Categoría: Comunidad

Comunidades activas en la Parroquia

Comentario Bíblico. Juan (1,1-13): Dios acampó en nuestra historia

Este segundo domingo de Navidad, después de la fiesta de María Madre de Dios con que abrimos el año nuevo, es una profundización en los valores más vivos de lo que significa la encarnación del Hijo de Dios.

II.1. Esta es una de las páginas más gloriosas, profundas y teológicas que se hayan escrito para decir algo de lo que es Dios, de lo que es Jesucristo, y de lo que es el hecho de la encarnación, en esa expresión tan inaudita: el “Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. La encarnación se expresa mediante lo más profundo que Dios tiene: su Palabra; con ella crea todas las cosas, como se pone de manifiesto en el relato de la creación de Génesis 1; con ella llama, como su le sucede a Abrahán, el padre de los creyentes; con ella libera al pueblo de la esclavitud de Egipto; con ella anuncia los tiempos nuevos, como ocurre en las palabras de los profetas auténticos de Israel; con ella salva, como acontece con Jesucristo que nos revela el amor de este Dios. El evangelio de Juan, pues, no dispone de una tradición como la de Lucas para hablarnos de la anunciación y del nacimiento de Jesús, pero ha podido introducirse teológicamente en esos misterios mediante su teología de la Palabra. También, en nosotros, es muy importante la palabra, como en Dios. Con ella podemos crear situaciones nuevas de fraternidad; con nuestra palabra podemos dar vida a quien esté en la muerte del abandono y la ignominia, o muerte a quien esté buscando algo nuevo mediante compromisos de amor y justicia. Jesús, pues, también se ha encarnado para hacer nuestra palabra (que expresa nuestros sentimientos y pensamientos, nuestro yo más profundo, lo que sale del corazón) una palabra de luz y de misericordia; de perdón y de acogida. El ha puesto su tienda entre nosotros… para ser nuestro confidente de Dios.

III.2. El himno y las sentencias que lo constituyen se relaciona con las especulaciones sapienciales judías. El filósofo judío de la religión, Filón de Alejandría, que vivió en tiempos de Jesús, hizo suyas aquellas reflexiones, pero en vez de sabiduría habló de la Palabra divina, del Logos. En el judaísmo «sabiduría» y «palabra de Dios» significaban prácticamente lo mismo. Sobre este tema desarrolló Filón una serie de profundas ideas. En el himno al Logos de Juan han podido influir otras corrientes conceptuales de aquella época. Fuera como fuere, en el texto joánico la idea del Logos tiene una acuñación cristiana propia, una forma inconfundible ligada a la persona de Jesús. Se interpreta, en efecto, esta persona, mediante los conceptos ya existentes sobre la Palabra de Dios, de una manera no por supuesto absolutamente nueva, pero sí profundizada.

III.3. El Logos, en griego, la Palabra divina, se ha hecho carne, es nuestra luz. Quizás parece demasiado especulativa la expresión. Pero recorriendo el himno al Verbo, descubrimos toda una reflexión navideña del cuarto evangelio. El Verbo ilumina con su luz. La iniciativa no parte de la perentoria necesidad humana, sino del mismo Dios que contempla la situación en la que se encuentra la humanidad. Suya es la iniciativa, suyo el proyecto. En el Verbo estaba la vida y la vida es la luz de los hombres. Por eso viene a los suyos, que somos nosotros. La especulación deja de ser altisonante para hacerse verdaderamente antropológica, humana. Pone su tienda entre nosotros, el Logos, la Sabiduría, el Hijo, Dios mismo en definitiva. ¿Cómo? No como en el el AT, en la tienda del tabernáculo en el desierto, ni en un “Sancta Sanctorum”, sino en la humanidad misma que era la que verdaderamente necesitaba ser dignificada. El hombre es imagen de Dios, y esa imagen se pierde si la luz no nos llega. Y esa luz es la Palabra, Jesucristo.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

Reflexión del Evangelio de hoy

En comunión unos con otros

Juan, discípulo que parece ausculta el corazón de Dios, nos transmite parte de su testimonio. “Lo que hemos oído os anunciamos…” Dios es luz sin oscuridad.

