Categoría: Comunidad

Comunidades activas en la Parroquia

Cantaremos – IV Domingo de Pascua /C

¡FELIZ DÍAS DE LAS MADRES!  QUE DIOS BENDIGA A MADRES E HIJOS…….A LAS QUE ESTÁN VISIBLE Y A LAS QUE NOS ACOMPAÑAN DESDE EL PALACIO DE LUZ DONDE HABITAN!

Mis ovejas escuchan mi voz.

La escena es tensa y conflictiva. Jesús está paseando dentro del recinto del templo. De pronto, un grupo de judíos lo rodea acosándolo con aire amenazador. Jesús no se intimida, sino que les reprocha abiertamente su falta de fe: «Ustedes no creen porque no son mis ovejas ». El evangelista dice que, al terminar de hablar, los judíos tomaron piedras para apedrearlo.
Para probar que no son ovejas suyas, Jesús se atreve a explicarles qué significa ser de los suyos. Sólo subraya dos rasgos, los más esenciales e imprescindibles: «Mis ovejas escuchan mi voz… y me siguen». Después de veinte siglos, los cristianos necesitamos recordar de nuevo que lo esencial para ser la Iglesia de Jesús es escuchar su voz y seguir sus pasos.

Lo primero es despertar la capacidad de escuchar a Jesús. Desarrollar mucho más en nuestras comunidades esa sensibilidad, que está viva en muchos cristianos sencillos que saben captar la Palabra que viene de Jesús en toda su frescura y sintonizar con su Buena Noticia de Dios. Juan XXIII dijo en una ocasión que "la Iglesia es como una vieja fuente de pueblo de cuyo grifo ha de correr siempre agua fresca". En esta Iglesia vieja de veinte siglos hemos de hacer correr el agua fresca de Jesús.

Si no queremos que nuestra fe se vaya diluyendo progresivamente en formas decadentes de religiosidad superficial, en medio de una sociedad que invade nuestras conciencias con mensajes, consigna y reclamos de todo género, hemos de aprender a poner en el centro de nuestras comunidades la Palabra viva, concreta e inconfundible de Jesús, nuestro único Señor.

Pero no basta escuchar su voz. Es necesario seguir a Jesús. Ha llegado el momento de decidirnos entre contentarnos con una religión que tranquiliza las conciencias pero ahoga nuestra alegría, o aprender a vivir la fe cristiana como una aventura apasionante de seguir a Jesús.
La aventura consiste en creer lo que él creyó, dar importancia a lo que él dio, defender la causa del ser humano como él la defendió, acercarnos a los indefensos y desvalidos como él se acercó, ser libres para hacer el bien como él, confiar en el Padre como él confió y enfrentarnos a la vida y a la muerte con la esperanza con que él se enfrentó. (Pagola)

CANTAREMOS:

      • Gracias Señor
      • Te vengo a ofrecer
      • Madre
      • La oveja perdida
      • Viajera del rio

