Categoría: Evangelio

El evangelio dominical primordialmente.

6 de Abril. V Domingo de Cuaresma /A

Evangelio según san Juan (Jn 11,1-45)

En aquel tiempo, se encontraba enfermo Lázaro, en Betania, el pueblo de María y de su hermana Marta. María era la que una vez ungió al Señor con perfume y le enjuagó los pies con su cabellera. El enfermo era su hermano Lázaro. Por eso las dos hermanas de Lázaro le mandaron a decir a Jesús: «Señor,el amigo a quien tanto quieres está enfermo.»
Al oír esto Jesús dijo: «Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Sin embargo, cuando se enteró de que Lázaro estaba enfermo, se detuvo dos días mas en el lugar en que se hallaba. Después dijo a sus discípulos :
«Vayamos otra vez a Judea.» Los discípulos le dijeron :” Maestro, hace poco que los judíos querían apedrearte, ¿y tú vas a volver allá?” Jesús les contestó: “¿Acaso no tiene doce horas el día? El que camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; en cambio, el que camina de noche tropieza, porque le falta la luz”. Dijo esto y luego añadió: “Lázaro nuestro amigo, se ha dormido; pero yo voy ahora a despertarlo”. Entonces le dijeron sus discípulos: “Señor, si duerme, es que va a sanar”. Jesús hablaba de la muerte, pero ellos creyeron que hablaba  del sueño natural. Entonces Jesús les dijo abiertamente: “Lázaro ha muerto, y me alegro por ustedes de no haber estado ahí, para que crean. Ahora, vamos allá”. Entonces Tomás, por sobrenombre el Gemelo, dijo a los demás discípulos: Vayamos también nosotros, para morir con él”.
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Betania quedaba cerca de Jerusalén, como a unos dos kilómetros y medio, y muchos judíos habían ido a ver a Marta y María para consolarlas por la muerte de su hermano. Apenas oyó Marta que Jesús llegaba, salió a su encuentro; pero María se quedó en casa. Le dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún estoy segura de que Dios te concederá cuanto le pidas.»
Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.»
Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día.»
Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees tu esto?»
Ella le contestó: «Sí, Señor. Creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.» Después de decir estas palabras, fue a buscar a su hermana María y le dijo en voz baja : “Ya vino el Maestro y te llama” Al oír esto, María se levantó y salió hacia donde estaba Jesús, porque él no había llegado aún al pueblo, sino que estaba en el lugar donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban con María en la casa, consolándola, viendo que ella se levantaba y salía de prisa, pensaron que iba al sepulcro para llorar ahí y la siguieron. Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo, se echo a sus pies y le dijo: “ Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano”.
Jesús al verla llorar y al ver llorar a los judíos que la acompañaban, se conmovió hasta lo mas hondo y preguntó : «¿Dónde lo han puesto?»
Le contestaron: « Ven, Señor, y lo verás .»
Jesús se puso a llorar y los judíos comentaban: «De veras ¡cuánto lo amaba!»
Algunos decían: «¿No podía este que abrió los ojos al ciego de nacimiento hacer que Lázaro no muriera ?»
Jesús, profundamente conmovido todavía, se detuvo ante el sepulcro , que era una cueva sellada con una losa”. Pero Marta, la hermana del que había muerto, le replicó: “ Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días”. Le dijo : «¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? Entonces quitaron la piedra..»
Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo ya sabía que tú me escuchas siempre; pero lo he dicho a causa de esta muchedumbre que me rodea para que crean que tú me has enviado” Luego, gritó con voz potente: «Lázaro,sal de ahí.»
Y salió el muerto , atado con vendas las manos y los pies , y la cara envuelta en un sudario.
Jesús les dijo: «Desátenlo para que pueda andar.»
Muchos judíos que habían ido a casa de Marta y María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.

