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Comentario Bíblico.Mateo (22,15-22): La dignidad humana no se compra, es un don

III.1. El evangelio de Mateo, hoy, nos sitúa en el corazón de las polémicas que Jesús mantiene con los dirigentes en Jerusalén y que los evangelistas sitúan al final de su vida, precediendo a la pasión (cf. Mc 12,13-17; Lc 20,20-26). Esta vez querían comprometerlo a fondo con las autoridades romanas, que vigilaban ferozmente cualquier movimiento social o político para castigar cualquier rebeldía. Oponerse al César, incluso en nombre de Dios, era ir contra la «pax romana», uno de los mitos de la época. Los espías pretenden halagarlo (Mateo sigue a Marcos y nos habla de los fariseos y los herodianos; Lucas, más coherente, nos habla de espías para entregarlo al gobernador), pero en el punto de mira está el prefecto romano Poncio Pilato, que era un gobernante de una crueldad sin miramientos, vengativa y arbitraria. Los judíos lo odiaban porque había introducido en Jerusalén bustos e insignias del César, además de haber usado el dinero sagrado del templo para construir un acueducto que llevara el agua a Jerusalén (Josefo, De Bello 2,9,2; 2,9.4).

III.2. La hierocracia y aristocracia de la ciudad santa mandan sus espías para poder deshacerse de este profeta galileo que anuncia el Reino de Dios, pero que no coincide con el reino de Roma, ni con el concepto que tienen del mismo algunos partidarios de la revolución contra Roma, ni específicamente con el reino que ellos quieren manipular en nombre de Dios. Los rebeldes dejaban a las claras que la única soberanía que aceptaban bajo el suelo de Judea es la de Dios (Ex 20,4-5); en ello Jesús podría estar de acuerdo. Pero las trazas, entre uno y otros, son muy distintas. Es verdad que Jesús parecía estar en un callejón sin salida: frente a Poncio Pilato, frente a las autoridades, frente a los revolucionarios nacionalistas, frente a todos. No obstante, él la encontró; la encontró recurriendo a las dignidad humana que Dios ha puesto en el corazón de toda persona como imagen suya. Los espías, con su trampa, van a caer en su propia ignominia, porque llevan en sus manos el “denario” con la efigie de Tiberio… pero Jesús no lleva nada en su zamarra. Solamente tiene su palabra y la fuerza de la sabiduría del reinado de Dios.

III.3.Cuando es preguntado, intencionadamente pide la moneda del tributo con la efigie del César y responde: la moneda hay que dársela al emperador; ¿por qué? Porque es el dinero, y el dinero es lo más sucio de este mundo. Los que acuñan moneda tienen poder y por el dinero dominan a los hombres. Entonces, ¿hay que someterse a él? ¡Ni hablar! Por eso añade con una intencionalidad manifiesta: «y a Dios lo que es de Dios». El dinero no es de Dios, sino que de Dios somos nosotros mismos, y por lo mismo nosotros solamente debemos estar sometidos a Dios. Ya San Agustín, que afirmaba: “El César busca su imagen, dádsela. Dios busca la suya: devolvédsela. No pierda el César su moneda por vosotros; no pierda Dios la suya en vosotros” (Com. Ps 57,11). La trampa la resuelve Jesús, no solamente con inteligencia, sino con sabiduría, donde salta por los aires la legalidad con la que pretenden acusarlo en su caso. La respuesta de Jesús no es evasiva, sino profética; porque a trampas legales no valen más que respuestas proféticas. El tributo de hacienda es socialmente necesario; el corazón, no obstante, lleva la imagen de Dios donde el hombre recobra toda su dignidad, aunque pierda el “dinero” o la imagen del césar de turno que no valen nada.

III.4. Aquí Jesús responde con una afirmación liberadora que solamente pueden captar los que no están cegados por el poder, el dinero, el odio y la injusticia. Quizás la mejor ilustración a todo ello la tengamos en San Ireneo, en esa expresión, que es paradigma de muchas radicalidades humanas y divinas: «La gloria de Dios es el hombre viviente; la vida del hombre es la visión de Dios». Todo esto quiere decir que el evangelio de Jesucristo implica, en una simultaneidad inconfundible, que de la misma manera que nos descubre al Dios viviente, nos descubre a la vez, y no por otro camino, al hombre viviente. Podemos usar los bienes de este mundo con eficacia, pero lo que no podemos hacer es vender nuestra vida al mejor postor. Al “césar” de turno podemos darle el dinero, o los impuestos, pero nuestra libertad nadie nos la podrá arrebatar.

