Parroquia San Andres Apostol

Cantaremos – V Domingo de Cuaresma /A

Jesús emprende su viaje a Jerusalén y ya el el camino recibe un mensaje de sus amigos de Betania: “Tu amigo, nuestro hermano Lázaro, está enfermo”. Jesús lo comunica a sus discípulo, pero no van de inmediato. Poco después se encaminan a la pequeña aldea. Cuando llegan, Lázaro ya había muerto. Al Verlo llegar, María, la hermana más joven se echa a llorar inconsolable! Jesús se conmueve profundamente…nunca disimuló el gran cariño y aprecio que siente por los tres hermanos donde posiblemente se alojaba cuando iba de paso a Jerusalén.

Jesús no sólo llora la muerte de un amigo muy querido, sino que siente la impotencia de todos delante de la muerte. El deseo de vivir es innato en el hombre y la pregunta está ahí:  “¿por qué tenemos que morir, por qué la vida no es más larga, más dichosa y más segura?….  Cada ser humano lleva clavada la inquietante pregunta en el fondo de su ser: ¿Qué va a ser de cada uno de nosotros?……

Los cristianos no sabemos de la otra vida más que los demás. También nosotros  tenemos que acercarnos con humildad al silencio oscuro de nuestra muerte. Pero hay una diferencia: la confianza que nos inspira la fe en la infinita bondad del Dios Padre amoroso, manifestado en Cristo Jesús. Este es el meollo de nuestra fe. Nos apoyamos en ese Jesús que vivió como verdadero hombre entre los hombres y que aceptando, como hombre el punto final de sus días terrenos, pudo decir: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en Mi, aunque haya muerto vivirá”.  

CANTAREMOS:

      • Al reunirnos ………………………………………………..    6
      • Te vengo a ofrecer
      • Si yo no tengo amor …………………………………… 178
      • Vaso nuevo ………………………………………………… 221
      • Ya no temo …………………………………………………. 223

2 de Abril – V Domingo de Cuaresma /A

Evangelio según San Juan (Jn 11,3-7.17.20-27.33-45)

En aquel tiempo, Marta y María, las dos hermanas de Lázaro, le mandaron decir a Jesús: “Señor, el amigo a quien tanto quieres está enfermo”. Al oír esto, Jesús dijo: “Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”.

Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Sin embargo, cuando se enteró de que Lázaro estaba enfermo, se detuvo dos días más en el lugar en que se hallaba. Después dijo a su discípulos: “Vayamos otra vez a Judea”.

Cuando llegó Jesús, Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Apenas oyó Marta que Jesús llegaba, salió a su encuentro; pero María se quedó en casa. Le dijo Marta a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aun ahora estoy segura de que Dios te concederá cuanto le pidas”.

Jesús le dijo: “Tu hermano resucitará”. Marta respondió: “Ya sé que resucitará en la resurrección del último día”. Jesús le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees tú esto?” Ella le contestó: “Sí, Señor. Creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”.

Jesús se conmovió hasta lo más hondo y preguntó: “¿Dónde lo han puesto?” Le contestaron: “Ven, Señor, y lo verás”. Jesús se puso a llorar y los judíos comentaban: “De veras ¡cuánto lo amaba!” Algunos decían: “¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego de nacimiento, hacer que Lázaro no muriera?”
Jesús, profundamente conmovido todavía, se detuvo ante el sepulcro, que era una cueva, sellada con una losa. Entonces dijo Jesús: “Quiten la losa”. Pero Marta, la hermana del que había muerto, le replicó: “Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días”. Le dijo Jesús: “¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?” Entonces quitaron la piedra.

Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: “Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Yo ya sabía que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho a causa de esta muchedumbre que me rodea, para que crean que tú me has enviado”. Luego gritó con voz potente: “¡Lázaro, sal de allí!” Y salió el muerto, atados con vendas las manos y los pies, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: “Desátenlo, para que pueda andar”.

Muchos de los judíos que habían ido a casa de Marta y María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.