30 de Marzo- IV Domingo de Cuaresma/A

Evangelio según san Juan (Jn 9,1-41)

En aquel tiempo Jesús vio al pasar a un ciego de nacimiento, y sus discípulos le preguntaron: “Maestro, ¿quién pecó para que este naciera ciego, él o sus padres?” Jesús respondió; “Ni él peco, ni tampoco sus padres. Nació así para que en él se manifestaran las obras de Dios. Es necesario para que yo haga las obras del que me envió, mientras es de día, porque luego llega la noche y ya nadie puede trabajar. Mientras esté en el mundo, yo soy la luz del mundo”. Dicho esto, escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva, se lo puso en los ojos al ciego y le dijo: “Ve a lavarte en la piscina de Siloé” ( que significa `Enviado´). Él se fue, se lavó y volvió con vista.

Entonces los vecinos y los que no lo habían visto antes pidiendo limosna, preguntaban: “¿No es éste el que se sentaba a pedir limosna?” Unos decían: “Es el mismo”. Otros: “No es él sino que se le parece”. Pero él decía: “Yo soy”. Y le preguntaban; “Entonces, ¿cómo se te abrieron los ojos?” Él les respondió: El hombre que se llama Jesús hizo lodo, me lo puso en los ojos y me dijo; ve a Siloé y lávate”. Entonces fui, me lave y comencé a ver”. Le preguntaron: “¿En dónde está él?” Les contestó : “No lo sé”.

Llevaron entonces ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo lodo y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaron cómo había adquirido la vista. Él les contestó; “Me puso lodo en los ojos, me lavé y veo”. Algunos de los fariseos comentaban: “Ese hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado”. Otros replicaban: “Cómo puede un pecador hacer semejantes prodigios?” Y había división entre ellos. Entonces volvieron a preguntarle al ciego: “Y tú, ¿qué piensas del que te abrió los ojos?” Él les contestó: “Que es un profeta”.

Pero los judíos no creyeron que aquel hombre, que había sido ciego, hubiera recobrado la vista. Llamaron, pues, a sus padres y les preguntaron: “Es éste su hijo, del que ustedes dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?” Sus padres contestaron : “Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego.Cómo es es que ahora ve o quién le haya dado la vista, no lo sabemos.Pregúnteselo a él; ya tiene edad suficiente y responderá por él mismo”. Los padres del que había sido ciego dijeron esto por temor a los judíos, porque éstos ya habían convenido en expulsar de la sinagoga a quien reconociera a Jesús como el Mesías. Por eso sus padres dijeron: “ Ya tiene edad ; pregúntenle a él”.

Llamaron de nuevo al que había sido ciego y le dijeron: “Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es pecador”. Contestó él: “Si es pecador, yo no lo sé; solo sé que yo era ciego y ahora veo”. Le preguntaron otra vez: “¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?” Les contestó: “Ya se los dije a ustedes, y no me han dado crédito. ¿Para qué quieren oírlo otra vez? ¿Acaso también ustedes quieren hacerse discípulos suyos?” Entonces ellos lo llenaron de insultos y le dijeron: “Discípulo de ése serás tú. Nosotros sabemos que a Moisés le hablo Dios. Pero ése, no sabemos de dónde viene”. Replicó aquel hombre: “ Es curioso que ustedes no sepan de dónde viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero al que lo teme y hace su voluntad, a ése sí lo escucha. Jamás se había oído decir que alguien abriera los ojos a un ciego de nacimiento. Si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder”. Le replicaron: “Tú eres puro pecado desde que naciste, ¿Cómo pretendes darnos lecciones?”  Y lo echaron fuera.

Supo Jesús que lo había echado fuera, y cuando lo encontró, le dijo: “Crees tú en el Hijo del hombre?” Él contestó: “Y quién es, Señor, para que yo crea en él?” Jesús le dijo: “Ya lo has visto; el que está hablando contigo, ése es”. Él dijo: “Creo, Señor”. Y postrándose, lo adoró.

