Parroquia San Andres Apostol

31 de Julio. XVIII Domingo del Tiempo Ordinario.

Evangelio según san Lucas (Lc 12,13-21)

En aquel tiempo, hallándose Jesús en medio de una multitud, un hombre le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia”. Pero Jesús le contestó: “Amigo, ¿quién me ha puesto como juez en la distribución de herencias?”

Y dirigiéndose a la multitud, dijo: “Eviten toda clase de avaricia, porque la vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea”.Después les propuso esta parábola: “Un hombre rico obtuvo una gran cosecha y se puso a pensar: ‘¿Qué haré, porque no tengo ya en dónde almacenar la cosecha? Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes para guardar ahí mi cosecha y todo lo que tengo. Entonces podré decirme: Ya tienes bienes acumulados para muchos años; descansa, come, bebe y date a la buena vida’. Pero Dios le dijo: ‘¡Insensato! Esta misma noche vas a morir. ¿Para quién serán todos tus bienes?’ Lo mismo le pasa al que amontona riquezas para sí mismo y no se hace rico de lo que vale ante Dios”.

Después les propuso esta parábola: “Un hombre rico obtuvo una gran cosecha y se puso a pensar: ‘¿Qué haré, porque no tengo ya en dónde almacenar la cosecha? Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes para guardar ahí mi cosecha y todo lo que tengo. Entonces podré decirme: Ya tienes bienes acumulados para muchos años; descansa, come, bebe y date a la buena vida’. Pero Dios le dijo: ‘¡Insensato! Esta misma noche vas a morir. ¿Para quién serán todos tus bienes?’ Lo mismo le pasa al que amontona riquezas para sí mismo y no se hace rico de lo que vale ante Dios”.

24 de Julio 2022. Comentario Bíblico.

III.1. El evangelio de Lucas nos ofrece hoy uno de los pasajes más bellos y entrañables de ese caminar con Jesús y de la actitud del discipulado cristiano. En Lucas, el Padrenuestro se halla dentro del marco de un catecismo sobre la oración (11, 1-13). Está dividido en cuatro partes y abarca: la petición «¡Enséñanos a orar!», juntamente con el Padrenuestro (11, 1-4); la parábola del amigo que viene a pedir, y que Lucas entiende como exhortación a ser constantes en la oración (11, 5-8); una invitación a orar (11,9s) y la imagen del padre generoso, que es una invitación a tener confianza en que se nos va a escuchar (11,11-13). Ya sabemos que el Padrenuestro está en Mateo (6,9-13) y que se ha tomado, en ambos casos, de la fuente de los profetas itinerantes de Galilea que conservaron los dichos de Jesús (fuente o evangelio Q). Pero esta catequesis de la oración, tal como la tenemos en el conjunto, se la debemos a Lucas que es el evangelista que más ha valorado este aspecto de la religión e identidad cristiana.

III.2. Cuando Jesús está orando, los discípulos quieren aprender. Sienten que Jesús se transforma. Jesús, en el evangelio de Lucas, ora muy frecuentemente. No se trata simplemente de un arma secreta de Jesús, sino de una necesidad que tiene como hombre de estar en contacto muy personal con Dios, con Dios como Padre. Todos conocemos cuál es la oración de Jesús, y cómo esa oración no se la guarda para sí, sino que la comunica a los suyos. Por lo mismo, la predicación de Jesús ha de revelar el sentido del Padrenuestro. Este es el primer fundamento en que se basa la explicación que se ha de dar. Sólo el que vive en el Espíritu de Jesús, quiere decir Lucas, sabrá rezar el Padrenuestro con el espíritu de Jesús. Y sólo sabrá rezarlo quien sepa escuchar primeramente la predicación de Jesús.

III.3. Debemos notar que el Padre es “la oración específica del discípulo de Jesús”, ya que Lucas nos dice con claridad que los discípulos se lo han pedido y él les ha enseñado. Y los discípulos se lo pidieron para que ellos también tuvieran una oración que los identificara ante los demás grupos religiosos que existían. En consecuencia es una oración destinada para aquellos que “buscaron” el Reino de Dios, con plena entrega de vida; para aquellos que convirtieron el Reino de Dios en el contenido exclusivo de su vida. Pues cuando Jesús nos enseña cómo y qué es lo que hemos de orar, entonces nos está enseñando implícitamente cómo deberíamos ser y vivir, para poder orar de esta manera.