/Fray Miguel de Burgos Nuñez

Comentario Bíblico. 11 Octubre, XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario

Mateo (22,1-14): Un banquete para la libertad
III.1.El evangelio del banquete que un rey da por la boda de su hijo es una de las parábolas más sofisticadas del evangelio de Mateo, que marca unas diferencias substanciales con la que nos ofrece Lucas (14,15-24); incluso podríamos hablar de parábolas distintas. Mateo nos habla de un rey, rechazado por los magnates, y tras ser maltratados y asesinados algunos de sus criados, manda atacar y destruir la ciudad. Ahora se debe ir a los cruces de los caminos para instar a los transeúntes a que vengan al banquete. Como es lógico, vinieron toda clase de gentes, buenas y malas. ¿Qué significa, pues, que tras esta invitación tan generosa e informal, el rey venga a la sala del banquete y encuentre a uno que no tiene traje de bodas? Esto cambia el sentido de la interpretación de los vv. 1-10, cuando la sala se llenó de invitados, poniendo de manifiesto que incluso los que no estaban preparados son invitados a un banquete de bodas. Aquí nos encontramos con lo más extraño, quizás lo más importante y original de la parábola de Jesús redactada por Mateo.

III.2. Los vv. 11-14, sobre el traje de bodas, pues, deben ser un añadido independiente. Estaríamos ante una reconstrucción alegorizante para la comunidad de Mateo, que saca unas consecuencias nuevas para los miembros de esa comunidad cristiana tan particular, con objeto de que sepan responder siempre a la llamada que se les ha hecho. Pensemos en la «justicia» de las buenas obras, del compromiso constante, de la perseverancia, a lo que es muy dada la teología del evangelio de Mateo. En todo caso no debemos perder de vista que la parábola la pronunció Jesús para poner de manifiesto la fiesta de la libertad de Dios que llama a todo el que encuentra. Por lo mismo, el significado del traje de boda, añadido posteriormente (quizás se trataba de una parábola independiente), debe estar supeditado al primero, porque no es lógico que los invitados por los caminos estén preparados para una boda. No obstante deberíamos suponer que en la semiótica del vestido con que se quiere generar el texto, todo el mundo, incluso lo más pobres, siempre encuentran unas ropas más decentes para ir a una boda o a un banquete; de lo contrario no tendrían sentido los vv. 11-14. Por eso pensamos con otros intérpretes que se trata de una parábola sobreañadida a la original de los vv. 1-10, que son los coinciden más con Lc 14. Leer más

Comentario Bíblico – 4 de Octubre. Mateo (21,33-43): Dios, ha plantado una viña, una comunidad, nueva.

III.1. El evangelio nos propone la parábola de los viñadores homicidas y está en continuidad con los textos del evangelio de Mateo que muestran las polémicas de Jesús con los dirigentes judíos antes de la pasión, viniendo a poner el punto final de una polémica que comenzó en Galilea. Aunque la parábola está tomada de Marcos (12,1-12), el primer evangelio nos propone algunos matices que llevan el texto a una densidad polémica contra el judaísmo, que extraña sobremanera en este evangelio de Mateo, tan propicio a asumir lo mejor de la teología veterotestamentaria y judaica. III.2. En la redacción y sentido de esta parábola juega un papel importante la reflexión sobre el Sal 118,22-23. Se identifica claramente a los viñadores con los jefes del pueblo. El “vosotros” del v. 43 indica que los dirigentes religiosos del judaísmo, rechazando a Jesús, han perdido su última oportunidad de dar a Dios lo que correspondía y, de esa forma, han arrastrado a todo el pueblo en su infidelidad como aparecerá claramente en el juicio ante Poncio Pilato (cf Mt 27,20-25). La segunda parte de la sentencia anuncia el traspaso de la viña que no se hará a “otros dirigentes” sino a un nuevo “pueblo que produzca frutos” (v. 43). Esto es importante para entender esta parábola, no solamente porque los cristianos debemos rechazar todo antisemitismo, sino porque es verdad que la decisión final de condenar a Jesús estuvo en manos de “dirigentes” ciegos para ver e imposibilitados para acoger palabras proféticas como las de Jesús sobre Dios y sobre el Reino. III.3.Esta parábola, con sus transformaciones en la comunidad cristiana después de la pasión de Jesús, es una puerta abierta siempre a la conversión, a la esperanza. Los hombres que en tiempos de Jesús aguardaban, entonces, que se diera en su generación la irrupción de un mundo nuevo e inaudito, se percataron de que aquella parábola iba por ellos y no quisieron aceptar que el tiempo nuevo había llegado con aquél profeta que hablaba de aquella manera. Quien entiende que esta parábola nos introduce en un mundo donde sólo hay vida cuando no se vive a costa de otras vidas, habrá dado con esa puerta abierta a la esperanza, a la fraternidad, a la paz y a la justicia. Sabemos que la realidad última, para la fe cristiana, es Dios mismo, pero como Dios Padre de todos los hombres. Era el Padre de Jesús, el profeta de Nazaret, y ese Dios, cuando se asesina a cualquier hombre, siente en sus entrañas lo que sintió con la muerte de Jesús. También esta parábola de Jesús es un canto de amor por la vida. III.4. Pero no podemos evitar sacar conclusiones muy significativas para ahora y para todos los tiempos. La religión que mata o permite guerras en nombre de Dios, no es exactamente “religión”, religación a Dios. Por eso esta es una parábola que debe leerse clara y contundentemente contra los fundamentalismos religiosos que amenazan tan frecuentemente a los pueblos y a las culturas. No hay apologética capaz de defender a “nuestro Dios” con la muerte de los otros, porque en todos esos asesinados, Dios mismo está muriendo. Y si Jesús fue eliminado, creyendo los dirigentes que daban gloria a su Dios, se encontraron con que esa muerte se ha convertido en la “piedra angular” de una religión nueva de amor y de paz. Y los asesinos fundamentalistas, pues, quedarán sin Dios y sin religión. /Fray Miguel de Burgos Nuñez