Cantaremos–IV Domingo de Cuaresma /A

Para el pueblo judío, la enfermedad era un castigo que se ganaban los pecadores como castigo de Dios por sus pecados. Así mira la gente a aquel pobre hombre privado de la vista, por lo cual, los discípulos le preguntan a Jesús si pecó el ciego o pecaron sus padres. Jesús siente compasión por aquél hombre juzgado y despreciado por todos. Después que Jesús lo cura, el ciego ve por vez primera la luz y siente también por vez primera la posibilidad de llevar una vida digna, sin avergonzarse delante de nadie. Y es que el encuentro con Jesús le abrió las puertas a una vida diferente.

Sin embargo no parece ser tan fácil…Los dirigentes del pueblo ya le conocían y le tenían por pecador, y son ellos los que decidirán si puede ser aceptado en la comunidad religiosa. Cuando Jesús se entera de que fue rechazado va a encontrarse con él. Le pregunta si cree en el Mesías. El le responde: “¿Quién es Señor para que yo crea en él?”.   Jesús le responde conmovido: “No está lejos de tí. Lo estás viendo; el que está hablando contigo, ese es”  El mendigo dice: “Creo, Señor”

El Señor es compasivo y no abandona nunca a los que le buscan. No los rechaza aunque sean excluidos por las instituciones religiosas o por la severidad hipócrita de los que se creen perfectos. Los que no encuentran lugar ni privilegios humanos, tienen un lugar especial en su corazón. Afortunadamente el Señor va más allá de las simples apariencias…. En el silencio de su corazón Jesús tiene un lugar para algunos amigos que a lo mejor a todos nos resultan desconocidos…….

CANTAREMOS:

      • Como el siervo al agua va ……………………………….  54
        • Señor ten piedad – Gloria, honor a Ti
        • Antífona
        • Te vengo a ofrecer ……………………………….
        • Santo – Padre nuestro
      • La paz – Cordero de Dios
      • Por Ti Señor ……………………………………………………. 134
      • Tan cerca de mi ………………………………………………. 193
      • Dame un nuevo corazón …………………………………   64

26 de Marzo – IV Domingo de Cuaresma /A

Evangelio según san Juan (Jn 9,1.6-9.13-17.34-38)

En aquel tiempo, Jesús vio al pasar a un ciego de nacimiento. Escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva, se lo puso en los ojos al ciego y le dijo: “Ve a lavarte en la piscina de Siloé” (que significa ‘Enviado’). Él fue, se lavó y volvió con vista.

Entonces los vecinos y los que lo habían visto antes pidiendo limosna, preguntaban: “¿No es éste el que se sentaba a pedir limosna?” Unos decían: “Es el mismo”. Otros: “No es él, sino que se le parece”. Pero él decía: “Yo soy”.

Llevaron entonces ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día en que Jesús hizo lodo y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaron cómo había adquirido la vista. Él les contestó: “Me puso lodo en los ojos, me lavé y veo”. Algunos de los fariseos comentaban: “Ese hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado”. Otros replicaban: “¿Cómo puede un pecador hacer semejantes prodigios?” Y había división entre ellos. Entonces volvieron a preguntarle al ciego: “Y tú, ¿qué piensas del que te abrió los ojos?” Él les contestó: “Que es un profeta”. Le replicaron: “Tú eres puro pecado desde que naciste, ¿cómo pretendes darnos lecciones?” Y lo echaron fuera.

Supo Jesús que lo habían echado fuera, y cuando lo encontró, le dijo: “¿Crees tú en el Hijo del hombre?” Él contestó: “¿Y quién es, Señor, para que yo crea en él?” Jesús le dijo: “Ya lo has visto; el que está hablando contigo, ése es”. Él dijo: “Creo, Señor”. Y postrándose, lo adoró.

19 de Marzo – III Domingo de Cuaresma /A

Evangelio según san Juan (Jn 4,5-15.19-26.39.40-42)

En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria, llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José. Ahí estaba el pozo de Jacob. Jesús, que venía cansado del camino, se sentó sin más en el brocal del pozo. Era cerca del mediodía.

Entonces llegó una mujer de Samaria a sacar agua y Jesús le dijo: “Dame de beber”. (Sus discípulos habían ido al pueblo a comprar comida). La samaritana le contestó: “¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?” (Porque los judíos no tratan a los samaritanos). Jesús le dijo: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, tú le pedirías a él, y él te daría agua viva”.