Entonces le dijo Jesús: “Yo he venido a este mundo para que se definan los campos: para que los ciegos vean, y los que ven queden ciegos”. Al oír esto, algunos fariseos que estaban con él le preguntaron: “¿Entonces, también nosotros estamos ciegos?” Jesús les contestó: “Si estuvieran ciegos, no tendrían pecado; pero como dicen que ven, siguen en pecado”

23 de Marzo–III Domingo de Cuaresma /A

Evangelio según San Juan (Jn 4,5-42)

En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, que venia cansado del camino, se sentó sin más en el brocal del pozo. Era cerca del mediodía.
Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: «Dame de beber.» Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida.
La samaritana le dice: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.
Jesús le contestó: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, tu le pedirías a él, y él te daría agua viva.»
La mujer le dice: «Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo, ¿como vas a darme agua viva?; ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del que bebieron él , sus hijos y sus ganados?»
Jesús le contestó: «El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un manantial capaz  de dar la vida eterna.»
La mujer le dice: «Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla.Él le dijo: “Ve a llamar a tu marido y vuelve”.La mujer le contestó: “No tengo marido”, Jesús le dijo: “Tienes razón en decir :”No tengo marido”. Has tenido cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad”. La mujer le dijo:” Señor, ya veo que eres profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y ustedes dicen que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén.»
Jesús le dijo: «Créeme, mujer, que se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos. Porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, y ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque así es como el Padre quiere que se le de culto.  Dios es espíritu, y los que le adoran deben hacerlo en espíritu y verdad.»
La mujer le dijo: «Ya sé que va a venir el Mesías, el Cristo. Cuando venga, él nos dará razón de todo.»
Jesús le dijo: «Soy yo, el que habla contigo.»
En esto llegaron los discípulos y se sorprendieron de que estuviera conversando con una mujer; sin embargo ninguno le dijo:”Qué le preguntas o de qué hablas con ella? Entonces la mujer dejó su cántaro se fue al pueblo y comenzó a decir a la gente :”Vengan a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será este el Mesías?. Salieron del pueblo y se pusieron en camino hacia donde él estaba. Mientras tanto, sus discípulos le insistían: “Maestro, come”. Él les dijo: “Yo tengo por comida un alimento que ustedes no conocen”. Los discípulos comentaban entre sí: “¿Le habrá traído alguien algo de comer?” Jesús les dijo: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término so obra. ¿Acaso no dicen ustedes que todavía faltan cuatro meses para la siega? Pues bien yo les digo: Levanten los ojos y contemplen los campos, que ya están dorados para la siega. Ya el segador recibe su jornal y almacena frutos para la vida eterna. De este modo se alegran por igual el sembrador y el segador. Aquí se cumple el dicho: “Uno es el que siembra y otro el que cosecha”. Yo los envié a cosechar lo que no habían sembrado. Otros trabajaron y ustedes recogieron su fruto” Muchos samaritanos de aquel poblado creyeron en Jesús por el testimonio de la mujer: “Me dijo todo lo que he hecho”. Cuando los samaritanos llegaron a donde él estaba, le rogaban que se quedara con ellos, y se quedó allí dos días. Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Muchos más creyeron en él al oír su palabra. Y decían a la mujer: “Ya no creemos por lo que tu nos has contado, pues nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es, de veras, el salvador del mundo”.

16 de Marzo. II Domingo de Cuaresma /A

Evangelio según San Mateo (Mt 5,43-48)

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y los hizo subir a solas con él a un monte elevado.Ahí se transfiguró en su presencia: su rostro se puso resplandeciente como el sol, y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. De pronto aparecieron ante ellos Moisés y Elías conversando con Jesús. 
Entonces Pedro le dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bueno sería quedarnos aquí! Sí quieres, haremos aquí tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» 
Cuando aún estaba hablando, una nube luminosa los cubrió , y de ella salió una voz que decía: «Éste es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias ; escúchenlo .» Al oír esto, los discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de un gran temor.
Jesús se acercó a ellos , los tocó y les dijo: «Levántese y no teman.» Alzando entonces los ojos, ya no vieron a nadie más que a Jesús. 
Mientras bajaban del monte , Jesús les ordenó: «No le cuenten a nadie lo que han visto, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos.»