Comentario Bíblico. Mateo (21,28-32): Para Dios, lo que cuenta es “volver”

III.1. El evangelio de Mateo (21,28-32), con la parábola del padre y los dos hijos, es provocativo, pero sigue en la misma tónica de los últimos domingos. Se quiere poner de manifiesto que el Reino de Dios acontece en el ámbito de la misericordia, por eso los pecadores pueden preceder a los beatos formalistas de siempre en lo que se refiere a la salvación. Una parábola nos pone en la pista de esta afirmación tan determinada, la de los dos hijos: uno dice que sí y después no va a trabajar a la viña; el otro dice que no, pero después recapacita sobre las palabras de su padre y va a trabajar.

III.2. Lo que cuenta, podríamos decir, son las obras, el compromiso, recordando aquello de no basta decir ¡Señor, Señor!. El acento, pues, se pone sobre el arrepentimiento, e incluso si la parábola se hubiera contado de otra manera, en la que el primero hubiera dicho que sí y hubiera ido a lo que el padre le pedía, no cambiarían mucho las cosas, ya que lo importante para Jesús es llevar a cabo lo que se nos ha pedido. Sabemos, no obstante, que los dos hijos corresponden a dos categorías de personas: las que siempre están hablando de lo religioso, de Dios, de la fe y en el fondo su corazón no cambia, no se inmutan, no se abren a la gracia. Probablemente tienen religión, pero no auténtica fe. Por eso, por ley de contrastes, la parábola está contada con toda intencionalidad y va dirigida, muy especialmente, contra los primeros.

III.3. El acento está, justamente, en aquellos que habiéndose negado a la fe primeramente, se dejan llenar al final por la gracia de Dios, aunque esto sirve para desenmascarar a los que son como el hijo que dice que sí y después hace su propia voluntad, no la del padre. Los verdaderos creyentes y religiosos, aunque sean publicanos y prostitutas, son los que tienen la iniciativa en el Reino de la salvación, porque están más abiertos a la gracia. El evangelio ha escogido dos oficios denigrados y denigrantes (recaudadores de impuestos y prostitutas); pero no olvidemos que el marco de los oyentes también es explícito: los sacerdotes y ancianos, que dirigían al pueblo. Pero para Dios no cuentan los oficios, ni lo que los otros piensen; lo que cuenta es que son capaces de volver, de convertirse.

Fray Miguel de Burgos Nuñez

20 de Septiembre. Comentario Bíblico

Mateo (20,1-16): La salvación misterio “contracultural” del amor

III.1.El evangelio de Mateo nos ofrece la parábola de los obreros de la viña, una de las más significativas en el ámbito de la exposición que Jesús hacía para exponer el misterio del Reino de Dios, cómo debía hacerse presente, cómo participaba Dios mismo en este acontecimiento que afecta a la historia y a cada una de las personas que acogen su mensaje. Es una parábola que recuerda, en su resultado final, algunos aspectos a la conocida en Lc 15 como la del hijo pródigo. En realidad, se quiere hablar de la misma persona, de Dios, bien como un padre que espera a su hijo y le ofrece misericordia, bien como patrón de una viña que busca obreros durante todo el día. Los elementos intermedios, las horas, no deben distraernos del momento culminante en el que se quiere poner de manifiesto que, precisamente en el Reino de Dios, lo decisivo, como es la salvación de los hombres, no funciona con los criterios de este mundo. La narración comienza con un gár (pues, en griego), que sin duda pretende enlazar con el dicho de Jesús de Mt 19,30: “muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros”. Es un dicho de gran alcance y la parábola de nuestra narración viene a ilustrar eso que es tan desproporcionado o tan “contracultural” como hoy gusta decir en círculos exegéticos sobre cómo era y como pensaba Jesús de Nazaret.

