Pbro. Ramón Vinke.
“DONDE HAY DOS O TRES REUNIDOS EN MI NOMBRE, AHÍ ESTOY YO EN MEDIO DE ELLOS” (Mt 18, 20). La pandemia tiene también aspectos positivos… Nos recuerda, que la familia es “una especie de Iglesia domestica”, como lo ha formulado el Concilio Vaticano II… La fe se transmite primeramente en la familia… Claro, antes de la pandemia llevábamos un ritmo de vida desenfrenado… No teníamos tiempo para pensar en Dios… La pandemia nos permite hacer realidad eso, que la familia es “una especie de familia doméstica”, comenzando por colocar en determinados lugares del hogar imágenes del Sagrado Corazón, de la Virgen, de los Santos de nuestra devoción, una Biblia… Pero, más allá de colocar imágenes, que, no deja de tener su importancia, se trata de que nos reunamos en familia para orar… para rezar el Rosario o para poner en común algún texto bíblico… o los maravillosos textos de los encuentros sobre el Dr. José Gregorio Hernández, que semana tras semana nos envía la Arquidiócesis de Caracas… Si lo hacemos, constataremos la eficacia de la oración, ya que “donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18, 20), como dice el Señor… Si lo hacemos, veremos cómo el Señor derrama su gracia, veremos cómo ocurren milagros, uno tras otro…
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13 de Septiembre. Comentario Bíblico
Evangelio (Mateo 18,21-35): Dios se realiza perdonando, nosotros ¿cómo?
III.1. Con el evangelio de hoy se pone punto final al discurso eclesiológico para esta comunidad y nos enseña a todos los cristianos aquello por lo que debemos ser reconocidos en el mundo. La parábola del “siervo despiadado” (es un poco contradictorio eso de ser siervo, y despiadado) es una genuina parábola de Jesús, acomodada por la teología de Mateo, que hace preguntar a Pedro, con objeto de dejar claro a los cristianos, que el perdón no tiene medida. El perdón cuantitativo es como una miseria; el perdón cualitativo, infinito, rompe todos los cantos de venganza, como el de Lamec (Gn 4,24). Setenta veces siete es un elemento enfático para decir que no hay que contar las veces que se ha de perdonar. Dios, desde luego, no lo hace.
III.2. La lectura de la parábola nos hará comprender sobradamente toda la significación de la misma; es tan clara, tan meridiana, que casi parece imposible, no solamente que alguien deje de entenderla, sino que alguien tenga una conducta semejante a la del siervo liberado un instante antes de su muerte por las súplicas ante su señor. Es desproporcionada la deuda del siervo con su señor, respecto de la de siervo a siervo (diez mil talentos, es una fortuna, en relación a cien denarios). Sabemos que en esta parábola, según la teología de Mateo, se quiere hablar de Dios y de cómo se compadece ante las súplicas de sus hijos. ¿Por qué? porque es tan misericordioso, perdonando algo equivalente a lo infinito, que parece casi imposible que un siervo pueda deberle tanto. Efectivamente, todo es desproporcionado en esta parábola, y por eso podemos hablar de la parábola de la “desproporción”. Por medio está el verbo “elléin” = “tener piedad”. Cuando la parábola llega a su fin, todo queda más claro que el agua.
III.3. Es una parábola de perplejidades y nos muestra que los hombres somos más duros los unos con los otros que el mismo Dios. Es más normal que los reyes y los amos no tengan esa piedad (elléin) que muestra el rey de esta parábola con sus siervos. Es intencionada la elección de los personajes. En realidad, en la parábola se quiere poner el ejemplo del rey; ese es el personaje central, y no los siervos. Y ya, desde los Santos Padres, se ha visto que el rey ‘quiere representar a Dios. El siervo despiadado se arrastra hasta lo inconcebible con tal de salvar su vida; es lógico. ¿No podría haber sido él un rey perdonando a alguien como él, a su compañero de fatigas y de deudas?