El símbolo de la luz transmite con fuerza la ausencia de todo lo que pueda oscurecer el mensaje del Amor en nuestra vida. Caminar en la luz, caminar en su Presencia, buscar la veracidad. Caminar en la luz nos reconcilia con el Padre si hay alguna pequeña oscuridad en nuestra vida.

Acojamos esta invitación del Apóstol Juan a caminar en la LUZ que nos reconcilia con Dios y nos pone en comunión con nuestros hermanos.

Centrando nuestra mirada

Sabemos que los evangelios no son crónicas, en el sentido de una sucesión de hechos históricos que narran lo sucedido en tiempos de Jesús.

Sabemos también que cada evangelista, a modo de catequesis, se dirige a su comunidad y da a conocer la figura de Jesús, quién es Jesús para ellos.  Transmite la fe recibida y anima a su comunidad en ese mismo camino de la fe.

Mateo, en los relatos de la infancia de Jesús, establece un paralelismo entre Moisés, el caudillo que liberó a los israelitas de la esclavitud de Egipto y Jesús que traerá la salvación a todos los hombres. Aquí se acentúa el carácter extraordinario de su nacimiento.

La comunidad de Mateo formada por judeocristianos y una gran mayoría procedente del paganismo, se encuentra con dos figuras claves que reafirman la aceptación de Jesús como Mesías. De  una parte, José, procedente de la casa de David, que escucha y obedece la voz de Dios manifestada en sueños, y los Magos procedentes del pueblo gentil que buscan y aceptan al Mesías.

En este sentido los relatos de la infancia de Jesús tienen más de simbólico que de hechos históricos verificables. No obstante, este pasaje de Mateo tiene para nosotros, varios aspectos que iluminan nuestra reflexión.

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Homilía Natividad del Señor

Y el ángel les dijo: os traigo una buena noticia ”

Hace casi un mes que nuestros pueblos y ciudades respiran un cierto sabor navideño aromatizado de luces que engalanan calles e invitan al paseante, circunspecto por la rapidez del paso del tiempo, a sumergirse en una vorágine de preparativos (la mayoría de ellos materiales) para los que pequeños negocios y grandes establecimientos pregonan tener el regalo perfecto, el aditamento lustroso, las viandas más suculentas… con el fin de que todo desemboque en la dicha de celebrar lo que llamamos ‘Navidad’.

Además, son las segundas ‘navidades covid’ y, aunque en algunos lugares más privilegiados, la situación haya ido mejorando poco a poco, hay muchos pueblos de nuestro mundo a los que apenas se han asomado las vacunas y los medios que el esfuerzo humano va logrando para superar la pandemia. ¡Qué grandes son los humanos cuando se unen para luchar y mejorar la vida! La otra cara es la de constatar que siempre hubo velocidades (‘posadas’ lo llama el evangelio de la Nochebuena) para según qué países (más bien según qué personas y con qué recursos). ‘Navidades covid’ que también para muchos de nuestro lado se desdibujaran como imposturas de tristeza y anhelos de lo perdido… para todos ellos también ha de ser Navidad.

Puedo imaginar que, algo más de 2000 años atrás, lo que dio origen a nuestras navidades, se parecía más a un anhelo, a un misterio y a un desafío que a una fiesta. Y, sin embargo, hay un algo que permanece. Pudiéramos nombrarlo como deseo de ser con otros, como deseo de amar, como necesidad de encuentro, como posibilidad de creer (aunque sea sutilmente y a regañadientes de lo religioso) de que, en lo humano, hay algo tan grande, misterioso y bondadoso que hasta a Dios se le antojó como posibilidad, como plenitud, como complicidad compartida y lugar de redención. Lo humano, lo de Dios humanado, lo divino de lo humano….  