III.2.Habría que tener en cuenta las palabras de Is 55 «mis caminos no son vuestros caminos…». No sería lógico que contrastáramos la justicia estricta que usa con los llamados a la primera hora y la misericordia o la generosidad que aplica con los últimos, pero es ahí donde está el centro del escándalo, de lo contracultural: así no se pensaba en tiempos de Jesús, ni ahora tampoco. Se piensa que es una parábola que se pronuncia a causa de las críticas de los fariseos, religiosos de toda la vida, que al final reciben lo mismo que los otros. Podría pensarse que un gran agricultor, en tiempos de cosecha, tenía necesidad de jornaleros hasta última hora para dar salida a la uva y paga bien. Pero no es eso lo que cuenta; lo que se impone es que el dueño de la viña también es generoso con los últimos que ha podido contratar. En realidad no parece que la narración exija contratar hasta última hora; es un plus que se permite el dueño de la viña, y ahí es donde se cargan las tintas. Así funciona el Reino, no el mundo, y así se hace justicia de una forma absolutamente distinta a la de cualquier otra institución. Por ello, cuando echamos mano de esta parábola para iluminar teológicamente la justicia social y la productividad, no cometemos un error, pero tampoco es lo más acertado en la lectura e interpretación de la misma.

III.3. Para entender mejor la parábola, hay que tener en cuenta que el trabajo “de sol a sol” eran doce horas, que se dividían habitualmente de tres en tres. Supongamos que de 6 de la mañana a 6 de la tarde. Los primeros jornaleros fueron contratados a las 6 de la mañana, y los últimos, a las 5 de la tarde, la undécima hora. Por eso a ellos les dice el dueño de la viña: “¿Por qué estáis aquí todo el día parados?”. Podemos imaginarnos el contexto histórico de esta parábola de Jesús en su actitud de recibir y acoger a los pecadores contra la mentalidad legalista y puritana de los controladores de las leyes de pureza y santidad. Y de la misma manera podemos suponer un contexto eclesial de la comunidad de Mateo, quien quiere explicar a algunos judeo-cristianos, que la llamada de los paganos y su respuesta generosa les ha situado en el mismo plano de la salvación que a ellos. Todo en la parábola es desconcertante y a la vez original. El gran maestro en la interpretación de las parábolas, J. Jeremías, pone de manifiesto el contraste que existe entre ésta de Jesús y una que se nos trasmite en el Talmud de Jerusalén sobre Rabí Bun bar Hiyya, quien murió joven, y el que hizo su elogio fúnebre, lo alabó porque en pocos años había hecho lo que otros en 100 años. Pero no es este el caso de la parábola de los obreros de la viña que son llamados a última hora: de éstos no se dice nada de su eficacia y dedicación.

III.4. La parábola quiere enseñar una única cosa, decisiva: «Así es Dios con respecto a la salvación». Todo lo demás no sobra, sino que viene a servir a esta idea que es verdaderamente escandalosa. Este es el Dios de Jesús; este es el mensaje radical del evangelio del reino de los cielos. En la parábola rabínica que se conoce del Talmud, el obrero es uno sólo, que llega a última hora, ha trabajado tanto como los otros que han estado más tiempo empeñados en su quehacer; en la parábola evangélica, los obreros, en plural, que han llegado a última hora, no tienen mérito alguno, pero se les ha dado lo que sin duda necesitaban para su familia y para sus vidas. Es muy posible que no merecieran ese jornal, desde el punto de vista de la justicia simple o productiva, pero desde la bondad de Dios han recibido “gratuitamente” lo que necesitaban. Así es el Dios de Jesús, así es el Dios de la salvación, así es el Dios de«mis planes no son vuestros planes, mis caminos no son vuestros caminos». Todos los jornaleros pudieron llevar a sus casas el pan de cada día, unos por justicia y otros por generosidad. Pero eso no acontece más que en el Reino de Dios, de la vida, de la salvación, del perdón, de la misericordia, de la solidaridad. He aquí lo contracultural del Dios de Jesús.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

13 de Septiembre. Comentario Bíblico

Evangelio (Mateo 18,21-35): Dios se realiza perdonando, nosotros ¿cómo?

III.1. Con el evangelio de hoy se pone punto final al discurso eclesiológico para esta comunidad y nos enseña a todos los cristianos aquello por lo que debemos ser reconocidos en el mundo. La parábola del “siervo despiadado” (es un poco contradictorio eso de ser siervo, y despiadado) es una genuina parábola de Jesús, acomodada por la teología de Mateo, que hace preguntar a Pedro, con objeto de dejar claro a los cristianos, que el perdón no tiene medida. El perdón cuantitativo es como una miseria; el perdón cualitativo, infinito, rompe todos los cantos de venganza, como el de Lamec (Gn 4,24). Setenta veces siete es un elemento enfático para decir que no hay que contar las veces que se ha de perdonar. Dios, desde luego, no lo hace.

