Parroquia San Andres Apostol

Comentario Bíblico. Fiesta de la Sagrada Familia.

III.3. Las palabras de Jesús a su madre se han convertido en la clave del relato: “¿no sabíais que debo ocuparme de las cosas de mi Padre?”. Yo no estaría por la traducción “¿no sabíais que debo estar en la casa de mi padre?”, como han hecho muchos. El sentido cristológico del relato apoya la primera traducción. Jesús está entre los doctores porque debe discutir con ellos las cosas que se refieren a los preceptos que ellos interpretan y que sin duda son los que, al final, le llevarán a la muerte y de la muerte a la resurrección. Es verdad que con ello el texto quiere decir que es el Hijo de Dios,  de una forma sesgada y enigmática, pero así es. Como hemos insinuado antes, es la primera vez que Lucas hace hablar al “niño” y lo hace para revelar qué hace y quién es.  Por eso debemos concluir que ni se ha perdido, ni se ha escapado de casa, sino que se ha entregado a una causa que ni siquiera “sus padres” pueden comprender totalmente. Y no se diga que María lo sabía todo (por el relato de la anunciación), ya que el mismo relato nos dirá al final que María: “guardaba todas estas cosas en su corazón” (2,51). Porque María en Lc 1-2, no es solamente María de Nazaret la muchacha de fe incondicional en Dios, sino que también representa a una comunidad que confía en Dios y debe seguir los pasos de Jesús.

III.4. Y como la narración de Lc 2,41-52 da mucho de sí, no podemos menos de sacar otras enseñanzas posibles. Si hoy se ha escogido para la fiesta de la Sagrada Familia, deberíamos tener muy en cuenta que la alta cristología que aquí se respira invita, sin embargo, a considerar que el Hijo de Dios se ha revelado y se ha hecho “persona” humana en el seno de una familia,  viviendo las relaciones afectivas de unos padres, causando angustia, no solamente alegría, por su manera de ser y de vivir en momentos determinados. Es la humanización de lo divino lo que se respira en este relato, como en el del nacimiento. El Hijo de Dios no hubiera sido nada para la humanidad si no hubiera nacido y crecido en familia, por muy Hijo de Dios que sea confesado (cosa que solamente sucede a partir de la resurrección). Aunque se deja claro todo con “las cosas de mi Padre”, esto no sucedió sin que haya pasado por nacer, vivir en una casa, respetar y venerar a sus padres y decidir un día romper con ellos para dedicarse a lo que Dios, el Padre, le pedía: anunciar y hacer presente el reinado de Dios. Es esto lo que se preanuncia en esta narración, antes de comenzar su vida pública, en que fue necesario salir de Nazaret, dejar su casa y su trabajo… Así es como se ocupaba de las cosas del Padre.

Fray Miguel de Burgos NúñezFray Miguel de Burgos Núñez
Maestro y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura

30 de Diciembre – Fiesta de la Sagrada Familia.

Evangelio según san Lucas (Lc 2, 41-52)

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén para las festividades de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, fueron a la fiesta, según la costumbre. Pasados aquellos días, se volvieron, pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran. Creyendo que iba en la caravana, hicieron un día de camino; entonces lo buscaron, y al no encontrarlo, regresaron a Jerusalén en su busca.

Al tercer día lo encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que lo oían se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas. Al verlo, sus padres se quedaron atónitos y su madre le dijo: "Hijo mío, ¿por qué te has portado así con nosotros? Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia". Él les respondió: "¿Por qué me andaban buscando? ¿No sabían que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?" Ellos no entendieron la respuesta que les dio. Entonces volvió con ellos a Nazaret y siguió sujeto a su autoridad. Su madre conservaba en su corazón todas aquellas cosas.

Jesús iba creciendo en saber, en estatura y en el favor de Dios y de los hombres.

28 de Diciembre. Reflexión del Evangelio de hoy

Levantarse una y otra vez, sin miedo

San Juan nos invita a ser Luz con Cristo. Muchas veces caemos en la desesperación, no nos creemos capaces de salir del fango y parece que olvidamos que siempre hay una mano tendida a la espera de que la tomemos: la de nuestro Padre del Cielo. No debemos olvidarnos nunca de la infinita Misericordia de Dios. Cristo nos lo dijo una y otra vez.