Cantaremos . Domingo III de Pascua /C

No pudieron pescar nada en toda la noche. Al amanecer sólo es posible con Jesús

El encuentro de Jesús resucitado con sus discípulos junto al lago de Galilea está descrito con clara intención catequistica. En el relato subyace el simbolismo central de la pesca en medio de mar. Su mensaje no puede ser más actual para los cristianos: sólo la presencia de Jesús resucitado puede dar eficacia al trabajo evangelizador de sus discípulos.
El relato nos describe, en primer lugar, el trabajo que los discípulos llevan a cabo en la oscuridad de la noche. Todo comienza con una decisión de Simón Pedro: «Me voy a pescar». Los demás discípulos se adhieren a él: «También nosotros nos vamos contigo». Están de nuevo juntos, pero falta Jesús. Salen a pescar, pero no se embarcan escuchando su llamada, sino siguiendo la iniciativa de Simón Pedro.
El narrador deja claro que este trabajo se realiza de noche y resulta infructuoso: «aquella noche no cogieron nada». La «noche» significa en el lenguaje del evangelista la ausencia de Jesús que es la Luz. Sin la presencia de Jesús resucitado, sin su aliento y su palabra orientadora, no hay evangelización fecunda.
Con la llegada del amanecer, se hace presente Jesús. Desde la orilla, se comunica con los suyos por medio de su Palabra. Los discípulos no saben que es Jesús. Sólo lo reconocerán cuando, siguiendo sus indicaciones logren buen resultado. Aquello sólo se puede deber a Jesús, el Profeta que un día los llamó a ser "pescadores de hombres".
Para difundir la Buena Noticia de Jesús y colaborar eficazmente en su proyecto, lo más importante no es "hacer muchas cosas", sino cuidar mejor la calidad humana y evangélica de lo que hacemos. Lo decisivo no es el activismo sino el testimonio de vida que podamos irradiar los cristianos.
No podemos quedarnos en la "epidermis de la fe". Son momentos de cuidar, antes que nada, lo esencial. Llenamos nuestras comunidades de palabras, textos y escritos, pero lo decisivo es que, entre nosotros, se escuche a Jesús. Hacemos muchas reuniones, pero la más importante es la que nos congrega cada domingo para celebrar la Cena del Señor. Sólo en él se alimenta nuestra fuerza evangelizadora.
AL AMANECER
En el epílogo del evangelio de Juan se recoge un relato del encuentro de Jesús resucitado con sus discípulos a orillas del lago Galilea. Cuando se redacta, los cristianos están viviendo momentos difíciles de prueba y persecución: algunos reniegan de su fe. El narrador quiere reavivar la fe de sus lectores.
Se acerca la noche y los discípulos salen a pescar. No están los Doce. El grupo se ha roto al ser crucificado su Maestro.
La pesca resulta un fracaso completo. El narrador lo subraya con fuerza: "Salieron, se embarcaron y aquella noche no pescaron nada". Vuelven con las redes vacías. ¿No es ésta la experiencia de no pocas comunidades cristianas que ven cómo se debilitan sus fuerzas y su capacidad evangelizadora?Con frecuencia, nuestros esfuerzos en medio de una sociedad indiferente apenas obtienen resultados. También nosotros constatamos que nuestras redes están vacías. Es fácil la tentación del desaliento y la desesperanza. ¿Cómo sostener y reavivar nuestra fe?¿No es éste uno de los efectos más perniciosos de la crisis que estamos sufriendo? Preocupados por sobrevivir, constatando cada vez más nuestra debilidad, no nos resulta fácil reconocer entre nosotros la presencia de Jesús resucitado, que nos habla desde el Evangelio y nos alimenta en la celebración de la cena eucarística.
"¡Es el Señor!". dice Juan. No están solos. Todo puede empezar de nuevo. Con humildad pero con fe, Pedro reconocerá su pecado y confesará su amor sincero a Jesús:"Señor, tú sabes que te quiero". Los demás discípulos no pueden sentir otra cosa.
Los cristianos saldremos de esta crisis acrecentando nuestra confianza en Jesús.

CANTAREMOS:

      • Jesús nuestra Pascua ……………………………………. 278
      • Este pan y vino Señor ……………………………………   91
      • Resucitó , Aleluya
      • Pescador de hombres …………………………………… 118
      • Gloria Gloria, Aleluya …………………………………….   97

Comentario Bíblico . Evangelio: Juan (21,1-14): La Resurrección, experiencia de amor

III.3. El relato nos muestra un cierto itinerario de la resurrección, como Lucas 24,13-35 con los discípulos de Emaús. Ahora las experiencias de la resurrección van calando poco a poco en ellos; por eso no se les ocurrió preguntar quién era Jesús: reconocieron enseguida que era el Señor que quería reconducir sus vidas. De nuevo tendrían que abandonar, como al principio, las redes y las barcas, para anunciar a este Señor a todos los hombres. También hay una “comida”, como en el caso de Lc 24,13ss, que tiene una simbología muy determinada: la cena, la eucaristía, aunque aquí parezca que es una comida de “verificación” de que verdaderamente era el Señor resucitado. Probablemente el relato de Lc 24 es más conseguido a nivel literario y teológico. En todo caso los discípulos descubrieron al Señor como el resucitado por ciertos signos que habían compartido con El.