Fr. Ismael González Rojas
Convento de Ntra. Sra. de Atocha (Madrid)

Comentario Bíblico. Evangelio: Lucas (1,39-45): María: confianza absoluta en Dios

III.1. El evangelio de Lucas relata la visita de María a Isabel; una escena maravillosa; la que es grande quiere compartir con la madre del Bautista el gozo y la alegría de lo que Dios hace por su pueblo. Vemos a María que no se queda en el fanal de la “anunciación” de Nazaret y viene a las montañas de Judea. Es como una visita divina, (como si Dios saliera de su templo humano) ya que podría llevar ya en su entrañas al que es “grande, Hijo del Altísimo” y también Mesías porque recibirá el trono de David. ¡Muchos títulos, sin duda! Es verdad que discuten los especialistas si el relato permite hacer estas afirmaciones. Podría ser que todavía María no estuviera embarazada y va a la ciudad desconocida de Judea para experimentar el “signo” que se le ha dado de la anunciación de su pariente en su ancianidad. Por eso es más extraño que María vaya a visitar a Isabel y que no sea al revés. La escena no puede quedar solamente en una visita histórica a una ciudad de Judá. Sin embargo, esa visita a su parienta Isabel se convierte en un elogio a María, “la que ha creído” (he pisteúsasa). Gabriel no había hecho elogio alguno a las palabras de María en la anunciación: “he aquí la esclava del Señor…”, sino que se retira sin más en silencio. Entonces esta escena de la visitación arranca el elogio para la creyente por parte de Isabel e incluso por parte del niño que ella lleva, Juan el Bautista.

III.2. Vemos a María ensalzada por su fe; porque ha creído el misterio escondido de Dios; porque está dispuesta a prestar su vida entera para que los hombres no se pierdan; porque puede traer en su seno a Aquél que salvará a los hombres de sus pecados. Este acontecimiento histórico y teológico es tan extraordinario para María como para nosotros. Y tan necesario para unos y para otros como la misma esperanza que ponemos en nuestras fuerzas. Eso es lo que se nos pide: que esa esperanza humana la depositemos en Jesús. Pero es verdad que leído en profundidad este relato tiene como centro a María, aunque sea por lo que Dios ha hecho en ella. Dios puede hacer muchas cosas, pero los hombres pueden “pasar” de esas acciones y presencias de Dios. El relato, sin embargo, quiere mostrarnos el ejemplo de esta muchacha que con todo lo que se le ha pedido pone su confianza en Dios. Por el término que usa Lucas en boca de Isabel “he pisteúsasa”, la que ha creído, significa precisamente eso: una confianza absoluta en Dios. Si no es así, la salvación de Dios puede pasar a nuestro lado sin darnos cuenta de ello. María y Dios o Dios es María son la esencia de este relato. No es que carezca de su dimensión cristológica, pero todavía no es el momento, para Lucas, de conceder el protagonismo necesario a su hijo Jesús. Asimismo, el salto en el vientre de Juan también es primeramente por la “confianza” de María en Dios. Eso es lo que la hace, pues, la “hija de Sión” del profeta Sofonías.

III.3. Porque hoy también hay una “hija de Sión” y una presencia de Dios en nuestro mundo: Es la comunión de los servidores, de las personas audaces, de los profetas sin nombre, de los que hacen la paz y de los que sufren por la justicia. Una hija o comunidad que supera los límites de cualquier Iglesia determinada y configurada como perfecta. Son como la prolongación de María de Nazaret ante la necesidad que Dios tiene de los hombres para estar cercano a cada uno de nosotros. De ahí que en el Cuarto Domingo de Adviento la liturgia expone el misterio de Dios a nuestra devoción. Y debemos aprender, no a soportar el misterio, sino a amarlo, porque ese misterio divino es la encarnación. Ello significa que la vida se realiza en conexiones mayores de las que el hombre puede disponer y comprender. La vida tiene cosas más profundas para que el hombre pueda gobernarlas, comprenderlas o producirlas a su antojo. Y es que todo lo que nosotros creemos que es lo último, en realidad es lo penúltimo; así nos sucede casi siempre. Y por eso es tan necesaria la fe. De ahí que, con toda razón, este Domingo propone como clave de vivencias la fe; fe en la encarnación, en que Dios siempre esta a nuestro lado, en que debe existir un mundo mejor que este. Y esa fe se nos propone en María de Nazaret, para que advirtamos que el hombre que quiere ser como un dios, se perderá; pero quien acepte al Dios verdadero, vivirá con El para siempre.