9 de Marzo. I Domingo de Cuaresma /A

Evangelio según San Mateo (Mt 4,1-11)

En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el demonio. Paso cuarenta días y sus cuarenta noches sin comer y, al final tuvo hambre.
Entonces se le acercó el tentador y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes.»
Jesús le respondió:  «Está escrito: “No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios.”»
Entonces el diablo lo lleva a la ciudad santa, lo puso en la parte más alta del templo y le dijo:  «Si eres el  Hijo de Dios, échate para abajo, porque está escrito: “Mandará a sus ángeles que te cuiden , y ellos te tomarán en sus manos, para que no tropiece tu pie en piedra alguna.”»
Jesús le contestó: «También está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios.”»
Luego lo llevo el diablo a un monte muy alto y,desde ahí le hizo ver la grandeza de todos los reinos del mundo y le dijo: «Todo esto te daré, si te postras y me adoras.»
Pero Jesús replicó: «Retírate, Satanás, porque está escrito: “Adoraras al Señor, tu Dios, y a él solo servirás.”»
Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles para servirle.

2 de Marzo–VIII Domingo del Tiempo Ordinario /A

Evangelio según San Mateo (Mt 6,24-34)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– «Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque odiará a uno y amará al otro; o, al contrario, obedecerá al primero y no le hará caso al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero.
Por eso les digo que no se preocupen por la vida, pensando qué comerán o con qué se vestirán. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo,que ni siembran, ni cosechan, ni guardan en graneros y, sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes más que ellas?
¿Quién de ustedes, a fuerza de preocuparse, puede prolongar su vida siquiera un momento?
¿Por qué se preocupan del vestido? Miren como crecen los lirios del campo que no trabajan ni hilan. Pues bien yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vestía como uno de ellos. Y si Dios viste así a la hierba del campo que hoy florece y mañana es echada al horno ¿no hará mucho más por ustedes,hombres de poca fe? No se inquieten , pues, pensando: Qué comeremos o que beberemos o con qué nos vestiremos?. Los que no conocen a Dios se desviven por esas cosas; Pero el Padre celestial ya sabe que ustedes tienen necesidad de ellas.
Por consiguiente, busquen primero el Reino de Dios, y todas esas cosas se les dará por añadidura. No se preocupen por el día de mañana, porque el día mañana traerá sus propias preocupaciones. A cada día le bastan sus propios problemas. »

23 de Febrero. VII Domingo del Tiempo Ordinario /A

Evangelio según San Mateo (MT 5,38-48)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– «Habéis oído que se dijo: "Ojo por ojo, diente por diente." Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica; dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehuyas.
Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.»

16 de Febrero. VI Domingo del Tiempo Ordinario /A

Evangelio según San Mateo (Mt 5,17-37)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– «No crean que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud.
Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la Ley.
Por lo tanto, el que se salte uno sólo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres, será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero el que los cumpla y enseñe eso a los hombres, será grande en el reino de los cielos.
Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán en el reino de los cielos.
Han oído ustedes lo que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será llevado ante el tribunal.
Pero yo les digo: Todo el que se enoje con su hermano será llevado también ante el tribunal. Y el que insulte a su hermano será llevado también ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie ,será llevado al fuego del lugar de castigo.
Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Con el que te pone pleito, procura arreglarte enseguida, mientras van todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.
Habéis oído el mandamiento “no cometerás adulterio”. Pues yo les digo: El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior.
Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el infierno.
Si tu mano derecha te hace caer, córtasela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al infierno.
Está mandado: “El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio.
Pues yo les digo: El que se divorcie de su mujer, excepto en caso de impureza, la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No jurarás en falso” y “Cumplirás tus votos al Señor”.
Pues yo les digo que no juren en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro uno solo de tus cabellos. A ustedes les basta decir “si” o “no”. Lo que digan de más viene del Maligno.»