III.4. Todo lo anterior, pues, prepara el momento en que el Señor le pide a Pedro el testimonio de su amor y su fidelidad, porque a él le debe encomendar la responsabilidad de la primera comunidad de discípulos. Pedro, pues, se nos presenta como el primero, pero entendido su “primado” desde la experiencia del amor, que es la experiencia base de la teología del evangelio de Juan. Las preguntas sobre el amor, con el juego encadenado entre los verbos griegos fileô y agapaô (amar, en ambos casos) han dado mucho que hablar. Pero por encima de todo, estas tres interpelaciones a Pedro sobre su amor recuerdan necesariamente las tres negaciones de la Pasión (Jn 18,17ss). Con esto reivindica la tradición joánica al pescador de Galilea. Sus negaciones, sus miserias, su debilidad, no impiden que pueda ser el guía de la comunidad de los discípulos. No es el discípulo perfecto (eso para el evangelio joánico es el “discípulos amado”), pero su amor al Señor ha curado su pasado, sus negaciones. En realidad, en el evangelio de Juan todo se cura con el amor. Y esta, pues, es una experiencia fundamental de la resurrección, porque en Tiberíades, quien se hacen presente con sus signos y pidiendo amor y dando amor, es el Señor resucitado.

Fray Miguel de Burgos NúñezFray Miguel de Burgos Núñez
Maestro y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura

Los Waorani de Ecuador demandan al Estado por explotación petrolera


La defensa de la Amazonía por parte de las comunidades indígenas contra las invasiones de las empresas, muchas veces con el apoyo de los gobiernos, se ha convertido en una lucha, casi siempre desigual, pero en la que se pone en juego la sostenibilidad de una región de cuyo futuro depende la vida del Planeta


Manuel Cubías – Ciudad del Vaticano – Vatican News

Waorani presentan demanda

Trayendo lanzas y cantando canciones sobre la defensa de la selva, cientos de hombres y mujeres ancianos, jóvenes y líderes waorani de la provincia de Pastaza en la Amazonia ecuatoriana se movilizaron en la ciudad de Puyo este 11 de abril para asistir de la audiencia de su demanda de acción de protección, que lleva a los Ministerios de Ambiente y Energía a juicio por numerosas alegaciones de violaciones de derechos humanos relacionados con la extracción de recursos no renovables.

Interponen demanda contra el Estado

La demanda ha sido interpuesta en la ciudad de Puyo, capital de la provincia de Pastaza, donde 16 comunidades Waorani piden que se reconozcan sus derechos y se les compense por los daños sufridos, que se remontan a 2012, cuando el Estado decidió licitar parte de su territorio ancestral para actividades petroleras.

Los esfuerzos de los waorani de Pastaza para proteger el territorio de la extracción petrolera, (cerca de 200.000 hectáreas de selva tropical de gran biodiversidad), se han convertido en foco de atención nacional e internacional, destacando la brecha entre la sed de ingresos petroleros del gobierno ecuatoriano para aliviar la deuda internacional frente a los derechos humanos colectivos reconocidos respecto a la consulta previa, libre, e informada, a la autodeterminación, al territorio y a los derechos de la naturaleza.

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Cantaremos. De la duda a la Fe. El reto de la Resurrección.

EL hoEmbre moderno ha aprendido a dudar. Es propio del espíritu de nuestros tiempos cuestionarlo todo para progresar en conocimiento científico. En este clima la fe queda con frecuencia desacreditada. El ser humano va caminando por la vida lleno de incertidumbres y dudas.