III.4. Los que están en la misma escala deberían ser más solidarios. Pero no es así en esta parábola. El núcleo de la misma es la dureza de corazón que revelamos frecuentemente en nuestras vidas. Y es una desgracia ser duros de corazón. Somos comprensivos con nosotros mismos, y así queremos y así exigimos que sea Dios con nosotros, pero no hacemos lo mismo con los otros hermanos. ¿Por qué? Porque somos tardos a la misericordia. Por eso, el famoso “olvido, pero no perdono” no es ni divino ni evangélico. Es, por el contrario, el empobrecimiento más grande del corazón y del alma humana, porque en ese caso, más sentido podía tener “perdono, pero no olvido”, aunque tampoco sería, desde el punto de vista psicológico, una buena terapia para el ser humano. Lo mejor, no obstante, sería perdonar y olvidar, por este orden.
Fray Miguel de Burgos Nuñez.
CON JESÚS SEÑOR DE LA HISTORIA – Nº 8 (11 de septiembre de 2020)
LA VIRGEN DE COROMOTO, PATRONA DE VENEZUELA
Hoy, 11 de septiembre, Venezuela celebra a su Patrona, la Virgen de Coromoto… Originalmente, se celebraba el 8 de septiembre, no sólo por ser ese el día de la Fiesta litúrgica de la Natividad de la Santísima Virgen María, sino también en recuerdo de la aparición de la Virgen a una familia indígena, el 8 de septiembre de 1652, cerca de la ciudad de Guanare…
En los años sucesivos se recabaron informaciones sobre esta aparición —y otras ocurridas anteriormente—, habiéndose conservado hasta hoy el Sumario Jurídico instruido por el Pbro. Dr. Carlos Herrera, concluido el 7 de marzo de 1746, que consta de 114 folios y declaraciones de 14 testigos, entre los cuales hay dos de gran peso: Marcos Paredes de San Nicolás, quien conoció a los indios contemporáneos de las apariciones, y el Alcalde José de Montesinos.
De esas declaraciones se deduce: Que una Bella Señora se les apareció repetidas veces a unos indígenas en una quebrada, y les habló en su idioma, y les dijo, que fueran a donde estaban los blancos, para que les echaran agua en la cabeza —una clara alusión al bautismo—, y así pudieran ir al Cielo. Informado de las apariciones el español Juan Sánchez, los indígenas su pusieron de acuerdo con él, y amistosamente se fueron a vivir a la extensión de tierra formada por el ángulo de la confluencia de los ríos Tucupido y Guanare. Allí vivieron un tiempo con la familia de Juan Sánchez, preparándose para el bautismo…
El cacique de los indios Coromotos —parcialidad de los indios Cospes— empezó a sentir disgusto y decidió regresar a su selva primitiva… Pero, el 8 de septiembre de 1652 la Virgen se le presentó, envuelta en resplandores, en la entrada de su bohío… Fue vista por el cacique, su mujer, su cuñada, y el hijo de la cuñada, de unos doce años de edad… Pero él se le abalanzó encima… La Virgen desapareció, no sin antes dejarle en la mano una estampa… El niño salió de madrugada a informar a Juan Sánchez esta última aparición. Éste no creía —como es natural—; pero ante la insistencia del niño, fue conducido por él al bohío, rescataron la estampa, y la llevaron con devoción a la casa de Juan Sánchez. El cacique después huyó con algunos otros indígenas y murió mordido por una culebra, no sin antes arrepentirse y recibir el bautismo…
La Virgen de Coromoto gozó de un alto grado de popularidad durante los Siglos XVI, XVII y principios del XIX, como consta del relato de los viajes del francés François Depons, realizados a principios del Siglo XIX… El Libertador Simón Bolívar pasó por Guanare camino a la Batalla de Carabobo, en mayo de 1821, e imploró el auxilio y protección de la Virgen de Coromoto… Después de la Guerra de Independencia, la devoción decayó un poco, debido a la inestabilidad política reinante en Venezuela… Para llegar a ser mundialmente famosa, la Virgen de Coromoto tuvo que esperar hasta la llegada del Hermano Nectario María —de la Congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, fundada por San Juan Bautista de la Salle— a Venezuela en el año 1913… El Hermano Nectario María escribió varias obras, que popularizaron nuevamente la devoción… De modo, que poco a poco se fue haciendo el ambiente, para que la Virgen de Coromoto fuera proclamada Patrona de Venezuela…
Durante una reunión de la Conferencia Episcopal Venezolana, en mayo de 1942, los Obispos intercambiaron sus pareceres… El Obispo de Maracaibo no consideraba conveniente desplazar a la Virgen de Chiquinquirá —la Chinita— en el fervor mariano de los zulianos… El Obispo de Guayana, en cuya Diócesis se veneraba entrañablemente a la Virgen del Valle, opinaba otro tanto… Mons. Rafael Arias Blanco, Obispo de San Cristóbal, hizo algún comentario sobre la devoción en las regiones andinas venezolanas por la Virgen de la Consolación de Táriba… Los Obispos de Calabozo y Barquisimeto y el Obispo Auxiliar de Cumaná defendían ardorosamente el patronazgo de la Virgen de Coromoto, mientras que los Arzobispos de Caracas y Mérida se encontraban indecisos… Decidieron entonces los Obispos someterlo a votación secreta… La sorpresa fue máxima al constatar, que la Virgen de Coromoto había sido elegida Patrona de Venezuela, ¡por unanimidad!
