Parroquia San Andres Apostol

Cantaremos. 17 de Enero, II Domingo del Tiempo Ordinario /C

1ª) ¡La definitiva salvación presentada como un banquete de bodas!
Había una boda en Caná de Galilea y la madre de Jesús estaba allí; Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Sabemos que la primera lectura, habitualmente del Antiguo Testamento (promesa) y la tercera lectura que siempre es del Evangelio (realidad), están íntimamente relacionadas entre sí cada una en su nivel. El Tercer Isaías nos remitía a la experiencia del amor matrimonial para expresar el amor que Dios tiene por su pueblo. Un amor vivido en fidelidad inquebrantable por parte de Dios. Sabemos también, por el relato de los evangelistas, que a Jesús le gustaba presentar el reino de Dios como una fiesta de bodas. El evangelista Juan ha elegido el marco de una boda para revelar que lo nuevo comienza por medio de Jesús. El agua que Jesús convierte en un vino de excelente calidad simbolizaba las antiguas prácticas judías, es decir, la ley y el ritual antiguo. Jesús viene a sustituirlo por algo totalmente nuevo, simbolizado por el vino excelente. Este vino, como ya lo entendían los Padres de la Iglesia, representa la nueva y definitiva alianza de Dios con los hombres. El hombre es invitado a vivir la experiencia del amor de un Dios fiel a sus promesas y a su palabra. Jesús es el encargado de dar comienzo a esta nueva realidad que culminará en el reino definitivo de Dios o en la vida eterna sin fin, como le gusta llamarla al evangelista Juan.
2ª) ¡Tarea del Hijo y de la madre!
La madre de Jesús le dijo: no les queda vino. Jesús le contestó: Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora. La madre dijo a los sirvientes: Haced lo que él diga. Este diálogo de la madre con el Hijo ha suscitado no pocas dificultades ya desde antiguo. Para comenzar nótese que cuando se dirige Jesús a su madre no la llama madre sino «mujer». Este mismo recurso utilizará en la cruz cuando la encomienda a su mejor discípulo. Esta expresión nos remite espontáneamente al comienzo de la creación donde se llama a Eva «mujer y madre de todos los vivientes». El evangelista quiere indicar a sus lectores que María tiene una misión amplia que se apoya en su calidad de madre de Jesús, pero que se extiende hasta abarcar a toda la humanidad, especialmente a los discípulos de Jesús. La tarea de María es llevar a los hombres a Jesús: haced lo que él os diga. Jesús tiene la verdadera palabra de vida. Así lo ha expresado en el prólogo de su evangelio. Y así lo afirmará Pedro: Tú solo tienes palabras de vida eterna. Es necesario dirigir la atención hacia Jesús y ponerse en camino formando parte de su discipulado. En la Iglesia de hoy siguen teniendo plena validez estas palabras del relato evangélico. La mirada de la Iglesia y de los creyentes ha de abrirse hasta abarcar a todos los hombres que son invitados, hoy también, a escuchar la palabra de Jesús y seguir sus pasos para conseguir el verdadero sentido de la vida humana.

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo.

CANTAREMOS:

      • El Señor nos llama y nos reúne ……………………………….. 272
        • Señor ten piedad – Gloria
        • Te vengo a ofrecer – Aleluya
        • Antífona – Santo – Padre Nuestro
        • La Paz – Cordero de Dios
      • Tu pones lo demás ………………………………………………… 190
      • Por ti Señor ………………………………………………………….. 134
        • Nadie hay tan grande como tu

17 de Enero. II Domingo del Tiempo Ordinario /C

Evangelio según san Juan (Jn 2,1-11)

En aquel tiempo, hubo una boda en Caná de Galilea, a la cual asistió la madre de Jesús. Éste y sus discípulos también fueron invitados. Como llegara a faltar el vino, María le dijo a Jesús: “Ya no tienen vino”. Jesús le contestó: “Mujer, ¿qué podemos hacer tú y yo? Todavía no llega mi hora”. Pero ella dijo a los que servían: “Hagan lo que él les diga”.
Había allí seis tinajas de piedra, de unos cien litros cada una, que servían para las purificaciones de los judíos. Jesús dijo a los que servían: “Llenen de agua esas tinajas”. Y las llenaron hasta el borde. Entonces les dijo: “Saquen ahora un poco y llévenselo al mayordomo”.
Así lo hicieron, y en cuanto el mayordomo probó el agua convertida en vino, sin saber su procedencia, porque sólo los sirvientes la sabían, llamó al novio y le dijo: “Todo el mundo sirve primero el vino mejor, y cuando los invitados ya han bebido bastante, se sirve el corriente. Tú, en cambio, has guardado el vino mejor hasta ahora”.
Esto que hizo Jesús en Caná de Galilea fue el primero de sus signos. Así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.

