Todos somos llamados a ser profetas y pescadores de hombres
Ciertos detalles del texto son dignos de mención: Jesús está en el lago, y la muchedumbre acude para escuchar la “palabra de Dios” (logos tou theou, que es una expresión que es frecuente en la obra de Lucas: 8,11.21; 11,28, Hch 4,31; 6,2.7; 8,14; 11,1; 13,5.7.44.46; 16,32; 17,13; 18,11). Pero esa palabra de Dios, se va a convertir es una fuerza transformadora que haga que Simón y los hijos del Zebedeo, Santiago y Juan, tengan que dejar de ser pescadores, que estaban asociados (koinoi) en el lago, para seguir a Jesús como “pescadores de hombres”. Lo extraordinario de la pesca también tiene su significado, especialmente porque no era la hora de pescar, por la noche, sino a la luz del día. La orden de Jesús, su palabra, hace posible lo que no es normal. Así sucede, pues, con el evangelio que trasforma el miedo en alegría. Pedro se confiesa pecador, indigno, como los profetas. Pero eso no importa… lo importante es seguir a Jesús.
Por lo mismo, en todas las lecturas, vemos cómo se impone la Palabra de Dios, Dios mismo, Jesucristo resucitado, en la vida de todos aquellos que deben colaborar en el proyecto salvífico sobre este mundo y transforma la existencia de cada uno. La Palabra de Dios tiene una eficacia que motiva la respuesta de Isaías, de Pedro y los apóstoles y de Pablo. No eran santos, sino pecadores y alejados de la “santidad divina”. La Palabra, Jesucristo, su evangelio, se impone en nuestra vida, pero no nos agrede: nos interpela, nos envuelve misteriosamente, nos renueva, cambia los horizontes de nuestra existencia y nos lleva a colaborar en la misión profética del evangelio, que es la misión fundamental de la Iglesia en el mundo. Si al principio dan un poco de miedo las respuestas, estas se hacen radicales, porque no es necesario ser santo o perfecto para colaborar con Dios. Hace falta prestarle nuestra voz, nuestro trabajo y todo será distinto. Se nos propone una vida nueva, en perspectiva de futuro, sin cálculos…y todo cambiará, como cambiaron Isaías y como cambiaron Pedro y Pablo. No somos santos, no somos perfectos ¿cómo podremos? Cuando aprendemos a fiarnos de Jesús y de su evangelio; cuando queremos salir de nuestros límites, la Palabra de Dios es más eficaz que nuestras propias razones para no echar las redes en el agua, en la vida, en la familia, entre los amigos, en el trabajo… y seremos profetas, y seremos pescadores.
Fray Miguel de Burgos Núñez
Lector y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura
CANTAREMOS:
- El Señor nos llama y nos reúne ……………………………………………….. 272
- Señor ten piedad – Gloria
- Aleluya – Antífona
- Este es el momento ……………………………………………………………….. 73
- Santo – Padre nuestro
- La paz – Cordero de Dios
- Hay un barco dejado en la playa
- Tan cerca de mi ……………………………………………………………………. 193
- Tomado de la mano ………………………………………………………………. 191