El Decreto, por el cual los Obispos de Venezuela declaraban a la Virgen de Coromoto Patrona de Venezuela, fue enviado a Roma para su confirmación… El Papa Pío XII, en 1944, confirmó el patronazgo; pero el documento pontificio —donde consta la confirmación— se extravió, no llegó a Venezuela mientras duró la II Guerra Mundial…
Concluida la guerra, curiosamente, le correspondió al Hermano Nectario, que tanto había hecho por propagar la devoción a la Virgen de Coromoto, recibir el documento en Roma… que oportunamente fue dado a conocer por Mons. Lucas Guillermo Castillo, Arzobispo de Caracas, en Exhortación Pastoral…
Con el apoyo de Mons. Ángel Polachini, Obispo de Guanare, y otras distinguidas personalidades, y bajo los auspicios de la Congregación de Siervas del Santísimo Sacramento, se fundó, el 18 de febrero de 1976, la Asociación Civil “Venezuela a la Virgen de Coromoto” para la promoción de la devoción a la Virgen de Coromoto y la consecución de fondos para la construcción de un Templo Votivo Nacional en la confluencia de los ríos Tucupido y Guanare, lugar de la aparición del 8 de septiembre de 1652…
El Templo estaba en construcción, cuando el Papa Juan Pablo II visitó por primera a Venezuela, en el año 1985… En el año 1996, el mismo Papa —durante su segundo Viaje Apostólico a Venezuela— celebró la Misa en el Templo, hoy Santuario Nacional de la Virgen de Coromoto.
Pbro. Ramón Vinke
30 de agosto.Comentario Bíblico.
III.1. El evangelio de hoy, de Mateo, es la continuación de lo que se nos narraba el domingo pasado sobre la confesión de Pedro en Cesarea de Filipo. Las cosas cambian mucho desde aquella confesión de fe, aunque el texto del evangelio las presenta sin solución de continuidad. Jesús comienza a anunciar lo que le lleva a Jerusalén y la previsión de lo que allí ha de suceder, como le había sucedido a todos los profetas; como Jeremías, estaba decidido a proclamar la Palabra de Dios por encima de todas las cosas. Jesús ve claro, porque a un profeta como él no se le escapa nada, aunque la formulación de este anuncio de su pasión se haya formulado así, después de los acontecimientos.
III.2. Pedro, como los otros discípulos, no estaba de acuerdo con Jesús, porque un Mesías no debía sufrir, según lo que siempre se había enseñado en las tradiciones judías; eso desmontaba su visión mesiánica. Entonces recibe de Jesús uno de los reproches más duros que hay en el evangelio: el Señor quiere decirle que tiene la misma mentalidad de los hombres, de la teología de siempre, pero no piensa como Dios. Y entonces Jesús mirando a los que le siguen les habla de la cruz, de nuestra propia cruz, la de nuestra vida, la de nuestras miserias, que debemos saber llevarla, como él lleva su cruz de ser profeta del Reino hasta las última consecuencias. No es una llamada al sufrimiento ciego, sino al seguimiento verdadero, el que da identidad a los que no se acomodan a los criterios de este mundo.
