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Salio el sembrador a sembrar. Domingo XV del tiempo ordinario.

Estaban de pie, en la orilla del lago, escuchando a Jesús, que se había sentado en una barca. La mayoría de ellos eran trabajadores pobres, campesinos a sueldo, cansados de trabajar una tierra ingrata, rocosa y árida, como era la tierra de Palestina. Jesús les hablaba del Reino mediante parábolas. Esta vez fue la parábola del sembrador.

El evangelista Mateo nos cuenta la parábola. Él escribe a unas comunidades cristianas de su entorno, cansadas de predicar a oídos sordos, en medio de una sociedad descreída y hostil, ajena a los valores del Reino de Dios, inapetente a las propuestas del Señor Resucitado. Una sociedad semejante a la nuestra.

La Palabra de Dios que hoy escuchamos, en este domingo, alienta a estas comunidades cansadas de evangelizar y hasta un poco frustradas por el aparente fracaso de su misión. La de hoy, es una palabra que fortalece y da vigor y audacia a los testigos del Resucitado.

Hoy vamos a comprender mejor que la riqueza del evangelizador es la Palabra de Dios, del mismo modo que la semilla es la riqueza del sembrador; también nos daremos cuenta de que el desafío del sembrador es la calidad de las diversas de tierras que reciben la semilla; y que el desafío del evangelizador es la complejidad de los diversos oyentes.

Desde el acontecimiento de Pentecostés nos reconocemos como Iglesia de Jesús, discípulos y misioneros, que peregrinan por los caminos del mundo anunciando el Reino. Es bueno que, reunidos con Jesús, tomemos hoy conciencia, personal y comunitariamente, de la riqueza de la Palabra de Dios y de la capacidad de escucha de los oyentes.

Fr. Luis Carlos Bernal Llorente O.P.
Casa de la Santísima Trinidad (Montevideo-Uruguay)

Comentario Bíblico. Evangelio: Mateo (11,25-30): El Dios de Jesús, un “padre” entrañable

III.1. El evangelio de este domingo es uno de los textos más hermosos del evangelio de Mateo, que no se prodiga precisamente en el misterio de la gratuidad de Dios. Lucas 10,21, para introducir estas mismas expresiones, (quiere ello decir que ambos evangelistas tienen una fuente común, la conocida como documento o evangelio Q), ha recurrido a uno de sus elementos teológicos más notorios en su obra: estas palabras las pronuncia Jesús lleno del Espíritu Santo. De esta manera, pues, se asumiría en la liturgia de hoy la fuerza y radicalidad del texto de la carta a los Romanos. Por otra parte, también se ha visto en este texto evangélico el cumplimiento del oráculo de Zacarías 9,9-10.

III.2. Se ha escrito y se ha hablado mucho del Dios de Jesús y cada generación ha de interrogarse sobre ello, porque ese Dios hay que descubrirlo en el evangelio. En este caso podríamos aplicar ese famoso “criterio de disimilitud” con el que los especialistas han tratado de fijar las palabras auténticas de la predicación de Jesús. Es verdad que sobre este criterio se ha encarecido mucho y a veces las discusiones se extreman: lo que no es del judaísmo, o por el contrario, de la comunidad primitiva, es de Jesús. Este texto de Q, sin duda, es de esos textos absolutos. Ni en el judaísmo oficial se pensaba así de Dios, ni entre los primeros cristianos se lo hubieran imaginado tal como hoy aparece en este texto de alabanza y acción de gracias de Jesús. Por tanto, tampoco se hubieran atrevido a poner en boca de Jesús palabras como estas, tan audaces y determinantes. Con los retoques pertinentes que la tradición siempre articula (aquí se usa páter, en griego, y no Abbâ, aunque se reconoce que los vv. 25-26 están recargados de sustratos arameos), nos acercamos mucho a la experiencia más determinante que Jesús tenía de su Dios. Estamos hablando de la experiencia humana de Jesús, del profeta, no debemos entenderlas, ni interpretarlas todavía, en clave trinitaria.