Una vez me dijo mi confesor, ante mi desesperación por mis caídas: “Nunca te canses de pedir perdón” Y tenía toda la razón. La naturaleza humana tiene debilidades pero ahí tenemos a Jesús enseñándonos el camino a seguir y animándonos a ser luz con Él. “No pequéis… pero si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo”

Tenemos que ser sinceros con nosotros mismos, conocer nuestras debilidades y ponernos en manos de Dios.

Un grito de esperanza debe recorrer el mundo

El Evangelio de hoy nos presenta unos temas que no pueden ser más de actualidad. La emigración, las muertes injustas, las persecuciones, la ambición de poder… Poco ha cambiado el mundo en 2.000 años. Los hombres repetimos una y otra vez los mismos errores, las mismas injusticias.

Vemos como la Sagrada Familia tiene que huir de su tierra por el afán de poder de Herodes. Serán emigrantes en tierra extraña. No sabemos cómo fue su vida en Egipto pero no tuvo que ser fácil, ellos venían de un país pequeño a una de las grandes potencias de la época. Tras de sí dejaban hogar, familia, amigos… ¿Os suena? ¿No lo veis todos los días en las noticias? ¿No veis a vuestros hermanos muriendo en el mar en busca de un futuro? ¿No veis esas caravanas de seres humanos llamando a las puertas del llamado primer mundo? ¿No veis morir a inocentes cada día en las costas? ¿No veis en vuestras calles a hombres y mujeres con la mirada entristecida? Unas veces será la política, otras el hambre, quizá el huir de una realidad que no tiene futuro ¿Y qué hacemos? ¿Cómo les recibimos?

Un rastro de muerte injusta queda tras la huida a Egipto, niños inocentes asesinados sin motivo, niños a los que llamamos Santos porque lo son: los primeros que dieron su vida por Cristo aun sin saberlo. Víctimas de la más atroz de las injusticias. Es bueno que en estos días de la Navidad los tengamos presentes, tanto a aquellos de los tiempos de Jesús como a los actuales: niños de la calle, víctimas de las pandillas, infelices caídos en las redes de la prostitución cuando deberían estar jugando, inocentes atrapados en guerras que no entienden, a veces inmolados con explosivos por no sabemos qué ideas absurdas. Santos inocentes.

Solo la fuerza de la Palabra, la puesta en práctica de las enseñanzas de Jesús, puede salvar esas vidas que nos miran desde el otro lado de las vallas y cuya única esperanza somos nosotros. Tengamos la fe y la fuerza para tenderles nuestra mano.

D. Luis Maldonado Fernández de Tejada, OPD. Luis Maldonado Fernández de Tejada, OP
Fraternidad Laical de Santo Domingo, de Almagro

28 de Diciembre–Dia del martirio de los Santos Inocentes

Evangelio según san Mateo (Mt 2,13-18)

Después de que los magos partieron de Belén, el ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto. Quédate allá hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo".

José se levantó y esa misma noche tomó al niño y a su madre y partió para Egipto, donde permaneció hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo.

Cuando Herodes se dio cuenta de que los magos lo habían engañado, se puso furioso y mandó matar, en Belén y sus alrededores, a todos los niños menores de dos años, conforme a la fecha que los magos le habían indicado.

Así se cumplieron las palabras del profeta Jeremías: En Ramá se ha escuchado un grito, se oyen llantos y lamentos: es Raquel que llora por sus hijos y no quiere que la consuelen, porque ya están muertos.

Comentario Bíblico – Evangelio: Juan (1,1-18): La Palabra humana de Dios

Dios se ha revelado por el Hijo y el Hijo es la Palabra, porque a Dios nadie lo ha visto jamás. Aunque esto es judío, se da un paso, porque nosotros lo podemos conocer por Jesús, que es el Hijo. Nosotros sólo podemos conocer a Dios por Jesús que nos lo ha revelado, ya que Jesús es el Hijo y el Hijo es la Palabra y la Palabra estaba desde el principio en Dios y Él mismo es Dios. Desde ahora, los cristianos hemos de saber que, para conocer a Dios, primero hemos de conocer a Jesús: cómo vive y cómo actúa. Ser cristiano es reconocer, en el acontecimiento histórico de Jesús, en este hombre de nuestra carne, tan próximo, tan fraternal, el rostro, la Palabra y la gloria de Dios: *quien me ha visto a mi ha visto al Padre”

SOBRE LA FE: (vv. 12.13.16.17): Todo esto que hemos expuesto no puede ser entendido sino por la fe. Deberíamos dejar el prólogo para el final del año litúrgico, porque después de conocer a Jesús y haber escuchado su palabra, nosotros nos decidimos por Él y creemos en Dios. Pero se ha de asumir el riesgo de la fe y aceptar así a Jesús y a Dios, de primeras. También porque, a pesar de todo, la fe es un don de Dios y debemos pedirle a Él que nos la dé y nos la fortalezca. Pero la fe en estos versos no se nos presenta en forma de creencia en verdades, sino en forma de vida: porque nos hace hijos de Dios. Es un tema que recorre todo el Evangelio de Juan.