III.3.Pedro quiere corregir al profeta con un mesianismo fácil, nacionalista, tradicional, religiosamente cómodo. Y Jesús le exige que se comporte como verdadero discípulo. La expresión “detrás -opísô- de mí, Satanás”, (vendría a significa algo así como: “no estés detrás de mi como Satanás”) es decir, que no lleve la iniciativa de su vida. Es una expresión que se puede traducir con toda la energía de un rechazo: “¡Vete! y no vengas conmigo como si fueras Satanás”; “¡quítate de mi vista!”.Pero también ven algunos que el rechazo de Pedro “vete de mi vista” (hýpage: expresión semejante a la de las tentaciones Mt 4,10), estaría “compensado” en este texto con una invitación a ir detrás, a seguirle (el opísô moû). En la mentalidad de la época Satanás representa lo contrario del proyecto de Dios, el Reino, predicado por Jesús, que es, a su vez, causa de su vida y de su entrega.
III.4. Jesús, en nombre de Dios, quiere llevar la iniciativa de su vida, de su entrega y caminar hasta Jerusalén. Y eso es lo que pide también a sus discípulos: seguirle y que tomen la iniciativa de su propia vida (el texto dice, con razón, “su cruz”). No es la cruz de Jesús la que hay que llevar, sino nuestra propia cruz. Jesús está decidido a llevar la “cruz” del Reino de Dios como causa liberadora para el mundo. Pedro, y todos nosotros, estamos invitados a asumir “nuestra cruz” en este proceso de identificación con la vida y la causa de Jesús. El reproche a Pedro, como si sus ideas fueran las de Satanás, se explicitan en la expresión dialéctica “las cosas de Dios versus las cosas de los hombres” (tà toû theoû allà tà tôn anthôpôn). Porque Pedro, al rechazar la “pasión” de quien consideraba el Mesías, estaba mostrando los mismos intereses nacionalistas de la religiosidad judía de la época (esas son las ideas de los hombres). La cruz de Jesús era llevar a cabo la voluntad de Dios con todas sus consecuencias (esas son las cosas de Dios en el texto).
III.5.La identificación, en el texto, entre cruz y vida personal es indiscutible. La cruz es signo de lo ignominioso y de crueldad para los hombres. Pero desde una perspectiva de “martirio”, de radicalidad y de consecuencia de vida, la cruz es el signo de la libertad suprema. Lo fue para Jesús en su causa de Dios y de su Reino y los es para el cristiano en su opción evangélica y sus consecuencias de vida. Y muchas veces, nuestra vida, es una cruz, sin duda. Pero se ha de aseverar con firmeza que la vida cristiana no es estar llamados a “sacrificarse” tal como se entiende ordinariamente, sino a ser felices en nuestra propia vida, que es un don de Dios y como tal hay que aceptarla. Y si en esa vida no es oro todo lo que reluce, también hay que amarla y transformarla con decisión profética. No basta con afirmar que el discípulo está llamado a sacrificarse y martirizarse como ideal supremo, porque tampoco Jesús deseó y buscó su muerte en la cruz que le dieron, sino que le vino como consecuencia de una vida radicalmente de amor y de entrega a los demás. Pues de la misma manera deben ser sus discípulos. El ideal supremo es amar la vida como don de Dios y llevarla a plenitud. Pero por medio “está siempre Satanás” (expresión mítica, sin duda) que nos aleja del don de la vida verdadera.
Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)
XXI Domingo del tiempo ordinario. Comentario Bíblico
III.3.El texto de Mt 16,13-20 es campo de batalla entre católicos y protestantes y no lo debemos ignorar. Todavía en ello debemos tener grandes expectativas ecuménicas, con la esperanza de los pasos que hemos de dar con las respectivas interpretaciones que corresponden a las “tradiciones” cristianas de unos y de otros. Los católicos siempre interpretarán que “piedra” (petra) se refiere a Pedro (petros); los protestantes afirmarán que petra, por ser femenino, no se refiere a Pedro, sino a la confesión anterior: “tu eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo”. ¿Qué nos está permitido interpretar exegéticamente? La verdad es que las dos cosas son posibles. Pero hay muchos problemas por medio: ¿es una tradición unitaria? ¿son dos tradiciones unidas por el redactor de Mateo? Todas estas cosas quedan para un análisis crítico-literario-exegético de envergadura. En principio, nos parece más razonable interpretar que “sobre esta roca” ha de referirse a la confesión que Pedro acaba de pronunciar. Vendría a ser como decir que Simón recibe un nombre nuevo Petros, porque ha hecho una confesión decisiva y fundamental sobre la que ha de construirse (petra) la Iglesia.