III.3. Jesús, pues, rompiendo con toda clase de preconcepciones sobre Dios, sobre la religión, sobre la cercanía del amor divino y de la gracia, reta a sus oyentes -aunque estas palabras las dirige a sus discípulos-, para que definitivamente se echen en las manos de Dios. ¿Por qué? porque se trata de un Dios distinto de como se le había concebido hasta ahora y, consiguientemente, de unas relaciones distintas con Él. No son los sabios, los poderosos, o los que más saben, los que lo tienen más fácil para entender al Dios de Jesús. Esa es la primera lección, lo más importante, aunque tampoco es una condena de la teología, de los teólogos o de los místicos. Pero es verdad que Jesús quiere abrir el misterio de Dios a toda la gente y, especialmente, a los más alejados, incluso a los menos “espiritualistas”.

III.4. Es posible que esto le haya valido en la historia la acusación de que su Dios es un Dios de ignorantes y de desgraciados de este mundo, como si Jesús lo hubiera creado desde un cierto resentimiento contra la sociedad de su tiempo. Y la verdad es que tomando expresiones del filósofo Nietzsche, el que había predicho la muerte de Dios, este Dios de Jesús es tan humano, que no lo soportan los espíritus soberbios, los que se creen con espíritu prometéico. El instinto de Jesús para descubrir a Dios nos ofrece a todos la posibilidad de un Dios maravilloso, humano y entrañable.

Fray Miguel de Burgos Núñez

Con Jesús Señor de la Historia. Nº 4 (12 de julio de 2020)

CON JESÚS SEÑOR DE LA HISTORIA – Nº 4 (12 de julio de 2020)

LA CONSAGRACIÓN DE VENEZUELA AL SANTÍSIMO SACRAMENTO

En América Latina, algunas Naciones fueron consagradas al Sagrado Corazón de Jesús: el Ecuador, en 1874; Colombia, en 1902; México, en 1914; el Brasil, en 1931; la Argentina, en 1945; Costa Rica, en 1953… Venezuela fue consagrada al Santísimo Sacramento, en 1899… Por una disposición antigua del Episcopado Venezolano, la Consagración de Venezuela al Santísimo Sacramento, se renueva todos los años, el segundo domingo de julio: este año 2020, el domingo 12 de julio.

En realidad, la Consagración de la República de Venezuela al Santísimo Sacramento fue una variante… porque no cabe duda alguna, que las devociones al Sagrado Corazón de Jesús y al Santísimo Sacramento están relacionadas. El Evangelio según San Juan —la pasión en este Evangelio— relata, que estando Jesucristo crucificado, quisieron comprobar si había muerto… Entonces, “uno de los soldados le abrió el costado de una lanzada y al instante salió sangre y agua” (Jn 19, 34), que representan los sacramentos llamados “mayores” de la Iglesia… el agua, que representa el sacramento del bautismo; la sangre, que representa el Sacramento de la Eucaristía. La Eucaristía es un Sacramento salido del costado de Cristo, salido del Corazón de Cristo… Es decir, que incluso bíblicamente, ambas devociones —al Sagrado Corazón de Jesús y al Santísimo Sacramento— están relacionadas…

En el año 1899 promovió el Pbro. Dr. Juan Bautista Castro los actos de la Consagración de Venezuela al Santísimo Sacramento… Una Junta Nacional, presidida por el Dr. Francisco Izquierdo Martí, propuso “a los Reverendísimos Prelados de la República la Consagración de ésta al Santísimo Sacramento, como parte de las ofrendas que han de hacerse al Divino Salvador para terminar el Siglo presente y empezar el venidero. La piadosa proposición fue aceptada por los dignos Pontífices, y se procedió a organizar la solemnidad”. En Carta Pastoral del 6 de julio de 1899, el Arzobispo anunciaba a los fieles la celebración de los actos: “Todos nos sentimos como envueltos y penetrados por la irradiación de la Divina Hostia y la piedad eucarística se propaga como sagrado incendio que va conmoviendo, unos después de otros, todos los corazones. La vida católica en Venezuela está adquiriendo como una forma y un sello singulares que le viene de la Sagrada Eucaristía de modo que pareciera que algo faltase en toda práctica solemne y pública de Religión cuando no aparece en ella el Dios del Tabernáculo”.

