ser luz en el mundo. En la experiencia de verme necesitado, no autosuficiente, y en la experiencia de percibir que los otros también requieren de mi ayuda encuentro respuesta a lo que estoy haciendo con mi vida.

La predicación cristiana, dominicana, alcance aquí su mayor valor y su mejor aportación al mundo y a la Iglesia, al poner de manifiesto el esfuerzo de buscar con humildad la verdad de Dios y de los hombres y mujeres de cada tiempo y no en convencer por la imposición de la fuerza o la intimidación. He aquí el mensaje de la fraternidad evangélica: la verdad buscada se encuentra en la amistad íntima con Dios; en el valor de la Palabra, sentida y proclamada, cuando ésta no se proclama al margen de los demás, sino que los dignifica porque los tiene en cuenta; y, en la calidad humana de las relaciones interpersonales, entre grupos diferentes de personas, porque ahí surge la luz y la sal evangélicas; calor humano y sazón fraterna para iluminar el camino de la propia vida y la de los demás.

Que santo Domingo, en su Año Jubilar, interceda por nosotros para que su familia refuerce el encuentro contemplativo con Dios; proclame su Palabra; nos ayude a descubrirla en nuestras palabras; y, logre dar testimonio de ella con desprendimiento y gratuidad.

Fray Jesús Díaz Sariego O.P.
Convento de Ntra. Sra. de Atocha – Madrid

Comentario Bíblico : Evangelio: Juan (6,24-35): El pan de vida frente a la ley

III.1.El evangelio de Juan nos lleva de la mano hasta la ciudad de Cafarnaúm a donde Juan quiere traernos después de la multiplicación de los panes, cuando Jesús huye de los que quieren hacerle rey evitando un mesianismo político. Todo es, no obstante, un marco bien adecuado para un gran discurso, una penetrante catequesis sobre el pan de vida, en la que confluirán elementos sapienciales y eucarísticos. Este discurso es de tal densidad teológica, que se necesita ir paso a paso para poder asumirlo con sentido. Jesús no quiere que le busquen como a un simple hacedor de milagros, como si se hubieran saciado de un pan que perece. Jesús hacía aquellas cosas extraordinarios como signos que apuntaban a un alimento de la vida de orden sobrenatural. De hecho, en el relato se dice que Moisés les dio a los israelitas en el desierto pan, por eso lo consideran grande; esa era la idea que se tenía. Jesús quiere ir más allá, y aclara que no fue Moisés, sino Dios, que es quien tiene cuidado de nuestra vida.

III.2.Aunque el pan que sustenta nuestra vida es necesario, hay otro pan, otro alimento, que se hace eterno para nosotros. Juan, por su parte, quiere ir a lo cristológico, bajo la figura del Hijo del hombre. Los rabinos consideraban que el maná era el signo de la Ley y ésta, pues, el pan de vida; el evangelista combate dicho simbolismo en cuanto el maná es un alimento que perece (como lo hace notar el texto de Ex 16,20) y, por la misma razón, en esta oposición entre Jesús y la Ley, se pone de manifiesto que la ley es un don que perece para dar paso a algo que permanece para siempre. Jesús es el verdadero pan de vida que Dios nos ha dado para dar sentido a nuestra existencia. El pan de vida desciende del cielo, viene de Dios, alimenta una dimensión germinal de la vida que nunca se puede descuidar. La revelación joánica de Jesús: “yo soy” (ego eimi) es para escuchar a Jesús y creer en El, ya que ello, en oposición a la Ley, nos trae el sentido de la vida eterna.

III.3.El discurso refleja toda la entraña polémica de la escuela o la comunidad joánica. No estamos ante un discurso estético o simplemente literario. Ya vimos el domingo pasado que el relato de la multiplicación de los panes era la “excusa” del autor o los autores del evangelio de Juan para este discurso de hoy que llevará a una de las crisis en el entorno del mismo Jesús (y según la interpretación de la escuela joánica). Estamos, sin duda, ante un discurso que todavía es “sapiencial” para acabar siendo “eucarístico” a todos los efectos como reconocen los grandes intérpretes (Jn 6,53-58). Diríamos que en esta parte del discurso de Jn 6 se nos está hablando del “pan de la verdad”, que es la palabra de Jesús en oposición a la Ley como fuente de verdad y de vida para los judíos. Antes, pues, de pasar a hablarnos del pan de la vida, se nos están introduciendo en todo ello, por medio del signo y la significación del maná, del pan de la verdad. Y el pan de la verdad nos ha venido, de parte de Dios, por medio de Jesús que nos ha revelado la fuente y el misterio de Dios, del misterio de la vida.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

Comentario Bíblico. Evangelio: Marcos (6,30-34): Sedientos de su palabra

III.1. Este es un relato de transición, propio del redactor del evangelio de Marcos, que quiere preparar la primera multiplicación de los panes. Los Doce (aquí les llama apóstoles) vuelven de su misión, contentos de lo que han dicho y han hecho. Ya sabemos que lo que han dicho tiene que referirse a las cosas que Jesús les ha enseñado y que se centran en el anuncio de la llegada el reino de Dios. Lo que han hecho es liberar a las gentes de sus males, como han visto hacer a Jesús. En ese momento, por el desgaste que ello significa, Jesús quiere compartir con ellos en un lugar solitario pero, de pronto, aparece la multitud y deben marchar en una barca. La experiencia de la travesía, para quien la haya hecho, sabemos que es verdaderamente restauradora. Pero la escena nos asoma casi de inmediato de nuevo a la multitud que está sedienta y ansiosa de esta experiencia que los Doce tienen con Jesús.