III.4.Cada evangelista ha redactado la confesión de Pedro según sus preocupaciones teológicas y eclesiales. Las de Mateo están bien claras por el conjunto del texto de hoy. El problema, pues, sería si las palabras laudatorias de Jesús, después de la confesión de Pedro, son del mismo Jesús o de la Iglesia primitiva. Esto, desde luego, tiene divididos a los especialistas, aunque es más coherente pensar que la Iglesia posterior necesitó reivindicar la figura de Pedro como testigo cualificado y como “primero” entre los Doce. No deberíamos exagerar, como se hace frecuentemente, sobre los arameismos de las palabras laudatorias de Jesús, como si estas nos llevaran directamente a las mismas palabras de Jesús. De hecho, otros autores dan a entender que la construcción griega de estas palabras es más armónica de lo que parece; que no hay tanto arameismo en las mismas y que estamos ante la teología de un autor (en este caso Mateo) más que ante una “profecía” del Jesús histórico. Y eso sin entrar en la discusión, hoy no tan relevante, de si las palabras del “tu es petrus” son una interpolación posterior como defienden algunos especialistas.
Comentario Bíblico. 16 de Agosto. Evangelio: Mateo (15, 21-28): La fe de los que están fuera
III.1. El evangelio de hoy es como el reverso de la lectura de la carta a los Romanos, porque Jesús está representando un papel. Vemos el caso de una mujer fenicia, cananea, que se acerca a Jesús, aunque en territorio pagano (Tiro y Sidón). Jesús, al principio, está escenificando miméticamente, la actitud de un judío ortodoxo y exigente. Se ha dicho que es un evangelio difícil, pero no lo es tanto. Ya que las palabras de Jesús, duras al principio como el pedernal, no son suyas, sino de la teología oficial judía. Los discípulos quieren quitarse de encima a la mujer que inoportuna y Jesús quiere darles una lección majestuosa.
III.2.La mujer no es hija de Israel y no tiene derecho a pedir lo que pide y a decir lo que dice. Esta mujer cananea ha sido alabada por su coraje y por su fuerza maternal, por la que quiere echar fuera de su hija a todos los “demonios” de su vida (un demonio muy malo). No olvidemos que el relato está enhebrado con mentalidad de la época. Jesús quiere decir que a él, siendo judío, no le está permitido “oficialmente” hacer el bien a una mujer pagana, a una cananea, que es como los perros o como los cerdos. Eso es importante para entender el texto y la propuesta de Jesús. Un judío no debe hacer lo que la mujer cananea le pide. Jesús lo recalca para dejar más en evidencia la “oficialidad” de la ortodoxia judía. Como decimos, pues, todo es una representación, porque ni Jesús pensaba así, ni estaba de acuerdo con la mentalidad oficial que no le permitía ni siquiera acercarse a los paganos, y menos a una mujer.
III.3. La lección es para sus discípulos: esta mujer se comporta mejor que los judíos, es más que una hija de Israel, es capaz de mover el mundo y llegarse al corazón de Dios por tal de “desdemonizar”, de liberar,a su hija. Jesús sabe, como experiencia personal que en realidad “ha sido enviado para salvar a todos” (“no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”). Y una vez que queda en evidencia toda la “oficialidad” teológica y religiosa del judaísmo de su tiempo, Jesús muestra quién es y qué ha venido a hacer: llamar a todos, salvar a todos, “desdemonizar” a todos, liberarlos.
III.4. Esto era lo que se podía contemplar como lejano, pero real, en el oráculo de Is. 56,1.5-6 (nuestra Iª Lectura del día). Jesús no había ido al territorio de Tiro y Sidón, país pagano, por miedo o por cobardía, sino para poner de manifiesto que “algo nuevo había llegado”. No quiere despedir a la mujer porque le inoportuna, como piden los discípulos, sino que pretendía algo más grande de ella. Al principio se siente como un “perro” con sus amos, pero Jesús quiere elevar su categoría de mujer pagana y de madre. Su fe es capaz de mover montañas y eso, precisamente, no ocurría ni en la religión ni en la patria de Jesús. La lección está dada. El demonio de la incomprensión, de la incomunicación, de la inhumanidad entre pueblos y religiones ha sido expulsado. La suerte está echada: el reino de la salvación llega para todos.