Cantaremos – 10 de Enero. El Bautismo del Señor.

Jesús es el Ungido para proclamar al mundo la Salvación

Posiblemente la mayoría de los cristianos pasamos el período navideño perdidos en la manipulación del consumismo comercial y en la preparación gastronómica que impone la costumbre decembrina…nos absorben muchas cosas que están ciertamente muy alejadas de lo que es el meollo de la Navidad: la celebración del misterio de la Encarnación. Es posible que a muy pocos le haya sorprendido alguna vez el nacimiento del Hijo de Dios en un pesebre, así como pocos se detendrán a pensar este domingo en la manera también sorprendente de dar comienzo a su predicación del reino de Dios y su anuncio de la Salvación. Jesús da comienzo a su vida pública, presentándose como uno más entre el grupo de pecadores que escucharon el llamado de Juan Bautista  para recibir el bautismo de penitencia.

Si el gesto de humildad de Jesús es grande, también lo es la manifestación del Dios Trinitario, abalando el comportamiento del Señor y reconociéndolo como su Hijo unigénito.  Dicen los Evangelios que al terminar el rito del bautismo  “bajó sobre Jesús el Espíritu Santo, como una paloma, y se escuchó una voz del cielo diciendo: “Tú eres mi hijo; Yo te he engendrado hoy” .(Lc, 3,22).  Luego, Jesús se va al desierto, a la soledad con Dios,  para regresar y  a predicar a los hombres su buena Noticia de salvación

Nadie ha visto a Dios” dice San Juan, y es evidente que sólo por Jesús nos es dado tener referencias de él.  No dejemos transcurrir la vida sin tomarnos en serio la búsqueda de Dios. Todo momento es bueno para dar un giro de gracia en nuestra vida, para cultivar la capacidad de permanecer abiertos a la Luz que puede iluminar nuestra existencia… Detrás de los dolores y de las alegrías de la vida, está siempre esperándonos el amor infinito de Dios.

CANTAREMOS

      • Reunidos en el nombre del Señor …………………………………………159
        • Señor ten piedad – Gloria
        • Aleluya – Antífona
      • Este pan y vino …………………………………………………………………. 91
        • Santo – Padre nuestro
        • La Paz – Cordero de Dios
      • Señor tu eres nuestra luz ………………………………………………….. 171
      • Tan cerca de mi ………………………………………………………………. 193
      • Alabaré …………………………………………………………………………… 17

10 de Enero – Domingo. El Bautismo del Señor

Evangelio según san Lucas (Lc 3,15-16,21-22)

En aquel tiempo, como el pueblo estaba en expectación y todos pensaban que quizá Juan el Bautista era el Mesías, Juan los sacó de dudas, diciéndoles: “Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego”.
Sucedió que entre la gente que se bautizaba, también Jesús fue bautizado. Mientras éste oraba, se abrió el cielo y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma sensible, como de una paloma, y del cielo llegó una voz que decía: “Tú eres mi Hijo, el predilecto; en ti me complazco”.

Epifanía del Señor

El Evangelio de Mateo (2,1-12) describe la visita de los Magos como un acontecimiento donde convergen intereses diversos y motivaciones contrapuestas: 1) Los Magos-Sabios que buscan a Dios guiados por una estrella que alumbra caminos nuevos. 2) Herodes, quien perturbado por el nacimiento de un Rey, acude a todo tipo de ciencia y adivinación para conjurar el destino. 3) La Estrella que sirve de guía a quienes buscan realmente la esperanza. y 4) Jesús junto a su madre María, que se convierten en el foco de la vida y la esperanza.

Siguiendo a Rovira Belloso  nos centramos en la figura de los Magos para que nos ayuden a captar los signos y las señales que conducen a Dios. Puede que nos encontremos representados en algunos de los Magos-Sabios.

El primer Sabio (mago Melchor), al despedirse de Belén, discurrió: Yo soy quien busca explicaciones para los enigmas del mundo, pues represento el saber humano, las ciencias y las teorías. Creí poseer la totalidad del conocimiento. Pero he sido conducido a una aldea llamada Belén, y una luz pequeña como en forma de estrella se ha incrustado en mi sistema de pensamiento, abriendo ventanas que ni siquiera sabía de su existencia. Después de Belén puedo ver lo concreto de la vida a través de esa estrella: veo a mis compañeros de ruta, veo al vecino enfermo, veo al anciano que espera un poco de atención, veo al niño de la calle indefenso, veo a mis seres queridos. He comenzado a ver que todo lo que me rodea (la realidad) no está al margen de mis ideas. Son su verdadera esencia.