Fray Miguel de Burgos NúñezFray Miguel de Burgos Núñez
Maestro y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura

25 de Diciembre – Natividad del Señor

Evangelio según san Lucas (Lc 2,1-14)

Por aquellos días, se promulgó un edicto de César Augusto, que ordenaba un censo de todo el imperio. Este primer censo se hizo cuando Quirino era gobernador de Siria. Todos iban a empadronarse, cada uno en su propia ciudad; así es que también José, perteneciente a la casa y familia de David, se dirigió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, llamada Belén, para empadronarse, juntamente con María, su esposa, que estaba encinta.

Mientras estaban ahí, le llegó a María el tiempo de dar a luz y tuvo a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no hubo lugar para ellos en la posada.

En aquella región había unos pastores que pasaban la noche en el campo, vigilando por turno sus rebaños. Un ángel del Señor se les apareció y la gloria de Dios los envolvió con su luz y se llenaron de temor. El ángel les dijo: "No teman. Les traigo una buena noticia, que causará gran alegría a todo el pueblo: hoy les ha nacido, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Esto les servirá de señal: encontrarán al niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre".

De pronto se le unió al ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: "¡Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!"

Comentario Bíblico. Lucas (1,39-45): María: confianza absoluta en Dios

III.3. Porque hoy también hay una "hija de Sión" y una presencia de Dios en nuestro mundo: Es la comunión de los servidores, de las personas audaces, de los profetas sin nombre, de los que hacen la paz y de los que sufren por la justicia. Una hija o comunidad que supera los límites de cualquier Iglesia determinada y configurada como perfecta. Son como la prolongación de María de Nazaret ante la necesidad que Dios tiene de los hombres para estar cercano a cada uno de nosotros. De ahí que en el Cuarto Domingo de Adviento la liturgia expone el misterio de Dios a nuestra devoción. Y debemos aprender, no a soportar el misterio, sino a amarlo, porque ese misterio divino es la encarnación. Ello significa que la vida se realiza en conexiones mayores de las que el hombre puede disponer y comprender. La vida tiene cosas más profundas para que el hombre pueda gobernarlas, comprenderlas o producirlas a su antojo. Y es que todo lo que nosotros creemos que es lo último, en realidad es lo penúltimo; así nos sucede casi siempre. Y por eso es tan necesaria la fe. De ahí que, con toda razón, este Domingo propone como clave de vivencias la fe; fe en la encarnación, en que Dios siempre esta a nuestro lado, en que debe existir un mundo mejor que este. Y esa fe se nos propone en María de Nazaret, para que advirtamos que el hombre que quiere ser como un dios, se perderá; pero quien acepte al Dios verdadero, vivirá con El para siempre.

III.4. El Cuarto Domingo de Adviento es la puerta a la Navidad. Y esa puerta la abre la figura estelar del Adviento: María. Ella se entrega al misterio de Dios para que ese misterio sea humano, accesible, sin dejar de ser divino y de ser misterio. Y por eso María es el símbolo de una alegría recóndita. En la anunciación, acontecimiento que el evangelio de hoy presupone, encontramos la hora estelar de la historia de la humanidad. Pero es una hora estelar que acontece en el misterio silencioso de Nazaret, la ciudad que nunca había aparecido en toda la historia de Israel. Es en ese momento cuando se conoce por primera vez que existe esa ciudad, y allí hay una mujer llamada María, donde se llega Dios, de puntillas, para encarnarse, para hacerse hombre como nosotros, para ser no solamente el Hijo eterno del Padre, sino hijo de María y hermano de todos nosotros.

Fray Miguel de Burgos NúñezFray Miguel de Burgos Núñez
Maestro y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura

23 de Diciembre . IV Domingo de Adviento /C

Evangelio según san Lucas (Lc 1,39-45)

En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea y, entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.

Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.