III.2. La lectura de la parábola nos hará comprender sobradamente toda la significación de la misma; es tan clara, tan meridiana, que casi parece imposible, no solamente que alguien deje de entenderla, sino que alguien tenga una conducta semejante a la del siervo liberado un instante antes de su muerte por las súplicas ante su señor. Es desproporcionada la deuda del siervo con su señor, respecto de la de siervo a siervo (diez mil talentos, es una fortuna, en relación a cien denarios). Sabemos que en esta parábola, según la teología de Mateo, se quiere hablar de Dios y de cómo se compadece ante las súplicas de sus hijos. ¿Por qué? porque es tan misericordioso, perdonando algo equivalente a lo infinito, que parece casi imposible que un siervo pueda deberle tanto. Efectivamente, todo es desproporcionado en esta parábola, y por eso podemos hablar de la parábola de la “desproporción”. Por medio está el verbo “elléin” = “tener piedad”. Cuando la parábola llega a su fin, todo queda más claro que el agua.

III.3. Es una parábola de perplejidades y nos muestra que los hombres somos más duros los unos con los otros que el mismo Dios. Es más normal que los reyes y los amos no tengan esa piedad (elléin) que muestra el rey de esta parábola con sus siervos. Es intencionada la elección de los personajes. En realidad, en la parábola se quiere poner el ejemplo del rey; ese es el personaje central, y no los siervos. Y ya, desde los Santos Padres, se ha visto que el rey ‘quiere representar a Dios. El siervo despiadado se arrastra hasta lo inconcebible con tal de salvar su vida; es lógico. ¿No podría haber sido él un rey perdonando a alguien como él, a su compañero de fatigas y de deudas?

III.4. Los que están en la misma escala deberían ser más solidarios. Pero no es así en esta parábola. El núcleo de la misma es la dureza de corazón que revelamos frecuentemente en nuestras vidas. Y es una desgracia ser duros de corazón. Somos comprensivos con nosotros mismos, y así queremos y así exigimos que sea Dios con nosotros, pero no hacemos lo mismo con los otros hermanos. ¿Por qué? Porque somos tardos a la misericordia. Por eso, el famoso “olvido, pero no perdono” no es ni divino ni evangélico. Es, por el contrario, el empobrecimiento más grande del corazón y del alma humana, porque en ese caso, más sentido podía tener “perdono, pero no olvido”, aunque tampoco sería, desde el punto de vista psicológico, una buena terapia para el ser humano. Lo mejor, no obstante, sería perdonar y olvidar, por este orden.

Fray Miguel de Burgos Nuñez.

CON JESÚS SEÑOR DE LA HISTORIA – Nº 8 (11 de septiembre de 2020)

LA VIRGEN DE COROMOTO, PATRONA DE VENEZUELA

            Hoy, 11 de septiembre, Venezuela celebra a su Patrona, la Virgen de Coromoto… Originalmente, se celebraba el 8 de septiembre, no sólo por ser ese el día de la Fiesta litúrgica de la Natividad de la Santísima Virgen María, sino también en recuerdo de la aparición de la Virgen a una familia indígena, el 8 de septiembre de 1652, cerca de la ciudad de Guanare…

            En los años sucesivos se recabaron informaciones sobre esta aparición —y otras ocurridas anteriormente—, habiéndose conservado hasta hoy el Sumario Jurídico instruido por el Pbro. Dr. Carlos Herrera, concluido el 7 de marzo de 1746, que consta de 114 folios y declaraciones de 14 testigos, entre los cuales hay dos de gran peso: Marcos Paredes de San Nicolás, quien conoció a los indios contemporáneos de las apariciones, y el Alcalde José de Montesinos.

            De esas declaraciones se deduce: Que una Bella Señora se les apareció repetidas veces a unos indígenas en una quebrada, y les habló en su idioma, y les dijo, que fueran a donde estaban los blancos, para que les echaran agua en la cabeza —una clara alusión al bautismo—, y así pudieran ir al Cielo. Informado de las apariciones el español Juan Sánchez, los indígenas su pusieron de acuerdo con él, y amistosamente se fueron a vivir a la extensión de tierra formada por el ángulo de la confluencia de los ríos Tucupido y Guanare. Allí vivieron un tiempo con la familia de Juan Sánchez, preparándose para el bautismo…

El cacique de los indios Coromotos —parcialidad de los indios Cospes— empezó a sentir disgusto y decidió regresar a su selva primitiva… Pero, el 8 de septiembre de 1652 la Virgen se le presentó, envuelta en resplandores, en la entrada de su bohío… Fue vista por el cacique, su mujer, su cuñada, y el hijo de la cuñada, de unos doce años de edad… Pero él se le abalanzó encima… La Virgen desapareció, no sin antes dejarle en la mano una estampa… El niño salió de madrugada a informar a Juan Sánchez esta última aparición. Éste no creía —como es natural—; pero ante la insistencia del niño, fue conducido por él al bohío, rescataron la estampa, y la llevaron con devoción a la casa de Juan Sánchez. El cacique después huyó con algunos otros indígenas y murió mordido por una culebra, no sin antes arrepentirse y recibir el bautismo…