Por eso, sintonizamos sin dificultad con la reacción de Tomás, cuando los otros discípulos le comunican que, estando él ausente, han tenido una experiencia sorprendente: «Hemos visto al Señor». Tomás podría ser un hombre de nuestros días. Su respuesta es clara: «Si no lo veo… no lo creo».
Su actitud es comprensible. Tomás no dice que sus compañeros están mintiendo o que están engañados. Solo afirma que su testimonio no le basta para adherirse a su fe. Él necesita vivir su propia experiencia. Y Jesús no se lo reprochará en ningún momento.
Tomás ha podido expresar sus dudas dentro del grupo de discípulos. Al parecer, no se han escandalizado. No lo han echado fuera del grupo. Tampoco ellos han creído a las mujeres cuando les han anunciado que han visto a Jesús resucitado. El episodio de Tomás deja entrever el largo camino que tuvieron que recorrer en el pequeño grupo de discípulos hasta llegar a la fe en Cristo resucitado.
Las comunidades cristianas deberían ser en nuestros días un espacio de diálogo donde pudiéramos compartir honestamente las dudas, los interrogantes y búsquedas de los creyentes de hoy. No todos vivimos en nuestro interior la misma experiencia. Para crecer en la fe necesitamos el estímulo y el diálogo con otros que comparten nuestra misma inquietud.
Pero nada puede remplazar a la experiencia de un contacto personal con Cristo en lo hondo de la propia conciencia. Según el relato evangélico, a los ocho días se presenta de nuevo Jesús. Le muestra sus heridas.
No son «pruebas» de la resurrección, sino «signos» de su amor y entrega hasta la muerte. Por eso, le invita a profundizar en sus dudas con confianza: «No seas incrédulo, sino creyente». Tomas renuncia a verifICAR. Ya no siente necesidad de pruebas. Sólo sabe que Jesús lo ama y le invita a confiar: «Señor mío y Dios mío».
Un día los cristianos descubriremos que muchas de nuestras dudas, vividas de manera sana, sin perder el contacto con Jesús y la comunidad, nos pueden rescatar de una fe superficial que se contenta con repetir fórmulas, y estimularnos a crecer en amor y en confianza en Jesús, ese Misterio de Dios que constituye el núcleo de nuestra Fe .

J.A.Pagola

CANTAREMOS:

      • El Señor ha resucitado ……………………………………. 71
      • Aleluya
      • Beberemos la copa de Cristo …………………………… 32
      • Resucito, Aleluya
      • El Señor resucito, Aleluya
      • Alabaré …………………………………………………………. 17 

Comentario Bíblico–Jn 20,19-31 . ¡Señor mío! La resurrección se cree, no se prueba.

III.1. El texto es muy sencillo, tiene dos partes (vv. 19-23 y vv. 26-27) unidas por la explicación de los vv. 24-25 sobre la ausencia de Tomás. Las dos partes inician con la misma indicación sobre los discípulos reunidos y en ambas Jesús se presenta con el saludo de la paz (vv. 19.26). Las apariciones, pues, son un encuentro nuevo de Jesús resucitado que no podemos entender como una vuelta a esta vida. Los signos de las puertas cerradas por miedo a los judíos y cómo Jesús las atraviesa, “dan que pensar”, como dice Ricoeur, en todo un mundo de oposición entre Jesús y los suyos, entre la religión judía y la nueva religión de la vida por parte de Dios. La “verdad” del texto que se nos propone, no es una verdad objetivable, empírica o física, como muchas veces se propone en una hermenéutica apologética de la realidad de la resurrección. Vivimos en un mundo cultural distinto, y aunque la fe es la misma, la interpretación debe proponerse con más creatividad.

III.2. El “soplo” sobre los discípulos recuerda acciones bíblicas que nos hablan de la nueva creación, de la vida nueva, por medio del Espíritu. Se ha pensado en Gn 2,7 o en Ez 37. El espíritu del Señor Resucitado inicia un mundo nuevo, y con el envío de los discípulos a la misión se inaugura un nuevo Israel que cree en Cristo y testimonia la verdad de la resurrección. El Israel viejo, al que temen los discípulos, está fuera de donde se reúnen los discípulos (si bien éstos tienen las puertas cerradas). Será el Espíritu del resucitado el que rompa esas barreras y abra esas puertas para la misión. En Juan, “Pentecostés” es una consecuencia inmediata de la resurrección del Señor. Esto, teológicamente, es muy coherente y determinante.