Los actos comenzaron el sábado 1º de julio, al mediodía, cuando la ciudad de Caracas —según relata la crónica del Diario “La Religión”— “se estremeció de júbilo con el repique general de las campanas de sus templos. (…) Desde esa hora todas las ventanas y balcones sacaron a relucir sus banderas, decorándose, además, muchas casas, con cuadros religiosos, imágenes, inscripciones, adornos simbólicos, coronas de flores. Resaltaban entre todas las banderas blancas con franjas rojas, que llevaban grabada una Custodia y esta inscripción: ‘Nuestro refugio está en el Santísimo Sacramento’. (…) Llegó la noche y apareció iluminada toda la ciudad, con las fachadas de los templos y la torre de la Santa Iglesia Me¬tropolitana. Del centro hasta los barrios más apartados se extendía la más variada iluminación, desde la luz humilde del pobre hasta los focos eléctricos que hacían resplandecer el frente de algunas casas e institutos”.

El día propio del homenaje, el domingo 2 de julio, por la mañana, los templos capitalinos “se llenaron con un concurso extraordinario, hombres y mujeres, para recibir la Santa Comunión. Ese espectáculo era sobremanera conmovedor; la distribución del Divino Pan se prolongó en las Iglesias por largas horas, superando estas Comuniones, en mucho, a las del Jueves Santo, que es el día en que se acerca mayor número de fieles a la mesa eucarística. Estas Comuniones fueron como el mello de la solemnidad, la consagración efectiva, íntima, perfecta, de las almas y de los corazones, en el misterioso banquete, (…) A las 9:00 fue la gran fiesta en la Catedral: En ella dejó oír palabra piadosa y elocuente, el Señor Magistral, [Pbro.] Doctor Francisco J. Delgado, mostrando las grandezas de la Divina Eucaristía, y el valor infinito de esta Limosna hecha por la magnificencia de Dios a la pobreza del hombre. La Divina Hostia apareció radiante a la vista del pueblo cristiano en medio de flores y de luces artísticamente dispuestas; una escogida orquesta, dirigida por el hábil Profesor George León, llenaba el sagrado recinto con las armonías religiosas, y el pueblo fiel, en apiñada multitud, asistía reverente al Sacrosanto Sacrificio. A la 1:00 comenzó la Consagración de la ciudad por el orden de sus Parroquias. Los Venerables Párrocos conducían a los fieles y leían con ellos y en nombre de ellos el Acto de la Consagración. La Santa Iglesia Metropolitana resonó durante todo el día con la voz de la súplica y de la alabanza, con hermosas composiciones ejecutadas por la orquesta, con el canto y la plegaria de los sacerdotes y con el regocijo místico que todo esto llevaba al espíritu, y hacía que se exhalara ante el Señor en inmensa gratitud. A las 5:00 de la tarde fue la procesión. Antes de ella, el Ilustrísimo Señor Arzobispo, revestido con los sagrados ornamentos, el Venerable Cabildo Metropolitano, y todo el Clero de la ciudad, se arrodillaron en el presbiterio ante la Sagrada Hostia, y nuestro dignísimo Prelado leyó por sí y en nombre de todos el Acto de la Consagración. En seguida salió la procesión. Se cantó el Te-Deum de acción de gracias, y se dio la bendición, con que quedaron sellados los actos para siempre memorables de tan dichoso día. En la noche, la iluminación fue aún mayor que la precedente, y las calles de la ciudad eran paseadas por numerosas familias, que se gozaban con inocente alegría en las variedades que aquélla ofrecía en todas las avenidas de la capital. El Señor Presidente de la República[, Gral. Ignacio Andrade], consecuente con su fe católica, manifestó sus simpatías por la festividad, haciendo iluminar y adornar la Plaza Bolívar y los balcones de la Casa Amarilla, y disponiendo una retreta la víspera en la misma Plaza”.

Pbro. Ramón Vinke

Con Jesús Señor de la Historia. Nº 2

CON JESÚS SEÑOR DE LA HISTORIA – Nº 2 (24 de junio de 2020)

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BATALLA DE CARABOBO

El 24 de junio se celebra un aniversario más de la Batalla de Carabobo, que le dio la Independencia definitiva a Venezuela… Antes de la Batalla, Simón Bolívar se encomendó a la Virgen de Coromoto y José Antonio Páez hizo promesa de dotar a la Villa de Achaguas de una imagen del Nazareno…