Fray Miguel de Burgos Núñez
Comentario Biblico. Mateo (14,22-33): El Señor, luz en la noche
III.1. Con la lectura de este episodio de Mateo, la “marcha sobre las aguas”, se evocan muchas cosas de las experiencias de la resurrección. De hecho es muy fácil entender que este no es simplemente un episodio histórico de la vida de Jesús y los suyos, sino que encierra experiencias pascuales. No hace falta más que poner atención en las expresiones que se usan en esos momentos (cf. Mt 28,5.10; Jn 20,28), incluso en cómo se postran los discípulos ante el Señor resucitado (Mt 28,9.17). Y es que, en la comunidad primitiva, no podía evocarse este momento de la vida de Jesús sino como “Salvador” y “Señor”, lo cual sucede especialmente a partir de la resurrección.
III.2. Es significativo que Jesús, después de la multiplicación de los panes, episodio inmediatamente anterior, se retira a solas para orar y entrar en contacto con Dios en una experiencia muy personal y particular, que refleja muy a las claras dónde recibe Jesús esa “fuerza” salvífica. Los discípulos, en la barca, están en sus faenas. Sabemos, se ha dicho frecuentemente, que en el evangelio de Mateo esa barca representa a la comunidad, a la Iglesia, a la que el evangelista quiere trasmitir este mensaje.
III.3. El hecho mismo de que Pedro represente un papel particular en este episodio, también habla de ese misterio de la Iglesia, que necesita la fuerza y el coraje de su Señor. Pedro es en el evangelio de Mateo el primero de ese grupo de los doce, de la Iglesia, que necesita buscar y encontrar al Señor por la fe. Incluso es representado con sus debilidades. Porque la Iglesia en el NT no es el grupo de los perfectos, sino de los que necesitan constantemente fe y salvación.
III.4. “Soy yo, no tengáis miedo”, es una palabra salvadora, de resurrección. Ya hemos dicho que este relato está envuelto en ese lenguaje en el que Jesús domina el tiempo y el espacio, las aguas y el fuego si fuera necesario. Es el lenguaje teológico de la resurrección, cuando Jesús es confesado como Señor. Pero de la misma manera que Dios se “manifestó” a Elías en el Horeb. Ante la desesperación de los suyos, no viene en medio del terremoto, sino “caminando” sobre las aguas, que es como decir: “en la serenidad de la noche”, en el “silencio” imperceptible y cuando hace falta.
Fray Miguel de Burgos Núñez
(1944-2019)
La Virgen de la Consolación de Táriba
LA VIRGEN DE LA CONSOLACIÓN DE TÁRIBA
El 15 de agosto, día en que la Iglesia celebra la Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María, el pueblo del Edo. Táchira celebra a la Virgen de la Consolación de Táriba… Sostuvo el Hermano Nectario María, que la más antigua de las imágenes célebres en Venezuela “es la de la Consolación de Táriba, que asciendo a los comienzos de la colonia”. Probablemente sea la imagen más antigua, después de la imagen de la Virgen del Valle de Margarita… ¿Qué tan antigua es la imagen, en realidad?
Existen algunas referencias, por las cuales consta la antigüedad de la imagen… la más importante, el “Libro primero de las Genealogías del Nuevo Reino de Granada” del cronista Juan Flórez de Ocariz, publicado en el año 1674, según el cual “habrá cien años, que de uno de los primeros conquistadores de su distrito hubo esta imagen una pobre mujer que asistía en el campo, y en su poder empezó a obrar maravillas y el primer milagro, y ha continuado otros muchos y los prosigue. Ahora ochenta años, en el sitio donde comenzó a darse a conocer con beneficios se fundó una Iglesia frecuentada de partes distantes”… obtuvo esta imagen una mujer cien años antes de la publicación del libro, es decir, por el año 1574, lo cual es perfectamente posible. El Dr. Lucas Guillermo Castillo Lara —hermano del Cardenal Rosalio Castillo Lara e insigne historiador— ha sugerido, que la imagen podría remontarse incluso a la década de la fundación de la villa de San Cristóbal, de 1561 a 1570…
En la llamada “Relación auténtica de la devoción de la imagen de Nuestra Señora de Táriba”, hecha en el año 1654, el Capitán Francisco Fernández de Rojas, Alférez Mayor y Alcalde Ordinario de la villa de San Cristóbal, declara haber visitado la Ermita de la Virgen de Táriba unos treinta años antes.. y relata el milagro de la renovación de la imagen: Que, estando jugando a las bolas Alonso Álvarez de Zamora con algunos familiares y amigos, “se les quebró una paleta y, buscando de qué hacer otra, toparon con el dicho cuadro y, como lo hallaron sin figura ninguna, quisieron hacer de él una paleta para jugar a las bolas e intentaron quebrarla sobre una piedra y, queriendo hacerlo, no pudieron y les sonaba como tambor. Ya a esto saltó la mujer del dicho Zamora y les dijo, que eran bellacos, que por qué no miraban, que aquel cuadro había sido imagen, aunque no se parecía, y la cogió la dicha mujer y la volvió a meter en la (…) despensa colgándole en una estaca en la pared. Y esto fue poco después del mediodía. Y luego, a la tarde, como a las 4:00 de ella, vieron que en la dicha despensa, que hoy es de dicha Ermita, y en el mismo sitio, le salía un grandísimo resplandor, que les parecía ser fuego, y que se quemaba la casa, y todos fueron a socorrerla, y abriendo la dicha despensa hallaron, que no era fuego material, y quedando todos espantados vieron el dicho cuadro figurando una imagen de Nuestra Señora, que es hoy la que veneramos en Táriba, por llamarse así el sitio”.