            La Virgen de Coromoto gozó de un alto grado de popularidad durante los Siglos XVI, XVII y principios del XIX, como consta del relato de los viajes del francés François Depons, realizados a principios del Siglo XIX… El Libertador Simón Bolívar pasó por Guanare camino a la Batalla de Carabobo, en mayo de 1821, e imploró el auxilio y protección de la Virgen de Coromoto… Después de la Guerra de Independencia, la devoción decayó un poco, debido a la inestabilidad política reinante en Venezuela… Para llegar a ser mundialmente famosa, la Virgen de Coromoto tuvo que esperar hasta la llegada del Hermano Nectario María —de la Congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, fundada por San Juan Bautista de la Salle— a Venezuela en el año 1913… El Hermano Nectario María escribió varias obras, que popularizaron nuevamente la devoción… De modo, que poco a poco se fue haciendo el ambiente, para que la Virgen de Coromoto fuera proclamada Patrona de Venezuela…

            Durante una reunión de la Conferencia Episcopal Venezolana, en mayo de 1942, los Obispos intercambiaron sus pareceres… El Obispo de Maracaibo no consideraba conveniente desplazar a la Virgen de Chiquinquirá —la Chinita— en el fervor mariano de los zulianos… El Obispo de Guayana, en cuya Diócesis se veneraba entrañablemente a la Virgen del Valle, opinaba otro tanto… Mons. Rafael Arias Blanco, Obispo de San Cristóbal, hizo algún comentario sobre la devoción en las regiones andinas venezolanas por la Virgen de la Consolación de Táriba… Los Obispos de Calabozo y Barquisimeto y el Obispo Auxiliar de Cumaná defendían ardorosamente el patronazgo de la Virgen de Coromoto, mientras que los Arzobispos de Caracas y Mérida se encontraban indecisos… Decidieron entonces los Obispos someterlo a votación secreta… La sorpresa fue máxima al constatar, que la Virgen de Coromoto había sido elegida Patrona de Venezuela, ¡por unanimidad!

            El Decreto, por el cual los Obispos de Venezuela declaraban a la Virgen de Coromoto Patrona de Venezuela, fue enviado a Roma para su confirmación… El Papa Pío XII, en 1944, confirmó el patronazgo; pero el documento pontificio —donde consta la confirmación— se extravió, no llegó a Venezuela mientras duró la II Guerra Mundial…

            Concluida la guerra, curiosamente, le correspondió al Hermano Nectario, que tanto había hecho por propagar la devoción a la Virgen de Coromoto, recibir el documento en Roma… que oportunamente fue dado a conocer por Mons. Lucas Guillermo Castillo, Arzobispo de Caracas, en Exhortación Pastoral…

            Con el apoyo de Mons. Ángel Polachini, Obispo de Guanare, y otras distinguidas personalidades, y bajo los auspicios de la Congregación de Siervas del Santísimo Sacramento, se fundó, el 18 de febrero de 1976, la Asociación Civil “Venezuela a la Virgen de Coromoto” para la promoción de la devoción a la Virgen de Coromoto y la consecución de fondos para la construcción de un Templo Votivo Nacional en la confluencia de los ríos Tucupido y Guanare, lugar de la aparición del 8 de septiembre de 1652…

            El Templo estaba en construcción, cuando el Papa Juan Pablo II visitó por primera a Venezuela, en el año 1985… En el año 1996, el mismo Papa —durante su segundo Viaje Apostólico a Venezuela— celebró la Misa en el Templo, hoy Santuario Nacional de la Virgen de Coromoto.

Pbro. Ramón Vinke

CON JESÚS SEÑOR DE LA HISTORIA – Nº 9 (24 de septiembre de 2020)