III.3. La figura de Tomás es solamente una actitud de “anti-resurrección”; nos quiere presentar las dificultades a que nuestra fe está expuesta; es como quien quiere probar la realidad de la resurrección como si se tratara de una vuelta a esta vida. Algunos todavía la quieren entender así, pero de esa manera nunca se logrará que la fe tenga sentido. Porque la fe es un misterio, pero también es relevante que debe tener una cierta racionalidad (fides quaerens intellectum), y en una vuelta a la vida no hay verdadera y real resurrección. Tomás, uno de los Doce, debe enfrentarse con el misterio de la resurrección de Jesús desde sus seguridades humanas y desde su soledad, porque no estaba con los discípulos en aquel momento en que Jesús, después de la resurrección, se les hizo presente, para mostrarse como el Viviente. Este es un dato que no es nada secundario a la hora de poder comprender el sentido de lo que se nos quiere poner de manifiesto en esta escena: la fe, vivida desde el personalismo, está expuesta a mayores dificultades. Desde ahí no hay camino alguno para ver que Dios resucita y salva.

III.4. Tomás no se fía de la palabra de sus hermanos; quiere creer desde él mismo, desde sus posibilidades, desde su misma debilidad. En definitiva, se está exponiendo a un camino arduo. Pero Dios no va a fallar ahora tampoco. Jesucristo, el resucitado, va a «mostrarse» (es una forma de hablar que encierra mucha simbología; concretamente podemos hablar de la simbología del “encuentro”) como Tomás quiere, como muchos queremos que Dios se nos muestre. Pero así no se “encontrará” con el Señor. Esa no es forma de “ver” nada, ni entender nada, ni creer nada.

III.5. Tomás, pues, debe comenzar de nuevo: no podrá tocar con sus manos las heridas de las manos del Resucitado, de sus pies y de su costado, porque éste, no es una “imagen”, sino la realidad pura de quien tiene la vida verdadera. Y es ante esa experiencia de una vida distinta, pero verdadera, cuando Tomás se siente llamado a creer como sus hermanos, como todos los hombres. Diciendo «Señor mío y Dios mío», es aceptar que la fe deja de ser puro personalismo para ser comunión que se enraíce en la confianza comunitaria, y experimentar que el Dios de Jesús es un Dios de vida y no de muerte.

Fray Miguel de Burgos NúñezFray Miguel de Burgos Núñez
Maestro y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura

Evangelio (Jn 20,1-9): El amor vence a la muerte: la experiencia del discípulo verdadero.

El amor vence a la muerte.

III.1. El texto de Juan 20,1-9, que todos los años se proclama en este día de la Pascua, nos propone acompañar a María Magdalena al sepulcro, que es todo un símbolo de la muerte y de su silencio humano; nos insinúa el asombro y la perplejidad de que el Señor no está en el sepulcro; no puede estar allí quien ha entregado la vida para siempre. En el sepulcro no hay vida, y Él se había presentado como la resurrección y la vida (Jn 11,25). María Magdalena descubre la resurrección, pero no la puede interpretar todavía. En Juan esto es caprichoso, por el simbolismo de ofrecer una primacía al *discípulo amado+ y a Pedro. Pero no olvidemos que ella recibirá en el mismo texto de Jn 20,11ss una misión extraordinaria, aunque pasando por un proceso de no “ver” ya a Jesús resucitado como el Jesús que había conocido, sino “reconociéndolo” de otra manera más íntima y personal. Pero esta mujer, desde luego, es testigo de la resurrección.

III.2. La figura simbólica y fascinante del *discípulo amado+, es verdaderamente clave en la teología del cuarto evangelio. Éste corre con Pedro, corre incluso más que éste, tras recibir la noticia de la resurrección. Es, ante todo, "discípulo", y por eso es conveniente no identificarlo, sin más, con un personaje histórico concreto, como suele hacerse; él espera hasta que el desconcierto de Pedro pasa y, desde la intimidad que ha conseguido con el Señor por medio de la fe, nos hace comprender que la resurrección es como el infinito; que las vendas que ceñían a Jesús ya no lo pueden atar a este mundo, a esta historia. Que su presencia entre nosotros debe ser de otra manera absolutamente distinta y renovada.