III.4. No podemos entrar en los pormenores exegéticos del Padrenuestro que ha logrado el consenso de muchas lecturas distintas, diferentes, originales, extraordinarias. No es que Jesús inventara la invocación de Dios como “Padre”… pero es quien la pone sobre la mesa de la experiencia religiosa de su tiempo, con sentido de reto, de cómo debemos entender a Dios y de cómo debemos relacionarnos con Él. Las diferencias entre Mateo y Lucas inclinan la balanza a un texto más primitivo en el caso de nuestra lectura de hoy: corta, directa, menos estructurada, pero más intimista y radical; quizás más cercana a la experiencia de Jesús tal como se la escucharon sus discípulos.

III.5. ¿Qué significa Padre (Abba)? No es un nombre de tantos para designar a Dios, como ocurría en las plegarias judías. Lo de Lucas, pues, no es más que el original arameo de la invocación de Jesús. Y era la expresión de los niños pequeños, con la significación genuina de “Padre querido”. Así, pues, Jesús habla con Dios en una atmósfera de intimidad verdaderamente desacostumbrada. Y enseña a sus discípulos a hacer otro tanto. Toda la predicación de Jesús está confirmando esto mismo. Jesús, con palabras estimulantes, alienta a que los discípulos estén persuadidos previamente en la oración de una confianza sin límites. No se trata, pues, de un título más, frío o calculado, sino de la primera de las actitudes de la oración cristiana. Si no tenemos a Dios en nuestras manos, en nuestros brazos, como un padre o una madre, tienen a su pequeño, no entenderemos para qué vale orar a Dios.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

23 Julio 2022. Evangelio XVII Domingo del Tiempo Ordinario.

Evangelio según san Lucas (Lc 11, 1-13 )
Un día, Jesús estaba orando y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos”.
Entonces Jesús les dijo: “Cuando oren, digan:
‘Padre, santificado sea tu nombre,
venga tu Reino,
danos hoy nuestro pan de cada día
y perdona nuestras ofensas,
puesto que también nosotros perdonamos
a todo aquel que nos ofende,
y no nos dejes caer en tentación’ “.

También les dijo: “Supongan que alguno de ustedes tiene un amigo que viene a medianoche a decirle: ‘Préstame, por favor, tres panes, pues un amigo mío ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle’. Pero él le responde desde dentro: ‘No me molestes. No puedo levantarme a dártelos, porque la puerta ya está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados’. Si el otro sigue tocando, yo les aseguro que, aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo, por su molesta insistencia, sí se levantará y le dará cuanto necesite.

Así también les digo a ustedes: Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá. Porque quien pide, recibe; quien busca, encuentra, y al que toca, se le abre. ¿Habrá entre ustedes algún padre que, cuando su hijo le pida pan, le dé una piedra? ¿O cuando le pida pescado, le dé una víbora? ¿O cuando le pida huevo, le dé un alacrán? Pues, si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?”

17 Julio 2022. Comentario Bíblico.

Lucas (10,38-42): Saber elegir lo que Dios desea
III.1. El evangelio de Lucas nos presenta a Jesús, en su camino a Jerusalén, que hace una pausa en casa de Marta y María. Ya es sintomático que se nos describa esta escena en la que el Señor entra en casa de unas mujeres, lo que no podía ser bien visto en aquella sociedad judía. Pero el evangelista Lucas es el evangelista de la mujer y pone de manifiesto aquellos aspectos que deben ser tenidos en cuenta en la comunidad cristiana. Sin la cooperación de la mujer, el evangelio hubiera sido excluyente. El sentido de este episodio ha dado mucho que hablar, dependiendo del tipo de traducción que se adopte del original griego: “una sola cosa es necesaria”, o por el contrario “pocas cosas son necesarias”, dependiendo de los manuscritos. La primera opinión parece más coherente. Muchos pensaron que se trataba de defender la vida contemplativa respecto de la vida activa o apostólica. Esta es ya una vieja polémica que no tiene sentido, porque las dos cosas, los dos aspectos, son necesarios en la vida cristiana. La opción polémica entre la vida activa y la vida contemplativa sería empequeñecer el mensaje de hoy, porque debemos armonizar las dos dimensiones en nuestra vida cristiana.

III.2. Lo que Lucas subraya con énfasis es la actitud de escuchar a Jesús, al Maestro, quien tiene lo más importante que comunicar. No quería decir Jesús que “un solo plato basta”, como algunos han entendido, sino que María estaba eligiendo lo mejor en ese momento que él las visita. Este episodio, todavía hoy, nos sugiere la importancia de la escucha de la Palabra de Dios, del evangelio, como la posibilidad alternativa a tantas cosas como se dicen, se proponen y se hacen en este mundo. Jesús es la palabra profética, crítica, radical, que llega a lo más hondo del corazón, para iluminar y liberar. Ya es sintomático, como hemos apuntado antes, el detalle que Lucas quiera poner de manifiesto el sentido del discipulado cristiano de una mujer en aquél ambiente.