III.2. Considero que el redactor de nuestro evangelio está jugando, simbólicamente, con este contraste entre la suerte de los discípulos que puede gozar a la paz de la palabra de Jesús (aunque bien es verdad que después de desgastarse en el anuncio del reino) y la necesidad que tiene la multitud de esta palabra. Todo esto es para mostrarnos que, tras la travesía restauradora, Jesús tiene compasión de la multitud porque la ve como ovejas sin pastor (cf Num 27,17). Ahora Jesús ha “restaurado” a los suyos, que tienen que volver, cuando sea, a la itinerancia para anunciar de nuevo el reino. Y entonces ve a la multitud y ya no puede huir, tiene que entregarles su palabra, su persona, como se la ha entregado a los discípulos. Jesús se nos presenta como cumpliendo un anhelo y un deseo que muchas veces en el AT hacía referencia al pueblo que estaba siendo defraudado por sus jefes e incluso por los que tenían una responsabilidad más religiosa: eran como ovejas sin pastor y sin guía (cf Num 27,17; 1Re 22,17; Ez 34,5; 2Cro 18,16; Jud 11,19).

III.3. El evangelio, por otra parte, nos muestra el hambre que tenía la gente de escuchar un mensaje de salvación y de gracia, el que Jesús ofrecía por todas las aldeas y pueblos de Galilea, a lo que habían contribuido también sus discípulos, enviados para llegar a donde no podía llegar él. Es sintomático cómo el texto busca un lugar solitario para gustar más profundamente esta experiencia de la misión, ya que muchos iban y venían, sin dejarles personalizar esta experiencia. Pero al final, al desembarcar de nuevo en la orilla del lago, el texto nos muestra que Jesús ve a la gente con tal anhelo de escucharle, que la compasión del pastor puede más en su corazón. Sin duda que habría gente dirigida por alguna sintonía populista, como sucede con todos los fenómenos sociales y religiosos; pero en medio de todo Jesús detecta la falta de orientación y la necesidad de salvación de los abandonados. De esa manera, por medio de nuevos pastores, se cumple con más o menos precisión el texto de Jr 23,1-6: por una parte los pastores, los apóstoles; por otra el pastor, el nuevo rey, del que parte el mensaje fundamental del reino. De esa manera se explica maravillosamente la continuación de la narración del evangelio con la primera multiplicación de los panes, que es un relato que se introduce con esta actitud de Jesús al compadecerse de la multitud.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

“ Talitha qumi ”

Estamos llamados a vivir. Creados a imagen y semejanza de Dios, estamos destinados a la vida eterna. Dios nos quiere junto a si. Esta es la divina voluntad que choca constantemente con la condición ineludible de habernos creado libres.

Dios pone todo de su parte, hasta su propio Hijo, para que alcancemos el amor y la felicidad en plenitud. Son nuestras decisiones las que nos apartan o nos unen a Dios.

Para que haya libre decisión tienen que haber distintas opciones. Una de ellas no viene de Dios y, aparentemente, ofrece salud cuando, en verdad, genera enfermedad y muerte.

Todos hemos experimentado, a uno u otro nivel, las consecuencias de nuestras decisiones, pero ¡he aquí el Evangelio!: nadie está perdido, aún enfermo o muerto en vida, si confía en el Señor y,“levantándose”, comparte su gozo con los hermanos.

D. Amadeo Romá Bo O.P.
Fraternidad Sacerdotal de Santo Domingo

20 de Junio.Comentario Bíblico. Marcos (4,35-41): La fuerza del Reino nos libera

III.1. El evangelio de Marcos narra el episodio de la travesía del lago de Galilea después que Jesús ha hablado a las gentes en parábolas acerca del Reino de Dios. Es como si Jesús quisiera poner a prueba la fe de sus discípulos, a ellos que les explicaba el sentido profundo de sus parábolas. El lago, el bello lago de Galilea, en torno al cual se anuncia el evangelio, se convierte aquí en el misterioso y tremendo símbolo de una tormenta, que como en el caso del profeta Jonás 1, de donde se toman algunos rasgos del episodio, viene a aquilatar cosas importantes. Otras barcas le seguían, pero parece como si solamente quisiera centrarse todo en la barca donde estaban Jesús y los discípulos que había elegido. El mar de Galilea, a veces, es como una caldera hirviendo, por el viento. En la barca se muestran dos actitudes: la de Jesús que duerme tranquilo y la de los discípulos que están aterrados.

III.2. ¿Por qué esto? Porque Jesús sabe que su causa por el Reino de Dios debe levantar tormentas, como ésta del viento, que va a hacer temblar a los discípulos; Jesús está tranquilo porque confía en su causa, la causa de Dios. Es, pues, esta una escena pedagógica que pone de manifiesto una actitud y otra. Los discípulos son como Job, y no se explican muchas cosas que ocurren en la vida, llenándose de miedo. Jesús, que conoce la voluntad y el proyecto de Dios, se entrega a él con una gran serenidad porque sabe que ha de vencer, como de hecho sucede con su “conminación” a la tormenta. Los Santos Padres siempre interpretaron esta escena de la barca como una imagen de la Iglesia que debía pasar por estos trances, pero que siempre encontraría a su Señor a su lado para otorgarle la serenidad de la fe.
Fray Miguel de Burgos Núñez (1944-2019)