Por la correspondencia se sabe, que Bolívar estuvo en Guanare entre el 24 y 25 de mayo de 1821. En Guanare ejercía para entonces el ministerio sacerdotal el Pbro. Juan Vicente de Unda, quien, como Diputado por Guanare, había firmado el Acta de Independencia de Venezuela del 5 de julio de 1811, y conocía a Bolívar, así como Bolívar lo conocía a él. Eran amigos; y, puede tenerse por seguro, que el Pbro. Dr. José Vicente de Unda lo llevó a la Iglesia a orar… Tal era el protocolo para el recibimiento de los grandes personajes en la época: el sacerdote salía a recibir al personaje en las afueras de la población, lo conducía a la Iglesia, para que allí orase un tiempo, antes de que le fuera señalado su alojamiento. Si el Pbro. Dr. José Vicente de Unda llevó a Bolívar a la Iglesia a orar, seguramente también le mostró a la reliquia de la Virgen de Coromoto, encontrándose, como se encontraba, la devoción a la Virgen de Coromoto en pleno apogeo…

Un viajero francés llamado Francisco Depons —el nombre completo es François Raymond Joseph Depons—, que recorrió Venezuela entre 1801 y 1804 —unos veinte años antes de la Batalla de Carabobo—, da testimonio de la intensa devoción a la Virgen de Coromoto en Guanare por esos años: “(…) la Iglesia parroquial es grande, bella y ricamente ornamentada. Una buena parte de su esplendor se debe, a que allí se venera la imagen de Nuestra Señora de Coromoto, cuyas virtudes y milagros me obligan a dar algunos detalles sobre su aparición y sobre la inmensa multitud, que atraída por su devoción viene de las Provincias vecinas a Guanare. Sólo la tradición local había conservado memoria de las circunstancias relativas a la aparición de Nuestra Señora de Coromoto, hasta el 3 de febrero de 1746, fecha en que hallándose en Guanare en calidad de Visitador, el Doctor Don Carlos Herrera, Cura Rector de la Catedral de Caracas, abrió una indagación pública, con propósito de dejar asentados positiva e indiscutiblemente los hechos, de modo que la tradición no olvidara algunos o alterara su memoria. (…) El 8 de septiembre de 1652, dice la investigación llevada a cabo por el Doctor Herrera, se trató de obligar al Cacique a asistir a los oficios divinos. Él se negó a ello, y se retiró a su morada, distante dos leguas de allí. Apenas había llegado, se le apareció la Virgen, con tanto esplendor, que en medio de la noche daba tanta luz como el sol al mediodía. El Cacique, al verla, dijo: ‘¡Oh, Señora!, hasta cuándo me has de perseguir. Bien puedes volverte; no te he de obedecer. Por ti estoy pasando trabajos. Quiero regresar a mis bosques, ahora que me arrepiento de haberlos abandonado’. La mujer del indio le dijo a su marido: ‘No insultes a la Señora; no tengas tan mal corazón’. El indio entonces echó mano a sus flechas, tratando de herir a la Virgen, pero ésta se le aproximó tanto, que no pudo ejecutar sus designios. Él quiso echársele encima, pero ella entonces desapareció, y de nuevo reinó la oscuridad. Al mismo tiempo, el Cacique sintió algo entre sus manos, hizo luz, y vio una imagen de la Virgen; la escondió entre la paja del techo de su choza, y salió al bosque, donde murió, mordido de serpiente. Un niño de doce años encontró la pequeña imagen, y la colgó en su escapulario. Pero en cuanto se supo la cosa, vinieron a buscar la imagen con toda la solemnidad del caso. La transportaron a la Iglesia, la cual muy pronto se transformó en templo digno de la reliquia. A ella acuden de continuo los fieles a tributarle homenajes con profunda veneración. Sólo le ha faltado a la Virgen de Coromoto, para igualarla a Nuestra Señora de Loreto, los tesoros de la Virgen italiana, pues al par de ella, se la considera todopoderosa”. El viajero francés compara a la Virgen de Coromoto con la Virgen de Loreto, la del Santuario mariano más importante de Europa en esa época, donde, por cierto, se originó la Letanía lauretana, que es la que todavía hoy se reza al final del Santo Rosario… Santuario, que, después de los Santuarios de Lourdes y Fátima sigue siendo el Santuario mariano más importante de Europa…

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Con Jesús Señor de la Historia – Nº 1

CON JESÚS SEÑOR DE LA HISTORIA – Nº 1 (11 de junio de 2020)