III.3. La fe en la resurrección, es verdad, nos propone una calidad de vida, que nada tiene que ver con la búsqueda que se hace entre nosotros con propuestas de tipo social y económico. Se trata de una calidad teológicamente íntima que nos lleva más allá de toda miseria y de toda muerte absurda. La muerte no debería ser absurda, pero si lo es para alguien, entonces se nos propone, desde la fe más profunda, que Dios nos ha destinado a vivir con El. Rechazar esta dinámica de resurrección sería como negarse a vivir para siempre. No solamente sería rechazar el misterio del Dios que nos dio la vida, sino del Dios que ha de mejorar su creación en una vida nueva para cada uno de nosotros.

III.4. Por eso, creer en la resurrección, es creer en el Dios de la vida. Y no solamente eso, es creer también en nosotros mismos y en la verdadera posibilidad que tenemos de ser algo en Dios. Porque aquí, no hemos sido todavía nada, mejor, casi nada, para lo que nos espera más allá de este mundo. No es posible engañarse: aquí nadie puede realizarse plenamente en ninguna dimensión de la nuestra propia existencia. Más allá está la vida verdadera; la resurrección de Jesús es la primicia de que en la muerte se nace ya para siempre. No es una fantasía de nostalgias irrealizadas. El deseo ardiente del corazón de vivir y vivir siempre tiene en la resurrección de Jesús la respuesta adecuada por parte de Dios. La muerte ha sido vencida, está consumada, ha sido transformada en vida por medio del Dios que Jesús defendió hasta la muerte.

Fray Miguel de Burgos NúñezFray Miguel de Burgos Núñez
Maestro y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura

“Pasó por uno de tantos…” (Flp 2, 7) – Domingo de Ramos.

cruz meditacion domingo ramos


D. FRIEDRICH, Cruz en el mar Báltico (1815). Berlín, Castillo de Charlottenburg.


Frente a nosotros la cruz. Como si quisiera impedirnos mirar el horizonte del mar, los barcos que en él navegan, lo eterno que esconde. La cruz siempre se nos impone sin que la busquemos. Y aparentemente bloquea nuestro camino, nuestra ruta hacia el infinito que deseamos y merecemos. Cuanto menos nos sorprende. Una cruz tosca y pobre, que tiene historia y sal, y que se yergue, subversiva, sobre la roca. Frente a ella rivalizan en importancia el horizonte, siempre atrayente del anochecer, ése que está lleno de interrogantes sobre el sentido, pero que no tiene respuestas… Y la luna que brilla en la noche y jamás pierde su luz. La que hace orientarse a los marineros y regula el ciclo del mar y de las cosechas… ¿Y si Dios mismo estuviera brillando, eterno, en todas nuestras noches, aun cuando la cruz se nos impone en el camino?

El pintor, mientras realizaba la pintura, escribió una carta a la mujer que se la encargó, con las siguientes palabras: "El cuadro para su amiga ya está esbozado, pero no contendrá iglesia, árbol, planta o hierba. En una playa desnuda y pedregosa se alza la cruz. Para quien la ve, un consuelo; para quien no la ve, una cruz". El autor no quiere que sea símbolo del final, sino fuerza en el trayecto, esperanza ante el futuro…

La cruz se convierte en nuestro camino en un faro que alumbra en medio de la noche. Indica dónde y cómo se llega al puerto, a la orilla. Dibuja los límites invisibles del lugar donde está el refugio, el puerto seguro. No tiene una luz fija, sino frágil e intermitente. Solo los marineros expertos distinguen dónde se encuentran cuando la ven. La cruz, en este domingo de ramos, nos vuelve a señalar la meta, la orilla de un Corazón que nos espera y en el que tenemos sitio.