III.4. El Cuarto Domingo de Adviento es la puerta a la Navidad. Y esa puerta la abre la figura estelar del Adviento: María. Ella se entrega al misterio de Dios para que ese misterio sea humano, accesible, sin dejar de ser divino y de ser misterio. Y por eso María es el símbolo de una alegría recóndita. En la anunciación, acontecimiento que el evangelio de hoy presupone, encontramos la hora estelar de la historia de la humanidad. Pero es una hora estelar que acontece en el misterio silencioso de Nazaret, la ciudad que nunca había aparecido en toda la historia de Israel. Es en ese momento cuando se conoce por primera vez que existe esa ciudad, y allí hay una mujer llamada María, donde se llega Dios, de puntillas, para encarnarse, para hacerse hombre como nosotros, para ser no solamente el Hijo eterno del Padre, sino hijo de María y hermano de todos nosotros.

Fray Miguel de Burgos Nuñez.

Misa de Aguinaldos, Urbanización Monte Elena.

Invitación a la misa de aguinaldos de la Urbanización Monte Elena el día 16 de Diciembre a las 5.00 p.m.

Al igual que en años anteriores se hará en el cruce de las calles Santa Isabel con San Antonio.

Un pequeño compartir estará a la entrada de la casa Punto Alto. Esperemos a los vecinos en los cantos al Niño Dios con alegria, fe y esperanzas para el Año entrante.

Guardaremos las previsiones recomendadas anti COVID.

Misas de Navidad y Año nuevo 2021

MISAS DE NAVIDAD Y AÑO NUEVO 2021

Viernes. 24 de diciembre
6:00 p.m.
MISA DE NOCHEBUENA
Sábado, 25 de diciembre
12:00 m  
MISA DE LA SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR
Domingo, 26 de diciembre
5:00 p.m.
MISA DE LA FIESTA DE SAN ESTEBAN, PROTOMARTIR
Lunes 27 de diciembre
5:00 p.m.
MISA DE LA FIESTA DE SAN JUAN APOSTOL Y EVANGELISTA
Martes, 28 de diciembre  
5:00 p.m.
MISA DE LA FIESTA DE LOS SANTOS INOCENTES MARTIRES
Miercoles, 29 de diciembre  
5:00 p.m.
MISA DE LA FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA DE JESÚS, MARIA Y JOSÉ  
Jueves, 30 de diciembre
12:00 m
MISA DE LA FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA DE JESÚS, MARÍA Y JOSÉ
Viernes, 31 de diciembre
4:00 p.m.
5:00 p.m.  

HORA SANTA  

MISA DE LA SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS
Sabado, 1 de Enero
12:00 m.
 
MISA DE LA SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA MADRE DE DIOS

Comentario Bíblico. “Una voz grita en el Desierto”, 5 de Diciembre. II Domingo de Adviento.

Introducción

El tiempo de Adviento es una introducción a todo el Año litúrgico y, en él, al conjunto de la vida cristiana ¿Cómo cumple este cometido? Estableciendo el marco temporal en el que acontece la celebración del misterio de la fe, que es en el que camina la Iglesia. Este marco es la convergencia en Jesucristo del pasado, del presente y del futuro; dimensiones que se entrecruzan en la vida creyente de manera enigmática pero real.

El Adviento, por tanto, no es solo un tiempo de preparación para la Navidad. Este es solo un aspecto. El Adviento prepara a la Iglesia y a los creyentes para que sepan vivir la fe en las condiciones históricas en las que se encuentran; es decir, que aprendan a vivir en el presente la actualidad y vigencia del ayer y que, simultáneamente, detecten la presencia del futuro definitivo en lo que acontece hoy.

En el horizonte del Adviento, la memoria se hace profecía y la profecía toma como fundamento la memoria. Estamos en la dinámica del binomio “promesa/cumplimiento”. Lo que sucedió ayer, y se ha cumplido, es la garantía de lo que sucederá. El que, tras ser anunciado, se hizo presente en la historia y en la carne (Jesucristo), es el mismo que, tal y como dijo, volverá rodeado de gloria. En esta lógica, la primera venida del Señor (Navidad), recordada y actualizada, es el raíz de la esperanza de su regreso definitivo (Parusía).