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CORPUS CHRISTI

La Solemnidad del “Corpus Christi” se celebra el segundo jueves después de Pentecostés, aunque en algunos lugares la celebración se traslada al segundo domingo después de Pentecostés… En realidad, son dos las Solemnidades eucarísticas a lo largo del Año Litúrgico: el Jueves Santo, en que se conmemora la institución de la Eucaristía: la Última Cena, que Jesucristo celebró con sus discípulos, la noche antes de ser entregado; y el “Corpus Christi”, la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, en que el énfasis está más bien en la presencia verdadera, real y substancial de Cristo en el Santísimo Sacramento del Altar, como lo formularía el Concilio de Trento…

La piedad eucarística de Santa Juliana del Monte Cornillón dio lugar a la Solemnidad del Corpus Christi… En ese Monte, cercano a la ciudad de Lieja —actualmente en Bélgica—, estaban establecidas cuatro comunidades de espiritualidad agustiniana, dos de las cuales eran también leprocomios: una comunidad de hombres sanos y otra de hombres enfermos —todos célibes, regidos todos por un mismo Prior—; una comunidad de mujeres sanas y otra de mujeres enfermas —todas célibes, regidas todas por una misma Priora. A la comunidad de mujeres sanas ingresó Santa Juliana, muy joven, a finales del Siglo XII y principios del Siglo XIII, y, con el tiempo, se hizo Priora… De una gran devoción al Santísimo Sacramento, logró, que el Obispo de Lieja, Roberto de Thourotte, sacara en procesión el Santísimo Sacramento por las calles de la ciudad… Como todos los Santos, Santa Juliana tuvo que soportar algunas contradicciones, teniendo que abandonar en el año 1248 la comunidad de Monte Cornillón para refugiarse en Monasterios cistercienses femeninos… En una celda de uno de esos Monasterios falleció en el año 1258, estando el Santísimo Sacramento expuesto…

En Lieja había conocido a Santa Juliana el Canónigo Santiago Pantaleón de Court-Palais, quien, con todo y su origen humilde, llegó a ser Obispo de Verdún, luego Patriarca de Jerusalén —eran los tiempos de las cruzadas— y Papa, con el nombre de Urbano IV.  Durante su corto pontificado, instituyó para toda la Iglesia la Solemnidad del “Corpus Christi” en 1264, apenas seis años después de la muerte de Santa Juliana…

Desde sus inicios, la celebración de la Solemnidad del “Corpus Christi” revistió gran majestuosidad en toda Europa, especialmente también en los pueblos y ciudades de España… No solo los grandes señores, sino también los gremios de comerciantes y artesanos aportaban elementos de carácter popular, como danzas, autos sacramentales, comparsas de gigantes y cabezudos… De España, vino la celebración a América… también a Venezuela…

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Comentario Bíblico. XIII Domingo del Tiempo Ordinario.

(Mateo 10,37-42): Las verdaderas radicalidades evangélicas

El evangelio de este domingo vuelve sobre el “discurso de misión”. Mateo señala para su comunidad que ser discípulo y seguidor de Jesús lleva consigo el vivir en conflicto. Perseverar en el discipulado supone romper ciertas tradiciones que nos atan, hasta las más familiares. No se trata de romper afectos familiares, sino lazos que no nos dejan libres. En un “crescendo” eficaz de la alternativa radical que se nos presenta en esta parte del discurso misionero, se pone de manifiesto que cuando la familia nos impone sus  criterios de amor o de odio, de intereses mundanos o de herencia, el discípulo estará en conflicto. Pero Mateo pone de manifiesto que nadie puede estar por encima del evangelio. Jesús, al pedir amarle a El más que a la familia, no está desestabilizándola; está proponiendo una nueva forma de ser hijo, de ser padre o madre y de ser hermano. Estos dichos son famosos, porque algunos discí1)1105 itinerantes los llevaron hasta sus últimas consecuencias, como se refleja en el documento que le sirve a Mateo (Documento Q) para elaborar estas enseñanzas.

El “seguimiento” de Jesús, en verdad, es algo que está lleno de ‘radicalidades”. Las cosas radicales son aquellas sin las cuales no es posible que nada subsista. El evangelio no podría ser el evangelio si se imponen a los discípulos otros criterios distintos de autoridad y prestigio. Los “dichos” de Jesús recogidos en este discurso están expresados semíticamente y pueden sonar a algo imposible: ¿es posible odiar al padre y a la madre por seguir a Jesús? ¡sería un “contra-dios”! Pero quieren decir algo muy importante. Incluso sabemos que este tipo de “dichos” de Jesús sobre aborrecer a la familia y llevar la cruz obedece a actitudes escatológicas de algunos grupos cristianos que fueron más allá de lo que Jesús quería exigir.

