Etiqueta: Evangelio

20 de Octubre. Domingo XXIX del Tiempo Ordinario/C

Evangelio según san Lucas (Lc 18,1-8)

En aquel tiempo, Jesús, para enseñar a sus discípulos la necesidad de orar siempre sin desfallecer, les propuso esta parábola:
–Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.
Vivía en aquella misma ciudad  una viuda que acudía a él con frecuencia para decirle: «Hazme justicia contra mi adversario»; por mucho tiempo no le hizo caso, pero después se dijo: «Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, por la insistencia de esta viuda , le haré justicia,  para que no me siga molestando».
Dicho esto Jesús comentó:
–Si así pensaba el juez injusto,  ¿creen ustedes acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche,y que los hará esperar? Yo les digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del Hombre, ¿creen ustedes que encontrará  fe sobre la tierra?

13 de Octubre-Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario /C

Evangelio según San Lucas (Lc 17, 11-19)

En aquel tiempo, cuando Jesús iba de camino a Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Estaba cerca de un pueblo, cuando le salieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:
–Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.
Al verlos, Jesús les dijo:
–Vayan a presentarse a los sacerdotes.
Y mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra. Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó alabando a Dios en voz alta, y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias.
Este era un samaritano.
Entonces dijo Jesús :
–¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?
Después le dijo al samaritano:
–Levántate, vete: tu fe te ha salvado.

6 de Octubre. Domingo XXVII del Tiempo Ordinario/C

Evangelio según san Lucas (LC 17,5-10)

En aquel tiempo, los apóstoles dijeron al Señor: “Auméntanos la fe”. El Señor les contestó: “Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decir a ese árbol frondoso: “Arráncate de raíz y plántate en el mar”, y los obedecería.
¿Quién de ustedes, si tiene un siervo que labra la tierra o pastorea los rebaños, le dice cuando éste regresa del campo: `Entra en seguida y ponte a comer’ ¿No le dirá más bien: `Prepárame de comer y disponte a servirme para que yo coma y beba; después comerás y beberás tú’ ¿Tendrá acaso que mostrarse agradecido con el siervo, porqué este cumplió con su obligación? Así también ustedes, cuando hayan cumplido todo lo que se les mandó, digan: “`No somos más que siervos, sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer´”

29 de Septiembre. XXVI Domingo del Tiempo Ordinario/ C

Lectura del santo Evangelio según San Lucas (Lc 16,19-31)
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
–Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día.
Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico, pero nadie se lo daba.
Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas.
Sucedió que se murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán.
Se murió también el rico y lo enterraron. Y estando en el lugar de castigo, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán y a Lázaro junto a él, y gritó:
–Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas.
Pero Abrahán le contestó:
–Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida y Lázaro en cambio, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú sufres tormentos.
Y además entre ustedes y nosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros.
El rico insistió:
–Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento.
Abráhán le dice:
–Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen.
El rico contestó:
–No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán.
Abrahán le dijo:
–Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto.

22 de Septiembre – XXV Domingo del Tiempo Ordinario /C

Evangelio según San Lucas (Lc 16,1-13)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Había una vez un hombre rico que tenía un administrador, el cual fue acusado ante él de haberle malgastado sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo:
–¿Es cierto lo que me han dicho de ti? Dame cuenta de tu trabajo, porque en adelante ya no serás administrador.
Entonces el administrador se puso a pensar:
– ¿Qué voy a hacer ahora que me quitan el trabajo? No tengo fuerzas para trabajar la tierra y  me da vergüenza pedir limosna. Ya sé lo que voy a hacer para tener a alguien que me reciba en su casa cuando me despidan.

Fue llamando uno por uno a los deudores de su amo, y dijo al primero:
¿Cuánto le debes a mi amo?
Este respondió:
– Cien barriles de aceite.
El administrador le dijo:
– Aquí está tu recibo: date prisa y haz otro por «cincuenta».
Luego preguntó al siguiente:
– Y tú, ¿cuánto debes?
Este respondió :
– Cien sacos de trigo.
El administrador le dijo:
– Aquí está tu recibo:haz otro por «ochenta».
Y el amo tuvo que reconocer que su mal administrador había procedido con habilidad. Pues los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz.
Y yo les digo: Con el dinero tan lleno de injusticias, gánense amigos que cuando ustedes mueran, los reciban en el cielo.

El que es fiel en las cosas pequeñas, también es fiel en las grandes. Si ustedes no son fieles administradores del dinero, tan lleno de injusticias,¿ quién les confiará los bienes verdaderos? Y si no han sido fieles en lo que no es de ustedes, ¿quién les confiará lo que si es de ustedes?.Si no fuisteis de fiar en el vil dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro quién os lo dará ?
No hay criado que pueda  servir a dos amos: porque o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se apegará al primero y despreciará al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero.

15 de Septiembre.Domingo XXIV del Tiempo Ordinario /C

Evangelio según san Lucas (Lc 15,1-32)

En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los letrados murmuraban entre ellos:
–Ese acoge a los pecadores y come con ellos.
Jesús les dijo esta parábola:
–Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles:
–¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido.
Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, reúne a las vecinas para decirles:
–¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido.
Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.
También les dijo:
Un hombre tenía dos hijos: el menor de ellos dijo a su padre:
–Padre, dame la parte que me toca de la fortuna.
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país, que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer.
Recapacitando entonces se dijo:
–Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros.»
Se puso en camino adonde estaba su padre: cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y echando a correr, se le echó al cuello, y se puso a besarlo.
Su hijo le dijo:
–Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo.
Pero el padre dijo a sus criados:
–Sacad en seguida el mejor traje, y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado.
Y empezaron el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba.
Este le contestó:
–Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud.
El se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Y él replicó a su padre:
–Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado.
El padre le dijo:
–Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, estaba perdido, y lo hemos encontrado.

8 de Septiembre. XXIII Domingo del Tiempo Ordinario /C

Evangelio según San Lucas LC(14,25-33)

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
–Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?
No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo:
«Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar.»
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Lo mismo digo a ustedes: el que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío.

25 de Agosto. XXI Domingo del Tiempo Ordinario /C

Evangelio según San Lucas (Lc 13,22-30)

En aquel tiempo, Jesús iba enseñando por ciudades y pueblos, mientras se encaminaba a Jerusalén. Alguien le preguntó: ” Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?”
Jesús le respondió:” Esfuércense por entrar por la puerta, que es angosta,pues yo les aseguro que muchos tratarán de entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante de la mesa y cierre la puerta, ustedes se quedarán afuera y se pondrán a tocar la puerta, diciendo : ‘¡Señor, ábrenos!’ Pero él les responderá:`´No sé quiénes son ustedes’. Entonces le dirán con insistencia:`Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas´.Pero él les replicará: `Yo les aseguro que no sé quienes son ustedes. Apártense de mí, todos ustedes los que hacen el mal´. Entonces llorarán ustedes y se desesperarán, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob, y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes se vean echados fuera.
Vendrán muchos del oriente y del poniente, del norte y del sur, y participarán en el banquete de Reino de Dios. Pues los que ahora son los últimos, serán los primeros; y los que ahora son los primeros, serán los últimos”.

18 de Agosto. XX Domingo del Tiempo Ordinario /C

Evangelio según San Lucas (Lc 12,49-53)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.»