LA VIRGEN DE LAS MERCEDES

Hoy, 24 de septiembre, la Iglesia celebra a la Virgen bajo la advocación de Mercedes; advocación, propagada por la Orden de la Bienaventurada Virgen María de las Mercedes—así llamada actualmente— por San Pedro Nolasco en el Siglo XIII, con el propósito de redimir a los cautivos… redimir a los cristianos esclavizados por los moros…
Durante la Guerra de Independencia de la América Española, la Virgen de las Mercedes fue invocada en repetidas ocasiones… El Gral. Manuel Belgrano —Prócer argentino— juró Generala del Ejército a la Virgen de las Mercedes durante la Batalla de Tucumán, que se desarrolló el 24 de septiembre de 1812 —un día de la Virgen de las Mercedes. Al amanecer, justo antes de comenzar la Batalla, se presentó un fenómeno extraordinario de la naturaleza, que describe un testigo presencial: “una pequeña nube se descubría en el cielo en figura piramidal, sostenida por una base, que parecía sostener una efigie de la imagen de Nuestra Señora”. Los soldados del Ejército al mando del Gral. Belgrano se sintieron protegidos por la Virgen…
Al anochecer del mismo día, se había decidido la Batalla a favor del ejército patriota, fugándose el ejército realista… A los dos días de la Batalla, el 26 de septiembre, el Gral. Belgrano despachó su famoso oficio al Gobierno en Buenos Aires anunciando el triunfo y atribuyéndolo a la intercesión de la Virgen de las Mercedes: “La Patria puede gloriarse de la completa victoria que han obtenido sus armas el día 24 del corriente, día de Nuestra Señora de las Mercedes, bajo cuya protección nos pusimos”.
Transcurridos algunos años, el Gral. Antonio José de Sucre se disponía a conquistar la ciudad de Quito… Es conocido, que durante la campaña que emprendió desde Guayaquil, le escribió a la Madre Rosa de la Santísima Trinidad, Priora del Carmen Alto de Quito —Monasterio de Monjas Carmelitas Descalzas—, solicitándole oraciones… No se ha hallado la carta, que Sucre dirigió a la Priora con tal objeto; pero, existe la carta de la Priora al Gral. Sucre, asegurándole haber cumplido con su solicitud y felicitándolo efusivamente por el resonante triunfo de la Batalla de Pichincha…
Efectivamente, el 24 de mayo de 1822, el Ejército Libertador, al mando del Gral. Sucre había triunfado en las faldas del volcán Pichincha, que domina la hermosa ciudad de Quito… El 27 de mayo se efectuó una celebración —probablemente un Te-Deum— en la Catedral de Quito, en la cual pronunció una “Oración gratulatoria” el R.P. José Bravo, Fraile de la Orden de la Merced…
Cinco días después de la Batalla de Pichincha, el 29 de mayo, las corporaciones y personas notables de Quito celebraron una importante asamblea, cuya acta se ha conservado; entre otras cosas, la asamblea resolvió: “Establecer perpetuamente una función religiosa, en qué celebrar el aniversario de la emancipación de Quito; la cual se hará trasladando en procesión solemne la víspera de Pentecostés, a la Santa Iglesia Catedral, la imagen de la Madre de Dios, bajo su advocación de Mercedes, y en el día habrá en ella Misa clásica con sermón, a que concurrirán todas las corporaciones, y será considerada como la primera fiesta religiosa de Quito”; además: “Celebrar una Misa de gracias el domingo dos del entrante, con toda pompa para rendir al Dios de los Ejércitos nuestro homenaje y reconocimiento por la transformación gloriosa de Quito”.
¿Por qué la asamblea resolvía establecer perpetuamente, es decir, todos los años, una función religiosa “trasladando en procesión solemne la víspera de Pentecostés, a la Santa Iglesia Catedral, la imagen de la Madre de Dios, bajo su advocación de Mercedes”? Probablemente, porque decidía perpetuar lo que se había practicado inmediatamente después de la Batalla de Pichincha… El día de la Batalla de Pichincha, el 24 de mayo de 1822, cayó el viernes antes de Pentecostés… El pueblo de Quito, transportado en entusiasmo por la victoria del Ejército Libertador en la Batalla de Pichincha, había llevado en procesión la imagen de su Patrona, la Virgen de las Mercedes, a la Catedral de Quito al día siguiente de la Batalla, es decir, el 25 de mayo, la víspera de Pentecostés razón, por la cual la asamblea del 29 de mayo establecía, que la imagen de la Virgen de las Mercedes fuera trasladada todos los años a la Catedral, la víspera de Pentecostés …
En cuanto a la Misa decretada para el domingo, 2 de junio, “con toda pompa para rendir al Dios de los Ejércitos nuestro homenaje y reconocimiento por la transformación gloriosa de Quito”, hay una carta del Gral. Antonio José de Sucre, fechada el 31 de mayo, dirigida al Deán y Cabildo de la Santa Iglesia Catedral de Quito: “Siendo el primer deber de un católico rendir el homenaje de su reconocimiento al Dios de las batallas, cuya protección en favor de la causa santa de la Independencia fue tan visible en la memorable jornada del 24 del corriente, que ha fijado para siempre los felices destinos de Quito, terminando a un mismo tiempo los terribles males que la tiranía y la opresión hacían sufrir a estos pueblos, se ha dispuesto que el domingo 2 de junio se celebre en la Santa Iglesia Catedral una solemne fiesta de acción de gracias, y yo recomiendo a V.S.M.V., que ésta se haga con todo el aparato, pompa, decencia y majestad que exige la grandeza del motivo que nos impele a hacer esta manifestación de nuestra gratitud al Todopoderoso por los triunfos con que ha coronado nuestros votos por la libertad”. Una magnífica carta, sin duda…

Pbro. Ramón Vinke

30 de agosto.Comentario Bíblico.