Es una nueva propuesta en la que no se imponen o no se deben imponer imperiosamente los lazos de sangre, el clan familiar, la cultura heredada, los criterios impositivos de los más fuertes o de lo que siempre se debe hacer. El cristiano seguidor de Jesús, amante de la verdad del evangelio, debe amar al padre, a la madre, al hermano, pero nunca debe, a causa de ellos, ceder al odio, al rencor, a la violencia, a la maldición. El cristiano está llamado a una cadena mucho más grande de solidaridad, hasta dar de beber un vaso de agua a cualquiera, sea quien sea, incluso al enemigo nuestro o de nuestra familia. Así es como debemos entender estas palabras del evangelio de la misión.

Tampoco es cuestión de “endulzar” las exigencias por el hecho de que se hayan expresado de una forma semítica en que las que prevalecen los contrastes. Dicen lo que dicen y exigen lo que exigen: algo radical. Pero no se entienda como algo radical por difícil o por imposible, sino por sentido y por coherencia. Se trata de algo vital, porque si no hay raíces, no crece la vida. Eso es lo mismo que el amor a los enemigos: el evangelio no permite el odio de ninguna de las maneras. Por tanto, cuando hay enemigos o nos los creamos en nuestra mente y en nuestro corazón, estamos lejos de Jesús, de su causa del evangelio y de su Dios: cuando hay odio muere el evangelio.

De la misma manera, si seguimos a Jesús, debemos renunciar a nosotros mismos y a lo nuestro. Eso significa lisa y llanamente “llevar su cruz”. Pero ¡cuidado!: no veamos aquí solamente renuncia total a la voluntad propia, al honor, a la dicha terrena, recorriendo el duro camino de Jesús por el sendero señalado por Dios, lo que Jesús exige de sus discípulos. Quien acepte el evangelio debe hacerlo por voluntad propia, por honor, y por disfrute personal. Quien acepte estas radicalidades, no debe hacerlo en contra de su voluntad y de su libertad. Si fuera así, ser cristiano, seguir Jesús, sería un drama inhumano inaceptable. Si mi familia, mi clan, mi pueblo nacionalista, me imponen los criterios de mi existencia, de mi libertad y de mi paz, entonces yo estoy con Jesús antes que con los míos. Y ésta, y no otra, es la “cruz”, entiendo, que debe llevar el discípulo.

Fray Miguel de Burgos Núñez

Comentario Bíblico – Evangelio (Jn 6,51-58): El pan de una vida nueva, resucitada

III.1.El texto de Juan es una elaboración teológica y catequética del simbolismo del maná, el alimento divino de la tradición bíblica, que viene al final del discurso sobre el pan de vida. Algunos autores han llegado a defender que todo el discurso del c. 6 de Jn es más sapiencial (se entiende que habla de la Sabiduría) que eucarístico. Pero se ha impuesto en la tradición cristiana el sentido eucarístico, ya que Juan no nos ha trasmitido la institución de la eucaristía en la última cena del Señor.

III.2. Este discurso de la sinagoga de Cafarnaún es muy fuerte en todos los sentidos, como es muy fuerte y de muy altos vuelos toda la teología joánica sobre Jesús como Logos, como Hijo, como luz, como agua, como resurrección. Se trata de fórmulas de revelación que no podemos imaginar dichas por el Jesús histórico, pero que son muy acertada del Jesús que tiene una vida nueva. Desde esta cristología es como ha sido escrito y redactado el evangelio joánico.

III.3. El evangelio de Juan, con un atrevimiento que va más allá de lo que se puede permitir antropológicamente, habla de la carne y de la sangre. Ya sabemos que los hombres ni en la Eucaristía, ni en ningún momento, tomamos carne y sangre; son conceptos radicales para hablar de vida y de resurrección. Y esto acontece en la Eucaristía, en la que se da la misma persona que se entregó por nosotros en la cruz. Sabemos que su cuerpo y su sangre deben significar una realidad distinta, porque El es ya, por la resurrección, una persona nueva, que no está determinada por el cuerpo y por la sangre que nosotros todavía tenemos. Y es muy importe ese binomio que el evangelio de Juan expresa: la eucaristía-resurrección es de capital importancia para repensar lo que celebramos y lo que debemos vivir en este sacramento.