La mujer le respondió: “Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo, ¿cómo vas a darme agua viva? ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del que bebieron él, sus hijos y sus ganados?” Jesús le contestó: “El que bebe de esta agua vuelve a tener sed. Pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un manantial capaz de dar la vida eterna”.

La mujer le dijo: “Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni tenga que venir hasta aquí a sacarla. Ya veo que eres profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte y ustedes dicen que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén”.

Jesús le dijo: “Créeme, mujer, que se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos. Porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, y ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así es como el Padre quiere que se le dé culto. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad”.

La mujer le dijo: “Ya sé que va a venir el Mesías (es decir, Cristo). Cuando venga, él nos dará razón de todo”. Jesús le dijo: “Soy yo, el que habla contigo”.

Muchos samaritanos de aquel poblado creyeron en Jesús por el testimonio de la mujer: ‘Me dijo todo lo que he hecho’. Cuando los samaritanos llegaron a donde él estaba, le rogaban que se quedara con ellos, y se quedó allí dos días. Muchos más creyeron en él al oír su palabra. Y decían a la mujer: “Ya no creemos por lo que tú nos has contado, pues nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es, de veras, el Salvador del mundo”.

“Tratar a la Biblia como al teléfono celular”. El Papa y el Card. Martini

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(RV).- “Durante los cuarenta días de la Cuaresma, como cristianos estamos invitados a seguir las huellas de Jesús y a hacer frente a la batalla espiritual contra el maligno con la fuerza de la Palabra de Dios. No con nuestra palabra: no sirve”, esta es la invitación del Papa Francisco al inicio de la Cuaresma.

En su reflexión antes del rezo del Ángelus del primer domingo de Cuaresma, el Santo Padre resaltó que, sólo “la Palabra de Dios: es aquella que tiene la fuerza para derrotar a Satanás. Para ello hay que familiarizarse con la Biblia: leerla a menudo, meditarla, asimilarla”. La Biblia, agregó el Pontífice, contiene la Palabra de Dios, que siempre es actual y eficaz. “Alguien dijo: ¿Qué pasaría si tratamos la Biblia como tratamos a nuestro teléfono móvil? Si la lleváramos siempre con nosotros, o al menos el pequeño Evangelio de bolsillo, ¿qué sucedería?”.

El Obispo de Roma puntualizó que, “si tuviéramos la Palabra de Dios siempre en el corazón, ninguna tentación podría alejarnos de Dios y ningún obstáculo podría desviarnos del camino del bien; sabríamos vencer las sugerencias cotidianas del mal que está en nosotros y fuera de nosotros; seríamos capaces de vivir una vida resucitada según el Espíritu, acogiendo y amando a nuestros hermanos, especialmente a los más vulnerables y necesitados, e incluso a nuestros enemigos”. Leer más

«Cuaresma es el camino de la esclavitud a la libertad», homilía del Papa en el Miércoles de Ceniza

(RV).- «La cuaresma es el camino de la esclavitud a la libertad, del sufrimiento a la alegría, de la muerte a la vida», lo dijo el Papa Francisco en su homilía de la Misa del Miércoles de Ceniza, con la cual inicia el tiempo litúrgico de la Cuaresma y que presidió en la Basílica de Santa Sabina, ubicada en el barrio romano del Aventino, después del acto penitencial y de la tradicional procesión de fieles que partió desde la cercana Iglesia de San Anselmo.

Profundizando sobre el sentido de la imposición de las cenizas, el Santo Padre explicó que se trata de un gesto que nos recuerda nuestra condición original: «hemos sido tomados de la tierra, somos de barro…sí, pero barro en las manos amorosas de Dios, que sopló su espíritu de vida sobre cada uno de nosotros y que quiere seguir dándonos ese aliento de vida que nos salva de otro tipo de aliento», añadió el Pontífice, citando nuestros egoísmos humanos, nuestras mezquinas ambiciones y nuestras silenciosas indiferencias, como algunos ejemplos prácticos de la vida diaria que asfixian y «ahogan el espíritu cristiano, reduciendo nuestro horizonte y anestesiando el palpitar del corazón». 