III.3. Tampoco se debería juzgar que Marta es desprestigiada, ¡ni mucho menos!, ¡está llevando a cabo un servicio!, pero tiene que saber elegir. Muchas veces, actitudes contemplativas pueden ocultar ciertos egoísmos o inactividad de servicio que otros deben hacer por nosotros. Porque Jesús, camino de Jerusalén, ha pasado por su lado y es posible que en su afán no supiera, como María, que tenía que dejar huella en su vida. María se siente auténtica discípula de Jesús y se pone a escuchar como la única cosa importante en ese momento. Y de eso se trata, de ese ahora en que Dios, el Señor, pasa a nuestra lado, por nuestra vida y tenemos que acostumbrarnos a elegir lo más importante: escucharle, acogerle en lo que tiene que decir, dejando otras cosas para otros momentos. Lucas, sin duda, privilegia a María como oyente de la palabra y eso, en este momento de subida a Jerusalén, es casi decisivo para el evangelista. Se quiere subrayar cómo debemos, a veces, sumergirnos en los planes de Dios. De eso es de lo hablaba Jesús camino de Jerusalén (según Lucas) y María lo elige como la mejor parte. Marta… no ha podido desengancharse… y ahora debiera haberlo hecho.

17 de Julio. XVI Domingo del Tiempo Ordinario. Evangelio.

Evangelio según san Lucas (Lc 10,38-42)
En aquel tiempo, entró Jesús en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana, llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: “Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude”.

El Señor le respondió: “Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará”.

Comentario Bíblico. XV Domingo del Tiempo ordinario.

III.1. Y ahora el evangelio del día: una de las narraciones más majestuosas de todo el Nuevo Testamento y del evangelio de Lucas. Una narración que solamente ha podido salir de los labios de Jesús, aunque Lucas la sitúe junto a ese diálogo con el escriba que pretende algo imposible. El escriba quiere asegurarse la vida eterna, la salvación, y quiere que Jesús le puntualice exactamente qué es lo que debe hacer para ello. Quiere una respuesta “jurídica” que le complazca. Pero los profetas no suelen entrar en esos diálogos imposibles e inhumanos. Ya la tradición cristiana nos puso de manifiesto que Jesús había definido que la ley se resumía en amar a Dios y al prójimo en una misma experiencia de amor (cf Mc 12,28ss). No es distinto el amor a Dios del amor al prójimo, aunque Dios sea Dios y nosotros criaturas. Pero el escriba, que tenía una concepción de la ley demasiado legalista, quiere precisar lo que no se puede precisar: ¿quién es mi prójimo, el que debo amar en concreto? Aquí es donde la parábola comienza a convertirse en contradicción de una mentalidad absurda y puritana.

III.2. Dos personajes, sacerdote y levita, pasan de lejos cuando ven a un hombre medio muerto. Quizás venían del oficio cultual, quizás no querían contaminarse con alguien que podía estar muerto, ya que ellos podrían venir de ofrecer un culto muy sagrado a Dios. ¿Era esto posible? Probablemente sí (es una de las explicaciones válidas). Pero eso no podía ser voluntad de Dios, sino tradición añeja y cerrada, intereses de clase y de religión. Entonces aparece un personaje que es casi siniestro (estamos en territorio judío), un samaritano, un hereje, un maldito de la ley. Éste no tiene reparos, ni normas, ha visto a alguien que lo necesita y se dedica a darle vida. Mi prójimo -piensa Jesús-, el inventor de la parábola, es quien me necesita; pero más aún, lo importante no es saber quién es mi prójimo, sino si yo soy prójimo de quien me necesita. Jesús, con el samaritano, está describiendo a Dios mismo y a nadie más. Lo cuida, lo cura, lo lleva a la posada y la asegura un futuro.

III.3. Una religión que deja al hombre en su muerte, no es una religión verdadera (la del sacerdote y el levita); la religión verdadera es aquella que da vida, como hace el Dios-samaritano. Algunos Santos Padres hicieron una interpretación simbólica muy acertada: vieron en el “samaritano” al mismo Dios. Por tanto cuando Jesús cuenta esta historia o esta parábola, quiere hablar de Dios, de su Dios. Y si eso es así, entonces son verdaderamente extraordinarias las consecuencias a las que podemos llegar. Nuestro Dios es como el “hereje” samaritano que no le importa ser alguien que rompa las leyes de pureza o de culto religiosas con tal de mostrar amor a alguien que lo necesita. La parábola no solamente hablaba de una solidaridad humana, sino de la praxis del amor de Dios. Fue creada, sin duda, para hablar a los “escribas” de Israel del comportamiento heterodoxo de Dios, el cual no se pregunta a quién tiene que amar (como hace el escriba, nómikos del relato), sino que quiere salvar a todos y ofrecerles un futuro.
Fray Miguel de Burgos Núñez (1944-2019)

10 de Junio. XV Domingo del Tiempo Ordinario.