III.1. El evangelio de hoy, de Mateo, es la continuación de lo que se nos narraba el domingo pasado sobre la confesión de Pedro en Cesarea de Filipo. Las cosas cambian mucho desde aquella confesión de fe, aunque el texto del evangelio las presenta sin solución de continuidad. Jesús comienza a anunciar lo que le lleva a Jerusalén y la previsión de lo que allí ha de suceder, como le había sucedido a todos los profetas; como Jeremías, estaba decidido a proclamar la Palabra de Dios por encima de todas las cosas. Jesús ve claro, porque a un profeta como él no se le escapa nada, aunque la formulación de este anuncio de su pasión se haya formulado así, después de los acontecimientos.

III.2. Pedro, como los otros discípulos, no estaba de acuerdo con Jesús, porque un Mesías no debía sufrir, según lo que siempre se había enseñado en las tradiciones judías; eso desmontaba su visión mesiánica. Entonces recibe de Jesús uno de los reproches más duros que hay en el evangelio: el Señor quiere decirle que tiene la misma mentalidad de los hombres, de la teología de siempre, pero no piensa como Dios. Y entonces Jesús mirando a los que le siguen les habla de la cruz, de nuestra propia cruz, la de nuestra vida, la de nuestras miserias, que debemos saber llevarla, como él lleva su cruz de ser profeta del Reino hasta las última consecuencias. No es una llamada al sufrimiento ciego, sino al seguimiento verdadero, el que da identidad a los que no se acomodan a los criterios de este mundo.

III.3.Pedro quiere corregir al profeta con un mesianismo fácil, nacionalista, tradicional, religiosamente cómodo. Y Jesús le exige que se comporte como verdadero discípulo. La expresión “detrás -opísô- de mí, Satanás”, (vendría a significa algo así como: “no estés detrás de mi como Satanás”) es decir, que no lleve la iniciativa de su vida. Es una expresión que se puede traducir con toda la energía de un rechazo: “¡Vete! y no vengas conmigo como si fueras Satanás”; “¡quítate de mi vista!”.Pero también ven algunos que el rechazo de Pedro “vete de mi vista” (hýpage: expresión semejante a la de las tentaciones Mt 4,10), estaría “compensado” en este texto con una invitación a ir detrás, a seguirle (el opísô moû). En la mentalidad de la época Satanás representa lo contrario del proyecto de Dios, el Reino, predicado por Jesús, que es, a su vez, causa de su vida y de su entrega.

III.4. Jesús, en nombre de Dios, quiere llevar la iniciativa de su vida, de su entrega y caminar hasta Jerusalén. Y eso es lo que pide también a sus discípulos: seguirle y que tomen la iniciativa de su propia vida (el texto dice, con razón, “su cruz”). No es la cruz de Jesús la que hay que llevar, sino nuestra propia cruz. Jesús está decidido a llevar la “cruz” del Reino de Dios como causa liberadora para el mundo. Pedro, y todos nosotros, estamos invitados a asumir “nuestra cruz” en este proceso de identificación con la vida y la causa de Jesús. El reproche a Pedro, como si sus ideas fueran las de Satanás, se explicitan en la expresión dialéctica “las cosas de Dios versus las cosas de los hombres” (tà toû theoû allà tà tôn anthôpôn). Porque Pedro, al rechazar la “pasión” de quien consideraba el Mesías, estaba mostrando los mismos intereses nacionalistas de la religiosidad judía de la época (esas son las ideas de los hombres). La cruz de Jesús era llevar a cabo la voluntad de Dios con todas sus consecuencias (esas son las cosas de Dios en el texto).

III.5.La identificación, en el texto, entre cruz y vida personal es indiscutible. La cruz es signo de lo ignominioso y de crueldad para los hombres. Pero desde una perspectiva de “martirio”, de radicalidad y de consecuencia de vida, la cruz es el signo de la libertad suprema. Lo fue para Jesús en su causa de Dios y de su Reino y los es para el cristiano en su opción evangélica y sus consecuencias de vida. Y muchas veces, nuestra vida, es una cruz, sin duda. Pero se ha de aseverar con firmeza que la vida cristiana no es estar llamados a “sacrificarse” tal como se entiende ordinariamente, sino a ser felices en nuestra propia vida, que es un don de Dios y como tal hay que aceptarla. Y si en esa vida no es oro todo lo que reluce, también hay que amarla y transformarla con decisión profética. No basta con afirmar que el discípulo está llamado a sacrificarse y martirizarse como ideal supremo, porque tampoco Jesús deseó y buscó su muerte en la cruz que le dieron, sino que le vino como consecuencia de una vida radicalmente de amor y de entrega a los demás. Pues de la misma manera deben ser sus discípulos. El ideal supremo es amar la vida como don de Dios y llevarla a plenitud. Pero por medio “está siempre Satanás” (expresión mítica, sin duda) que nos aleja del don de la vida verdadera.

 

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)