La cruz se convierte en la imagen de las causas perdidas (o ganadas, quién sabe). Allí donde se dejan los exvotos que son signo de batallas, de triunfos y fracasos. Si nuestras cruces hablaran serían capaces de contarnos nuestra propia historia. El ancla señala la esperanza, el final de la travesía, la meta alcanzada, la certeza del encuentro final. Los remos son el esfuerzo, la lucha y las propias seguridades: quien los dejó ha decidido no pelear contra las corrientes sino rendirse y dejarse llevar por un Viento a favor. Y la roca, que todo lo sostiene, evoca el espacio de lo eterno, el lugar que ya no tiemblan, donde los pies están seguros y el camino alcanzado…

La cruz se convierte en nexo, en vínculo de unión entre lo lejano. Domina la imagen y el horizonte entero. Una simple cruz, como tantas que señalan nuestros espacios cotidianos. Es más que una cruz. Cristo no está en ella, sino dominando toda la obra en lo escondido: ancla y puerto, luna y horizonte, mar y barca… La cruz acaba siendo puente entre dos espacios, escalera que invita a subir, que acerca lo eterno a la tierra humana. Como si estuviera vacía para que nosotros la ocupemos. Feliz elección la de Cristo al subirse a ella, cátedra donde se aprende lo sagrado: especialmente humana (o inhumana, según se mire), hace a Dios compañero de camino, y a nosotros, frágiles y vulnerables, nos eleva al lugar de Dios. Una cruz, señal, puente, flecha que apunta a la meta de la vida…

Fray Javier Garzón O.P. Dominicos.org


Cantaremos . V Domingo de Cuaresma/C

Todos necesitamos perdón.

Según su costumbre, Jesús ha pasado la noche a solas con su Padre querido en el Monte de los Olivos. Comienza el nuevo día, lleno del Espíritu de Dios que lo envía a "proclamar la liberación de los cautivos […] y dar libertad a los oprimidos”. Pronto se verá rodeado por un gentío que acude a la explanada del templo para escucharlo.
De pronto, un grupo de escribas y fariseos irrumpe trayendo a "una mujer sorprendida en adulterio". No les preocupa el destino terrible de la mujer. Nadie le interroga de nada. Está ya condenada. Los acusadores lo dejan muy claro: "En la Ley de Moisés se manda apedrear a las adúlteras. Tú, ¿qué dices?”
La situación es dramática: los fariseos están tensos, la mujer, angustiada; la gente, expectante. Jesús guarda un silencio sorprendente. Tiene ante sí a aquella mujer humillada, condenada por todos. Pronto será ejecutada. ¿Es esta la última palabra de Dios sobre esta hija suya?
Jesús, que está sentado, se inclina hacia el suelo y comienza a escribir algunos trazos en tierra. Seguramente busca luz. Los acusadores le piden una respuesta en nombre de la Ley. Él les responderá desde su experiencia de la misericordia de Dios: aquella mujer y sus acusadores, todos ellos, están necesitados del perdón de Dios.
Los acusadores sólo están pensando en el pecado de la mujer y en la condena de la Ley. Jesús cambiará la perspectiva. Pondrá a los acusadores ante su propio pecado. Ante Dios, todos han de reconocerse pecadores. Todos necesitamos su perdón.
Como le siguen insistiendo cada vez más, Jesús se incorpora y les dice: "Aquel de vosotros que no tenga pecado puede tirarle la primera piedra". ¿Quiénes sois vosotros para condenar a muerte a esa mujer, olvidando vuestros propios pecados y vuestra necesidad del perdón y de la misericordia de Dios?
Los acusadores se van retirando uno tras otro. Jesús apunta hacia una convivencia donde la pena de muerte no puede ser la última palabra sobre un ser humano. Más adelante, Jesús dirá solemnemente: "Yo no he venido para juzgar al mundo, sino para salvarlo".
El diálogo de Jesús con la mujer arroja nueva luz sobre su actuación. Los acusadores se han retirado, pero la mujer no se ha movido. Parece que necesita escuchar una última palabra de Jesús. No se siente todavía liberada. Jesús le dice "Tampoco yo te condeno. Vete y, en adelante no peques más".
Le ofrece su perdón, y, al mismo tiempo, le invita a no pecar más. El perdón de Dios no anula la responsabilidad, sino que exige conversión. Jesús sabe que "Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva". (J.A.Pagola)

CANTAREMOS:

      • El Señor es mi fuerza ……………………………………… 80
      • Te ofrecemos Señor ………………………………………. 186
      • Por Ti Señor ………………………………………………….. 134
      • Al atardecer de la vida …………………………………….   3
      • Dame un nuevo corazón …………………………………. 64