III.4. El evangelista entiende que comer la carne y beber la sangre (los dos elementos eucarísticos tradicionales) lleva a la vida eterna. Es lo que se puso de manifiesto en la tradición patrística sobre la “medicina de inmortalidad”, y lo que recoge Sto. Tomás en su antífona del “O sacrum convivium” como “prenda de la gloria futura”. Y es que la eucaristía debe ser para la comunidad y para los individuos un verdadero alimento de resurrección. Ahora se nos adelanta en el sacramento la vida del Señor resucitado, y se nos adentra a nosotros, peregrinos, en el misterio de nuestra vida después de la muerte.

III.5. Esta dimensión se realiza mediante el proceso espiritual de participar en el misterio del “verbo encarnado” que en el evangelio de Juan es de una trascendencia irrenunciable. No debe hacerse ni concebirse desde lo mágico, sino desde la verdadera fe, pues de lo contrario no tendría sentido. Por tanto, según el cuarto evangelio, el sacramento de la eucaristía pone al creyente en relación vital y personal con el verbo encarnado, que nos lleva a la vida eterna.

Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)

7 de Junio. Comentario Bíblico.

El misterio de la Trinidad, cuya solemnidad celebramos hoy, es como la aparente negación de aquello que los teólogos medievales afirmaban acerca de la simplicidad de Dios: si Dios es lo primero de todo, antes que toda la creación, antes que todo ser, antes que toda vida, antes que todo movimiento, entonces es imposible que sea “compuesto”. Entonces ¿cómo puede ser o tener tres personas? Pero la esencia de Dios no es sino su ser; aunque su ser o esencia de “ser” Padre, Hijo y Espíritu. Confesamos que Dios es uno, pero su esencia es de Padre (este concepto abarca todo lo que es un padre y una madre, aunque superados); pero también es Hijo, la esencia de ser un hijo como misterio de generación eterna; y también es por encima de cualquier cosa amor, se expresa a sí mismo, se dice a sí mismo, como amor, como Espíritu. Todo ello en Dios es esencial: no puede ser Padre solo; no puede ser Hijo solo; no puede ser Espíritu solo. La Trinidad, pues, es un diálogo eterno de relaciones de amor, porque el Hijo procede del Padre y el Espíritu del Padre y el Hijo. ¡Qué misterio tan insondable! En la solemnidad de hoy, pues, alabamos este misterio formulado en la tradición teológica con palabras y símbolos. Pero de esa manera Dios no es un misterio neutral; hablar de que es Padre, Hijo y Espíritu significa que siente como un padre y una madre; siente la experiencia de ser Hijo con lo que ello significa en relación a unos padres y se expresa como Dios amando, y no de otra manera. Esto es lo más importante de la Trinidad. Las lecturas de la liturgia de hoy acompañan con un tono cálido a esta solemnidad.

Fray Miguel de Burgos Nuñez

31 de mayo. Evangelio (Jn 20,19-23) : La paz y el gozo, frutos del Espíritu

III.1. El evangelio de hoy, Juan (20,19-23), nos viene a decir que desde el mismo día en que Jesús es resucitó de entre los muertos, su comunicación con los discípulos se realizó por medio del Espíritu. El Espíritu que «insufló» en ellos les otorgaba discernimiento, alegría y poder para perdonar los pecados a todos los hombres.El saludo de la paz, shalom, se repite en el relato por dos veces para confirmar algo que va mucho más allá del saludo cotidiano en el mundo bíblico y entre los judíos. Es el saludo de parte de Dios y es el saludo para preparar los que les va a otorgar a los suyos: la fuerza del Espíritu Santo. De esa manera la unión entre Jesús resucitado y el Espíritu Santo es indiscutible. Será, pues, el mismo Espíritu, es que les garantice el acontecimiento de la resurrección. Pero también el de la misión.

III.2. Pentecostés es la representación decisiva y programática de cómo la Iglesia, nacida de la Pascua, tiene que abrirse a todos los hombres. Esta es una afirmación que debemos sopesarla con el mismo cuidado con el que San Juan nos presenta la vida de Jesús de una forma original y distinta. Pero las afirmaciones teológicas no están desprovistas de realidad y no son menos radicales. La verdad es que el Espíritu del Señor estuvo presente en toda la Pascua y fue el auténtico artífice de la iglesia primitiva desde el primer día en que Jesús yo no estaba con ellos.

Fray Miguel de Burgos Núñez