El segundo sabio (mago Gaspar) al salir de Belén reflexionó: Yo soy quien ama la introspección, el silencio, lo sublime. Soy de poco hablar. Callo y observo con tolerancia lo que pasa a mi alrededor. Creí poseer en el silencio la mayor de las estrellas. Pero he sido conducido a Belén, y ando inquieto. No sé explicar esta alegría que llena todo mi ser y hace que mi mutismo se desborde en palabra grata, palabra amable. Al ver al Niño Jesús, he descubierto el brillo y la profundidad de la vida. Tanto esplendor ha provocado en mí un gran respeto a la personas, a quienes nunca había dedicado ni un instante de mi reflexión. He comprendido que el amor al prójimo es más grande y más significativo que andarse por las alturas. El la verdadera sabiduría y la verdadera aventura del Espíritu.

El tercer sabio (mago Baltazar), al marcharse de Belén, exclamó: Yo siendo el tercero de los magos, no soy tan sistemático ni tan agudo como mis dos compañeros, porque lo mío es captar la estrella de la vida en el colorido, en la expresión y en sus movimientos. A mi me abruma la quietud y los silencios exagerados. Yo prefiero vivir el arrebato de la vida y sentirme movido por un ritmo de danza sobrehumano.Pero al llegar a Belén y encontrarme con el recién nacido, lleno de tanta libertad, he sentido mi cuerpo envuelto en una calma que transforma mi frenesí en serenidad y gozo. He aprendido que humana es mi medida y humana mi fiesta. He descubierto que el mejor ritmo me lo da aquel Niño que con su Luz devuelve la paz a mi existencia.

Para los tres sabios (Reyes-Magos) todo ha cambiado ante la ternura, calidez y sencillez de Dios hecho hombre. Han contemplado que la humanidad de aquel Niño es la autentica sabiduría hecha inteligencia benéfica,, hecha gesto cercano, hecha ritmo de entrega total.

Que nunca nos falte audacia, valentía y libertad, como a los Magos, para que nuestras búsquedas y accione se encaminen hacia la vida y hacia Dios.

P. Gustavo Albarrán, sj. Tomado del Pan Diario de la Palabra Nº 266, Enero 2016.

3 de Enero – Domingo, Epifanía del Señor

Evangelio según san Mateo(Mt 2,1-12)

Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes. Unos magos de oriente llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo”.
Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: “En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades ilustres de Judá, pues de ti saldrá un jefe, que será el pastor de mi pueblo, Israel”.
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: “Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño y, cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo”.
Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron. Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.

El Papa Francisco abre la Puerta de la Misericordia en Santa María La Mayor

En el primer día del año 2016, el Papa Francisco invocó a la Virgen María, Madre de la Misericordia, después de abrir la Puerta Santa en la Basílica vaticana de Santa María La Mayor.

Homilia:

Salve, Mater misericordiae!

Con este saludo nos dirigimos a la Virgen María en la Basílica romana dedicada a ella con el título de Madre de Dios. Es el comienzo de un antiguo himno, que cantaremos al final de esta santa Eucaristía, de autor desconocido y que ha llegado hasta nosotros como una oración que brota espontáneamente del corazón de los creyentes: «Dios te salve, Madre de misericordia, Madre de Dios y Madre del perdón, Madre de la esperanza y Madre de la gracia, Madre llena de santa alegría». En estas pocas palabras se sintetiza la fe de generaciones de personas que, con sus ojos fijos en el icono de la Virgen, piden su intercesión y su consuelo.

Hoy más que nunca resulta muy apropiado que invoquemos a la Virgen María, sobre todo como Madre de la Misericordia. La Puerta Santa que hemos abierto es de hecho una puerta de la Misericordia. Quien atraviesa ese umbral está llamado a sumergirse en el amor misericordioso del Padre, con plena confianza y sin miedo alguno; y puede recomenzar desde esta Basílica con la certeza de que tendrá a su lado la compañía de María. Ella es Madre de la misericordia, porque ha engendrado en su seno el Rostro mismo de la misericordia divina, Jesús, el Emmanuel, el Esperado de todos los pueblos, el «Príncipe de la Paz» (Is 9,5). El Hijo de Dios, que se hizo carne para nuestra salvación, nos ha dado a su Madre, que se hace peregrina con nosotros para no dejarnos nunca solos en el camino de nuestra vida, sobre todo en los momentos de incertidumbre y de dolor.