Evangelio según Lucas (Lc 10, 25-37)

En aquel tiempo, se presentó ante Jesús un doctor de la ley para ponerlo a prueba y le preguntó: “Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?” Jesús le dijo: “¿Qué es lo que está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?” El doctor de la ley contestó: “Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu ser, y a tu prójimo como a ti mismo”. Jesús le dijo: “Has contestado bien; si haces eso, vivirás”.

El doctor de la ley, para justificarse, le preguntó a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?” Jesús le dijo: “Un hombre que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos ladrones, los cuales lo robaron, lo hirieron y lo dejaron medio muerto. Sucedió que por el mismo camino bajaba un sacerdote, el cual lo vio y pasó de largo. De igual modo, un levita que pasó por ahí, lo vio y siguió adelante. Pero un samaritano que iba de viaje, al verlo, se compadeció de él, se le acercó, ungió sus heridas con aceite y vino y se las vendó; luego lo puso sobre su cabalgadura, lo llevó a un mesón y cuidó de él. Al día siguiente sacó dos denarios, se los dio al dueño del mesón y le dijo: ‘Cuida de él y lo que gastes de más, te lo pagaré a mi regreso’.

¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del hombre que fue asaltado por los ladrones?” El doctor de la ley le respondió: “El que tuvo compasión de él”. Entonces Jesús le dijo: “Anda y haz tú lo mismo”.

¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del hombre que fue asaltado por los ladrones?” El doctor de la ley le respondió: “El que tuvo compasión de él”. Entonces Jesús le dijo: “Anda y haz tú lo mismo”.

Comentario Bíblico. La alegría de anunciar el evangelio. Lucas ( Lc 10, 1-12. 17-20)

Desde el domingo pasado leemos en el evangelio de san Lucas una nueva etapa en el ministerio público de Jesús. Deja Galilea y emprende decidido el viaje hacia Jerusalén. Vive una maduración en el proceso de asumir radicalmente su tarea de Enviado, Mesías y Salvador.

Humanamente va quedando más solo, menos rodeado de multitudes. Según el plan del Padre, su misión se realizará desde el servicio, la entrega, la renuncia… enfrentando la persecución y el rechazo, sin buscarlos, pero sin evadirlos.

Aumenta, entonces, la radicalidad que Jesús pide –y Lucas recoge– a uno que se ofrecía a seguirle y a dos a los que llamó: ‘Sígueme’. Radicalidad también reflejada en las condiciones de un nuevo envío de discípulos por delante de él. Poco antes lo había hecho con los Doce (símbolos de las doce tribus de Israel) y ahora con setenta (y dos), símbolo de ‘todo el mundo’, como alusión a la universalidad del mensaje y a la universalidad de la vocación y urgencia del anuncio.

Es importante en ese envío darnos buena cuenta del contenido a anunciar, de quiénes sean los anunciadores y de cómo anunciar. El Sínodo que la Iglesia viene celebrando, con sus acentos (comunión, participación, misión) ofrece una nueva oportunidad de hacer camino juntos unidos a aquellos setenta (y dos) que Jesús envió.

Es importante en ese envío darnos buena cuenta del contenido a anunciar, de quiénes sean los anunciadores y de cómo anunciar. El Sínodo que la Iglesia viene celebrando, con sus acentos (comunión, participación, misión) ofrece una nueva oportunidad de hacer camino juntos unidos a aquellos setenta (y dos) que Jesús envió.

3 de Julio. XIV Domingo del Tiempo Ordinario.

Evangelio según san Lucas ( Lc 10, 1-12. 17-20)

En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo: “La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa digan: ‘Que la paz reine en esta casa’. Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: ‘Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios’.

Pero si entran en una ciudad y no los reciben, salgan por las calles y digan: ‘Hasta el polvo de esta ciudad, que se nos ha pegado a los pies nos lo sacudimos, en señal de protesta contra ustedes. De todos modos, sepan que el Reino de Dios está cerca’. Yo les digo que en el día del juicio, Sodoma será tratada con menos rigor que esa ciudad”.

Los setenta y dos discípulos regresaron llenos de alegría y le dijeron a Jesús: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre”.

Él les contestó: “Vi a Satanás caer del cielo como el rayo. A ustedes les he dado poder para aplastar serpientes y escorpiones y para vencer toda la fuerza del enemigo, y nada les podrá hacer daño. Pero no se alegren de que los demonios se les someten. Alégrense más bien de que sus nombres están escritos en el cielo”.