El Santo Cristo de La Grita
EL SANTO CRISTO DE LA GRITA
El 6 de agosto, día en que la Iglesia celebra la Fiesta de la Transfiguración del Señor, el pueblo del Edo. Táchira —en realidad, el pueblo de Venezuela y parte de Colombia— celebra al Santo Cristo de La Grita…Narra Fray Pedro Simón en sus “Noticias historiales de las conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales”, que en el año 1573 el conquistador Francisco de Cáceres, después de intentar poblar una ciudad denominada del Espíritu Santo en las espaldas de la cordillera de Guatavita —en la actual Colombia—, “pasando adelante con su gente, halló por todas partes tan malos países, tierra tan despoblada y toda de tan ruin gente, que, cargándose a la del Norte, prosiguiendo lo conquistado, se vio necesitado de volver sobre la mano izquierda, y entrarse en el valle de La Grita, que está en la mitad del camino, poco más o menos, de la villa de San Cristóbal y la ciudad de Mérida, tierra que era ya bien conocida de muchos. Donde, a persuasión de algunos de sus Capitanes y soldados, en especial del Capitán Pedro de Zapata y Alejandro de Carrillo, aunque caía aquéllo fuera de su demarcación, pobló una ciudad, que le llamó del mismo nombre que la primera, (…), ya entrando el año de 1576, (…)”. El mismo conquistador Francisco de Cáceres, estando en España, solicitó de la Orden Franciscana en el año 1579 “Religiosos para fundar Conventos y una Provincia en aquélla que él había conquistado y los demás que en sus contornos pretendía conquistar”; y, ese mismo año el Padre Fray Juan de Maqueda —con ocho Religiosos— “llegó al puerto y ciudad de Cartagena, desde donde subió a la de La Grita con ellos. Y a los fines del dicho año y dando luego principio a la fundación de un Convento en la ciudad del Espíritu Santo de La Grita, quedando en él algunos Religiosos, pasó el resto de los demás a fundar otro a otra población que había más adelante, a la parte del Este, inclinada al Norte de ésta, llamada la villa de Barinas”.
El terremoto de San Blas del 3 de febrero de 1610 —los terremotos eran apodados de acuerdo al día del Santo en que ocurrían— destruyó el Convento de los Franciscanos de La Grita… y, según la tradición —recogida por Cristo Antonio González—, la imagen del Santo Cristo fue hecha poco después del terremoto: “Los Frailes tenían en el vecino campo de Tadea una finca con casa, de donde posiblemente surtían al Convento de productos agrícolas necesarios para su subsistencia; esa casa quedó en pie y allá fueron todos, temerosos y abatidos a cobijarse. Entre los Frailes había uno, Fray Francisco, que tenía cierta habilidad para la escultura y quiso hacer algunas imágenes para la nueva Iglesia que se construiría. Pensó hacer primero un Santo Cristo; una figura doliente y sufrida daría aliento y ánimo al pueblo atemorizado por el terremoto y lo enseñaría a soportar con valentía los contratiempos de la vida. Puso manos a la obra, poco a poco fue perfilándose la figura de Cristo: el busto, las piernas, las manos. Dejó para último el rostro.