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1 Enero 2016 – Solemnidad de María Santísima, Madre de Dios

Evangelio según san Lucas (Lc  2,16-21)

En aquel tiempo, los pastores fueron a toda prisa hacia Belén y encontraron a María, a José y al niño, recostado en el pesebre. Después de verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño, y cuantos los oían quedaban maravillados. María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón.
Los pastores se volvieron a sus campos, alabando y glorificando a Dios por todo cuanto habían visto y oído, según lo que se les había anunciado.
Cumplidos los ocho días, circuncidaron al niño y le pusieron el nombre de Jesús, aquel mismo que había dicho el ángel, antes de que el niño fuera concebido.

Reflexión de Fin de Año.

Santos, Ahora Mismo.

Lo que hace falta hoy, son santos. Tal es una convicción actual de gran eficacia, repitiendo palabras frecuentes del “dulce Cristo en la tierra”.

Una silueta moderna del santo actual, fue configurada por el gran teólogo H. de Lubac, a raíz del Concilio Vaticano II. La tituló “Los Santos de mañana”. Este mañana es ya hoy. Decían así aquellas humildes sugerencias:

Los santos de mañana escapan a toda previsión y a toda mirada profética.

No es difícil, sin embargo, aventurar cierto número de rasgos que los caracterizarán: No serán ideólogos. No buscarán definir en sí mismos un nuevo tipo de santo, de sacerdote, de laico.

Si realizan grandes hazañas, no lo harán disertando sobre el valor de atreverse. Si aportan algo nuevo, si abren perspectivas inéditas, no las abrirán con generalidades verbales sobre la necesidad de crearlas e inventarlas.

No imaginarán que ceden una necesidad infantil de seguridad al unirse a la tradición de la Iglesia; esa tradición no será para ellos un peso sino una fuerza.

Quizá algunos de ellos serán reformadores. Quizá tendrán que mostrarse severos; pero no serán reformistas. Sus severidades no serán negativas, y su obre de reforma no será a base de resentimiento.

No cederán a la facilidad engañosa y esterilizante de las oposiciones puestas por hombres sin experiencia y sin conocimiento de la historia, entre el amor de Dios y el del prójimo, entre la oración y la acción, entre la vida interior y la presencia en el mundo.

No confundirán la apertura a la vida con la disolución del pecado, ni la idolatría del hombre con la caridad fraterna: no pretenderán superar el Evangelio.

Estos santos del mañana sabrán que pensar, si llegan a ocuparse de las fraseologías que nuestra época, como las demás, echa infatigablemente al mundo; y cuyo fruto más claro es arrancarnos la divina sencillez de la fe y de la vida cristiana.

Habrá sin duda entre estos santos algunos sabios y otros que no lo sean. Pero aún los más sabios, y los más espontáneamente a tono con todos los progresos humanos de su tiempo, no abrigarán sentimiento alguno de superioridad en su fe, sobre los creyentes que le hayan precedido. Y en cuanto a los menos sabios, podrán decir a cuantos quieran oirles, sin sufrir ante ellos ningún complejo de inferioridad, lo de aquel cristiano de los primeros siglos : ”Nosotros discurseamos poco, pero vivimos”.

Este boceto negativo inicial no pretende ser un retrato. No es más que la ausencia de algunos rasgos negativos que hay que eliminar desde el principio para evitar errores demasiados crasos.

¿Cómo será, pues, ese santo? Este hombre nuevo, este santo, por diferente que sea de sus antecesores, reproducirá sus rasgos esenciales; será pobre, humilde desposeído. Tendré el espíritu de de la bienaventuranzas. No maldecirá ni adulará. Amará.

Tomará el Evangelio a la letra, es decir, en su rigor. Una dura ascesis le habrá liberado de sí. Habrá heredado toda la fe de Israel, pero acordándose de que ha pasado por Jesús. Tomará sobre sí la cruz del Salvador y se esforzará por seguirle.

A su manera, imprevisible, nos dirá como Clemente de Alejandría: “Una luz ha brillado en nuestro cielo, más pura que la luz del sol, y más dulce que la vida de aquí abajo” . Y ese santo de mañana hará penetrar en nuestra noche un rayo de luz.

Intelectual o de poca cultura, será siempre ejemplo y estímulo. Dócil al Espíritu, no se dejará seducir ni sorprender por novedades, ni tampoco asustar por renovaciones audaces.

Quizá padezca sufrimiento, abandono, soledad.

Será otro Cristo. A través de él veremos el rostro de Dios.

Colofón del libro “LOS SANTOS” Noticia diaria de Valeriano Ordoñez, s.j. pp.448
1980 Editorial Herder S.A. Barcelona.