Ante esta situación histórico-salvífica planteada por el Adviento, las actitudes cristianas que se han de practicar responsablemente (y que ya no hay que dejar de lado a lo largo de todo el Año litúrgico) son dos: la conversión y la esperanza. Ambas muestran el dinamismo abierto y confiado de la vida creyente, que no cesará nunca mientras estemos en este mundo.

Fr. Vicente Botella Cubells O.P.
Convento de San Vicente Ferrer (Valencia)

21 de Noviembre. “¿Tu eres el Rey?”

Como es natural, las lecturas que hoy vamos a escuchar nos muestran varias imágenes de Jesucristo Rey del Universo. La primera corresponde a un fragmento de una visión de Daniel. En este texto se define a Jesús como el «Hijo del Hombre» al cual Dios Padre –que tiene figura de anciano– le da un poder tal, que todos los pueblos le alabarán y respetarán.

En consonancia con la primera lectura, al proclamar el salmo 92, alabamos a Jesucristo, que está sentado en su trono real, vestido de majestad, ejerciendo su poder sobre nosotros y toda la creación.

La segunda lectura forma parte del comienzo del libro del Apocalipsis. En este texto, san Juan nos dice que aquel que fue atravesado en la Cruz, derramando su amor por todos nosotros, ha sido constituido como Príncipe de los reyes de la tierra y ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes que rinden culto a Dios Padre.

Pero la lectura del Evangelio según san Juan no nos presenta a Jesús sentado sobre un trono, rodeado de gloria y majestad, sino todo lo contrario: sucio, golpeado y encadenado, hablando sobre su condición de Rey con Poncio Pilato, justo antes de que éste se lave las manos, dejando que otros le crucifiquen, cumpliendo así el plan salvífico trazado por Dios Padre.

Fray Julián de Cos Pérez de Camino
Convento de San Esteban (Salamanca)

Comentario Bíblico. Marcos (13,24-32).

La historia se transforma, no se aniquila

III.1. El evangelio de hoy forma parte del discurso apocalíptico de Marcos con que se cierra la actividad de Jesús, antes de entrar en la pasión. Es propio de la liturgia con la que culmina el año litúrgico usar esos textos apocalípticos que plantean las cuestiones finales, escatológicas, del mundo y de la historia. Jesús no fue muy dado a hablar de esta forma, pero en la cultura de la época se planteaban estos asuntos. Por ello le preguntan sobre el día y la hora en que ha de terminar este mundo. Jesús –según Marcos-, no lo sabe, no lo dice, simplemente se recurre al lenguaje simbólico de los apocalípticos para hablar de la vigilancia, de estar alertas, y de mirar “los signos de los tiempos”. No podemos negar que aquí hay “palabras” de Jesús, pero hoy se reconoce que la comunidad primitiva, algunos círculos de profetas-apocalípticos, cultivaron estos dichos de Jesús y los acomodaron a su modo de vivir en una itinerancia constante y en la adversidad y el rechazo de su mensaje de Dios.

III.2. Tenemos que reconocer que Mc 13, lo que se llama el apocalipsis sinóptico, se presta a muchas interpretaciones de distinto perfil histórico, literario y teológico. Se reconoce que no es propiamente de Jesús, sino de los cristianos que, ante una crisis, de guerra, de persecución, escribieron este texto. Pusieron palabras de Jesús que se mantenían en la tradición para tratar de afrontar los problemas que se presentaban para judíos y cristianos. Es posible que la base del mismo pueda explicarse en la crisis de Calígula el 40 d. C., en tiempos de Petronio, legado de Siria, para llevar a cabo la orden de poner una estatua del emperador en el templo para ser adorado como dios. Esta es una hipótesis entre otras, pero razonable. No obstante no todo el texto se explica en este momento. Posteriormente y separados ya judíos y cristianos, se vuelve sobre este texto ante nuevas dificultades. Las opiniones son muy diversas y, a veces, extravagantes. El cristianismo primitivo estuvo muy influenciado por la corriente apocalíptica. Esto no se niega. Pero la solución de la historia y de la vida de los hombres no debería tomarse al pie de la letra todo esto. Pero una cosa sí es cierta: ante la tiranía todo los hombres de cualquier clase y religión estamos llamados a resistir en nombre de Dios. Leer más