No obstante, el Sucesor de Pedro propuso un camino de esperanza mediante el cual podemos liberarnos de esa asfixia: «el aliento de la vida de Dios que es más fuerte que el aire sofocante de tristeza, pánico y aversión al cual el hombre de hoy se ha acostumbrado».

«Y ese camino comienza con la Cuaresma», insistió Francisco, un tiempo de preparación para la Pascua enfocado desde la perspectiva de tres puntos fundamentales:

-Cuaresma como un tiempo para decir no. No a esa asfixia del espíritu, no a la indiferencia, no a las palabras vacías, críticas burdas; no al rechazo del prójimo. 

-Cuaresma como un tiempo de memoria, de pensar y preguntarnos… ¿qué sería de nosotros si Dios nos hubiera cerrado las puertas?

-Y por último Cuaresma como tiempo para volver a respirar. Es el tiempo para abrir el corazón al aliento del único capaz de transformar nuestro barro en humanidad. «Nuestro barro, que por la fuerza del aliento de vida de Dios, se convierte en barro enamorado», concluyó el Papa.

http://es.radiovaticana.va/news/2017/03/01/papa_francisco_cuaresma_2017_homil%C3%ADa_mi%C3%A9rcoles_de_ceniza/1295853

Cantaremos – II Domingo de Cuaresma /A

“Este es mi hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo”

En este segundo domingo de Cuaresma escuchamos en el Evangelio el relato de la transfiguración del Señor. Vislumbramos la gloria. Se nos anticipa el cielo. De algún modo, recién iniciada la andadura cuaresmal, se nos deja entrever cuál es el final de la misma. La resurrección, realidad gloriosa del ser, da sentido a nuestro caminar. Como dirá San Pablo, «si Cristo no ha resucitado vana es nuestra fe» (1 Cor 15, 14).  

En definitiva, la Palabra de Dios en este domingo, se nos presenta condensada por cuatro verbos y una invitación. Por un lado, los verbos: salir, tomar parte, subir, escuchar, bajar… dotan de vitalidad al conjunto del mensaje y nos ayudan a configurar nuestra identidad creyente, a fraguar nuestra esperanza en la resurrección y a vivir la caridad en el barro de nuestra historia. Por otro lado, una invitación: contemplar. Contemplar la gloria Dios. Contemplar, convirtiendo ‘nuestros modos de ver’ en los ‘modos del mirar de Dios’. Contemplar, como impulso para la misión. Contemplar, gestando al interior, palabras para el tiempo oportuno. «Hasta que el Hijo del hombre resucite», es la medida cumplida del tiempo. Ahora nos toca a nosotros ser narración para los demás de una gloria que hemos contemplado por la fe en Cristo Jesús.

Fr. Ismael González Rojas
Convento de Santo Domingo (Caleruega)

CANTAREMOS:

      • El Señor es mi fuerza ……………………………………………. 80
        • Señor ten piedad – Tu palabra me da vida
      • Este es el momento ……………………………………………… 73
        • Santo – Padre nuestro
        • La Paz – Cordero de Dios
      • A Ti levanto mis ojos
      • Este es el ayuno …………………………………………………… 86
      • Ya no temo …………………………………………………………. 223

12 de Marzo – II Domingo de Cuaresma /A

Evangelio según san Mateo (Mt 17,1-9)

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de éste, y los hizo subir a solas con él a un monte elevado. Ahí se transfiguró en su presencia: su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. De pronto aparecieron ante ellos Moisés y Elías, conversando con Jesús.

Entonces Pedro le dijo a Jesús: “Señor, ¡qué bueno sería quedarnos aquí! Si quieres, haremos aquí tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”.

Cuando aún estaba hablando, una nube luminosa los cubrió y de ella salió una voz que decía: “Éste es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias; escúchenlo”. Al oír esto, los discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de un gran temor. Jesús se acercó a ellos, los tocó y les dijo: “Levántense y no teman”. Alzando entonces los ojos, ya no vieron a nadie más que a Jesús.
Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: “No le cuenten a nadie lo que han visto, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos”.